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Una Educación Posible para un Mejor País

POR:  GONZALO SALAZAR, «Cuadernos de Reencuentro»

Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido;

es hacer de cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el día en que vive;

es ponerlo a nivel de su tiempo …es preparar al hombre para la vida”

José Martí-

Los planes de dominación de la oligarquía y del imperialismo no son formulados espontáneamente ni con conocimientos superficiales, sino en forma sistematizada y científica, claro, partiendo de su visión y concepción del mundo, con sus intereses de clase como principio y fin, por eso a los sectores populares nos dominan, nos oprimen, nos explotan y nos excluyen. Ellos preparan las condiciones académicas, profesionales, intelectuales e ideológicas en las sociedades para la ejecución de sus políticas, planes y programas estratégicos de “desarrollo” económico y de dominación, proyectados desde 20 a más de 100 años, ensayando modelos y regímenes que muchas veces son frenados o destruidos por las resistencias y la emancipación de los pueblos.

La educación en la sociedad capitalista, además de ser un jugoso negocio de empresas privadas nacionales y extranjeras, de producción en serie y estandarizado de máquinas pensantes, es la plataforma y el espacio para la implementación de sus políticas, -mediante la alienación y acondicionamiento mental que ella implica- hoy neoliberales, es un pilar de todo el sistema, razón por la cual es imprescindible el debate abierto y político sobre el presente y el futuro de la educación en Colombia, impulsado y liderado por los estudiantes, los profesores y la juventud, pero también desde la izquierda y las organizaciones revolucionarias y progresistas, desde los movimientos sociales que se piensen un mejor país, llevando la discusión a todos los sectores populares y a las instancias institucionales como el congreso oligárquico y extrainstitucionales como los movimientos populares: el Congreso de los Pueblos, Comosoc, el Frente Amplio Por la Paz con Justicia Social, la Marcha Patriótica, el Coordinador Agrario, la ANUC la ONIC, las Centrales sindicales, los Consejos Comunitarios, los Consejos y Asambleas populares, los Movimientos Cívicos Urbanos, a las calles, a la plaza pública, a los medios oficiales e independientes alternativos y a la academia crítica, promoviendo la creatividad colectiva en la construcción de alternativas.

Desde la izquierda decolonial, desde la democracia popular, solo podemos concebir “la educación como práctica de la libertad”1 con la que Freire nos invita a dialogar y a construir. La educación científica y democrática además de ser el principal derecho cultural negado, es la problemática que más incide negativamente en el bienestar de los sectores populares y en el mantenimiento del modelo económico y social del país; empezando por la formación deficiente de los docentes (reeducar a los educadores con la pedagogía humanista como lo planteaba Simón Rodriguez), los métodos pedagógicos autoritarios y las condiciones laborales de ellos, a quienes el Estado y la empresa privada de la educación les violan sus derechos profesionales y humanos como lo hacen con los educandos; las condiciones de hacinamiento de los estudiantes, la precariedad en la infraestructura de las escuelas y colegios, la falta de elementos logísticos adecuados para desarrollar cómodamente la labor formativa desde las instituciones públicas, los contenidos académicos críticos, científicos y humanistas ausentes, pero sobre todo, las políticas que se implementan en la educación y, los fines que ésta tiene en la sociedad, son los ingredientes necesarios para mantener los privilegios de las clases dominantes y la sumisión de los sectores populares. Algunas reflexiones de Simón Rodríguez de hace 200 años, pero tan actuales:

¿Cómo se puede cambiar un país sin cambiar sus hombres? ¿Y cómo se puede cambiar los hombres si no se comienza con los niños? No se podrá cambiar el país ni el mundo sin aislar, en una nueva educación, a una generación entera de la influencia corrompida y corruptora de la vieja sociedad. Es así de simple y al mismo tiempo de difícil el problema”.

En lugar de pensar en Medos, en Persas, en Egipcios, pensemos en los Indios”.

La decadencia que experimentan en su propio suelo los Griegos y los Romanos después de algunos siglos de dominación, no nos importa tanto como…

La Decrepitud prematura en que empiezan a caer… (casi a su nacimiento)… las Repúblicas que han hecho los Europeos y los Africanos en el suelo de los Indios.”

Antes de abrir escuelas hay que formar buenos maestros”.

Mandar recitar, de memoria, lo que NO SE ENTIENDE, es hacer PAPAGAYOS, para que… por LA VIDA!… sean CHARLATANES”. “Enseñen a los niños a ser PREGUNTONES!

Para que, pidiendo el POR QUE, de los que se les manda hacer, Se acostumbren a obedecer… a la RAZON! No a la AUTORIDAD, como los LIMITADOS Ni a la COSTUMBRE, como los ESTUPIDOS”2

Habría que preguntarse ¿qué educación o qué formación necesitamos? Para salir de la pobreza la ignorancia y la dependencia, pues entre estos conceptos existen diferencias que conviene tener en cuenta para optar por una forma adecuada de generar, adquirir, transmitir y aplicar conocimientos que propicien la autonomía y la realización integral individual y colectiva de los sujetos, para su buen vivir, que promueva el desarrollo de la creatividad, con una visión crítica y la búsqueda de la justicia y la libertad. También cuenta para qué país y para qué tipo de sociedad estructurar una institución que se dedique a educar y o a formar ciudadanos, o en otro caso, si no se necesita esta institución (escuela autoritaria, represiva y castrante) bajo la tutela del estado capitalista; aunque en la práctica existen dos tipos de escuela, una escuela supuestamente pública que enseña la obediencia con el miedo y el castigo y otra privada que cuenta con todos los recursos logísticos y didácticos que educa con el dogma del egoísmo, la competencia y la indiferencia hacia los problemas sociales; igualmente hay dos tipos de formación profesional: una que forma técnicamente para obedecer y otra que enseña teóricamente a obedecer a los poderoso y mandar a los oprimidos.

No se trata de negociar una reforma educativa o universitaria a corto plazo -de la cual el 70% es privada, y en la pública, a la básica el Estado le aporta menos del 4% del PIB y es privatizada en más del 40 %,- privatización enmascarada con la supuesta ampliación de cobertura, produciendo más técnicos y profesionales sumisos para el capitalismo, sino, de diseñar desde los sectores populares, desde la academia y la intelectualidad críticas, desoccidentalizadas descolonizadas, una caracterización, unos contenidos y unas metodologías o pedagogías construidas de acuerdo a las necesidades culturales y epistemológicas de cada sector popular y comunidad y del país, a través de proyectos como la Etnoeducación la autoeducación o educación propia rural y urbana ejercida por las propias comunidades, bilingüe (no anglo-hispana) con lenguas nativas, que permita conocer nuestras cosmovisiones ancestrales y conservar las más de 60 que existen en el país, como lo vienen haciendo algunas comunidades indígenas y raizales y la Universidad Indígena del Cauca. Toda institución de educación superior debería tener un departamento de lingüística y lenguas nativas y raizales. Una educación laica Autónoma, Científica y Humanista como la Universidad deseada por los estudiantes populares; diseñar entre los de abajo una política educativa transformadora y formadora de ciudadanos-as autónomos y solidarios-as, comprometidos-as, en la solución de los problemas de sus territorios, comunidades y país, que respeten y amen a la madre tierra; más que formar científicos y técnicos o tecnócratas obedientes al Mercado e indiferentes ante las tragedias de la humanidad.

En nuestro caso, los modelos pedagógicos y estructurales atrasados, impuestos desde la colonia por la iglesia católica romana inquisidora -encargada de la educación en todas sus etapas, primero por la corona española y luego por la llamada república- continúan hasta hoy con una supuesta constitución “laica”, que invoca “la protección de dios”, (la mayoría de las universidades y colegios privados son propiedad de comunidades religiosas) permitiendo que en la educación básica se continúe estudiando la materia religión como determinante en el pensum oficial, mientras se anulan las cátedras de historia y geografía y se limitan las de filosofía y ética -aunque la formación religiosa debe ser exclusiva de las iglesias entre sus seguidores- situación que le niega al estudiante saber de dónde viene, en qué país vive, reconocer su identidad y defender valores humanistas y de respeto por la naturaleza.

Es necesario que en la secundaria y la universitaria se incluya en los pensumes como materia básica la filosofía y se le dé la misma importancia a la filosofía occidental, como al pensamiento filosófico latinoamericano y a las diversas cosmovisiones y filosofías del resto del mundo; nuestros maestros en filosofía además de estos conocimientos deben estudiar las cosmovisiones y cosmogonías de nuestros pueblos aborígenes, del pensamiento filosófico latinoamericano de los últimos cien años. La academia debe promover permanentemente (dentro y fuera de sus campus) el debate sobre la conceptualización y el pensamiento crítico de nuestros intelectuales académicos, autodidactas y vernáculos que contribuya a reelaborar desde abajo nuestra filosofía, nuestro pensamiento crítico colombiano decolonial, en base a nuestras historias y culturas, para no seguir dependiendo intelectual e ideológicamente de la filosofía Occidental y sus ideologías. Esta es una responsabilidad de los nuevos pedagogos, instituciones y editoriales democráticas humanistas que enseñan y difunden el pensamiento filosófico para la emancipación, no para la domesticación, y que junto a la comunidad educativa deben reivindicar frente al Estado y la sociedad este derecho. Bien lo escribe Dussel (1996)3:

Los filósofos modernos europeos piensan la realidad que les hace frente: desde el centro interpretan la periferia. Pero los filósofos coloniales de la periferia repiten una visión que les es extraña, que no es la propia: se ven desde el centro como no-ser, nada, y enseñan a sus discípulos, que todavía son algo (por cuanto son analfabetas de los alfabetas que se les quiere imponer), que en verdad nada son; que son como nadas ambulantes de la historia. Cuando han terminado sus estudios (como alumnos que todavía eran algo, porque eran incultos de la filosofía europea), terminan como sus maestros coloniales por desaparecer del mapa (geopolíticamente no son, filosóficamente tampoco). Esta triste ideología con el nombre de filosofía, es la que todavía es enseñada en la mayoría de los centros filosóficos de la periferia por la mayoría de sus profesores. (p.24)

La historia nacional que se ha enseñado en Colombia con la visión eurocentrista del pasado de la oligarquía, con sus héroes, caudillos, hidalgos y patricios, con sus anécdotas, fantasías y mentiras, que se impartía en las escuelas no es la historia de nuestros pueblos, sin embargo esa historia, y la llamada “universal” o de Occidente (que desconoce al resto del mundo) fueron suprimidas de los currículos en la educación básica; porque para el capitalismo las historias, así sean de mentiras, son peligrosas, por esto los neoliberales quisieron imponer la teoría del “fin de la historia” como pedagogía del olvido y la negación, que es la muerte de la cultura propia y de las identidades, por eso estamos condenados a repetir la que nos imponen los dominadores, porque no hemos conocido la nuestra propia, narrada desde nuestros sentires, con nuestras propias visiones en nuestros propios lenguajes. La historia enseñada y aprendida, hasta hoy, es la historia de los dominadores, de los colonialistas, de los verdugos, escrita por sus intelectuales; como pueblo tenemos derecho a saber de nuestro pasado, a tener un concepto crítico no solo de los dominadores sino también de nuestras propias experiencias para corregir y enfrentar el futuro; pero este tipo de historia tampoco nos la va a presentar ni permitir la oligarquía voluntariamente, sin embargo es obligación de los pedagogos, estudiantes e intelectuales humanistas exigir al Estado la imposición de la cátedra de historia dentro del pensum en todos los niveles educativos con una visión crítica que permita abordarla desde diferentes perspectivas sociales y políticas; corresponde a nuestros intelectuales, en un proceso emancipador, investigar y narrar para el pueblo; de esta manera se deberá hacer pedagogía con las historias locales, regionales y nacionales, desde cada uno de los sectores populares; deben ser narradas, estudiadas y difundidas desde la visión de los oprimidos, de los-las investigadoras historiadores humanistas de nuestro propio pueblo, recuperando la memoria colectiva.

En gran parte de las instituciones educativas las ciencias naturales se enseñan aisladas de los contextos económico, social, ambiental y cultural, constituyendo un conocimiento teórico de poca profundidad, convirtiéndose en un conocimiento mecánico repetitivo, no investigativo, lo que impide su aplicación a las disciplinas comprometidas en la solución de los problemas del país. Los resultados de estas metodologías conservadoras se presentan cuando los pocos que alcanzan sus títulos profesionales –de los sectores populares que no conocen la historia ni la realidad económica y social de su país- además se sienten inútiles ante la imposibilidad de emplearse en su disciplina o especialidad, ven negadas las posibilidades de ampliar y aplicar sus conocimientos, de investigar para contribuir al bienestar y al progreso humano de su país, de allí el éxodo de intelectuales y científicos hacia las metrópolis del norte. El progreso humano de una nación se mide en las cualidades éticas, intelectuales, artísticas, técnicas y científicas de sus ciudadanos, en su educación.

