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Agredido anciano violentamente por la policía en Bogotá

Dijo don Nestor: «No sancionen a los policías que me agredieron… ellos solo estan cumpliendo con su deber«

Quizás inconcientemente, don Nestor, el anciano golpeado violentamente por la policia en Bogotá, pidió que no sancionaran a los agentes que lo golpearón violentamente, «ellos solo estan cumpliendo con su deber», dijo, y es verdad.

Las acciones violentas de la policía en ciudad Bolivar son eso, exactamente: estan cumpliendo con su deber. Esa actitud de esos policias no es aislada, para eso los están entrenando y han obedecido fielmente las ordenes de la alcaldesa en ciudad Bolivar y ahora estaban en entrenamientos rutinarios, desafortunadamente con este anciano.

https://youtu.be/WDC6uhyUHRQ

Mucho más que un regaño

Por: Ricardo Robledo

La lamentable muerte del miembro de las Farc, Dimar Torres ha permitido aclarar muchas cosas en la sociedad colombiana. Por las circunstancias tan repudiables, como todo homicidio, pero que se hacen mayores por la saña, sevicia, cobardía y manifestación de odio acumulado.

Muy rescatable lo expresado al país por la Comisión de paz del Congreso. Muy humana, responsable y valiente la posición del general Villegas como comandante de la tropa involucrada en el cruel asesinato; actitud gallarda, inaceptable en un ejército que quiere seguir funcionando como enemigo del pueblo colombiano.

No puede ser que las luchas de un pueblo por su soberanía, sigan entendiéndose como “el enemigo interno”.

No se sabe si el delito involucró violación. Pero dejan muchas dudas los antecedentes como el asesinato de cuatro niños por parte de militares en el Meta, que también incluyó abuso sexual. Además de los sucesos que rodearon la denuncia sobre la comunidad del anillo. Inquieta entonces la formación recibida por las fuerzas armadas, su conformación y su forma de entender el “honor”.

Con respecto al asesinato de Dimar torres, ha circulado un audio, en el cual supuestamente se expresa  un superior del general Villegas, en el que se escucha:“ Si tanto le duele la muerte de un guerrillero; pues, váyase para la guerrila”.  Ya les corresponde a las autoridades verificar la autenticidad de este audio y tomar las acciones correspondientes. Acerca de esto hay que hacer estas precisiones:

  1. Dimar Torres no era un guerrillero, era un ciudadano colombiano, firmante de un acuerdo de paz con el estado.
  2. El acuerdo de paz es constitucional y debe ser respetado por todas sus instituciones. Si a un militar no le gusta, asume una posición política expresada por un partido detractor, lo cual es inaceptable por su calidad de miembro de las fuerzas armadas.
  3. Según el Derecho Internacional Humanitario, un enemigo herido o que entrega las armas, ya no es un enemigo; es persona protegida. Ahí hay una violación a estas normas.
  4. El comentario de determinar a quién le duele unas muertes y otras no, es una expresión subjetiva, escuchada también de los más tenebrosos jefes paramilitares y a la ultraderecha, quienes creen tener la obtusa potestad de conocer qué le duele a otros sin ningún intercambio de opiniones o desconociendo una realidad acordada, pero ajena a algunos intereses.

El contenido de estas expresiones en tal tipo de regaños, es peligroso porque es ahí donde anidan las águilas negras, la ilegalidad y sobre los que se promulga el odio en la sociedad, en lugar de llamar a la reconciliación.

En los acuerdos de paz no existe ninguna agenda oculta para entregárselo a una posición política en particular o para llevar el país al socialismo. Los seis puntos que lo resumen, son claros y han sido ampliamente comunicados a la ciudadanía.

Como las clases dominantes siempre han mandado con el engaño, creen que esa es la única forma de gobernar; la sabiduría popular enseña que el ladrón juzga por su condición, pero a los revolucionarios no nos interesan mentes manipuladas, sino personas con pensamiento libre, capaces de tomar decisiones propias y de ser felices.

