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Utopía y dialéctica en la liberación latinoamericana (Eugene Gogol)

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Entrevista. Habla el filósofo Eugene Gogol

“Es terrible la relación de los Estados Unidos con Colombia… en términos de los acuerdos con la derecha”, sostuvo Eugene Gogol en la entrevista con el director del periódico Paréntesis y de ¡PERIODISMO LIBRE! (Fotos: José Julián Mena R.).
“Obama es lo mismo que Bush”
* “Si existe una separación de los movimientos sociales de la filosofía vamos a tener revoluciones incompletas… Es necesario entender que un proceso revolucionario no es solamente un acto de negación, sino también el positivo dentro del negativo… la creación de una nueva sociedad”.
* “En la construcción del socialismo es necesario romper con la ley del valor, el hecho de que somos mercancía en nuestro trabajo”, dice Gogol, al sostener que los procesos revolucionarios en Venezuela y Bolivia no han dado aún este paso, aunque reconoce que allí hay realizaciones magníficas. “El socialismo auténtico es una construcción desde abajo”.
Por Luis Alfonso Mena S. (*)
“Obama es lo mismo que Bush o, posiblemente, peor en términos de América Latina, por los acuerdos con la derecha aquí en Colombia”, dijo a PARÉNTESIS el destacado filósofo estadounidense Eugene Gogol, quien estuvo recientemente en Cali, donde disertó en varias universidades.
“Hay situaciones muy difíciles aquí en muchos aspectos. Una es la represión de los derechos, que es terrible y no solamente ahora, por décadas”, agregó Gogol, quien en los años 80 del Siglo XX trabajó como editor de News & Letters, un periódico marxista defensor del humanismo, editado en Detroit y Chicago, Estados Unidos.
Gogol fue profesor de la licenciatura en estudios latinoamericanos de la Universidad Estatal de California, a mediados de la década de los años 70, cuando escribió Mariátegui y Marx: la transformación social en los países en vías de desarrollo.
Siempre interesado en los procesos políticos y sociales del mundo, fue testigo de la revolución estudiantil y juvenil que tuvo lugar en Europa, y producto de esa experiencia escribió el libro Francia, primavera de 1968: las masas en movimiento, las ideas en su libre flujo.