En América Latina, especialmente en Colombia, la educación superior o profesional como concreción y concentración del conocimiento académico en la mayoría de universidades públicas y privadas, no trasciende el marco de la instrucción en muchas carreras, pero con pocas disciplinas que realmente tienen demanda en la solución de los grandes problemas sociales y ambientales por los que atraviesa nuestro país; se forma para el mercado laboral profesional de las grandes corporaciones, para sostener y reproducir la actual estructura económica y social del país; formación orientada excepcionalmente para la ínfima capacidad de investigación e innovación tecnológica (la misma ONU en 2014 clasifica al país entre los peores en la calidad de la educación) la formación profesional es mediocre en la mayoría de universidades e institutos, pues muchos graduandos –de pregrado- no saben formular un proyecto, elaborar una tesis ni redactar un ensayo ni un informe en términos técnicos y científicos apropiados, porque en su vida académica no les enseñaron a escribir, a sistematizar datos, a expresarse ni a utilizar técnicas de autoformación ni de investigación; en sus trabajos de grado los estudiantes de las ciencias sociales y humanidades, no pueden expresar conceptos propios, ni hacer críticas ni propuestas si no están soportados en conceptos o teorías del marco teórico preestablecido, generalmente de autores europeos y norteamericanos defensores ideológicos del capitalismo, todo tiene que ser como lo plantean o lo dijeron tales autores.

La formación profesional en Colombia está enfocada hacia la demanda de técnicos y tecnólogos que requiere el modelo extractivista, como negocio está influenciada por los poderes facticos legales e ilegales. La cultura mafiosa y la corrupción contaminan a directivos, profesores y estudiantes, convirtiendo el proceso educativo en un mercado de compra y venta de notas, de créditos y de títulos, además de que la mayoría de los estudiantes eligen las carreras que creen les van a reportar mayores ingresos; por ejemplo entre las sociales las más apetecidas está el derecho, por la infinita cantidad de crímenes, injusticias y corrupción de nuestra inequitativa sociedad; el derecho internacional como las financieras y el comercio internacional son muy apetecidas por la clase media, que desea insertarse en negocios internacionales como los extractivismos y en la acumulación y movilización de grandes capitales; de las humanidades la de mayor interés es medicina, por ser el mejor negocio, equiparable al financiero (también de mayor interés en la clase media urbana) porque la sociología, la antropología, la sociología y la psicología con su uso instrumental están mas orientadas al control social, como apoyo a las estrategias psicosociales cívico-militares de la guerra, al mantenimiento y crecimiento de los mercados (utilizada por gobiernos y grandes corporaciones aquí y en el mundo) disciplinas con poca pero de exclusiva demanda por los poderes facticos políticos, económicos y mediáticos para sus planes; sin embargo como parte del área de la investigación social, son fundamentales en la recuperación de los tejidos sociales y en el diseño de políticas tendientes al mejoramiento de la calidad de vida de la población, deberían ser prioritarias en un Estado democrático o de transición, para el verdadero desarrollo social del país; las biológicas, ambientalistas, y algunas técnicas e ingenierías (con especialización) están en crecimiento por la aplicación del modelo extractivista.

La sobreoferta de mano y mente de obra calificada (generada por la desindustrialización y la dependencia) explica por qué hay ingenieros ejerciendo como taxistas o como tenderos y porqué los empresarios prefieren contratar técnicos o tecnólogos; muchos profesionales (de sectores populares) con posgrados, presentan un bajo perfil para acceder a cualquier puesto, mientras los defensores de la institucionalidad y los políticos profesionales, mediocres administradores del Estado, no plantean alternativas reales a las problemáticas del país como estímulos y garantías a todos los profesionales colombianos, con buena calidad en el empleo e ingresos justos, mas bien se organizan en mafias y carruseles para engañar, entregar nuestros bienes comunes al gran capital criollo y transnacional y a saquear al erario, especialmente los recursos destinados a la infraestructura, la salud y la educación.

El sistema de acreditación y acceso a las universidades además de injusto es contradictorio, pues si la educación pública es de buena calidad, no debe ser necesario reconfirmar la aptitud del bachiller con otros exámenes como el ICFES o los de competencia, (ECADES) cuyo único objetivo es excluir o negar el acceso a las universidades públicas a los más pobres, obligando al que pueda, pagar una universidad privada; por lo tanto, corresponde a nuestro pueblo en su emancipación, obligar al Estado a ofrecer a todos los colombianos educación gratuita de alto nivel técnico, profesional, científico y humanista, con autonomía universitaria y programas de autoformación, eliminando el actual sistema de exámenes, calificaciones, competencias y rifas de becas, que excluyen y premian de acuerdo a las habilidades fraudulentas para alcanzar el “éxito” individual, o a la capacidad económica para comprar un título, además de ser una actitud clientelista de politiqueros y empresarios de la educación la asignación de becas, como se puede comprobar con el plan “ser pilo paga”, como lo ha sido el ICETEX que se convirtió en un banco usurero. El significado de las becas es exclusión y privatización de la educación. No olvidemos que las universidades, surgieron en los conventos, como estructuras piramidales, represivas privadas que obligaban a aceptar el dogma y a obedecer a la razón, al saber “supremo”, que supuestamente iluminaba al alumno “ignorante y vacío de todo conocimiento”

Los académicos, los dirigentes políticos y tecnócratas al servicio de la oligarquía y del capital transnacional, generalmente hacen sus posgrados y especializaciones en Harvard, en Oxford, en Yale, asimilando la filosofía, los conceptos eurocentristas de sus maestros “iluminados”; aunque la universidad pública y la empresa privada universitaria en nuestros países cumplen la misma función con los mismos principios y objetivos, inyectando las bases políticas e ideológicas neoliberales colonialistas en los estudiantes, para luego ser reproducidas por ellos en las universidades locales y aplicadas por sus estudiantes en los sectores público y privado, ya como profesionales, como profesores, como intelectuales o como dirigentes políticos.

Nuestro país figura como uno de los que menor cantidad de doctores forma, y dentro de este número los sectores populares obtienen poco acceso a este nivel de educación. Según la OCDE, en 2014 en los EE.UU. se graduaron 67.449 doctores (200 por cada millón de habitantes), en Alemania 28.147, les siguen Reino Unido, India con el 20.2 por cada millón de habitantes y Japón con 16.000 doctores. Para el mismo año Colombia graduó 390 doctores, (el 8.2 por cada millón de habitantes) entre los cuales solo el 10.3% corresponde a estudiantes de los sectores populares. Veamos comparativamente el panorama de la región y a nivel nacional.

En cuanto al número de doctores que se gradúan al año, Brasil es el líder indiscutible con 12.217, le sigue México con 4.665, Argentina con 1.680, Cuba con 1.235, y Chile con 514. Colombia, con 245 graduados según datos de 2011, nuestro país solo supera a Costa Rica que tiene 112.

En Colombia 43 universidades tienen programas de doctorado, pero 6 de ellas tienen 126 de los 226 que actualmente existen. Se trata de la Universidad Nacional, con 57, la Universidad de Antioquia, con 24, la Universidad de los Andes, con 15, la Universidad del Valle, con 13, la Universidad del Norte, con 10, y la Universidad Javeriana, que cuenta con 7 programas.4

Aquí se forma a una gran cantidad de técnicos y tecnólogos de las clases pobres y medias que salen a integrar el desempleo calificado o al rebusque en cualquier negocio personal o familiar (microempresa o famiempresas que al poco tiempo quiebran en la competencia con las grandes empresas, por la falta de un mercado, por los costos de las importaciones de insumos y tecnología, sobre todo si son productos manufacturados que los TLC llevan a monopolizar; por los impuestos y requisitos técnicos y legales que impone el Estado alcabalero a la micro y pequeña empresa) cuando no tienen la posibilidad de emigrar como esclavos a las metrópolis norteamericanas y europeas. El gobierno colombiano pretende con sus reformas educativas endosar a las empresas privadas la formación técnica de sus trabajadores en sus plantas de producción, quitándole al SENA su función, privatizando y precarizando la formación técnica profesional, propiciando la formación de las y los jóvenes en institutos y universidades “de garaje”. Formación que dicta la cultura de la sumisión y la indiferencia de los profesionales ante los problemas sociales, que los aísla del resto de la población, que los involucra en una élite de clase “media” supuestamente intelectual, cuyo único interés es alcanzar un nivel de vida y de consumo igual al de sus amos; pero que siguen siendo tan esclavos como obreros no calificados, incluso menos libres que estos, en el caso de que logren acceder a un empleo; pues cada vez más técnicos y profesionales viven para trabajar, -trabajando más de 10 horas diarias, cuando no llevan trabajo para sus hogares- endeudándose para adquirir más cosas que no necesitan o que no pueden disfrutar.

Como sujetos en emancipación nos corresponde forjar en nuestros hijos, en nuestras familias y comunidades una visión objetiva, abierta a escuchar y reconocer otras cosmovisiones y culturas, a interpretar la realidad con ojos y mente propia, a estimular y celebrar la crítica, la creatividad y la autonomía. En la formación académica y cultural de los sectores populares, es necesario promover a través de la visión de los oprimidos y excluidos, el conocimiento del mundo actual, incluyendo los últimos adelantos de las ciencias naturales, las tecnologías, los últimos descubrimientos y estudios de las ciencias sociales y humanas, los saberes ancestrales y actuales de nuestros pueblos. También se requiere para los nuevos profesionales el conocimiento y el reconocimiento de nuestros territorios urbanos y rurales que habitamos –local, regional, nacional-, desde la historia de las luchas sociales, su geografía, su demografía, sus culturas, sus migraciones, sus infraestructuras, su estructura económica, política y social, y la formación de la ciudad en el tiempo y en el territorio; todo impartido desde una nueva escuela. En síntesis, el conocimiento de nuestra realidad histórica y social en lo posible en los ámbitos nacional, de América Latina y el Caribe, continental y mundial.

Una educación realmente humanista no es posible dentro del capitalismo, pues su estructura y superestructura están diseñadas exclusivamente para aceptar el despojo y la acumulación mediante la violencia y el engaño y la destrucción de los ecosistemas, actividades aceptadas como justas y necesarias para el progreso de esta sociedad; sus sistemas educativos y jurídicos represivos no son formativos, solo cumplen las funciones de adoctrinamiento e imposición de la sumisión, la obediencia y el castigo, que hacen posible la misión del capital.

La nueva educación para la libertad no puede estar encaminada a perfeccionar el sistema educativo del capitalismo ni a buscar la inclusión de los marginados para que produzcan y reproduzcan el sistema, más bien, estimular una visión crítica de la sociedad y del conocimiento, que les permita a los sujetos autoeducarse y dotarse de autonomía, de herramientas y conceptos teóricos-científicos idóneos para interpretar y transformar su propia realidad personal y social, no para sobrevivir esclavizados.

Un gobierno democrático popular deberá garantizar esta educación aportando los medios tecnológicos y didácticos modernos: TIC, laboratorios y equipos tecnológicos adaptados a las situaciones y necesidades concretas, ser administrada y realizada por las propias comunidades locales y regionales, con una pedagogía (¿antipedagógica?) que rompa con el concepto clásico academicista de formación y educación de Occidente y su epistemología, dando importancia al intercambio de saberes y a la consigna de que todos podemos aprender haciendo, en la medida de nuestras capacidades y las oportunidades que se deben brindar a los estudiantes; donde el “docente” sea un acompañante que pone a disposición de las/os interesado/as en instruirse o formarse, sus conocimientos; implementando metodologías democráticas de autoformación, de autoeducación individual y colectiva, tanto en secundaria como en la formación profesional; de la misma manera en la formación política de las organizaciones sociales-culturales populares aplicando la Investigación Acción Participativa, como nos lo enseñan los maestros Fals Borda y Paulo Freire.

Una educación en y para la libertad propiciará una sociedad justa y democrática, donde las personas defiendan y respeten sus derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, donde podrán disponer mas tiempo para el ocio, el arte y el conocimiento que para el trabajo alienante, que contribuirá al bien vivir, una educación humanista y humanitaria, en la que sea un placer aprender, enseñar y crear.

  • Una educación básica que dé igual importancia a las ciencias sociales y humanas, a las naturales y a las llamadas duras o exactas, rescatando, fortaleciendo los valores humanistas como la solidaridad, la fraternidad, la honestidad, la autonomía y la dignidad de las personas y del pueblo.

  • Escuela sin tabúes ni dogmas (científicos, económicos, sexuales ni religiosos), con clases de puertas y cátedra abiertas, sin límites de edad para docentes y aprendices.

  • Que la geografía, la historia y la economía, materias básicas, se estudien recorriendo los territorios y los centros de producción, acompañados por los sabios viejos y por los trabajadores de cada área.

  • Sería una escuela desescolarizada, no confinadora, ni autoritaria, ni obligatoria; una academia de la calle, de los parques, que debata en las fábricas, en las oficinas en las parcelas, en los hogares; que la familia y la comunidad de su entorno enseñen a los niños a leer y escribir y los valores éticos con el ejemplo y el respeto, así como les enseñan a hablar, a caminar, a bañarse, a vestirse y a comer.