La transformación de las relaciones sociales de producción solo puede ser posible con acciones conscientes de la población. Si por Socialismo se entiende la ampliación de la participación ciudadana, como profundización de la democracia, si es valoración de la vida y mejorar el nivel de vida de las personas construyendo un país en paz; entonces, los acuerdos, sí conducen hacia allá. Esto sólo es inaceptable para unos pocos que siempre han vivido de privilegios logrados con el robo.

No se quiere saber de la muerte de ninguna persona más. Ese es el gran valor humano de los Acuerdos de Paz.

Mayo 22 de 2019

Pacto, ¿segundo tiempo de los paros agrarios?

Por: Aurelio Suárez

6 de septiembre de 2013

Comienza -por lo visto- el segundo tiempo de los paros, el que, por ahora, va a continuar en parajes y regiones rurales con masivas movilizaciones.

La explosión de paros agrarios desde febrero pasado –iniciando con el cafetero‒ estremeció al país. Se activó la discusión sobre precios internos e internacionales de los productos agrícolas y los efectos de la revaluación y la ‘enfermedad holandesa’ en los mercados, que abarataron importaciones y encarecieron exportaciones. Tuvieron difusión sin precedentes toda una serie de videos que denuncian el oligopolio, prohijado institucionalmente, de compañías de semillas patentadas; los análisis que develan lo exorbitante de los precios de fertilizantes e insumos, incluyendo combustibles y energía; y numerosas crónicas sobre la pobreza e indigencia de campesinos e indígenas. En ese ambiente se suscitó una solidaridad ciudadana multitudinaria.

El gobierno de Santos, que no había previsto dicha explosión, ha tenido reacciones equívocas. En la movilización de más de 130.000 caficultores atribuyó primero el estallido a una convocatoria de “las extremas” políticas y de la subversión. Como tal argumentación fracasó para desmovilizar, empleó la Fuerza Pública y después intentó suplantar, sin éxito, a los protestantes por la “institucionalidad” gremial, también descolocada por los acontecimientos. Finalmente, firmó acuerdos que, salvo la lenta y parcial implementación del PIC, ha incumplido.

Agosto fue el capítulo siguiente. El uso desmedido de escuadrones de choque, que ha llevado a poner en cuestión hasta su existencia misma, y despectivas expresiones presidenciales sobre la protesta actuaron como gasolina para apagar el incendio. La resistencia de paperos, lecheros, cacaoteros, cultivadores de frutas y hortalizas de clima frío, maiceros, paneleros, caficultores y arroceros centró el debate en el impacto de los TLC, típica apertura hacia adentro, como la denomina Abdón Espinosa, y en acuerdos comerciales como Alianza del Pacífico, en cuyas negociaciones se omitió trato preferencial o exclusión de estos productos, contrariamente a otras naciones, que sí lo hacen.

La militarización del país, sustentada en un “vandalismo” cuyos verdaderos orígenes en varias ciudades no están aún esclarecidos, ayudó a desbloquear vías. No obstante, los problemas siguen sin solución y, pese a acuerdos regionales con algunos sectores sociales y a la instalación de “mesas”, cuyo diálogo es más infructuoso que eficaz, las respuestas, incluidas las coyunturales, siguen distantes.

A todas estas, el Gobierno ha citado a un “Pacto Nacional para el Sector Agropecuario y el Desarrollo Rural”, con el que ‒por los desconocidos contenidos tras los que se convoca, y por propuestas publicadas, como las de la SAC‒ nada induce a pensar que se contrariarán las políticas vigentes, causantes de la postración, empezando por el “libre comercio”, sino que, antes bien, se ahondarán. Otra señal sería, si se quisiera iniciar con seriedad, honrar primeramente los acuerdos convenidos como un requisito para recuperar la credibilidad oficial y el diálogo constructivo.

Como están las cosas, el Pacto es el relanzamiento del APERTURISMO o un acto de perdón y olvido de los incumplimientos del Gobierno o, quién quita, una plataforma reeleccionista frente al sector agropecuario o todas las hipótesis anteriores y, en ese marco, no se perfila como viraje de 180 grados en las políticas estructurales para la agricultura de Colombia. Comienza ‒por lo visto‒ el segundo tiempo de los paros agrarios, el que, por ahora, va a continuar en parajes y regiones rurales con masivas movilizaciones.