Por Gonzalo Salazar
En los países dependientes–colonizados sobresalen personas, -generalmente de clase mediay algunas de sectores empobrecidos- que acceden a la formación superior y especializada, pudiendoutilizar sus cualidades intelectuales para investigar, acumular, ordenar, aplicar y transmitir esos conocimientos académicos, capacidades que se manifiestan en la forma de abordar el análisis, el tratamiento de problemáticas sociales y fenómenos o procesos naturales,contribuyendo en muchos casos al desarrollo de sus comunidades y/o países, pero en su mayoría son cooptados o puestos al servicio de las clases dominantes locales y de las grandes corporaciones.
Como lo vimos en el primer capítulo, el capitalismo al atomizar la ciencia y el conocimiento en infinidad de especializaciones, convierte en mito, en secreto, el saber que la humanidad ha generado en su existencia, invistiendo con un aura de divinidad a quienes defendiendo su sistema, posean este acumulado, por consiguiente, los pueblos tienen que rendirles pleitesía y creerles todo lo que digan o hagan los científicos, profesionales, especialistas e intelectuales obedientes de la academia occidentalizada, sin la posibilidad de que quienes no hayan militado en esa academia, puedan cuestionar sus conocimientos o proponer alternativas, de ahí el culto al academicismo, medio con el cual los especialistas que defienden el capitalismo manipulan, tergiversan la realidad e invierten teorías y conceptos ante los pueblos, ocultando conocimientos importantes, engañándolos y desorientándolos para imponerles sus conceptos de progreso y felicidad, crearles falsas necesidades,aplicando los Estadoslas políticas económicas, sociales y culturales y los planes de desarrollo diseñados por sus tinktanks, que agreden a lospueblos y al planeta.
Muchos teóricos academicistas buscan el “éxito” personal defendiendo con su discurso, ideas e intereses de instituciones gubernamentales, privadas y transnacionales como la ONU, la OEA la OTAN, el BM, el FMI la OMC y grandes corporaciones corruptas, depredadoras ecocidas, epistemicidas y genocidas, lo mismo que a sicópatas con gran poder económico y/o político. De la misma manera “artistas” exitosos que llenan las vanguardias con sus “grandes” obras calificadas, reconocidas, expuestas, vendidas y premiadas en grandes escenarios, museos, galerías y centros comerciales de las metrópolis occidentales, expresan y transmiten los valores, el sentir y ser de las clases dominantes. Este culto, esta manipulación del conocimiento y la cultura, heredada de la visión eurocéntrica occidental colonial, también se da en profesionales, intelectuales y dirigencias de derecha e izquierda como forma de mantener o de obtener posiciones hegemónicas de grupo y personales en sus organizaciones y en el conjunto de los movimientos políticos, culturales y sociales; actitudes que se expresan en el dogmatismo, el vanguardismo, el autoritarismo, el sectarismo, el caudillismo y el mesianismo; muchos científicos e intelectuales supuestamente demócratas y revolucionarios, convierten la teoría y la ciencia en mandatos divinos, solo accesibles para iniciados, cuando en el mundo se reconoce que el conocimiento –ciencia y arte- es patrimonio de la humanidad porque es construido por toda la humanidad y que lo que se requiere es la difusión y el intercambio democrático de los saberes.
Todos los seres humanos tienen el potencial para desarrollar habilidades intelectuales, pues éstas, como la inteligencia, no son características genéticas de unos individuos, de una clase, o de una “raza”. son aptitudes que se desarrollan en interacción con el entorno social-natural, por lo que las clases-razas dominantes a través de su Estado y sus instituciones impiden el acceso al conocimiento científico sistematizado –académico- a la mayoría de los sectores populares de las periferias, y castran las capacidades creativas y críticas desde la escuela con sus sistemas educativos autoritarios occidental-colonialistas formadores de ciudadanos y profesionales obedientes y mediocres, sin embargo en nuestros países existe una intelectualidad popular (técnicos, profesionales, especialistas y artistas) empíricos o que construyen sus conocimientos y dinamizan la cultura con base en metodologías de autoformación, en la asimilación de sus entornos y en sus cosmovisiones autóctonas, por lo que siempre están aportando en la solución de problemas con sus conocimientos, ideas y experiencias a la economía, a la culturade sus comunidades, incluso a la academia; por otro lado, muchos intelectuales de los sectores populares del sur aportan a los procesos emancipatorios desde la academia crítica, desde la praxis, en lo educativo organizativo y político.