  • Con docentes que escuchen más y manden menos, que enseñen aprendiendo, dialogando, en una praxis permanente, sin calificaciones ni castigos, sin tareas para la casa, aprendiendo con la risa, la alegría y el juego.

  • llevando el laboratorio a los elementos, estudiando las especies en su entorno natural.

  • Que pueda aplicar la multidisciplinaridad y la transdisciplinaridad como base en la construcción, la aplicación y desarrollo de conocimientos.

  • Debe promover y fortalecer la formación para la investigación científica desde la escuela, además de auspiciar, mejorar y garantizar la alta calidad de las especializaciones, maestrías, doctorados y estudios de alto nivel

  • Las universidades y los centros de investigación científica deberán estar en los barrios populares, en los campos, en los lugares geográficos y económicos que correspondan a las disciplinas estudiadas, en zonas de producción para el bien vivir, de actividad social y o cultural.

  • Las universidades deberían contar con infraestructuras adecuadas, con tecnologías y equipos de última generación para la aplicación de la ciencia y la investigación, sus campus deberían contar con residencias adecuadas para estudiantes y docentes que vienen de municipios alejados, con guarderías infantiles, restaurantes, complejos deportivos y culturales, con centros de salud gratuitos, con consultorios de todas las disciplinas al servicio de las comunidades locales y regionales.

  • La investigación científica y su aplicación en nuevas y mejores tecnologías, procedimientos y productos necesarios en las actividades productivas, culturales, recreativas, que contribuyan al bienestar de la sociedad, deberá estar en permanente intercambio nacional e internacional de descubrimientos, de científicos y estudiantes, de tesis, teorías, pedagogías y tecnologías, con países que opten por una visión y una aplicación humanista y humanitaria de las ciencias y las tecnologías.

  • Sería distribuir el conocimiento (sin desintegrarlo) como bien de la humanidad, para enriquecerlo con la práctica diversa, científica y con los saberes populares, desestructurando las actuales universidades.

  • En los consejos directivos de estos centros –incluidos los de investigación científica- deberían participar como veedores u observadores, representantes de las comunidades de la localidad, los usuarios y/o beneficiarios de las áreas estudiadas en dichas instituciones.

  • Un gobierno democrático (o de transición) debe garantizar la práctica por lo menos durante dos años de todos y cada uno de las y los graduados de todas las profesiones y tecnologías en los territorios, comunidades y sectores sociales donde se necesiten, actividades que deben ser financiadas por el gobierno de acuerdo a los planes (servicios, producción e infraestructura) sociales, económicos, culturales y ambientales diseñados y aprobados por las comunidades locales, regionales y nacionalmente.

La responsabilidad de la ciencia no se le puede dejar solo a los científicos, como la dirección de la guerra no se le debe asignar a los militares, o la planeación de la economía a los economistas.

1“Educación como práctica de la libertad” – Paulo Freire – se publica en Chile en 1965.

2 Tomado del artículo A 248 años de su natalicio Simón Rodríguez, educador popular americano, Mario Hernandez, https://www.rebelion.org 31-10-2017

3 Filosofía de la liberación. Dussel Enrique. Nueva América Bogotá 1996

CONOCIMIENTO Y PROGRESO DESDE LA PERIFERIA

IV. ¿Cómo pensamos y sabemos?

La forma de acopiar y acumular conocimientos dentro de la concepción occidental, va en contravía de las formas en que se generan y transmiten conocimiento y saberes en los pueblos no occidentales; en la mayoría de estos, el conocimiento surge de sus propias vivencias, de sus experiencias, casi siempre colectivas, en las interculturalidades locales y regionales, donde se integran cosmovisiones cosmogonías y saberes ancestrales con conceptos y conocimientos actuales de diferentes partes del mundo; en los pueblos aborígenes, conservando la esencia de sus saberes los mayores, a quienes acuden la juventud y las comunidades en caso de necesitar un consejo, un indicio para acometer el qué hacer, para revisar un error o una preocupación.

La tradición oral o escrita de los pueblos, en sus propias lenguas, permite el ejercicio, la recuperación y la extensión de la memoria en el desarrollo y conservación de sus culturas, a las cuales integran hoy el manejo de las últimas tecnologías de la información y las comunicaciones -TIC-, sin embargo los pueblos en todas las épocas han estado ávidos de conocimientos científicos, de mejores tecnologías, de la comodidad y bienestar que éstas puedan aportar; más que muchos conocimientos, lo que desarrollan los pueblos naturales es una comprensión holística de su entorno, de la naturaleza y de sí mismos.

El capitalismo ha desarrollado un método cognitivo reduccionista que divide, aísla y oculta partes y resultados de los fenómenos o materiales estudiados, profundizando tanto en particularidades -ultraespecializaciones- que muchas veces los científicos pierden la visión del conjunto y de sus múltiples relaciones con el entorno natural y con la realidad social, dando un uso instrumental al conocimiento y a las ciencias aplicadas. Este método considera la construcción de conocimientos científicos como una actividad intelectual secreta (expresión de divinidad, que se asimila a la esencia del poder político judeocristiano) en permanente crecimiento, en forma lineal, acelerada y continua, supuestamente infalible; siempre con el fin de multiplicar la producción de mercancías y de dominar totalmente la naturaleza; igualmente el método inmerso en los procesos de investigación de las ciencias sociales y humanas, está dirigido al sometimiento de la humanidad para garantizar el mantenimiento y reproducción de su sistema; orientaciones que son planificadas por sus sabios –los mercenarios “think tanks”- quienes representan y defienden académica e intelectualmente los intereses del capital transnacional desde sus centros de investigación y de la propaganda mediática, estatales y privados, para ser impuestas y controladas por sus organismos e instituciones llamadas multilaterales y por los mismos gobiernos imperialistas, a los países dependientes de sus periferias.

Generalmente el amor por la ciencia no es igual al amor por la humanidad, por la vida o por la naturaleza, siendo la función del científico en el capitalismo, igual a la del obrero: producir conocimientos (que también se convierten en mercancías, pero que son esencialmente instrumentos de poder), obedeciendo las órdenes de la corporación transnacional que le paga, o del Estado que lo mantienen dentro de una élite supuestamente heroica o patriótica -como lo hace con las fuerzas armadas, los artistas y los deportistas obedientes-; esto indica el bajo nivel de autonomía y de formación humanista de esos guerreros, “creativos”, científicos e intelectuales sumisos. En el capitalismo los y las científicas no son libres, profesional ni política ni ideológicamente para ejercer un método de investigación y construcción de conocimientos en el que los resultados, en su aplicación, reivindiquen a la humanidad, así dispongan de todos los medios logísticos para ejercer sus disciplinas, de reconocimientos, premios internacionales y de comodidades económicas personales.

Las ciencias llamadas sociales y o humanas desarrolladas por Occidente, como instrumentos de dominación para diseñar y aplicar las políticas racistas, colonialistas y neocolonialistas (economía, sociología, psicología, antropología, neurociencias, el derecho …) enfocadas hacia el estudio de las personas, la sociedad y los pueblos, sus problemas y necesidades, son tomados como objetos factibles de manipulación y de utilización racional en la reproducción y el sostenimiento del sistema mundo capitalista, que desde la óptica neoliberal convierte a la sociedad humana en una simple entidad biológica sin historia, sin capacidad para definir su propio destino, haciendo parecer las miserias del capitalismo como fenómenos naturales, sin posibilidades para transformarlos, sintetizando el manejo de las necesidades humanas en la biopolítica, como lo expresa Pablo Dávalos:  

Si el comportamiento del homo economicus es el supuesto de base del neoliberalismo, entonces, para comprender la historia y la sociedad los criterios fundamentales ni son históricos ni son sociales son, en última instancia, biológicos. Si son biológicos quiere decir que son naturales. De esta forma, la explicación última de lo social como hecho y problema está dada desde el bíos. La economía abandona el campo de lo social para entrar en la esfera de la naturaleza.

En la deriva biopolítica del neoliberalismo, son también aquellos que utilizan criterios biológicos los que trazan la frontera de lo humano y de lo racional. El problema es que toda frontera a nivel biológico pierde de vista lo humano y lo convierte en bíos. Como bíos lo humano pierde toda consistencia ontológica. Es materia que puede ser desechada, neutralizada, controlada, intervenida. Puede entrar en el campo de la profilaxis, como en el caso de la Shoah y ni siquiera suscitar ningún escrúpulo moral, como cuenta Primo Levi en su testimonio, porque la administración de la vida genera su contraparte en la administración de la muerte.1

En el caso de las llamadas ciencias naturales, enfocadas hacia la transformación de la genética de cualquier especie, la alteración química de sustancias o la modificación de las características físicas de elementos y compuestos con fines meramente militares, y/o comerciales rentables, en beneficio exclusivo de un pequeñísimo grupo de plutócratas transnacionales; quienes dirigen estos procesos no dan importancia a los efectos o consecuencias de estas transformaciones en la sociedad, la naturaleza y el universo, al ser aplicados y masificados los resultados o los productos de esas investigaciones.

El método científico cartesiano -que supuestamente busca la verdad a través de la ciencia y la razón- aplicado por occidente, no obliga a desarrollar simultáneamente procedimientos que permitan prever posibles efectos o consecuencias nocivas y/o letales, ni a desactivar, descomponer, neutralizar y o eliminar los productos y efectos contaminantes, nocivos y peligrosos de esos experimentos; la ciencia utilizada de esta manera puede generar avances científicos, comodidad y “progreso” para algunos sectores de la sociedad; pero también puede provocar incertidumbres, terror y tragedias para la humanidad y para la vida en el planeta, como ha ocurrido con el desarrollo industrial y tecnológico –químico, bioquímico, genético, energético, nuclear- sumada la obsolescencia programada en todo tipo de mercancía para mantener y aumentar los niveles de consumo individual y las ganancias, en la competencia económica y militar entre las grandes potencias industriales y comerciales, a lo largo de los últimos 200 años.

La dialéctica en su origen occidental reúne las formas de analizar y conocer la realidad, construida en más de 2000 años, fue iniciada por pensadores griegos, algunos materialistas; esta sería estructurada por Hegel con su visión teológica como un método de conocimiento basado en la razón, el cual fue reinterpretado, sintetizado y explicado por Marx y Engels en el Materialismo Histórico y el Socialismo Científico en el s. XIX. Este método ha sido estudiado, ampliado y enriquecido por los Marxistas; es la principal y más eficiente herramienta para explicar el modo de producción capitalista, sus componentes, sus contradicciones internas los conceptos de mercancía y acumulación, la teoría del valor, la lucha de clases, sus tendencias; sirviendo para los propósitos de los trabajadores y de los pueblos sometidos, como soporte teórico y en algún momento como guía para la acción liberadora y transformadora; el método dialectico científico, gira en torno a las diferentes contradicciones internas que se dan entre las cosas naturales y sociales, busca la verdad y la comprensión mediante el debate de tesis, confrontándolas con la práctica y la experiencia sobre el objeto o el fenómeno estudiado, sobre una realidad social concreta y cambiante; la dialéctica es inherente a los análisis, las investigaciones científicas y los discursos del marxismo; es transversal a todos los elementos que lo constituyen (la economía, la política, la filosofía, la sociología, la antropología) como teoría del conocimiento y método transformador. Hasta hoy ha sido el método utilizado por las organizaciones y movimientos revolucionarios que asumen al marxismo como su filosofía y al socialismo como su objetivo estratégico; lo utilizaron Marx, Engels y otros revolucionarios de la época en el análisis de la experiencia de la Comuna de Paris y de los movimientos revolucionarios de la modernidad; Lenin con el Partido Bolchevique, en el análisis histórico, económico, político, y social de Europa y la Rusia zarista para proyectar y conducir la Revolución de Octubre en 1917; igualmente lo hicieron los revolucionarios indios, chinos, vietnamitas, coreanos (mezclado con filosofías orientales como el hinduismo el taoísmo y el confucionismo) y otro pueblos en sus luchas de liberación y en la transformación de sus sociedades, sin embargo con el desarrollo del capitalismo en su forma imperialista neoliberal, surgen nuevos actores, nuevos sujetos sociales con nuevas identidades, intereses y objetivos particulares; nuevos conflictos en diferentes partes del mundo con historias y raíces culturales diversas, que hace necesario diseñar un método, una filosofía, un pensamiento propio de cada pueblo para su proceso emancipatorio transformador, que además de comprender el carácter del capitalismo y luchar por su destrucción, como lo proponen el marxismo y el anarquismo, haga posible unir, articular y/o concertar luchas, programas mínimos a corto, mediano y largo plazo, planes de vida comunitarios, políticas de integración regional de los países del sur, con una visión más holística, incluyente y plural en su composición, que a la vez que construya sujetos libres y autónomos, sus sociedades sean mas equitativas y felices, que enriquezcan sus cosmovisiones y revolucionen a las ciencias sociales y humanas. Después de la debacle de la Unión Soviética, ha venido creciendo la corriente del Humanismo Marxista, que trata de influir, desde la filosofía, en estos nuevos sujetos, actores y circunstancias, en la estructuración y en la orientación de nuevos movimientos sociales de los pueblos por su liberación, su dignidad y bienestar; separándose de la ortodoxia y de las desviaciones que llevaron a la derrota de la mayoría de los proyectos que se decían socialistas en el siglo XX.