Luego de dictar una cátedra de historia negra en la zona del Mississippi, en 1964 Gogol publicó el texto El movimiento por la libertad de la palabra y la revolución negra, en compañía de la filósofa marxista Raya Dunayevskaya y de Mario Salvio.
Su más reciente obra es El concepto del otro en la liberación latinoamericana. La fusión del pensamiento filosófico emancipador y las revueltas sociales, publicada en 2002 en Estados Unidos y cuya versión en español fue hecha en 2004 por Juan Pablos Editor, en México (ver recuadro).
PARÉNTESIS habló con Gogol sobre la filosofía marxista, la lucha de clases y la revolución, lo mismo que acerca de los procesos políticos que tienen lugar en Colombia, Latinoamérica, el norte de África y el Medio Oriente.
– Profesor Gogol: quiero comenzar con una pregunta que ronda en el mundo académico y es la vigencia del marxismo hoy. El discurso hegemónico del capitalismo insiste en que el marxismo ya no tiene vigencia para su estudio en las universidades latinoamericanas. ¿Cuál es su opinión?
– Bueno, primero es necesario hacer una separación entre el marxismo de Marx y el marxismo después de Marx, porque en mucha parte del Siglo XX fue un tipo de marxismo dogmático, ortodoxo, que no fue el marxismo de Marx. Hay una tergiversación según la cual Marx fue un pensador que sólo tuvo un interés en el proletario industrial en Inglaterra y Alemania. Este fue el sujeto histórico, pero en realidad Marx tuvo un interés en la revolución, en la destrucción del capitalismo y la construcción de una nueva sociedad. En este sentido se interesó en muchos sujetos, no solamente en el proletariado, que naturalmente fue el foco, porque estudió el desarrollo del capitalismo industrial. Marx tuvo interés en los campesinos y en los países subdesarrollados. Nosotros podemos leer sus cuadernos etnológicos, por ejemplo uno que se llama Sociedades precapitalistas. Es necesario recordar aquí a personas como José Carlos Mariátegui, del Perú de los años 20, quien fue un marxista que pensaba en la necesidad de no tener una aplicación estática del marxismo de Europa aquí, sino de una recreación auténtica, original para otro momento histórico y en otro país. Mariátegui dice que no es posible tener la construcción del socialismo en su país sin la gente indígena, que es el corazón de esta construcción. Pienso que esto es muy importante para entender el concepto de sujeto por Marx, que fue multidimensional: no solamente un sujeto sino muchos sujetos.
– La concepción del desarrollo histórico de la humanidad sería otro punto de divergencia…
– Es necesario entender que Marx tuvo una concepción del desarrollado de la humanidad no de manera unilineal, sino multidimensional. Entonces no tuvo esa concepción clásica de comunismo primitivo, esclavitud, capitalismo, socialismo… Marx no tuvo una concepción cerrada. Lo desarrollado por él fue muy diferente. Esto es importante, en cuanto nosotros tenemos países subdesarrollados aquí en América Latina con otros sujetos, es muy necesario conocer que hay cierta relación con el pensamiento de Marx. El problema es el marxismo después de Marx, cuando hubo una tergiversación de sus ideas.
– Ese debate nos llevaría también a las categorías marxistas de capitalismo y socialismo…
– Otro ejemplo de esto es la concepción de qué es capitalismo y qué es socialismo. Para Marx el corazón del capitalismo fue la extracción de valor y plusvalía de los trabajadores, que nuestro trabajo, nuestra actividad es una mercancía en este sistema. Marx pensaba que esto no es algo natural, sino algo específico de una sociedad capitalista. Entonces sostenía que es necesario tener otro tipo de producción en una organización libre, de trabajadores asociados. Pero el problema es que el comunismo dogmático, ortodoxo tuvo otra concepción: que se debe nacionalizar la propiedad privada. Marx nunca tuvo esta concepción y hay una confusión gigante: que nosotros pensamos que el socialismo es solamente nacionalización de la propiedad. No. El socialismo es nuevas relaciones humanas que comienzan con la manera de producción. Todas las relaciones entre hombres y mujeres fueron importantes para Marx.