Como países dependientes occidentalizados, nuestros conocimientos y saberes son de segunda, como lo son para los capitalistas nuestras materias primas; en ese orden, en la distribución internacional del trabajo y del conocimiento, somos consumidores de teorías del Norte y no podemos producir conocimientos científicos y artísticos valederos para ellos, pues si somos del Sur, somos colonizados y racializados inferiores y lo que pensemos, digamos o hagamos tiene poco valor. Sin embargo, en nuestro país existe gran cantidad de intelectuales en proceso de desoccidentalización –decoloniales- populares autodidactas, anónimos, orgánicos, vernáculos, e independientes, formados en la lucha social y política en sus territorios, en sus organizaciones, en sus gremios, aportando su fuerza, su pensamiento, su creatividad, en la construcción de alternativas económicas, políticas, culturales, ecológicas.
Desde los 20 del siglo pasado se ha venido formando una corriente política, sociológica, económica, antropológica, filosófica, cultural, (inter-transdisciplinaria) integrada por intelectuales de muchos países, la mayoría del sur global, todoscomprometidos en procesos sociales de resistencia,de liberación y de descolonización, con intelectuales como José Carlos MariáteguiFrantzFanon, AiméCésaire Paulo Freire Orlando Fals Borda, Bolívar Echavarría y Aníbal Quijano,-coautor del concepto “colonialidad del poder”-que se cuestionan, igual que las comunidades indígenas y negras, urbanas y rurales no la posibilidad, sino la necesidad de realizar el bien vivir.En América Latina y El Caribeesta corriente de pensamiento diverso se ha ampliado en el análisis de la matriz o patrón de poder del colonialismo y en la definición de la colonialidad que el capitalismo-modernidad ha construido desde 1492, retomando el pensamiento crítico y las practicas decoloniales de los pueblos –indígenas, raizales y mestizos- en una filosofía propia latinoamericana y caribeña, mientras en el resto del mundo los pueblos hacen lo propio.
La decolonialidad nos invita a dialogar entre los del sur global, a concebir la vida con nuestras propias epistemologías, a investigar parareescribir y narrar nuestras historias con nuestros propios ojos, oídos manos y voces. Como alguien dijo ”estamos ante un cambio de época” y esto requiere una nueva intelectualidad que está presente en este s. XXI en toda nuestra AbyaYala, con intelectuales como Silvia Rivera Cusicanqui, Enrique Dussel, Ramón Grosfoguel, Rita Segato, Boaventura de Sousa Santos, Silvia Federechi, Damian Pachón, Santiago Castro, Raúl Prada Alcoreza, Alberto Acosta, Walter Mignolo, María Lugones, Karina Ochoa, Raúl Zibechi y muchísimos/as más, que desde la academia crítica, desde el anonimato,desde las Artes, el trabajo comunitario y/o la autodidactica aportan al proceso de construcción de nuestro imaginario colectivo.
La colonialidad del saber se inicia en el siglo XVI con la universidad instituída por la iglesia católica, (cuando ya los musulmanes del medio oriente y sur asiaticiohabían desarrollado amplios centros de formación y experimentación científica y artística con principios humanistas) luego en el XIX es transformada en la académica kantiana-humboldiana, promovida por los enciclopedistas y la revolución industrial, finalmente esactualizada por USA en la universidad corporativa que prioriza la formación técnica especializada y multidisciplinar; estas tres universidades occidentalizadas, como el resto de la educación, ha formado a nuestra intelectualidad eurocéntrica; por lo que es una tarea de los intelectuales críticos y los humanistas su desoccidentalización, difundir la decolonialidad del saber entre la academia y las comunidades para transformar nuestras realidades con nuestras propias epistemologías.
Es necesario el reconocimiento de las capacidades productivas, intelectuales y creativas por todos los sectores populares, de los logros, descubrimientos científicos e inventos realizados por nuestros compatriotas en la historia y en el mundo; son miles los científicos, artistas e investigadores que desdeExpedición Botánica han hecho y hacen grandes aportes en todas las áreas de las ciencias naturales y sociales y de la cultura; pero que en una democracia auténtica, los científicos, artistas e intelectuales humanistas y progresistas son indispensables, deberían vivir en el país y aportar directamente en la solución de los graves problemas de su pueblo, con sus trabajos, críticas y propuestas, en la cual la mejor compensación será el progreso humano y el bienestar para nuestro pueblo, ganándose el respeto, el reconocimiento comopatriotas por sus aportes a la humanidad, esta posición y actitudes le dan verdadero sentido a la vida, rescatan su esencia humana.