El Pensamiento Complejo o la Complejidad se integra en el Occidente moderno, tomando partes de la dialéctica, de los modos de comprender y aprehender de culturas no occidentales, como forma de conocer las realidades que hoy nos afectan, o las que necesitamos transformar. Este método nace del reconocimiento del saber complejo que las comunidades e individuos –en cualquier lugar del mundo- tienen en su permanente contacto y convivencia tanto social como con la naturaleza, un pensamiento complejo que no aísla los elementos que componen la realidad, la cosa o el fenómeno observado, (natural o social) porque para los investigadores humanistas, ellos mismos son parte que incide en dicho fenómeno desde el momento en que entran en contacto con éste; los cambios que infringen las personas mediante el trabajo o la investigación al fenómeno u objeto estudiado, también transforma a los investigadores, más, cuando esos objetos toman identidad convirtiéndose en sujetos sociales y vivos naturales.

No hay fenómenos ni procesos simples ni aislados por muy sencillos que parezcan, todos tienen múltiples relaciones e interdependencias entre sí y con el medio en que existen (Morin). Hoy el científico humanista no se limita a trabajar sobre cosas, sino, que se ve comprometido en la comprensión y tratamiento de conflictos o problemas, en la que son indispensables la multidisciplinaridad, la interdisciplinaridad y la transdisciplinaridad para abordar en conjunto el conocimiento y desarrollo de procesos complejos, no solo naturales, sino también sociales; en los que los grupos humanos dejan de ser simples actores u objetos para asumirse como sujetos de derechos, autónomos, activos y autocambiantes, como son las mujeres, los niños, los LGTBI y las comunidades étnicas mal llamadas minorías, mientras los demás seres vivos y la misma tierra se descubren como sujetos de derechos.

Como parte de la colonialidad que aún nos domina, los métodos científicos de investigación utilizados por nuestros intelectuales, dirigentes (de izquierda y de derecha) y científicos latinoamericanos y colombianos, para el estudio, interpretación y transformación de nuestras realidades, han sido en la inmensa mayoría, los que Occidente ha construido en su historia, a partir de su filosofía y su epistemología, pero estos intelectuales y científicos y la academia se han quedado investigando y analizando con métodos del siglo XIX, mientras en los centros de poder económico y científico imperialistas, con la expansión del capitalismo se han generado diferentes tendencias de esa filosofía, que han influido en la variación de la teoría del conocimiento, tanto en el mismo occidente como en el resto de países y culturas en los últimos 150 años, por ejemplo la dialéctica marxista, lo que reúne la Escuela de Frankfort, y la complejidad, que han incidido en la intelectualidad y en el desarrollo del pensamiento crítico latinoamericano. En un proceso emancipatorio, de estas formas de conocer podríamos apropiar críticamente elementos, complementar conceptos en la construcción de un método cognitivo propio como medio, no solo para indagar y comprender, también para transformar nuestro presente y prever algo del cercano futuro; pero no es suficiente, si no asumimos como eje nuestros modos de pensar, interpretar y comprender nuestras diversas cosmogonías, cosmovisiones ancestrales, raizales, y las construidas en el mestizaje en estos 525 años de sometimiento.

En el estudio de las ciencias sociales y humanas, no existe el método perfecto para todos los tiempos y lugares, ni para todos los pueblos ni para todas las sociedades, pues los métodos mencionados son construcciones occidentales determinadas por sus historias y culturas. Igualmente los capitalistas siempre han integrado partes de los métodos de construcción de conocimiento (científicos y metafísicos) en sus procesos de investigación en todas las áreas de la ciencia, en la educación, en los planes de dominación y en el discurso, según les convenga. Todas las culturas han tenido sus propios conceptos de conocimiento y han construido sus propios métodos para adquirirlo y desarrollarlo.

En los últimos 40 años el método utilizado en Occidente, ha venido siendo revaluado en la praxis de la investigación científica en algunos centros por científicos de lo que se llama ciencia y tecnología de punta, movidos por la aplicación y desarrollo de la quántica, que a su vez ha acelerado avances en casi todas las áreas de la ciencia y la técnica, pero también por la dinámica de la mundialización del capital y de los sistemas de generación, acumulación (Big Data) y transmisión de información y conocimientos (informática + telecomunicaciones) a los que se agrega las redes virtuales de investigación y debate y sitios web como Wikipedia, Amazon o Google, todo un complejo movimiento que se retroalimenta y muta hacia una nueva reestructuración de las ciencias y conceptualización del conocimiento; proceso en el que los investigadores integran partes de la dialéctica marxista, metodologías como la complejidad y conceptos de Oriente, incluso de las visiones de los pueblos aborígenes; por ejemplo, adoptan la multidisciplinaridad, la interdisciplinaridad y la transdisciplinaridad para abordar cualquier proceso cognoscitivo-creativo; reconocen la discontinuidad de los fenómenos y los procesos tanto en la naturaleza como en la ciencia y en la sociedad, presente en el movimiento de la materia, el comportamiento de la energía, la generación del pensamiento por el cerebro y en la actividad de los movimientos sociales y culturales; aceptan la obsolescencia del análisis científico monodisciplinar y la síntesis multidsciplinaria como lo más avanzado en el proceso de investigación científica; concluyen que la ciencia en todas sus áreas no tiene objetos sino problemas a resolver; podríamos llamarlo una “Revolución” al interior de las Ciencias en Occidente, impulsada desde las metrópolis por las grandes corporaciones, encaminado al dominio total sobre la naturaleza y la humanidad.

Esta nueva metodología epistemológica no ha incidido en el uso instrumental del conocimiento, no ha cambiado la visión utilitarista de los capitalistas sobre los bienes naturales y culturales, ni sobre el consumismo y la ganancia, ni sobre la esclavitud y el colonialismo ni sobre los niveles de pobreza, felicidad y libertad que la multidisciplinaridad, en la nueva clasificación, de las ciencias de la vida, de la tierra, de la sociedad y de la complejidad sintetizan y concluyen. Esta nueva metodología permite mejor planificación y realización de las guerras de despojo, de las guerras comerciales y culturales para mantener las tasas de ganancia en la decadencia del capitalismo

Dentro de la intelectualidad disidente de las líneas, tendencias o escuelas de la filosofía y la sociología europeas clásicas y Occidentales se dan diversas interpretaciones –críticas de la modernidad- de conceptos y categorías, que llegan a cuestionar los fundamentos y paradigmas culturales y civilizatorios de Occidente, desenmascarando mitos y tabúes que protegen los modos de producción y de pensar del capitalismo, originados en el monoteísmo, el autoritarismo y la lucha de clases, en el desarrollo de esta sociedad. En el siglo XX la intelectualidad crítica: M. Foucault, W. Benjamín, J. P. Sartre, H. Marcuse, Erich Fromm, M. Horkheimer, Jurgen Habermas Theodor W. Adorno y otros de la Escuela de Fránkfort o de la Teoría Crítica, desde el mismo Occidente, (a pesar de diferencias conceptuales entre sus miembros, pues no constituyeron una única corriente filosófica ni diseñaron un método científico) aportó elementos para la interpretación y el análisis desde el marxismo y el Psicoanálisis, de los fenómenos políticos, sociales y culturales de posguerra durante y la guerra fría, en la que cuestionan política e ideológicamente al llamado “Socialismo Realmente Existente” o capitalismo de Estado y al capitalismo norteamericano y europeo, poniendo en evidencia las dos caras de la moneda, utilizando las ciencias sociales y humanas (la sociología la psicología, la antropología, la filosofía).

Aquellos intelectuales no profundizaron en el patriarcado y el papel de las mujeres en el proceso emancipador ni en las culturas ni en los pensamientos, menos en el protagonismo transformador de otros sectores sociales como los pueblos aborígenes de los países de la periferia, tampoco valoraron otras cosmovisiones y epistemologías no Occidentales, no plantearon alternativas o propuestas epistemológicas a los pueblos del sur para combatir el colonialismo ni para salir del capitalismo, porque no conocían estos territorios ni a estos pueblos, pues además en su concepción del mundo prevalecía en ellos el eurocentrismo, que le da un carácter imperial a sus apreciaciones, mientras niega la existencia de los otros del sur, que para los eurocentristas etnocéntricos son invisibles o considerados inferiores, sin capacidades para pensar y decidir, o sea, colonizados.

Desde el sur, desde la periferia, pero también desde el norte, otros intelectuales que estudian y viven las culturas y cosmovisiones de nuestros pueblos dilucidan conceptos eurocentristas-logocentristas que nos niegan e invisibilizan, como cuando De Sousa Santos (2011) nos habla de la Sociología de las Ausencias, que desde 1492 se viene imponiendo a través del colonialismo, en el que es determinante la implementación del racismo para hacer realidad esa invisibilización, la explotación de los trabajadores (indígenas, negros y mestizos) y el saqueo de nuestras riquezas naturales y culturales.

Por sociología de las ausencias entiendo la investigación que tiene como objetivo mostrar que lo que no existe es, de hecho, activamente producido como no-existente, o sea, como una alternativa no creíble a lo que existe. Su objeto empírico es imposible desde el punto de vista de las ciencias sociales convencionales. Se trata de transformar objetos imposibles en objetos posibles, objetos ausentes en objetos presentes. La no-existencia es producida siempre que una cierta entidad es descalificada y considerada invisible, no-inteligible o desechable. No hay por eso una sola manera de producir ausencia, sino varias. Lo que las une es una misma racionalidad monocultural. Distingo cinco modos de producción de ausencia o no-existencia: el ignorante, el retrasado, el inferior, el local o particular y el improductivo o estéril. (Santos 2011 p 30)

Los aportes de la Escuela de Frankfort, además de la interdisciplinariedad, la crítica al positivismo y otras investigaciones científicas de las ciencias sociales y humanidades, permitieron a nuestros intelectuales revolucionarios ampliar su visión sobre el capitalismo y rescatar en el humanismo la esencia de los cambios necesarios; al mismo tiempo sirvieron para evidenciar el eurocentrismo de las izquierdas tradicionales marxistas latinoamericanas (dogmáticas y sectarias), quienes tampoco supieron valorar las riquezas culturales y epistémicas de sus pueblos, ni escucharon a nuestros pensadores humanistas, ni miraron con ojos propios las realidades de nuestros países.

En síntesis, se necesita desarrollar y aplicar -en los debates teóricos, ideológicos, políticos y culturales- un pensamiento crítico descolonizante no solo entre la intelectualidad o la academia y dirigencia política de la izquierda, sino, prioritariamente en las organizaciones y sectores populares, para integrar simultáneamente un pensamiento amplio e incluyente con raíces en la diversidad étnica, cultural y social, en la ontología de nuestras comunidades y sectores populares, que conduzca a una praxis emancipatoria, en la que nuestros pueblos puedan asumir con ojos propios la transformación revolucionaria de nuestra sociedad y país. Dicho de otra manera, es hacer visible y activa nuestra presencia, nuestras subjetividades, asumiendo otras posibilidades (toda posibilidad es una incertidumbre) diferentes a las planteadas por Occidente y que De Sousa Santos nos explica para pasar de la “Sociología de las Ausencias” a la “Sociología de las Emergencias” en la renovación de nuestras epistemologías.

La sociología de las emergencias consiste en sustituir el vacío del futuro según el tiempo lineal (un vacío que tanto es todo como es nada) por un futuro de posibilidades plurales y concretas, simultáneamente utópicas y realistas, que se va construyendo en el presente a partir de las actividades de cuidado.

La sociología de las emergencias consiste en la investigación de las alternativas que caben en el horizonte de las posibilidades concretas. En tanto que la sociología de las ausencias amplía el presente uniendo a lo real existente lo que de él fue sustraído por la razón eurocéntrica dominante, la sociología de las emergencias amplía el presente uniendo a lo real amplio las posibilidades y expectativas futuras que conlleva. En este último caso, la ampliación del presente implica la contracción del futuro, en la medida en que lo Todavía-No, lejos de ser un futuro vacío e infinito, es un futuro concreto, siempre incierto y siempre en peligro.