– En Venezuela, Bolivia y Ecuador hay procesos políticos y sociales muy importantes de reconocimiento de los derechos de las mayorías populares, procesos que se encuentran en el período de las nacionalizaciones dentro de un capitalismo de Estado. ¿Qué caracterización hace de ellos?
– Bueno, más en relación con Bolivia y Venezuela, pienso que hay algunas partes de estos procesos revolucionarios que son magníficas. El movimiento desde abajo en Bolivia entre 2000 y 2005 fue algo muy importante contra la privatización del agua y del gas. El problema es que dentro de estos procesos revolucionarios hay algunas contradicciones y una es la posibilidad de no desarrollar la construcción del socialismo, sino, como tú dices, del capitalismo de Estado. No es mi conclusión completamente, es una posibilidad. Hay otras posibilidades para tener un desarrollo más creativo en la dirección socialista. En el caso de Bolivia pienso que el poder de los movimientos sociales es muy importante para continuar, para tener un proceso más abierto. Pero hay una cierta consolidación del poder de MAS (Movimiento al Socialismo) y de los líderes de arriba, que tienen una concepción un poco estática de la construcción del socialismo.
– Esa misma concepción la tendrían Hugo Chávez, en Venezuela, y Rafael Correa, en Ecuador…
– No es posible la construcción del socialismo solamente en un país. La concepción de Socialismo del Siglo XXI de Chávez genera algunas dudas. Pero es necesario entender que el imperialismo de los Estados Unidos, que la militarización son algo real que necesita oposición. Pero ésta no es suficiente. Una revolución tiene doble ritmo: la destrucción de lo viejo y la construcción de lo nuevo. Venezuela tiene una independencia gigante sobre la mercancía más importante en el mundo, el petróleo. Después de vastas luchas, Chávez posee el control del petróleo y puede hacer una distribución de los recursos del hidrocarburo para que se reviertan en más salud, más educación, más alimentación para su pueblo. Ello es bueno, pero esto no es el socialismo, esto es una distribución que es importante, pero en la construcción del socialismo finalmente es necesario romper la ley del valor, romper el hecho de que somos mercancía en nuestro trabajo y por esto debe darse una revolución profunda.
– La clave allí está en cómo pasar a una nueva fase del proceso político…
– El socialismo auténtico es una construcción desde abajo no desde arriba. Chávez tiene un corazón muy bueno, esta no es la cuestión. La cuestión es que si va a haber socialismo auténtico es necesario tener sujetos revolucionaros dentro del pueblo de Venezuela y no que las decisiones se tomen solamente desde arriba.
– ¿Cuál es su percepción del gobierno de Rafael Correa en Ecuador?
– Yo no tengo ninguna confianza de que la suya sea una construcción del socialismo. Él tiene una separación fuerte con el movimiento indígena del Ecuador. No estoy seguro de que lo de Correa sea algo progresivo, seguramente lo de Bolivia sí.
– A pesar de representarlos y de que lo apoyan, Evo Morales ya ha tenido problemas con la Central Obrera Boliviana y con movimientos campesinos…
– De acuerdo. Por ejemplo, en diciembre hubo una confrontación de Morales con los movimientos sociales. Seguramente hay contradicciones, hay problemas, pero yo no estoy listo para hacer una conclusión fuerte que diga que esto es capitalismo de Estado y no tengo interés en eso. Por supuesto, los procesos son diferentes, pero este de Bolivia es nuevo y el poder de los movimientos sociales es mucho. Los procesos tienen contradicciones, pero al mismo tiempo tienen la posibilidad de desarrollarse. No es factible decir de manera externa qué va a ocurrir… En estos procesos sociales hay posibilidad de un nuevo comienzo.

