Archivo de la etiqueta: Ecologia

Ecologistas, Amantes de la Vida

Por Gonzalo Salazar

Cada día crece la preocupación de los humanistas amantes de la naturaleza por el presente, por el futuro posible de la vida en la tierra y el de la especie humana, como producto de la huella que la actual civilización va dejando, cada vez más profunda en el deterioro de los bienes naturales que han hecho posibleesta vida. Actividades agropecuarias, mineras, industriales, de megaobras,para extraer mayores cantidades de recursos naturales y materias primas,realizadas en muy poco tiempo pero con daños y consecuencias inmensamente grandes, justificadas en el progreso y el bienestar de los países del norte y en el consumismo de mercancías muchas veces inútiles y contaminantes, o de alimentos que en más del 35% van directamente a la basura.

Las máquinas y tecnologías utilizada para la extracción, aunque sean de última generación, son depredadoras,destructoras, muchasobsoletas, pues no son diseñadas para proteger la naturaleza, sino, para destruirla, para satisfacer la avaricia de los mercados y multiplicar las ganancias de los dueños de las grandes corporaciones, que subsisten sólo por la riqueza robada y mediante guerras de exterminio contra los países colonizadosdonde están esos recursos; realmente son ominosos criminales que no solo dañan a la madre tierra, sino que destruyen física, mental y espiritualmente a los seres humanos que son parte de ella.

En todas las metrópolis del Sistema Mundo algunas personas sensibles se organizan en pequeños y grandes grupos, crean sus ONG buscando la forma de proteger a los animales, a los bosques y selvas, a los ríos, los mares y el aire; impedir la extinción forzada de especies animales y reducir la contaminación de los ecosistemas; también exigen a los Estados, a las empresas industriales cambiar las tecnologías generadoras de energía eléctrica consumidoras de combustibles fósiles que contaminan el aire los suelos y las aguas, quieren reducir el consumismo y el uso del plástico; paralelamente las grandes corporaciones industriales extractoras de riquezas, contaminadoras, depredadoras, cran sus ONG “globales”para promover y defender la “Economía Verde” supuestamente “sustentable”, el uso de agrocombustibles, la pesca de arrastre, los monocultivos, los agroquímicos lesivos a la naturaleza y a la salud humana, tratan de desviar la atención de los verdaderos ecologistas; mientras en el sur, en las periferias, las comunidades víctimas del capitalismo luchan a muerte contra las garras del colonialismo, contra la minería metálica-energética,los monocultivos agroindustriales que utilizan químicos agrotóxicos que acaban con la diversidad biológica y agroalimentaria, contra las megaestructuras (canales para el saqueo) que atraviesan y destruyen sus territorios, sus pueblos, sus países y continentes;como habitantes de esas tierras, resisten al exterminio ordenado por el capital transnacional y ejecutados por Estados cipayos y bandas de mercenarios; también luchan contra el consumismo, el resumen de toda esta tragedia.

Millones de personas en el mundo se organizan, investigan, denuncian y se movilizan proponiendo alternativas tecnológicas, económicas, sociales y culturales que mejoran las condiciones de producción y consumo de alimentos, llamando a los consumidores a reconciliarse con la naturaleza; reconociendo dignidad a los seres vivos y a la tierra como sujetos de derechos y de respeto. En torno a este tema se ha generado un debate sobre la producción y el consumo de productos transgénicos, en el cual se evalúa su nocividad, pues el problema no es si son transgénicos, sino, si esos genes que se transfieren o suprimen en dichos organismos, mejoran la calidad nutricional sin agredir los entornos biológicos y la salud de los humanos, si la genética y la biotecnología se aplican adecuadamente con responsabilidad y equidad en los territorios donde se producen, pues lo realmente negativo es la manipulación genética orientada a la monopolización de las semillas al robo del conocimiento acumulado por indígenas y campesinos del mundo, al control comercial de los alimentos por parte de las corporaciones transnacionales del sector. Igualmente ocurre con las tecnologías de uso personal y masivo impuesto por el mercado, o sea, el problema no es la ciencia y la tecnología utilizadas, son las relaciones sociales de producción, de distribución y de apropiación construidas e impuestas por el capitalismo, basadas en la explotación del trabajo humano y el dominio y abuso de la naturaleza.

El ecologismo es un movimiento global humanista con diferentes expresiones en las periferias (naturalistas, biologístas, animalistas, ecofeministasecosocialistas, agroecologistas), en las redes sociales, en la organización y en la movilización, con arraigo en las comunidades locales y globales, en defensa de sus bienes comunes y de sus territorios rurales y urbanos. En Colombia las comunidades indígenas, campesinas, pesqueras, mineros artesanales, se enfrentan a monstruos ominosos transnacionales industriales y financieros, a ejércitos militares y de seudocientíficos legales e ilegales al servicio de transnacionales petroleras, mineras, farmacéuticas, a laboratorios de ingeniería genética y biotecnología, a ONG transnacionales y a monopolios mediáticos que trabajan para el extractivismo y los mercados; realmente es una misión heroica y revolucionaria de las comunidades y activistas que son desplazadas y asesinados en los territorios afectados por el extractivismo en todo el mundo, como lo acabamos de ver con el asesinato de la líder indígena ambientalista Bertha Cáceres en Honduras, (en el último año fueron asesinados 37 defensores de ecosistemas en Colombia) actividad que solo la pueden ejercer quienes realmente aman la vida y a la humanidad, sobre todo cuando el actual modelo neocolonial acumula mediante el despojo y el exterminio de especies y comunidades, como siempre lo ha hecho el capitalismo desde1492.