Así como existe un norte global que también está presente en las clases dominantes del sur, también hay muchos sures del sur, que vienen a ser nuestros pueblos sometidos por las oligarquías locales y por el imperialismo, (dentro de la división internacional del trabajo) que viven la colonialidad mental, pero que necesitan asirse a su concepción del mundo, amplia, diversa, crítica y transformadora, reconstruyendo sus cosmovisiones, reelaborando sus propios pensamientos. De Sousa Santos (2011) convoca a los pueblos del sur global a redescubrir, valorar, apropiarse y defender sus epistemologías construidas desde sus ancestralidades, en sus cotidianidades culturales, en sus resistencias y en sus luchas contra el capitalismo y el colonialismo, partiendo de dos premisas:

Primero, la comprensión del mundo es mucho más amplia que la comprensión occidental del mundo. Esto significa, en paralelo, que la transformación progresista del mundo puede ocurrir por caminos no previstos por el pensamiento occidental, incluso por el pensamiento crítico occidental (sin excluir el marxismo). Segundo, la diversidad del mundo es infinita, una diversidad que incluye modos muy distintos de ser, pensar y sentir, de concebir el tiempo, la relación entre seres humanos y entre humanos y no humanos, de mirar el pasado y el futuro, de organizar colectivamente la vida, la producción de bienes y servicios y el ocio. Esta inmensidad de alternativas de vida, de convivencia y de interacción con el mundo queda en gran medida desperdiciada porque las teorías y conceptos desarrollados en el Norte global y en uso en todo el mundo académico, no identifican tales alternativas y, cuando lo hacen, no las valoran en cuanto contribuciones válidas para construir una sociedad mejor. Por eso, en mi opinión, no necesitamos alternativas, sino un pensamiento alternativo de alternativas. (Sousa p. 20)2

En Latinoamérica y el Caribe, estudiosos de las pedagogías populares han recogido de las prácticas culturales de sus pueblos, de sus cosmovisiones y cosmogonías, formas decoloniales no tan racionales de interpretar, transformar y recrear sus realidades, en las que el centro es la esencia humana, que Paulo Freire nos plantea en la Pedagogía del Oprimido como forma de comprender las relaciones sociales, de construir autonomía para cambiar la cultura y la sociedad; que Fals Borda nos enseña con el método IAP, Investigación Acción Participativa, en el trabajo y la investigación social y en la educación tanto académica como comunitaria, en el que el investigador-educador se integra al proceso y aprende de los sujetos con quienes dialoga y construye, en un intercambio enriquecedor de saberes, que le permitió al maestro reconocer la forma en que los pueblos comprenden y tratan sus problemas, y que él descubrió en su contacto con las comunidades de la costa atlántica colombiana: lo sentipensante -lo emocional, sentimental, lo sensual como parte de una realidad concreta a estudiar y transformar- que consideró una herramienta epistémica inseparable en el análisis científico cuando se trata de la condición humana; los métodos y propuestas abordadas en este estudio, junto a las cosmovisiones y modos de comprensión de nuestros pueblos sentipensantes, deben ser bases de nuestro propio método cognitivo para borrar la mentalidad sumisa, colonial y eurocéntrica. Formas de conocer y hacer que son herramientas revolucionarias en los cerebros y en las manos de las personas y de los pueblos, cuando los adoptan y o adaptan críticamente, aplicándolos creadoramente en sus procesos emancipatorios transformadores.

Precisamente el principal objetivo de este trabajo es preguntar por las capacidades de los movimientos transformadores para recuperar sus historias, para autoreconocerse en la diferencia y la diversidad, para reconstruir sus subjetividades, ejercer su emancipación y ejecutar sus proyectos, empezando por descolonizar sus pensamientos y sus epistemologías, por esto intentamos llegar a los orígenes de nuestra obediencia y dependencia de los postulados del capital.

Gonzalo Salazar – Diciembre 9 de 2017

1El proyecto político de la Sociedad del Monte Peregrino: Distopía y violencia neoliberal por  Pablo Dávalos, tomado de la página www.desdeabajo.info el Jueves, 04 de Julio de 2013

2 Epistemologías del Sur. De Sousa Santos Boaventura en Utopía y Praxis Latinoamericana / Año 16. Nº 54 (Julio-Septiembre, 2011) Pp. 17 – 39 Revista Internacional de Filosofía Iberoamericana y Teoría Social / ISSN 1315-5216 CESA – FCES – Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela

CONOCIMIENTO Y PROGRESO DESDE LA PERIFERIA

Por: Gonzalo Salazar

Noviembre 26 de 2017

Nuevo es lo que no hemos conocido, pero sí reconocemos

Los movimientos revolucionarios, desde la revolución rusa, pasando por la China, el sur de Asia, y África, los intentos frustrados en Centroamérica y por supuesto Cuba, en el siglo pasado, necesitaron recoger de sus diversidades étnicas, sociales internas, de sus particularidades geográficas y económicas, los elementos históricos, epistémicos y culturales de sus pueblos, para construir imaginarios de nuevas sociedades, para elaborar sus proyectos y crear sus movimientos transformadores (así sus dirigentes o sus organizaciones de “vanguardia” no lo hayan hecho a cabalidad o hayan tergiversado o desviado los objetivos de sus revoluciones); caminaron aprendiendo de sus propios errores y de las experiencias de otros pueblos en una praxis constante que les obligó a crear sus propios instrumentos de lucha y a identificar nuevos paradigmas.

Hoy es una condición ineludible para los auténticos movimientos populares transformadores en cada país de la periferia, elaborar una filosofía propia, una cosmovisión emancipadora con esos elementos, porque no se trata de homogeneizar las sociedades, sino, reconocer y respetar la diferencia y la diversidad culturales para construir la autonomía, la equidad y la solidaridad.

Con el conocimiento y reconocimiento de las problemáticas que viven los sectores populares de nuestro país, podemos visualizar alternativas posibles para ponerlas sobre la mesa del debate político en el proceso liberador-transformador de nuestra realidad; alternativas democráticas que incluyen aportes de intelectuales, de organizaciones políticas y sociales del campo popular a nivel local, regional, nacional e internacional; haciendo énfasis en la necesidad sine qua non para la elaboración-integración de un pensamiento propio, plural-diverso emancipatorio, (que desde la academia puede ser una teoría o una filosofía), nacido de las raíces, un nuevo relato de nuestras historias e identidades; pues la lucha de las ideas y la construcción teórica son tan fundamentales como la movilización, la acción directa o los movimientos culturales; proceso en el que es indispensable la confluencia de las diversas cosmovisiones de las comunidades y pueblos que forman la nación colombiana, como de las diferentes corrientes políticas e ideológicas de la izquierda y del humanismo; reconociendo lo que hemos sido como latinoamericanos, como colombianos, lo que hemos acumulado cultural, económica, ecológica y socialmente como colonia y hoy, como Neocolonia, en un contexto posneoliberal. Recordamos lo que nos decía Lenin, que “sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario”, y el concepto de Raya Dunayevskaya1 desde el humanismo marxista -que desde el mismo Occidente nos proponen- en la importancia de la acción, la organización y el pensamiento, “la práctica como una forma de la teoría”, imprescindible en estos momentos de creación y transformación que requieren nuestra sociedad y nuestro imaginario colectivo de mejor país.

Es importante la abundancia de intelectuales e investigadores-as humanistas orgánicos y vernáculos de los sectores populares, que desde y fuera de la academia, aportan al reconocimiento de nuestras historias y de nuestras realidades actuales, preocupados por el presente y el futuro de nuestros pueblos en estos momentos de crisis del sistema mundo capitalista, cuando crecen y se fortalecen las resistencias de comunidades y pueblos, cuando la rebelión invade los pensamientos de la juventud, cuando resurgen e insurgen fundamentales fuerzas sociales, nuevos sectores populares, nuevos movimientos sociales-culturales en Colombia, en Abya Yala y en el mundo, simultáneamente a la “globalización” y radicalización del capitalismo neoliberal y posneoliberal (nunca ha dejado de ser colonialista) en su propósito expoliador, explotador, destructor; cuando hemos llegado a un neocolonialismo que pudiéramos llamar global, ejecutado por las corporaciones transnacionales extractivistas y financieras, modelo garantizado por el poder oligárquico; cuando nuestros vecinos progresistas del sur creen dar pasos hacia la ansiada independencia económica y política, de las metrópolis imperialistas, buscando la integración del Sur, dentro del capitalismo.

Desde la intelectualidad de los sectores y movimientos populares, desde un sector crítico de la academia, se comienza a redescubrir y reconocer lo propio, lo ancestral, lo ecológico, lo plural y lo diverso nuestro latinoamericano y caribeño, como ingredientes fundamentales en la realización de ese otro mundo mejor posible. Al lado de la crítica política e ideológica se plantean posibilidades, alternativas y propuestas de cambios estructurales y culturales que escapan de los esquemas y de los fundamentalismos de las ortodoxias academicista y marxista, (económica, política, filosófica, epistémica) con conceptos revaluados de progreso, autonomía y dignidad. Hechos recogidos por investigadores humanistas e intelectuales orgánicos de los sectores populares, de la izquierda, de los pueblos originarios; ampliando conceptos con aportes de dirigentes políticos y sociales latinoamericanos y del Caribe, que nutren nuestros pensamientos y nuestros proyectos. Sin embargo, han sido científicos con sus visiones eurocéntricas imperialistas y colonialistas nacidos en Europa y Norte América, quienes han desarrollado la mayor parte de las investigaciones antropológicas, sociológicas, históricas, económicas y culturales de nuestros pueblos para estructurar sus planes de dominación, y cuyas conclusiones son aceptadas e impuestas por la academia oficial –en Colombia- condicionando la formación de nuestros intelectuales, estudiantes y profesionales a la sumisión y la obediencia, y por consiguiente la formación política acrítica de nuestros dirigentes y de la propia izquierda.

Conceptos como dependencia, pobreza, socialismo, democracia radical y soberanía son indispensables en el análisis, en el conocimiento y reconocimiento de la realidad que se nos ha impuesto, (en un contexto neoliberal, de crisis estructural del capitalismo) pero que queremos transformar, construyendo nuestras propias realidades y, en la configuración de nuestras utopías; también nos obliga a profundizar en ellos, dándoles soporte en las raíces históricas, económicas y culturales de nuestros pueblos, incluso, asimilando e identificando estos conceptos con las palabras y las prácticas que éstos han construido en sus historias y luchas. En consecuencia, cuando se generalizan las frases “bien vivir”, “vivir bien” o “buen vivir” entre quienes pretenden cambios estructurales en América latina, y son asumidas críticamente por demócratas, humanistas y revolucionarios, no se trata solo de traer del pasado un concepto que pudo haber tenido plena representación en la vida de estos pueblos, ni de avalar o negar totalmente los ensayos de sectores nacionalistas progresistas presentes hoy en sus respectivos gobiernos, sino, cómo este concepto aborigen renovador-emancipador se equipara, se asemeja y o se complementa con conceptos mestizados como socialismo raizal, bienestar y democracia radical o popular, dándoles una nueva connotación desde abajo, con un lenguaje común en los sectores populares.

Uno de los principales obstáculos en el proceso revolucionario en Colombia, dirigido por la izquierda, ha sido su incapacidad de elaborar una propuesta unificada y consensuada (entre sus organizaciones y los sectores populares) del tipo de país que queremos, llevando muchas veces su sectarismo escisionista a los sectores populares donde ha penetrado o donde ha caído en momentos de auge de sus luchas, contribuyendo a la dispersión con su mirada eurocéntrica subjetivista vanguardista (no una subjetividad autoconstruida). Ha sido una práctica colonial común en la izquierda tratar de homogenizar comunidades y sectores populares, buscando imponer y masificar propuestas, modelos e ideologías, sin tener en cuenta la diversidad con sus particularidades culturales e intereses económicos y políticos.

La izquierda -en la cual se incluye el autor- y el liberalismo, se han especializado en la elaboración del diagnóstico, en el análisis de coyuntura local e internacional, en la interpretación de las teorías, de la filosofía que nos llegan de las metrópolis occidentales, en la “citología” academicista seguida por esta izquierda, en la que el intelectual no se compromete ni tiene criterios propios y trata por todos los medios de no asumir una posición propia -una tara de la academia occidental, supuestamente “neutral u objetiva”-, de donde se desprende el dogmatismo y la difusión de conceptos prefabricados, haciendo uso de esas herramientas políticas e ideológicas la mayoría de los dirigentes políticos y sociales, sin critica ni modificación para interpretar las necesidades y anhelos de sus comunidades y transformar las dinámicas económicas, sociales y culturales de un país diverso, desindustrializado, neocolonial de la periferia, construido (¿o destruido?) en la violencia y la desigualdad social; cuando no ha sido la copia de modelos organizativos verticales autoritarios y procesos fracasados, la guía para pretender cambiar esa injusta realidad, -de la misma manera como la oligarquía ha impuesto los modelos que los imperios en cada época le ordenan- negando muchas veces nuestras cosmovisiones, culturas, pensamientos e historias; práctica que mermó la confianza del pueblo en sus dirigentes de izquierda y revolucionarios. Esa tara de la izquierda no es solo de los revolucionarios colombianos, pues siendo una construcción occidental, como esta civilización, ha entrado en decadencia, se puede concluir que es la generalidad en América Latina, sin embargo en países del norte también se hacen reflexiones similares:

Es decir, tenemos una “izquierda” que ya no es izquierda y que ya no tiene teoría y una izquierda fiel a sus ideales pero con una teoría que se niega a evolucionar porque se niega a aprender de las experiencias prácticas contradiciendo la filosofía de trabajo de los padres de dicha teoría, una izquierda anquilosada, marginal y alejada de las masas porque, entre otras razones, se niega a considerar la situación actual y se agarra a los postulados de hace más de un siglo.2

Los intelectuales estudiosos latinoamericanos y colombianos de las ciencias sociales y las humanidades, tanto demócratas como de la izquierda, del pensamiento critico, nos aportan con sus trabajos, desde y fuera de la academia, insumos para integrar a nuestra identidad plural, elementos negados de nuestra subjetividad diversa, como dice Boaventura De Sousa en la “Sociología de las ausencias”, de la negación eurocentrista de nuestras historias, nuestros saberes, de nuestras cualidades y capacidades. Los movimientos sociales populares como protagonistas, nos brindan las experiencias de sus luchas, sus necesidades y sueños, sus pensamientos, sus epistemologías y cosmovisiones, fundamentos de una filosofía propia desde y con los cuales construir un imaginario colectivo de mejor país en un proceso de unidad, de articulación de luchas y emancipación de nuestro pueblo, con la posibilidad de recrear una nación libre, autónoma y feliz, una sociedad justa y solidaria, un país democrático y soberano.