“Lo universal para mi es la posibilidad de desarrollar la revolución”, dice Gogol respecto de los alzamientos en el mundo árabe. (Foto: José Julián Mena R.).

– ¿Qué papel juega la lucha de clases en esos procesos?

– Para mí la lucha de clases es importante. El movimiento desde abajo es crucial y revolucionario, pero es incompleto. Es necesario al mismo tiempo tener desarrollada una filosofía emancipadora, una visión universal, pero también concreta. En este sentido pienso que la dialéctica en Marx posee relevancia hoy en día. Tener pensadores que enseñen su aplicación con ideas concretas en América Latina es el desafío. Si existe una separación de los movimientos sociales de la filosofía vamos a tener revoluciones incompletas.
– Para América Latina tiene mucha importancia el desarrollo de las revoluciones en Venezuela y Bolivia. ¿Habría una dependencia del futuro de los movimientos sociales de América Latina respecto de los procesos de Venezuela y Bolivia?
– Seguramente la inspiración de algunas cosas de Bolivia y Venezuela es importante en otras naciones, pero cada país debe reivindicar lo auténtico, lo indígena, aunque también es necesario entender que la revolución no es nacional, que eventualmente es internacional. Lo fundamental en Bolivia y Venezuela es el poder de los movimientos desde abajo. Mi preocupación en relación con Venezuela es que el socialismo es una construcción desde abajo y no desde arriba. Si la iniciativa es desde arriba no es una construcción autentica, se requiere más participación.
– Pero es probable que en principio lo ocurrido en Venezuela haya sido una construcción desde arriba, a partir de la figura de un líder carismático que congrega muchos sectores populares y que después de estar en el gobierno va girando hacia la izquierda. En Bolivia fue un poco distinto porque Evo Morales tenía otra procedencia, pero hay elementos similares en los dos procesos. Lo mismo podría decirse de Ecuador. ¿Usted qué piensa?
 – En Venezuela, el primer año de Chávez fue muy reformista. Únicamente después del golpe de Estado (del 11 de abril de 2002) el movimiento desde abajo en Caracas, con miles y miles de personas en las calles, dijo: “Nosotros queremos a Chávez, que regrese Chávez”. Sólo después de esto fue un movimiento de izquierda en el pensamiento y en la actividad. El problema es que mucha de la iniciativa es desde arriba. Es necesario tener más iniciativa desde abajo y por esto yo no tengo la respuesta. Bolivia es diferente en el sentido de que los movimientos sociales tienen mucho poder, mucha actividad, pero el asunto ahora es si los movimientos desde abajo van a dar todo el poder al MAS y al gobierno o será que él mismo va a tener más influencia, va a ser más fuerte.
– Profesor Gogol: ¿cuál es su visión de la situación colombiana, de las luchas sociales en nuestro país?
– Primero, es terrible esta relación de los Estados Unidos con Colombia. Obama es lo mismo que Bush o posiblemente peor, en términos de América Latina, por los acuerdos con la derecha aquí en Colombia. Hay situaciones muy difíciles aquí en muchos aspectos. Uno es la represión de los derechos, esto es terrible y no solamente ahora, sino por décadas y décadas. Así es muy difícil tener un desarrollo de los movimientos desde abajo. Pero pienso que hay una nueva generación. Por ejemplo, yo fui a Medellín: fue muy interesante la conversación con el líder juvenil, la relación de sus actividades. Los movimientos sociales en el Cauca, cerca de aquí, el movimiento de los indígenas, los corteros de la caña, el diálogo con algunos estudiantes de Cali, todo esto es muy importante.
– ¿Cuál es su interpretación de lo que está pasando en el norte de África y en el Medio Oriente?
– Es algo magnifico, nosotros podemos ver la dialéctica en vivo, la dialéctica no solamente en los libros, sino en la realidad. Nosotros podemos ver en Túnez, en Egipto cambios magníficos en pocas semanas, pero también son únicamente el primer acto del proceso revolucionario, porque muy rápidamente hay represión. Por ejemplo, el Ejército egipcio reprime los movimientos sociales. Es necesario entender que un proceso revolucionario no es solamente un acto de negación, sino también el positivo dentro del negativo. Entonces es necesario tener un desarrollado de las ideas para la creación de una nueva sociedad. Es no tener la repetición de lo viejo con el nuevo líder.
– ¿Y lo que pasa en Siria, Yemen y Libia?
– Son casos diferentes, pero la represión en Siria y en Yemen es terrible. En Libia, también. En la izquierda hay muchos debates sobre la intervención de la Otan. Mi posición es que la cosa más importante es la relación de los movimientos desde abajo, y si ellos no tienen protección, Gadafi los destruiría completamente.
– ¿O sea que allí se validaría la intervención extranjera en aras de proteger un movimiento opositor alzado en armas, se rompería con el concepto de  la soberanía nacional?
– No, yo no pienso así, porque fue una invitación de elementos importantes de la oposición libia. Yo sé que es muy peligroso en términos de que la intención de los imperialistas es en serio. Pero yo pienso que nuestro foco ahora es por la posibilidad de desarrollar una revolución en Libia… Yo sé que la situación es muy contradictoria y muy peligrosa, pero tener sólo una posición antiimperialista contra la intervención pienso que es una simplificación. Claramente, si no hay cierto nivel de protección, Gadafi va a destruir completamente este movimiento.
– Cuando se producen los bombardeos y los ataques del Gobierno israelí contra los palestinos no hay intervención de la ONU, ni hay protestas de ninguno de estos países…
– Esto no es para defender a los Estados Unidos o a los países de Europa. Ellos son imperialistas, pero la circunstancia concreta en este momento es que dentro del Medio Oriente hay rebeliones y más rebeliones. Los Estados Unidos no quieren intervenir en Bahréin y esto es importante también. No hay una posición universal. Es necesario ser muy concreto y mi foco es que, naturalmente, estoy contra el imperialismo, pero esto es lo particular, lo universal para mi es la revolución, la posibilidad de desarrollar la revolución, y en este sentido yo pienso que la gente en Libia opositora a Gadafi tiene el derecho a alzarse en armas para defender su revolución..

(*) Director de ¡PERIODISMO LIBRE! y docente de la Usaca. El texto fue publicado originalmente en el periódico Paréntesis, edición No. 15, mayo-junio de 2011, págs. 16 y 17. luismena7@gmail.com.

El Concepto del Otro en la Liberación Llatinoamericana

Entrevista a Eugene Gogol

La filosofía de la emancipación

Entrevista a Eugene Gogol, a propósito de la presentación de su libro “El concepto del otro en la liberación latinoamericana” en Arequipa, Perú, el 20 de marzo de 2006.

 

Por José Luis Ramos Salinas

 

Tú te defines como un marxista humanista. ¿Qué es el marxismo humanista, en qué se diferencia del denominado marxismo ortodoxo del fenecido bloque socialista o de las corrientes neomarxistas posmodernas?

