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En busca de la verdad, la serie que intenta desenterrar lo que la guerra quiso ocultar

Verdad y Memoria

El equipo periodístico de Colombia 2020 produjo 11 reportajes audiovisuales que relatan, desde las voces de las víctimas, su lucha por saber qué pasó con cuerpos, con sus familias y sus territorios. Gracias a una alianza con Noticias Caracol estas historias llegaron al horario prime time de la televisión colombiana.

Bolivia Aramburo y Regina Valencia perdieron a sus hijos en la masacre de Punta del Este (Buenaventura) que ocurrió el 19 de abril de 2005 y en la que asesinaron a 12 jóvenes de la región. / Mauricio Alvarado - El Espectador
Bolivia Aramburo y Regina Valencia perdieron a sus hijos en la masacre de Punta del Este (Buenaventura) que ocurrió el 19 de abril de 2005 y en la que asesinaron a 12 jóvenes de la región. / Mauricio Alvarado – El Espectador

Desde la voz de quienes vivieron el conflicto armado y llegando a los territorios donde han estado ocultas algunas de sus historias, el equipo periodístico de Colombia 2020 con apoyo de la embajada de Alemania en Colombia y en alianza con Noticias Caracol produjo “En busca de la verdad”, una serie de reportajes que fue emitida entre noviembre de 2019 y junio de 2020, en los noticieros de las 7:00 p.m. de los fines de semana.

Los relatos pretenden acompañar de cerca a hombres, mujeres y colectivos que han luchado por desenterrar la verdad que les ha sido esquiva en estos años, y que gracias al Acuerdo de Paz se ve más cerca la posibilidad de hacerla visible. Son historias cargadas de dolor por narrar masacres, desplazamientos, secuestros, desapariciones, torturas, entre muchos otros hechos violentos, pero que además tienen como elemento común la resistencia de estas víctimas y comunidades, su compromiso con la memoria de sus seres queridos o con la recuperación de sus territorios. Estos son los reportajes:

La lucha embera contra la minería en el Chocó

Hace 10 años una empresa estadounidense intentó explotar un cerro sagrado en Carmen del Darién, municipio del Chocó. En aquel momento, cerca de 12 comunidades indígenas lo evitaron oponiéndose pacíficamente. Hoy resisten a la presión de los grupos armados en su territorio.

Los Aljure, herederos de 70 años de guerra en el Meta

En este reportaje se retrata la historia de Los Aljure, una familia llanera que carga con el estigma de Dumar Aljure, jefe de las guerrillas liberales a finales de los años 40 en esa región. La herencia de violencia le significó a los Aljure la muerte y desaparición de 11 de sus integrantes. Hoy, siguen reclamando la verdad y que les devuelvan los cuerpos de sus desaparecidos.

Los rostros del exterminio a la Unión Patriótica en el Urabá antioqueño

Isabelina Torres, Hoover Quintero y Candelario Pérez fueron tres líderes emblemáticos de la Unión Patriótica en Turbo, que dieron su vida por darle un pedazo de tierra a los pobladores de ese municipio a orillas del Golfo de Urabá. Voces silenciadas por la violencia, cuya memoria y legado no muere.

Una universidad para la paz en la selva chocoana

La Universidad para la paz en la comunidad de Cacarica, en la selva del Chocó, es una propuesta que nació de una de las comunidades que más sufrieron el rigor de la violencia. Hace más de dos décadas, toda su población tuvo que desplazarse forzosamente. Actualmente, los habitantes buscan que responsables y afectados por el conflicto armado se encuentren en un diálogo de saberes.

Las madres que se volvieron poetas tras perder a sus hijos en una masacre en Buenaventura

En la masacre de Punta del Este, que se dio el 19 de abril de 2005, fueron asesinados 12 jóvenes. Entre ellos estaban los hijos de Regina Valencia y Bolivia Aramburo, quienes se volvieron poetas para expresar su dolor. Ellas desean publicar un libro con sus creaciones.

Las ruinas de Tranquilandia 35 años después del operativo

Tras el Acuerdo de Paz entre el Estado y las Farc, Édinson Arley Bolaños, periodista de Colombia2020, viajó a las entrañas del laboratorio de cocaína más importante de Pablo Escobar ubicado en los Llanos Orientales, para indagar qué pasó con Tranquilandia y para descubrir los misterios de los buscadores de tesoros en medio de las ruinas.

Tranquilandia: un laboratorio de la guerra

La segunda parte de esta historia reconstruye la destrucción de Tranquilandia, el mayor laboratorio de cocaína del continente, cuyo dueño, el cartel de Medellín, en cabeza de Pablo Escobar, asesinó a cientos de campesinos del Meta y Caquetá para imponer su cultura mafiosa. Luego mató a ministros y periodistas que denunciaron el campamento y propiciaron que la Fuerza Pública destruyera este emporio del narcotráfico en marzo de 1984. Desde entonces, la guerra contra la mafia sigue viva.

La lucha por los derechos del río Atrato

La minería, la contaminación y el conflicto armado han afectado este afluente que, desde 2016, es reconocido como sujeto de derechos. Hoy los pueblos negros que lo habitan hacen memoria sobre la arteria de su territorio y trabajan por recuperarlo.