Parece que para llegar a ese mundo mejor posible es necesario empezar por cambiar nosotros mismos como personas, como nuevos seres humanos, cambiar con una ética humanista nuestras organizaciones, nuestras comunidades, nuestros pueblos, convertirnos en nuevos sujetos transformadores, cambiando nuestras formas de pensar, de ver, de hacer, de comprender, de sentir, de convivir, y salir de la cultura de la sumisión descolonizando nuestras mentes y pensamientos; o sea, crear y reconocer lo nuevo, que casi siempre tiene raíces ancestrales.

Gonzalo Salazar 2017

1 Raya Dunayevskaya -1910-1987. Filosofa del Humanismo Marxista. Desarrolló la teoría del Capitalismo de Estado. Algunos de sus trabajos: Filosofía y Revolución. De Hegel a Sartre y de Marx a Mao – 1973-, Marxismo y libertad. Desde 1776 hasta nuestros dias-1958-. El Poder de la Negatividad. Liberación femenina y dialéctica de la revolución. Escritos sobre la dialéctica en Hegel y Marx, obra póstuma editada en 2009.

2 Los Errores de la Izquierda. José López, joselopezsanchez.wordpress.com Marzo de 2011

Capítulo 2, APROXIMACIÓN A LA VISIÓN DE UN MEJOR PAÍS, Aportes a un imaginario colectivo en construcción

A continuación presentamos el segundo capítulo del libro APROXIMACIÓN A LA VISIÓN DE UN MEJOR PAÍS, del Compañero Gonzálo Salazar. Agradecemos su aporte y sabemos de su disciplina, estudio, entrega, convencimiento y transparencia de lo que hace. Muchas gracias compañero por sus aportes.

Ver anterior: https://wp.me/p3Fa3t-6X 

¿COMODIDAD TECNOLÓGICA, CONSUMISMO… O BIEN VIVIR?

«Cuadernos de Reencuentro»

CONOCIMIENTO Y PROGRESO DESDE LA PERIFERIA1

Del saber ser, al saber transformador

Antes a la codicia y a la ignominia le daban el nombre de acciones evangelizadoras o civilizadoras, ahora le llaman progreso… El progreso, ese fantasma que nadie ve y que se ha dedicado a aterrorizar a la humanidad… antes el oscuro camino de saqueos, genocidios e injusticias contra nuestro pueblo era alumbrado con el cirial en nombre de Dios y su Majestad, hoy es alumbrado con el petróleo en nombre del progreso y de la mayor de las majestades entre la mayoría de los no indígenas… el dinero.

Carta de Los U’wa a la Humanidad

El concepto de progreso, comprendido y aplicado como crecimiento económico y desarrollo científico y tecnológico para beneficio de la sociedad, construido por Occidente, viene originado en la concepción monoteísta judeocristiana del mundo, de la trascendencia en el tiempo de los humanos; traducido en la búsqueda de un futuro ideal de abundancia, placer y sosiego individual, mediante el mejoramiento permanente, ascendente y acelerado de los medios de vida, sobre la base del dominio de la naturaleza y del trabajo de la inmensa mayoría de la sociedad.

En el capitalismo la mayoría de los adelantos científicos y tecnológicos están dirigidos a alargar la vida, a brindar comodidad en las actividades productivas y sociales, a buscar la belleza, la perfección, la eternidad física de los individuos, al estilo de los dioses y sus representantes (gobernantes, magnates financieros y accionistas de transnacionales) en la tierra; no más de 10.000 familias inmensamente ricas. Quienes buscan mantener su mundo individualista egoísta, y el poder para disponer de vidas y destinos de las personas y de la naturaleza. Altos Jerarcas de todas las sectas contribuyen a este propósito, prometiendo a los oprimidos un paraíso después de la muerte, (o después del triunfo del partido) que redimirá su miseria y sufrimiento, pero que no permitirá, en vida, su propia emancipación; y si han obedecido fielmente los preceptos, podrían ser libres y felices en el cielo o cuando de cualquier manera se tome el poder del Estado.

Para los movimientos sociales-culturales transformadores es necesario evaluar lo que es y ha sido el progreso impuesto al mundo por Occidente, especialmente el aplicado a los pueblos del Sur. El progreso capitalista -en los países pobres y dependientes: desarrollo- niega todos los valores humanistas: la compasión, la dignidad, la libertad, la fraternidad, la solidaridad, la felicidad, pues éstos no generan ganancias económicas para los dueños del capital. Indudablemente el desarrollo industrial y tecnológico ha brindado comodidades en los sitios de trabajo de la industria y el comercio, en la academia, en los hogares, donde quiera que haya el suficiente dinero para adquirir los productos y servicios que ofrece la actual revolución industrial, pero mucha más gente ha perdido sus riquezas, sus territorios, sus libertades y los bienes que le permitían subsistir en condiciones dignas, para que los países “desarrollados” y las oligarquías locales disfruten y derrochen lo que roban a los pueblos. De la misma manera niega las cualidades y capacidades intelectuales a los pueblos de la periferia.

La ciencia, desde Grecia, ha sido el instrumento para construir una cultura del progreso occidental, con un intermedio “oscuro” de 1000 años: el Medioevo (fenómeno exclusivamente europeo), mientras los árabes y los chinos desarrollaban ciencia y cultura, otras civilizaciones con infinidad de conocimientos científicos, descubrimientos e inventos (la pólvora, la brújula, la imprenta, el telescopio, el comercio, el dinero, astronomía, física, química, ingeniería, arquitectura, cartografía, procedimientos medicinales y medicamentos, el alfabeto, la literatura, el algebra, las matemáticas el concepto de algoritmo) que fueron bases de la Ilustración la revolución industrial y de las actuales “avanzadísimas” ciencias y tecnologías, por no mencionar los aportes científicos de los pueblos originarios del Abya Yala precolombino como el calendario -más preciso que el gregoriano que nos rige- de los mayas, el concepto del 0 o el del universo en movimiento con descubrimiento de los planetas del sistema solar y la vía lactea.

La ciencia liberada de los conventos y del monopolio de las monarquías, con el patrocinio de la burguesía mercantil, se convierte en su principal arma para derrotar al feudalismo e imponer sus modos de producción y de pensar, apoyada en avances tecnológicos como la imprenta y la difusión de conocimientos culturales, históricos y científicos mediante los libros y la escuela laica. Con la expansión y el fortalecimiento del mercantilismo renace el interés por la ciencia y el conocimiento, auspiciado por el capitalismo, que tendría su auge con la Ilustración y el liberalismo, y su aplicación en la Revolución Industrial, dentro del período conocido como la Modernidad (desde el s. XII hasta finales de la primera guerra mundial aproximadamente).

La modernidad es un proceso común a las culturas que han alcanzado grandes avances en ciencia, tecnología, arte, filosofía, literatura, matemáticas, astronomía, etc. (China, Egipcia, griega, maya, azteca, inca…) y han construido gran infraestructura, renovando sus concepciones de sus mundos, tras nuevos paradigmas, cambiando sus modos de producir y de relacionarse sus individuos y comunidades, en unas épocas determinadas; aunque ninguna de las civilizaciones históricamente conocidas alcanzó tal grado de globalización y de destrucción de la naturaleza (antropocentrismo), por consiguiente, cuando hablamos de modernidad, nos referimos a la modernidad de Occidente, cimentada en el colonialismo y el etnocentrismo, en la que se desarrolla la hegemonía de la cultura de la Europa occidental y la homogenización de las culturas europeas, que a partir de la invasión al Abya Yala inicia su expansión global como la civilización capitalista, que sus defensores creen es la mas avanzada, la mas perfecta y superior a todas las demás culturas pasadas y presentes, con derecho y capacidad para someter a todos los pueblos del mundo. El maestro Aníbal Quijano (2000) explica cómo se construye el concepto de superioridad de los europeos respecto al resto de la humanidad:

La asociación entre ambos fenómenos, el etnocentrismo colonial y la clasificación racial universal, ayuda a explicar por qué los europeos fueron llevados a sentirse no sólo superiores a todos los demás pueblos del mundo, sino, en particular, naturalmente superiores.

El hecho de que los europeos occidentales imaginaran ser la culminación de una trayectoria civilizatoria desde un estado de naturaleza, les llevó también a pensarse como los modernos de la humanidad y de su historia, esto es, como lo nuevo y al mismo tiempo lo más avanzado de la especie. Pero puesto que al mismo tiempo atribuían al resto de la especie la pertenencia a una categoría, por naturaleza, inferior y por eso anterior, esto es, el pasado en el proceso de la especie, los europeos imaginaron también ser no solamente los portadores exclusivos de tal modernidad, sino igualmente sus exclusivos creadores y protagonistas.2

El capitalismo irrumpe en el mundo con la invasión y el saqueo al Abya Yala (América), la gran expansión y globalización del capital que hizo posible su desarrollo industrial y comercial y su expansión a todo el planeta hasta hoy. A partir de la Revolución francesa, con sus promesas de progreso: igualdad, fraternidad y libertad, se consolida como modo de producción y de dominación; mientras la ciencia con su racionalidad, y la aceleración del desarrollo tecnológico, (revolución industrial) se convierten en el motor del capitalismo moderno, masificando la producción, expandiendo la exportación de mercancías y de capitales, la importación de materias primas desde otros continentes hacia los centros de poder económico de Europa y los EE.UU.

En la primera mitad del s. XX, la automatización y la concentración de la producción industrial se realiza en las metrópolis capitalistas, multiplicando la producción de infinidad de mercancías, simultáneamente a la monopolización del sector financiero; mientras en la segunda mitad la producción se traslada a países de la periferia y el capital financiero asume su dirección en una nueva forma de colonialismo en lo que se conoce como el neoliberalismo, que además de privatizar servicios básicos y bienes comunes -naturales y culturales- también privatiza y monopoliza la forma de producir conocimientos científicos y los resultados de su aplicación.

En el siglo XXI el desarrollo vertiginoso de las tecnologías (aplicación de los conocimientos científicos robados a los pueblos y acumulados por los imperios), especialmente la robótica, la informática, la cibernética, (TIC) la nano-tecnología, la ingeniería genética y la biotecnología, acelera los procesos productivos, de explotación a los trabajadores y de despojo a todos los pueblos con su modelo extractivista neoliberal, fragmentando y dispersando los procesos productivos en toda la periferia capitalista, haciendo de esta parte del mundo una inmensa maquila con profundas heridas a la madre tierra, concentrando las grandes corporaciones transnacionales lo mejor, lo más desarrollado del conocimiento científico, como instrumento de poder; proceso diseñado y dirigido por las instituciones políticas, financieras y de comercio “Multilaterales”, que realmente son unilaterales.

El conocimiento científico producido por la humanidad en más de 5000 años, fue concentrado por el capitalismo, aplicado y transformado en gigantescos y sofisticados complejos industriales, (militar, tecnológico mediático-cibernético, farmacéutico y financiero) la moderna megamáquina que se expandió por todo el orbe, rompiendo las fronteras geográficas, económicas y culturales en menos de 200 años; desarrollando toda una cultura occidental eurocéntrica, antropocéntrica, consumista, individualista e indiferente ante la degradación de los ecosistemas y las tragedias de la humanidad. La energía nuclear, la robótica, la cibernética, la nanotecnología, la microelectrónica, la informática, la genética, la biología molecular, la biotecnología, surgen en los últimos 70 años para recrear al mundo en forma virtual y terrorífica, prometiendo un nuevo estado de bienestar, de abundancia, de eficiencia, diezmando la capacidad de soñar, posibilitando el ocio, la libertad.