La frase “marxismo humanista” no intenta añadir el humanismo al marxismo; sino que se refiere en sí misma al pensamiento de Marx, sobre todo a sus manuscritos económico filosóficos de 1844. Aquí Marx usa la expresión humanista para calificar a su filosofía. Es en ese sentido que nosotros utilizamos la frase “marxismo humanista”; para guardar relación con el marxismo de Marx y no con el marxismo pos Marx que fue una tergiversación del marxismo que consistió en una reducción a la lucha de clases, en reducir el socialismo a la nacionalización de la propiedad privada. El marxismo de Marx, el humanismo de Marx, que nosotros queremos recrear, criticó las teorías económicas de Smith y David Ricardo porque querían reducir la economía a hechos, a cosas, a variables económicas, como el trabajo; pero no había ningún interés en el trabajador; entonces Marx con su teoría de la alienación y explotación de los trabajadores, coloca al trabajador, a los hombres y mujeres, en el centro de la economía. Se trata de humanizar la teoría económica.
Marx también fue muy crítico contra el comunismo vulgar, que pone énfasis en las formas de propiedad: propiedad privada es capitalista; propiedad nacionalizada es socialista; pero Marx nunca pensó así. En su concepción -que incluía, obviamente, el cambio de la forma de propiedad- el corazón era el cambio de la forma de producción: terminar con la mercantilización de los hombres y mujeres dentro del proceso de producción. Es el ser humano y no la propiedad lo que tiene que estar en el centro del cambio social.
En su filosofía, Marx, se nutre de la dialéctica de la negatividad de Hegel, pero al mismo tiempo critica la idealización de la filosofía hegeliana. Hegel construyó su dialéctica en base a ideas que existían fuera de la cabeza de los hombres y mujeres; pero Marx dijo no, es necesario poner al ser humano en el centro de la filosofía de la emancipación.
El problema del marxismo en el siglo XX fue la reducción del pensamiento de Marx a formas de propiedad, la exclusión de la necesidad de una filosofía de la revolución, que fue reemplazada por una praxis política ejercida por un partido vanguardista que funcionó como una élite.
Si vamos a volver a Marx, es necesario comprender la totalidad de su pensamiento, en los campos de la economía, de la filosofía y de la historia.

Situándonos en América Latina, que es de lo que habla tu libro, en qué consiste la liberación que propones, porque la prédica oficial asegura que salvo por Cuba y Venezuela el continente goza de libertad en mayor o menor grado.

La liberación en la sociedad burguesa es una liberación del mercado y del comercio; en donde algunos tienen derecho de explotar a otros. Pero una liberación auténtica consiste en una situación en la que las personas puedan ejercitar sus talentos y su creatividad, sin traba alguna. Y en América Latina esto choca directamente con la situación de los pueblos indígenas, de las mujeres, de la juventud, de los trabajadores, de los homosexuales, etc. Es necesario dar a estos sectores el derecho a la identidad, a la dignidad, a tener un tipo de vida donde no haya desigualdad ni pobreza. Y en el neoliberalismo la libertad es la de tener dinero y no la del desarrollo de las personas.

Tú sostienes que hay una necesidad de unir la praxis política con el pensamiento filosófico. Pero lo que se ve en el Perú y en otros países es que la intelectualidad cada vez se aparta más de la política y, sobre todo, que los “políticos” son cada vez menos intelectuales. ¿Qué riesgos implica esta particular situación?

La práctica política se limita a la lucha por el poder, y obtenerlo como resultado exclusivo de esta práctica no significa nunca una nueva sociedad, sino pasar de un dueño a otro. Yo acepto que es necesario concretizar la filosofía en términos políticos, organizativos y económicos; pero si nosotros no tenemos una visión filosófica emancipatoria bien enfocada en la realidad del Perú, o del país que se trate, es imposible dar inicio a una verdadera nueva sociedad con carácter humanista. Yo no creo que esto sea un problema reciente, en el marxismo, por ejemplo, del siglo XX hubo una reducción de esta filosofía a lo meramente político: es decir “¿cómo tomar el poder ?”. Y entonces, no solamente los intelectuales que están fuera del marxismo, sino también los que están dentro de él, tienen una visión muy estrecha de lo que significa forjar una nueva sociedad.