Más del 60% del territorio nacional está servido a las transnacionales minero-energéticas para exploración y explotación, mientras el Estado apoya y defiende al gran capital agroindustrialde la madera con especies nativas y foráneas, a los agronegocios de los monocultivos de alimentos de exportación, y a la ganadería extensiva, que consumen los bosques y selvas destruyendo complejos ecosistemas, alos que el capital llama recursos naturales renovables, acabando con la biodiversidad de esos lugares; departamentos enteros como el Tolima, extensas áreas de belleza, biodiversidad y riqueza hídrica comoel  páramo de Sumapaz, la Sierra Nevada de Santa Marta, la serranía de la Macarena,el Maciso Colombiano, el parque Chibiriquete y todos los parques naturales nacionales como San Turban, Los Nevados, la Amazonia, están a disposición de quienes soliciten las licencias ambientales correspondientes para cualquier megaproyecto de explotación o de infraestructura que garantice el extractivismo, como el carbón del Cerrejón, el oro de La Colosa, los metales de San Turban, la mineríadel Chocó, el pino y el eucalipto del Cocora, o el coltan del Guainía y el Vichada, la riqueza de la Orinoquía que no solo posee minerales y Combustibles, sino también fertilidad para cualquier agronegocio, con inmensidades de tierra extranjerizada (vendida a grandes corporaciones y a otros Estados) dentro de nuestro territorio.

No se sabe cuántos miles de especies animales y vegetalesterrestres y acuáticas –silvestres y agroalimentarias- han sido extinguidas violentamente(muchas sin identificarse o clasificarse) en los últimos 200 años de extractivismo, tendríamos que hacer una lista interminable, empezando por los cientos de especies de maderas preciosas extraídas de la zona andina, del Chocó, el Putumayo, Caquetá y la Amazonía; cuántas de anfibios, de mamíferos, aves,peces e insectos que fueron diezmados y erradicados, junto al genocidio de cientos de comunidades nativas en esos territorios; nunca estará completo el inventarios de nuestros bienes naturales saqueados por no tener estadísticas reales de los millones de toneladas de minerales, metales –preciosos y de uso industrial- e hidrocarburos extraídas durante este tiempo, como de los ríos, humedales y lagunas que además de haber sido contaminados han sido secados, desviados de sus cauces naturales y/o represadosdestruyendo pequeños y grandes ecosistemas y comunidades que vivían a sus alrededores y se beneficiaban alimentaria, económica y culturalmente de ellos.

La situación actual de nuestros ecosistemas y comunidades es consecuencia directa del colonialismo ejercido por las grandes potencias de Occidente, en contubernio con la oligarquía colonial administradora del Estado. Esto nos lleva a plantear para un gobierno democrático o de transición el freno al extractivismo, lo que no indica que no podamos utilizar racionalmente los recursos naturales necesarios para atender las necesidades del país, para mejorar la calidad de vida de la población y sus entornos naturales, eso sí, procurando reducir la cantidad utilizada implementando tecnologías y procedimientos de mínima agresividad –contaminante y/o depredadora- a la naturaleza, por ejemplo, con los combustibles, los minerales y metales,realizando la respectiva transformación en materias primas y productos, para la infraestructura y la industria de consumo nacional, también necesarias, pero fundamentalmente combatiendo al consumismo, el consumo y tráfico de especies silvestres, tal como lo hemos planteado a lo largo de este trabajo.

El movimiento ecologista popular es transformador, político y cultural, por lo que es una gran tarea de estos/as ecologistas reconocer sus territorios, conocer la historia del saqueo de nuestros bienes comunes –o comunitarios- sistematizar y documentar esta información para denunciar, educar, propiciar la movilización de las comunidades, y defender todos los bienes que nuestros ricos territorios han tenido y los que requieren ser restituidos, descontaminados y reclamados por la nación y las comunidades; por esto deben ser reconocidos, apoyados y protegidos por las comunidades que  tienen el derecho para administrar autónomamente estos bienes; pues el deterioro ambiental-ecológicoes propiciado por una ínfima minoría genocida de poderosos económicamente, que convierten en mercancía lo más bello y esencial de la vida, asumiendo como mercancías los entornos ambientales naturales que son parte fundamental  de las identidades, subsistencia y cosmovisiones de las comunidades y pueblos ancestrales y raizales, pero también de las comunidades urbanas que se ahogan en una atmosfera fétida de CO2, metano y demás gases de origen industrial que contribuyen al deterioro ambiental global.