El gran desarrollo tecnológico y teórico de las ciencias naturales, de nuestra época, han sido posibles con el conocimiento, desarrollo y aplicación de la física atómica y molecular (la nuclear, que llevó a la teoría de la relatividad de Einstein) y especialmente de la física quántica, -sin la cual no habría sido posible el desarrollo de la Inteligencia Artificial- pues la nanotecnología como la microelectrónica, la ingeniería genética, la cosmología –hasta la biología y la medicina- tenían que trascender el examen físico de la ciencia clásica para adentrarse en la intimidad del átomo y en el comportamiento de la materia y las energías, para lo cual es necesario conocer y optar por otras posibilidades no evidenciadas por la física clásica, como en el estudio de las ondas gravitacionales y en el mejoramiento de aceleradores de partículas, incluso hoy se especula con la posible aplicación de algunos principios de esta disciplina (la quántica) en las investigaciones de las ciencias sociales y humanas. Sin embargo este inmenso acumulado –científico y tecnológico- no está disponible en igualdad de condiciones, para todos los países, ni para todos los pueblos, menos para todos los seres humanos que los necesitan, pues como todos los imperios, los actuales guardan secretamente los más importantes descubrimientos, los conocimientos científicos mas avanzados y los desarrollos tecnológicos realmente benéficos para la humanidad y el planeta, que con su difusión y aplicación podrían solucionar los grandes problemas sociales, energéticos y medioambientales –que los capitalistas piensan que podrían poner en riesgo la estabilidad de su sistema-; solo aplican y difunden o masifican los que les convienen para aumentar la ganancia y mantener su status quo.

En todas las épocas ha habido producción de conocimientos, generalmente las personas están permanentemente indagando, experimentando, aprehendiendo, produciendo, compartiendo y transmitiendo conocimientos (científicos, artísticos, literarios); los pueblos siempre han tenido y desarrollado conocimientos y saberes para mantener y mejorar sus condiciones de vida material, cultural y espiritual, por lo que es estúpido hablar de la actual como la “era del conocimiento”, pues siempre los imperios han robado los conocimientos a los pueblos sometidos como lo hacen con su riqueza material (muchos conocimientos de las ciencias naturales construidos por los pueblos aborígenes y por nuestros científicos fueron robados y presentados como propios por científicos como el Baron de Humbolt).

Reconocer ese concepto para esta época por los pueblos expoliados sometidos y violentados es legitimar el robo y el uso instrumental de los conocimientos aportados por toda la humanidad para el desarrollo de las ciencias y la tecnología, que en su mayoría el capitalismo utiliza en contra de la humanidad y del planeta. Es la era del capitalismo criminal en su forma imperialista-neoliberal, la era de la expropiación masiva (global), de la sistematización y control del conocimiento y de la manipulación emocional e intelectual de la sociedad por las grandes corporaciones transnacionales de la educación, de los medios masivos (entretenimiento) y las telecomunicaciones, no es el acceso democrático al conocimiento ni al ejercicio de la investigación científica hacia la solución de los grandes problemas de la humanidad y de la madre tierra; es la aplicación masiva y sistemática de toda la teoría científica, en la producción masiva de mercancías para el consumo masivo, incluido el de la información y el entretenimiento; y en las formas de dominación política, económica y cultural por el capital imperialista, que niega la capacidad y las posibilidades a los pueblos sometidos a tener pensamiento propio, de adquirir y desarrollar conocimientos, ciencia y tecnologías propias, es más, criminaliza estas actividades si no le benefician, llega hasta el asesinato y el genocidio si no se le entregan los resultados.

Las ciencias como bienes de la humanidad, deben estar disponibles, ser utilizadas para generar bienestar y felicidad en los pueblos, sin ninguna restricción económica, política y o cultural. Gran parte del conocimiento en todas las áreas de las ciencias naturales y sociales, de las culturas absorbidas, se encuentran en centros de investigación y de generación de tecnologías en las metrópolis imperialistas, almacenadas y administradas por supercomputadoras de USA, Europa, Japón, Rusia, China (así como los más valiosos tesoros históricos y culturales de los pueblos de la periferia se encuentran en museos, en bancos en mansiones y palacios de los grandes capitalistas de Occidente), algunos de esos conocimientos pasaron de los libros y las bibliotecas a las memorias USB a las páginas web (Google, Wikipedia Amazon), a los discos duros, a la “nube” y se difunden como una gigantesca avalancha de información fragmentada, que hace imposible que una persona con alto nivel académico pueda asimilar siquiera el 0.01% de estos conocimientos en su vida.

De esta manera los capitalistas guardan celosamente en frascos dosificadores llamados institutos científicos y tecnológicos, laboratorios de investigación y universidades, (estatales y privados) en sus metrópolis, los conocimientos robados a los pueblos y a sus propios científicos, mediante la “compra” de derechos o la apropiación de supuestos descubrimientos, de procesos, componentes naturales e inventos, consignadas en las llamadas patentes o derechos de propiedad intelectual, que realmente pasan a ser propiedad de las corporaciones transnacionales. Este conocimiento que llaman ciencia, es la única forma real, cierta, eficaz y legítima que sólo puede tener uso instrumental para el logro de los objetivos que el capital se propone; otro tipo de uso es considerado como terrorismo.

No se puede alabar todo invento, avance o descubrimiento científico y su aplicación en tecnologías, mercancías y o procedimientos, como progreso en el bienestar de la humanidad, cuando los resultados a mediano y largo plazo pueden ser letales para ella y para el planeta, (como en el caso de la obsolescencia programada para tecnologías y productos) pues la ciencia en manos de los capitalistas se convierte en una caja de Pandora; de ahí que es una falacia la neutralidad de la ciencia, pues esta es desarrollada por humanos que tienen intereses personales, de grupo, de sector y clase social. En consecuencia, es indispensable para los movimientos sociales-culturales que pretendan cambiar el mundo o sus realidades inmediatas, la apropiación, la difusión y la democratización del acceso a los conocimientos y saberes de sus pueblos, lo mismo que de las ciencias actuales desarrolladas por occidente que realmente contribuyen al progreso y bienestar de la humanidad y al cuidado de la naturaleza, aplicándolas creadoramente en la solución de problemas, en el diseño y ejecución de sus procesos transformadores.

Todas las ciencias -sobre todo las sociales y humanas- el arte y la cultura, son espacios de lucha, de combate político e ideológico, esenciales en la construcción de una nueva sociedad; es deber y derecho de los demócratas, los humanistas, los revolucionarios, pero más de los pueblos, promover y defender su desarrollo en beneficio de la humanidad, dentro y fuera de los Estados actuales, exigir a estos y a los gobernantes en un Estado de transición, ampliar los presupuestos para estas actividades, condiciones, y oportunidades para el ejercicio de la investigación científica y la generación de conocimientos y de tecnologías de punta y apropiadas realmente necesarias, para su aplicación a las condiciones económicas, sociales y culturales de cada pueblo, de cada país, simultáneamente a la construcción de bases económicas, sociales, jurídicas y culturales de poder popular y de una sociedad más justa y humanista.

Hablamos de pueblos en base al reparto del mundo que vienen haciendo las potencias imperialistas desde 1492 en nuestra Abya Yala, en África, en Asia con el colonialismo y neocolonialismo utilizado en los siglos XVI-XIX, en el XX y lo que va del XXI respectivamente, inclusive en la misma Europa, tiempo en el que han creado el arbitrario mapa actual de países cuyas fronteras no tienen nada que ver con los territorios, historias, comunidades originarias y culturas de los pueblos que los habitan, sino, con los intereses y acuerdos entre invasores sobre la repartición de los recursos naturales –división internacional del trabajo-, el suministro de materias primas, mano de obra barata o esclava que han requerido esas potencias de nuestros territorios. La concepción Occidental de progreso conlleva aceptar el desarrollo económico basado en la eficacia, la innovación tecnológica, la versatilidad, la uniformidad, la facilidad, la rapidez, el pragmatismo y la individualidad. Estas características ideológicas de interpretación y construcción de la realidad que nos han regido en los últimos 525 años tienen su origen en la cosmovisión occidental. Trascender esta concepción significa comprender lo que somos y lo que queremos ser, lo que podemos y necesitamos hacer, o sea, encontrar y unir nuestras raíces y nuestros sueños en el tiempo y en nuestros territorios, ser radicales, volver a las raíces históricas, culturales y territoriales, como nos lo propone José Martí, para cambiar nuestra realidad y nuestra historia, como bien lo estudió y lo comprendió Orlando Fals Borda en la sociología y la antropología de nuestro país.

En este proceso no necesitamos prescindir ipso facto de todo el acumulado tecnológico científico y cultural alcanzado por Occidente, olvidando los aportes que todos los pueblos del mundo hicieron entregando lo mejor de sus riquezas naturales y culturales, su fuerza de trabajo, para llegar al actual desarrollo de la ciencia y la tecnología, muchos de esos logros realmente benéficos para la humanidad; ni regresar a un pasado de ignorancia y necesidad. Tampoco podemos negar la importancia de los aportes que hicieron sus científicos y artistas –como los nuestros- en todas las áreas de las ciencias naturales, las artes y la literatura; intelectuales e investigadores, que desde una visión crítica en las ciencias sociales (economía, sociología, sicología, filosofía, antropología), rompieron paradigmas del eurocentrismo-antropocentrismo dentro del mismo Occidente capitalista, como Marx, Nietzsche, Freud, Sartre, Benjamín, Foucault. Menos podemos olvidar la inteligencia, la creatividad la solidaridad y la lucha de los pueblos europeos por los derechos humanos y por la justicia social.

La concepción de progreso occidental dominante hasta hoy, se sintetiza a partir de la interpretación de los conceptos de Descartes3 en su método de conocimiento científico, asumidos y dogmatizados por la burguesía en una racionalidad instrumental que se impuso a la sociedad, no solo para desarrollar ciencia y tecnología, sino, también aplicado a todas las relaciones sociales y en el “dominio total” sobre la naturaleza. Como alternativa a ese progreso podemos plantearnos otra forma de vivir y convivir menos ostentosa, menos individualista -con empatía, respeto y reciprocidad- menos depredadora de la naturaleza, desacelerada en el hacer y el tener, que a través del decrecimiento de la economía capitalista, podamos disfrutar el ser, individual, equitativa y colectivamente, en un entorno social y ecológico sano y agradable.

Las alternativas al progreso impuesto por el capital surgen de iniciativas y tradiciones locales, experiencias ancestrales, colectivas, solidarias, ecologistas, feministas, humanistas, creativas, en el seno de los pueblos y de los sectores populares; todas con carácter de resistencias locales y regionales, de indignación, en muchas comunidades acompañadas de conceptos de democracia popular, de no desarrollo o de no crecimiento económico capitalista, como ejercicio de soberanía y autonomía. Cambios que se generan en los pueblos tras la configuración de una filosofía, de una cultura (no consumista ni de violencia), de una economía, propias de cada pueblo y comunidad, quienes establecen sus propias identidades, asumiendo nuevas subjetividades como expresiones de nuevos poderes democráticos horizontales, nuevas hegemonías, germinados desde abajo. Una nueva civilización humanista solidaria en construcción en Abya Yala.

Los valores humanistas de consideración, respeto, equidad y solidaridad, de dignidad y convivencia pacífica entre humanos y con los demás seres vivos, incluida la madre tierra, los encontramos aún en comunidades aborígenes que conservan lo fundamental de sus cosmovisiones ancestrales, también en comunidades urbanas y rurales mestizas y raizales que rescatan en sus resistencias reconstruyendo sus identidades tanto en nuestro país como en el mundo, como confirmación de que un mundo mejor sí es posible; esos valores son los que necesitamos rescatar y recrearlos por toda la sociedad y que podemos llamar bien vivir.

El Vivir Bien, en sentido político, tiene que ver con las transformaciones institucionales y estructurales que creen las condiciones y los espacios adecuados a la participación, a la transparencia, al acceso a la información y a la formación de consensos. El vivir bien tiene que ver con la paz de las multitudes, del acuerdo de los pueblos, de la complementariedad entre sus economías, sociedades y culturas. No la paz impuesta por el imperio, por el dominio del orden mundial, no la paz de la dominación, que no es otra cosa que la guerra en la filigrana de la paz; sino la paz de las emancipaciones múltiples, de las liberaciones plurales, la paz de las grandes mayorías diversas, de los pueblos, de las multitudes y los proletariados nómadas. La paz entendida como armonía4

El Vivir Bien o el Bien Vivir es una traducción al castellano del aimara Suma Qamaña y del quecha Sumak Kausay, es una alternativa ancestral humanista de convivencia, respeto y bienestar comunitario, que no tiene nada que ver con programas de gobiernos, con planes de desarrollo ni con teorías elaboradas por la academia, tampoco es un concepto único de los pueblos aborígenes latinoamericanos; en todas partes del mundo los pueblos lo han desarrollado y aplicado históricamente con los nombres que sus culturas lo han definido, como nos lo hace saber Alberto Acosta,

El Buen Vivir (o Sumak Kawsay, o Alli Kawsay, o Ñande Reco, o cualquier otro nombre que usted le quiera poner, como Ubuntu en África o Svadeshi, Swaraj y Apargrama en la India) consiste simplemente en reconocer la existencia de otros valores, experiencias y prácticas. Es decir, consiste en reconocer otra forma de organizar la vida, en relación con los propios seres humanos y entre estos y la naturaleza, viviendo en armonía y comunidad.5

Construir el Bien Vivir o el socialismo nuestroamericano o abyayaliano, implica recuperar la memoria histórica, retomar los nombres autóctonos de nuestros territorios, de nuestros bienes y valores naturales, culturales y sociales, pasar del antropocentrismo, el eurocentrismo y el logocentrismo, al biocentrismo, al cosmocentrismo, a la pluridiversidad en el ser, el pensar y el hacer, que incluye el amor por el otro/a, por la tierra, con una nueva ética sobre el respeto a lo vivo, a lo natural, a lo verdaderamente humano, dar sentido y contenido desde nuestras identidades, desde nuestras cosmovisiones, desde nuestras necesidades y nuestros sueños a conceptos como democracia, soberanía, libertad, progreso y felicidad, darle un nuevo significado a la vida. Significa destruir las estructuras económicas, sociales, culturales y los paradigmas del capitalismo que nos impiden trascender la ideología de la sumisión y la obediencia, la simbología que nos estigmatiza, nos degrada y nos niega; para asumir libre y autónomamente, como pueblos, nuestras propias identidades y destinos.