Tú hablas del “otro” en tu libro como los marginados, en el caso de América Latina: los indígenas, las mujeres y otros sectores excluidos, que van teniendo poder en Bolivia con Evo Morales, en Ecuador con el movimiento indígena y relativamente en el Perú con el auge que alcanzaron las posiciones aquí llamadas nacionalistas. Pero esto está surgiendo sin un discurso filosófico que lo sustente, sino sólo con la intención de tomar, no sé si el poder, pero por lo menos el gobierno.

A mí me parece que tu crítica es excesiva, yo estoy un poco más a la expectativa sobre la situación en Bolivia, me parece que es necesario saber qué va a pasar. Para mí, filosofía no es solamente lo que está en los libros, no es necesario leer todo Marx, ni conocer a plenitud a Hegel; creo que para algunas personas sí es importante saber esto, pero la dialéctica no es una invención de la filosofía, la dialéctica está en la lucha, en la historia, y lo que Hegel hizo es un resumen de esto. Para mí, la necesidad de una filosofía emancipatoria no está dada en el sentido de algo externo que hay que dar a las masas, es necesario tener pensadores y activistas con conocimiento de ideas de liberación, pero al mismo tiempo es necesario comprender que la práctica de estos movimientos desde abajo (como por ejemplo los indígenas bolivianos, los piqueteros en Argentina, los zapatistas en México) es también teoría; las masas tienen ideas y esperanzas de liberación, y tienen actividades de liberación. El subtítulo de mi libro es “La fusión del pensamiento filosófico emancipatorio y las revueltas sociales”, pero esta fusión no es la que supone a las masas como fuerza y músculo de la revolución; y a los intelectuales como la mente y la racionalidad de la revolución. De ninguna manera, las masas son la racionalidad de la revolución, porque su práctica es un tipo de teoría; pero hay otro tipo de teoría que tiene sus raíces en la filosofía emancipatoria; y el desafío para nuestros días es cómo fusionar la teoría y la práctica de las masas con la filosofía emancipatoria.

Sin embargo, por lo menos en Perú, en las últimas campañas electorales no se escucharon, en la mayoría de discursos políticos, una necesidad de liberación.

A mí me parece muy importante la decisión de los zapatistas de desarrollar “La otra campaña”, y esta no es una campaña electoral, porque no la ven como una alternativa para lograr un cambio social en el México de hoy. Los zapatistas están planteando conectar las reivindicaciones de los indígenas de Chiapas con las de los trabajadores, los movimientos de mujeres, los homosexuales, ancianos y otros sectores de la sociedad civil que reclaman un cambio.
Cada situación es diferente, por ejemplo, lo que ocurre en Venezuela es muy interesante, donde las iniciativas parten desde arriba, pero es imprescindible para un socialismo auténtico que la construcción vaya desde abajo. Es difícil establecer juicios acerca de si las elecciones son buenas o malas, eso depende de cada situación en concreto. Pero la solución no es que aparezcan nuevos líderes dentro del mismo sistema económico social, sino que de lo que se trata es de romper el poder del capital, esta es la necesidad; no es fácil pero es necesario comenzar a hacerlo. En este sentido las elecciones nunca serán suficientes.

En países subdesarrollados, romper el poder del capitalismo, que tú señalas como fundamental, es imposible si no existe un cambio en Estados Unidos. Probablemente Venezuela sea una excepción por el petróleo, pero en el resto del continente la situación se presenta mucho más complicada.

Absolutamente de acuerdo. Es necesario tener cambios fundamentales en los Estados Unidos, pero es importante entender que hay otro Estados Unidos, no sólo existe el EEUU de los dueños y de los demócratas y de los republicanos. Nosotros tenemos una historia de lucha de los de abajo: en los años 60 por los derechos civiles, más tarde contra la guerra de Vietnam. Entonces, es necesario desarrollar un movimiento de trabajadores, de mujeres, de la juventud norteamericana.
Pero es necesario también entender qué es el capital, porque hay una gran confusión, algunos creen que capitalismo es lo mismo que neoliberalismo; el neoliberalismo es la cara predominante del capitalismo en este momento, y naturalmente es necesario luchar contra él, pero el capitalismo tiene otras caras; una de ellas es el capitalismo de Estado, que consiste en nacionalizar la propiedad privada; pero eso no es la construcción de una nueva sociedad. Yo estoy muy de acuerdo con la lucha latinoamericana contra la privatización de los recursos naturales, es necesario tener un control de estos recursos; pero eso no es una nueva sociedad. En México, Cárdenas nacionalizó el petróleo en los años 30 y eso fue importante como una acción contra Estados Unidos, pero ahora PEMEX es una compañía estatal, donde los trabajadores no tienen ninguna injerencia sobre ella. Marx fue muy claro, la prioridad es romper la ley de extracción de valor y plus valor que es donde reside el poder del capital. Además de esto, muchos otros cambios son necesarios, como eliminar la división entre trabajo manual y trabajo mental, la relación hombre y mujer marcada por un fuerte sexismo, el racismo, etc. Entonces, una nueva sociedad implica nuevas relaciones humanas; lograr esto es muy difícil, pero muy necesario.