Dentro del capitalismo el mayor y directo responsable de la situación ambiental y social en cada territorio es el Estado, pues este es el que obedece  las imposiciones imperialistas y aplica los modelos económicos, el que firma los contratos, el que promulga las leyes que garantizan la inversión extranjera y privada en el extractivismo; así mismo es el que niega los derechos sociales, económicos, políticos, culturales y ambientales a las comunidades, el que reprime la protesta contra el extractivismo, se burla de las comunidades afectadas y mantiene la impunidad de los crímenes de lesa humanidad y lesa naturaleza realizados por los extractivistas.

En Asia, África y América Latina, escenarios del modelo extractivo, se dan las más duras batallas ambientalistas, que incluyen la defensa de los territorios, la biodiversidad y la soberanía alimentaria en armonía con la madre tierra. Este Movimiento se fortalece y amplía en el mundo, mientras en nuestro país es reciente, con no más de 40 años de actividad, sin embargo ha sido reprimido violentamente, estigmatizado y ninguneado; la conciencia de las comunidades rurales y urbanas que ven comprometidos sus territorios y sus entornos agroecológicos por el modelo extractivista se han movilizado en defensa de estos bienes en Cajamarca, en el Huila, en San Turban, en el Cauca, en el Chocó, en el Doncello Caquetá, en Sucre, Bolivar y Magdalena contra la acometidaextractivistamineroenergética; en Bogotá por los humedales y los cerros orientales contra los urbanizadores especuladores depredadores; ecologistas y comunidades locales están convocando asambleas y realizando consultas en las que la inmensa mayoría de habitantes de estos territorios se oponen a la realización de cualquier tipo de proyecto extractivista, sea nacional o extranjero. Estas son pruebas de que sí se puede ejercer autonomía popular y construir una propuesta de mejor país; aunque la oligarquía trata de adueñarse de sus banderas, utilizando partidos políticos y ONG financiadas por las grandes corporaciones y por sus propias empresas depredadoras, a nombre de una supuesta Economía Verde o Desarrollo Sustentable.

Realmente no es muy fuerte el movimiento ecologista en Colombia, pues no hay evidencia de una movilización nacional articulada contra el extractivismo y la destrucción de ecosistemas que obligue al Estado a aplicar políticas de protección y recuperación del daño ecológico y social causado por el modelo neoliberal de explotación de los bienes naturales; son las comunidades locales las que se enfrentan a la violencia estatal y privada, a las transnacionales  mineras, a los terratenientes agroindustriales, a la construcción de megaestructuras y a los narcotraficantes que destruyen sus economías y geografías; estas comunidades se movilizanen defensa de sus territorios y sus entornos biodiversos; mientras en las grandes ciudades son los estudiantes y algunos intelectuales los que luchan por conservar lo poco que queda de sus entornos bilógicos naturales. Aún la izquierda no define en sus plataformas la lucha por los bienes naturales, la biodiversidad y el equilibrio ecológico como el punto más importante que garantiza el derecho a la vida sana y digna de las comunidades rurales y urbanas, que considere sujeto de derechos y respeto a la madre tierra.

Es responsabilidad del Estado la protección de los ecosistemas, de los bienes naturales y de la vida de todos y cada uno de los colombianos, pero esto no es posible voluntariamente por ser el defensor y ejecutor del capitalismo; por lo que es más una responsabilidad ética y política de los humanistas, de las comunidades locales, regionales y nacionales, y de los revolucionarios que se plantean otro mundo y otra sociedad mejores, la protección de la biodiversidad procurando un ambiente natural, social y cultural sano en los territorios donde puedan convivir pacíficamente y actuar con autonomía, para ello se debeeducar en el respeto a la naturaleza, ser ejemplo, ejercer la solidaridad, promover la organizacióny la movilización de los sectores populares en la defensa de la dignidad y la autonomía de las comunidades en el mantenimiento y protección de los ecosistemas de sus respectivos territorios. Mientras tanto, es necesario dar la pelea en los territorios objetivos del extractivismo, incidir con la movilización y la denuncia, exigiendo al Estado el desmonte de la criminalización del ecologismo y de los movimientos populares y del plan extractivista,exigiéndole reconocimiento ala autonomía de las comunidades locales y regionales en el manejo ambiental con participación decisoria en el ordenamiento territorial respectivamente, exigiéndole respetoy promoción de las consultas comunitarias y populares a niveles local, regional y nacionalcomo constituyente primario.

El movimiento ecologista popular es transversal a todos los movimientos sociales que realmente quieren transformar al mundo y construir un mejor país, en el que es necesario la participación de todos los sectores populares, de la intelectualidad y la academia crítica, de los profesionales humanistas-naturalistas de todas las disciplinas relacionadas con el bienestar humano, la vida y la ecología; mejor dicho, hoy no se puede ser demócrata, humanista, socialista y/o revolucionario/a si no se es ecologista y antipatriarcal.El movimiento ecologista es imprescindible en la integración de un Movimientos Popular Cultural Transformador y en la construcción de un mejor país.

Enero 20 de 2019