La mayoría de los científicos, profesionales, artistas e intelectuales que emigran hacia el nortelo hacen porque han perdido las posibilidades y la esperanza en su país, porque en sus países no tienen oportunidades ni garantías para su realización personal, profesional científica y social.En nuestro país el Estado persigue, estigmatiza, excluye, criminaliza y destierra a quienes realizan actividades científicas y culturales que ponen en evidencia la desigualdad social, la injusticia, la violencia de su modelo económico y social, lo mismo que a quienes denuncian los crímenes de lesa humanidad, los daños a la biodiversidad y a la ecología;se les ocultan, roban y/o destruyen sus trabajos científicos y artísticos. Por esto, un movimiento cultural transformador humanista en un proceso de construcción de un mejor país, necesita de estas personas comprometidas con el presente y el futuro de la humanidad, como de los jóvenes, las mujeres y los-las viejas, entre quienes se teje la colcha colorida de retazos del buen vivir o nuestro socialismo, pues los conocimientos académicos, los saberes populares, las tradiciones, historias y culturas son los hilos intelectuales que le dan color, sabor, olor y voz a nuestra diversa nacionalidad.
Aunque los intelectuales de izquierda y humanistas, tanto de la academia como de las organizaciones políticas y sociales, (orgánicos y vernáculos) continúan siendo una élite que en su gran mayoría se mueve en sectores de clase media, preferencialmente en las universidades, en algunos sindicatos y ocasionalmente en eventos nacionales e internacionales y en grandes movilizaciones que se realizan en el país, son pocos los intelectuales de izquierda que se involucran en procesos organizativos y de investigación en áreas de conflicto, de pobreza o de grandes dificultades, en la experimentación o acompañamiento en la identificación y realización de alternativas realizadas por las comunidades en sus territorios; mientras muy pocos se cuestionan su cosmovisión occidental, sus prácticas coloniales en sus relaciones sociales con sus familias, sus compañeros de trabajo, sus vecinos y amigos y en la formación de sus propias identidades.
Los líderes populares, los chamanes, los taitas, los médicos tradicionales, los dirigentes de las organizaciones sociales populares, los-as educadores comunitarios, los ancianos sabios, son también intelectuales que deben ser respetados y estar al servicio de los movimientos populares, igual que los artistas, profesionales y científicos de todas las áreas de la ciencia. Todos estos intelectuales son indispensables en la construcción de un nuevo país, deben participar asesorando, criticando y proponiendo en todos los proyectos de transformación y reconstrucción, dentro de un gran movimiento social-cultural transformador por un mejor país. La izquierda decolonial no institucional y los movimientos populares deben llamar y atraer a todos los y las intelectuales demócratas, progresistas y humanistas colombianos-as que estén dentro y fuera del país, integrándolos-as a este proceso emancipatorio.
La lucha de los intelectuales profesionales, artistas y científicos críticos no puede limitarse a reclamar al Estado bienestar personal y de gremio, o a exigir sus derechos individuales, infraestructura y presupuestos para sus proyectos siendo funcionales al sistema, asumiendo una cómoda “neutralidad” o indiferencia frente a los conflictos sociales; en realidad los y las intelectualeshumanistas, deberían simultáneamente defender y promover la justicia social no como un beneficio para los/las oprimidas, sino, como un acto de dignidad, de ética, de compromiso personal y social; no se necesita ser sociólogo, antropólogo o economista crítico para definir una posición humanista sentipensante; desde cualquier ángulo del conocimiento se puede asumir la emancipación, pero esta nunca se hará desde la academia, el Estado, las ONG o por organizaciones eurocentristas patriarcales, autoritarias y/o raciales, pues la descolonización del saber,el pensar y el hacer, es una opción de ruptura epistémica con la occidentalización de nuestras mentes y saberes, que se asume como estilo de vida, personal y comunitaria. La descolonización del saber es cultural y política, como la transformación humanista-humanitaria de la sociedad es multidisciplinar-transdisciplinar.
En la integración de una filosofía propia o de nuestro pensamiento crítico descolonizado es indispensable la creación de teoría – mejor, de la perspectiva decolonial que nos propone Quijano- desde nuestras cosmovisiones, la sustentación de nuevos paradigmas el reconocimiento y el rescate de las epistemologías y de las historias de las comunidades, los movimientos y sectores populares, con la visión de los propios actores, desde los y las oprimidas, por lo que es importante laproducción literaria, artística y científica hecha con nuestros valores y sentires, en la que es indispensable el compromiso de los intelectuales humanistas académicos y vernáculos, insertos en un gran movimiento social-cultural transformador.
Gonzalo Salazar, enero 9 de 2019


