«… Desgraciado de aquel que deja tras de Si, huellas de su Yo, si éste fué el de un rompedor de aureolas, y el de un triturador de cadenas!
su gesto libertador no será perdonado jamás ;
la raza de los esclavos es inagotable, como las
arenas del Desierto y como las olas del Mar ;
el Ergástulo es fecundo, como las entrañas de las
selvas y, el fondo de los pantanos;
y, él, vomitará su vocerío injurioso sobre aquel
que derribó sus ídolos, o hizo el gesto de herir la
insolencia de sus amos:
desgraciado de aquel que dijo la Verdad entre los
hombres ;
ése será lapidado aun después de muerto, con
tanto furor como lo fué cuando era vivo ;
y, su Recuerdo, será coronado de ultrajes, como
lo fué su Nombre, cuando era un lábaro de Libertad en el combate, y se extendía flagrando como una llama a los cuatro puntos del horizonte;
su voz, es decir, su Obra, saliendo por entre los
intersticios de su tumba, será como un largo grito en la Noche;
un clamor inmisericorde , interminable;
él, perturbará el sueño de los amos y la paz de
los siervos;
ni unos ni otros, perdonarán a aquel que los hace insomnes ;
y, tenderán indignados sus manos en la sombra,
contra aquella sombra indignada que los perturba»