¿Estos cambios para construir eso que pregona el lema: “otro mundo es posible”, necesita de un nuevo sujeto revolucionario?

Para lograr el objetivo de “Otro mundo es posible” es necesario en primer lugar romper el poder de capital. En segundo lugar hacer una redefinición de lo que es el sujeto revolucionario en nuestros días; porque el problema es lo que pasó con el marxismo después de Marx, porque hubo una reducción del concepto de sujeto revolucionario, porque para Marx los trabajadores no sólo eran músculo y fuerza de revolución, sino también raciocinio y mente de revolución. Pero después de Marx se tergiversó el marxismo: la conciencia para cambiar la sociedad era algo que poseían los intelectuales y pensadores; y se suponía que las masas no tenían esa conciencia, por tanto era necesario un partido vanguardista para dar esta conciencia a las masas. El primero que planteó esto fue Kautsky, pero después fue Lenin con su trabajo “Qué hacer” que tiene esta concepción muy estrecha de lo que es un sujeto revolucionario. En realidad se trató a las masas no como sujetos, sino como objetos, y era necesario darles conciencia a estos objetos. Pero cuando nosotros tenemos esta concepción, estamos repitiendo la división de clases del capitalismo en trabajo manual y trabajo mental. Y si nosotros repetimos esto en un gobierno revolucionario de izquierda, nosotros vamos a tener revoluciones que van a terminar abortando.
Es necesario tener una concepción diferente del sujeto revolucionario, dándonos cuenta de que la gente tiene esperanzas, ideas y realiza actividades revolucionarias que no son sólo praxis sino también fuente de teorías para cambios sociales. Por ejemplo es muy interesante el desarrollo del movimiento feminista en los Estados Unidos en los años 60 y 70 porque se dio dentro de la izquierda, porque se suponía que los líderes y pensadores tenían que ser hombres y las mujeres podían apoyar con el cuidado de los niños y la preparación de alimentos; y las mujeres se rebelaron contra eso, de allí surgen los movimientos feministas, como una respuesta contra la posición masculina al interior de la izquierda.
Y finalmente, para lograr un nuevo mundo, es necesario tener una concepción emancipatoria, esto es muy amplio, yo uso la palabra filosofía, pero no se trata de algo académico y puramente intelectual. Se trata de algo que debe ser forjado por mucha gente y no por unos pocos intelectuales y pensadores. Para mí la dialéctica hegeliana y el marxismo de Marx nos pueden ayudar mucho, pero no como la Biblia, sino que hay que recrear esta filosofía, porque incluso las ideas políticas de Hegel fueron eurocéntricas y hasta racistas; pero la construcción de la dialéctica es algo muy universal porque allí cabe la historia de la humanidad.
La dialéctica no es fácil de entender; pero vayamos a algo fundamental como la doble negación. Nosotros vivimos en un mundo donde no hay libertad, entonces es necesario tener una negación de esta sociedad que tiene contradicciones graves, porque como humanos no podemos desarrollarnos dentro de una sociedad donde hay sexismo, racismo, etc. Pero Hegel nos habla de una segunda negación, que es la negación de la negación, esto que aparece como excesivamente abstracto es en realidad la construcción de una nueva sociedad, una vez que se ha negado la vieja. Es en este sentido, que hablo de la necesidad de una filosofía emancipatoria que nos permita construir ese “otro mundo es posible”.

FUENTE: SEPTIMO CIRCULO