Secuestrados, desaparecidos y muertos: la historia de los comerciantes del Huila

Tras 20 años de búsqueda de seis familiares secuestrados por las Farc, las familias Cordón, Lozada e Ipuz, de Neiva (Huila), recibieron información de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) sobre sus seres queridos, quienes, según confesó la exguerrilla, fueron asesinados en cautiverio. Ahora será la Unidad de Búsqueda de Desaparecidos la encargada de buscar los restos de estos comerciantes.

Comunidad indígena siona, confinada por las minas y los grupos armados

Hoy, en el apetecido territorio en Putumayo, hacen presencia disidencias de los frentes 48 y 32 de las Farc, los paramilitares y el narcotráfico. Además del temor a los combates, los indígenas deben caminar por su resguardo con miedo a pisar un artefacto explosivo. Al menos 50 familias han decidido desplazarse y la Corte Constitucional los declaró en riesgo de exterminio cultural y físico.

La reconciliación de dos antiguos enemigos

Oscar José Ospino y Abelardo Caicedo no se conocían a pesar de que intentaron aniquilarse mutuamente. En la guerra fueron conocidos como Tolemaida, jefe paramilitar, y Solís Almeida, comandante de las Farc. Después de dejar las armas, aceptaron la invitación de Colombia2020 de El Espectador para conocerse, estrecharse la mano y pedir perdón a sus víctimas. Ahora son amigos y piden que el Estado les cumpla lo que les prometieron.

Para conocer más historias sobre el conflicto armado y las últimas noticias sobre cómo va la implementación del Acuerdo de Paz en los territorios, lo invitamos a ampliar esta información en el canal de Youtube de Colombia 2020 y las cuentas oficiales en FacebookTwitter e Instagram.


Tomado de: https://www.elespectador.com/colombia2020/justicia/verdad/en-busca-de-la-verdad-la-serie-de-videos-que-narra-el-conflicto-armado-en-colombia/

«Ustedes prefieren la Guerra, como propone el presidente Uribe, o la Paz, como propone la doctora Linares»: Yamid Amad

En Colombia la guerra es racional y la paz, irracional

Por: Ricardo Robledo

Al menos eso fue lo que arrojó el resultado numérico del plebiscito del 2016, con una diferencia cercana a cincuenta mil votos, que es una cifra insignificante comparada con la cantidad de víctimas que deja la violencia cada año en el país.

Esa mayoría en la consulta, ha hecho feliz a la tenebrosa derecha que gobierna a los colombianos. A los que votaron NO por la paz, les duelen los militares muertos; a los que votaron Si a la paz, que no quieren saber de un muerto más, que buscan la reconciliación nacional y la fraternidad mundial, son los terroristas a los que hay que “pelar”. Los que llevaban en sus camisetas el letrero de “No a la restitución de tierras” pudieron marchar tranquilamente el domingo 20 de enero; a los otros, “plomo les vamos a dar”.

Hay que dejar tanta palabrería; los discursos deben estar acompañados de acciones coherentes. Querer la paz es aceptar la restitución de tierras a los campesinos despojados y desterrados; es comparecer ante la generosa JEP para que todos los comprometidos en los crímenes del conflicto confiesen sus delitos, digan la verdad y cumplan con la no repetición.

Las palabras de dolor ante los muertos, se convierten en cinismo, cuando el propósito de tanta violencia tiene como centro la conservación de riquezas mal habidas y privilegios obtenidos a partir de la corrupción. Para los fallecidos, el insignificante y dudoso trato póstumo de héroes.

En un país en el que no se le cree al gobierno, a los entes de control ni a medicina legal, las investigaciones que adelante el fiscal, no conducirán a aclarar los hechos; un colombiano de hoy puede ser acusado de violar a Juana la Loca y los resultados del ADN pueden dar positivo y ser condenado; igualmente si se hace un atentado, los autores no serán esos, sino otros; se exoneran a unos y se inculpan a otros según sea la conveniencia. En el último atentado en Colombia, de los informes del fiscal, lo único que se le puede creer es que a alguien que trabaje con explosivos es posible que le falte una mano.

Quedan muchas dudas porque con la manipulación es como ha gobernado la clase política en Colombia; históricamente, le han dicho al pueblo colombiano que los revolucionarios son comunistas y que estos persiguen a la iglesia católica, que mataron a Gaitán y generaron la violencia de los años cincuenta del Siglo XX, que buscan colectivizar a la mujer, que violan los derechos humanos, que son narcotraficantes, que son terroristas; estos y muchos epítetos más, acompañados de los correspondientes e infames atentados violentos con muerte y despojos.

En la película “La dictadura perfecta” muestran que el método de gobierno de la mafia es provocar un hecho más grave que el actual, para enfocar a la opinión pública. Existen poderes que representan a aquellos quienes lo que tienen que perder, vale más que la vida de cien personas. ¿A cuánto ascienden las coimas del caso Odebrecht? Piensen vagos. Reflexionen desde el dolor y la desgracia.

Cese la violencia, como lo pidió Gaitán; también en su momento, el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Alfonso Reyes Echandía; igualmente los acuerdos de Paz. Respeto para el pueblo colombiano que ya quiere ser adulto; o al menos para quienes sufren el padecimiento de pensar.

Enero 24 de 2019