Me hablan de progreso, de “realizaciones”, de enfermedades curadas, de niveles de vida elevados por encima de los propios.

Pero yo hablo de sociedades vaciadas de sí mismas, de culturas humilladas, de instituciones minadas, de tierras confiscadas, de religiones asesinadas, de magnificencias artísticas aniquiladas, de posibilidades extraordinarias suprimidas.

Me lanzan a la cara hechos, estadísticas, kilómetros de carreteras, canales, rieles.

Pero yo hablo de millares de hombres sacrificados en el Congo-Océano (…) Hablo de millones de hombres arrancados a sus dioses, a sus tierras, a sus hábitos, a su vida, a sus bailes, a su sabiduría.

Hablo de millones de hombres a los que, a sabiendas, se inculcó el miedo, el complejo de inferioridad, el temor, la genuflexión, la desesperación, el servilismo.

Me arrojan en plena cara toneladas de algodón o de cacao exportadas, hectáreas de olivos o viñas plantadas.

Pero yo hablo de economías naturales, de economías armoniosas y viables, de la desorganización de economías adaptadas a la condición del hombre indígena, de la destrucción de economías de subsistencia, de la desnutrición instalada, del desarrollo agrícola orientado únicamente para beneficio de las metrópolis, de la rapiña de los productos, de la rapiña de las materias primas (…) – Me hablan de civilización, yo hablo de proletarización y de engaño. (Aimé Césaire, 1978; 19-21).

Lo que entienden como progreso los pueblos, comunidades indígenas y raizales en América latina y en Colombia, tiene que ver más con sus relaciones de convivencia, solidaridad, cooperación y respeto entre humanos y con la naturaleza, con la realización y el disfrute colectivo de sus derechos, de sus bienes y capacidades, que con el afán de enriquecimiento, comodidad individual, conformismo o de dependencia económica y política de alguna potencia.

Nuestro Socialismo o Bien Vivir no busca alargar la vida artificialmente (cuando ya es física y o mentalmente imposible disfrutarla), ni zambullir a la juventud en el placer farmacocibernético, tampoco fabricar naves espaciales para ir a destruir otros planetas, ni fabricar misiles nucleares para aterrorizar y chantajear a la humanidad, o montar complejos militares industriales para promover guerras entre pueblos hermanos y luego invadirlos y saquearlos; ni agotar los recursos energéticos, biológicos y minerales de otros países para producir tecnologías y mercancías superfluas –como el automóvil individual- que aíslan y vuelve discapacitadas y egoístas a las personas, elevando los niveles de contaminación, de violencia y de consumismo, tampoco de llenar nuestros hogares de chatarra tecnológica que en realidad no necesitamos, menos de ostentar poder con las cosas sobre las personas; sino, de mejorar la calidad de vida de los pueblos, de aportar felicidad individual y colectivamente, en un proceso de cambios revolucionarios, que para el capitalismo puede significar retroceso. Estos conceptos se asocian a principios de justicia, tolerancia, equidad, respeto y autodeterminación.

Progreso humano que para nosotros los de abajo significa desprenderse de las dinámicas del capitalismo, del consumismo; con nuevas y ancestrales formas de compartir, convivir, y producir colectiva y comunitariamente; de propiedad común sobre los bienes culturales y naturales (biológicos, mineros, energéticos, en nuestros territorios, locales, regionales y nacional, incluida la tierra), en los que es definitivo la creación de otras formas autogestionarias de gobierno y poder popular, de Circuitos Económicos Alternativos, dentro de una Economía Propia de los Pueblos; apropiarnos con alegría de nuestras músicas, de nuestras danzas, de nuestras literaturas, que abundan en la gran diversidad étnica, cultural, popular y geográfica de nuestro país; sustentado todo esto en conceptos como autonomía y territorio, que algunas comunidades rurales y urbanas han construido en sus historias y resistencias, que son las bases de sus actuales luchas; pero también desarrollar tecnologías limpias y ciencia propias necesarias, o sea, crecimiento humano con respeto a la naturaleza

En la crítica al progreso capitalista es imprescindible reconocernos como colonizados, como parte de los pueblos oprimidos, explotados y expoliados por el actual modo de producción dominante, para hacer valoración de nuestros bienes naturales y territoriales, de nuestras culturas, de nuestros modos de pensar, hacer y sentir; de nuestras historias, pero sobre todo, de nuestro presente y del futuro posible, que solo podemos construir verdaderamente por fuera del Estado capitalista y de sus instituciones nacionales e internacionales y de su cosmovisión occidental eurocéntrica.

Gonzalo salazar

1 Primera parte del libro Aproximación a la visión de un mejor país. Aportes a un imaginario colectivo en construcción del que es parte el presente capítulo

2 Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina, Quijano Aníbal, p 212, Centro de Investigaciones sociales (CIES), Lima. Taller de Gráficas y Servicios, julio de 2000, Buenos Aires, Argentina.

3El discurso del método- René Descartes. Impreso por primera vez en 1637

4Horizontes del vivir bien – Raúl Prada Alcoreza, publicado en www.praxisenamericalatina en 2014

5 Aguado, M., Benítez, C. (2015). Redibujando alternativas al capitalismo. Entrevista a Alberto Acosta. Iberoamérica Social: revista-red de estudios sociales (IV), Pp. 9-13. Publicado por www.rebelion.org el 18 de mayo de 2016.


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Ola Ché

¿porqué te quedaste entre sien y sien

y retrato?

con tu sonrisa inocente

con tu barba corta

con tu palabra de poeta

y tus manos medicinales

con boina negra y estrella

¿porqué si ya no eres?

hoy es un día que no soñaste

con niños grandes que te ven abuelo

con calles anchas y edificios que crecieron

sobre la misma miseria que odiaste

con robótica, informática y hambre

Ernesto, este es mi último pensamiento

por ti

pues no creo en muertos

ni en comandantes de cualquier oliva

el amanecer que viste fue apenas

un relámpago

y el día comienza hoy con tus sueños marchando al revés

Ché, no siento pena por ti

porque dejarás de ser medalla

y guerrilla de manigua

tus soldados de ciudad regresan

de la guerra con la munición en sus carnes

a tomar en un salto sus destinos

sin gloria, con hijos, con amores

pero tenlo por seguro Ché

que desde la Patagonia hasta el río Bravo

un murmullo con aroma de pueblo

reconstruye la memoria

sobre un mapa sin fronteras

con los colores de América

con tu voz y tu mirada

Por: Gonzalo Salazar


 

Anita, mujer revolucionaria

Por: Gonzalo Salazar
Las mariposas no saben que en su extensa lengua
llevan la simiente de una a otra flor
Las mariposas no saben que alimentándose, fecundan
Aunque vuelven en cada floración.
Es el movimiento de las olas del tiempo
que nos lleva al encuentro con mágicos seres
sedientos de libertad
Que no descansan en su tarea de fecundar y cuidar
cultivando en las mentes de los que necesitan
de los que construyen, de los que sienten y sueñan.
Nos encontramos nadando contra la corriente
tras la utopía
En la solidaridad, con tu ternura que también es sonrisa
En tu feminidad que todos llevamos dentro
pero que tú defiendes con altivez
En la dignidad que caminas y que quieres ser
En tu enseña de la letra y la palabra entre mina y  escuela
En la costura y el tejido que pasas de unas a otras manos
En la conspiración que caminas la noche
subiendo la loma
En el silencio de la espera y la atención de tus hijos
En tu rebeldía que nos haces vivir y mirar
Gracias Anita por tu sonrisa, por tu voz, por tu ejemplo, por tu presencia.
Gonzalo Salazar
Agosto 17 de 2017


 

Acuerdos y desacuerdos para el post-neoliberalismo

Por: Gonzalo Salazar
Parecía haber concluido con gran celebración mediática la negociación de la terminación del conflicto armado entre dos fuerzas políticas y militares: un sector de la insurgencia y el Estado oligárquico colombiano, lo que la institucionalidad del Estado ha llamado “fin del conflicto” y “proceso de paz””, pero las clases en el poder en su disputa por el protagonismo, desarrollaron una campaña de polarización y desinformación en torno al contenido de los acuerdos, que pretendía el presidente refrendar con el sí de un “plebiscito” (no necesario jurídicamente) realizado el 2 de octubre y que terminó por negar esa posibilidad, ganando el nó por un mínimo de votos (menos del 0.5% de los votos válidos) en un empate técnico que dejó en la incertidumbre a la sociedad y un vacío de poder en el ejecutivo.

El nó defendido por los sectores del narcotráfico y terrateniente, que pretenden nuevamente y para siempre, manejar los destinos de este país, exigieron la anulación de estos acuerdos, para que el uribismo los vuelva a negociar, continuando con la guerra que tanto les beneficia, y que no es únicamente contra las FARC; exigencia que no aporta nada nuevo, pues a última hora no importan los acuerdos firmados, sino, el protagonismo que pueda alcanzar alguno de los representantes de las clases en el poder, para hegemonizar la campaña electoral presidencial de 2016.

Sin embargo, la insurgencia y el gobierno manifiestan continuar con el plan de desarme y reincorporación y aceptan la participación del uribismo en la mesa de La Habana, pues la llamada comunidad internacional apoya este proceso, que según el jefe de las FARC “no tiene reversa”, pues la aplicación de los acuerdos con los cambios que le quieran hacer, no incidirá en la estructura social y económica de nuestra sociedad (fue la primera condición para dialogar), pero que de alguna manera el silencio de las armas nos alegra a las y los demócratas, revolucionarios y humanistas colombianos que nacimos y vivimos en la cultura de crueldad, violencia y exclusión que nos ha impuesto la oligarquía. Es un paso importante que baja un poco los factores de violencia de los últimos 60 años y muy significativo para los campesinos, indígenas y comunidades negras rurales, quienes han puesto la inmensa mayoría de los muertos y víctimas en esta guerra.

Los habitantes de los campos siempre han sufrido la crueldad y la ignominia de militares del Estado y de mercenarios al servicio de terratenientes, de narcotraficantes y de empresas agroindustriales, mineras y energéticas, quienes les han despojado de sus tierras, sus territorios, su tranquilidad y sus vidas; en varias ocasiones también han soportado la presión y el maltrato de la insurgencia; no tiene la misma importancia la confrontación armada para la mayoría de los habitantes urbanos, especialmente los jóvenes, pues aunque el conflicto social y armado se ha desarrollado en todo el país, los sectores populares de las grandes ciudades -a excepción de Bogotá-, donde la polarización mediática atizó la disputa por el nó de la refrendación no la han vivido con la misma intensidad en su componente militar, aunque sí económica y políticamente; se comprobó con los resultados de la elección, en los territorios donde las comunidades han sufrido y resistido la atrocidad de la guerra, como Chocó, el Cauca, Putumayo, Nariño y Boyacá la mayoría se decidieron por el sí (Bojayá con el 96% Toribío con el 87%), pero donde es fuerte la influencia paramilitar, como Antioquía, el Eje Cafetero, Cundinamarca, Santander y Norte de Santander, obtuvo mayor votación el nó. Este plebiscito, como casi todas las elecciones en Colombia, (campaña con desinformación, mentiras y terrorismo difundida por los medios masivos privados) es ilegítimo, pues votó menos del 35% de los ciudadanos aptos para hacerlo y más del 90% de los electores no conocían el contenido de los acuerdos, votaron por la presión de las maquinarias electoreras, el chantaje de los gamonales en las zonas rurales y por la propaganda mediática de la ultraderecha.
La firma de los acuerdos, promocionada por el establecimiento, apoyada por los organismos “multilaterales” como el FMI, el BM y la OMC (grandes beneficiarios del conflicto y del “posconflicto”) e instituciones internacionales como la OCDE, la ONU, la UE y la OEA, y que fue negada por los votantes, despertó los anhelos de verdad, justicia y reparación en las víctimas; mientras por otro lado, el conflicto -con su componente de violencia- originado en la desigualdad social y económica se intensifica, con acuerdos o sin ellos, continuarán siendo los sectores populares las víctimas (indígenas, campesinos, negros y sectores urbanos organizados).

Lo otro es el futuro cumplimiento de esos acuerdos, sobre todo el primer punto, relacionado con la propiedad y uso de la tierra, origen y factor permanente en esta confrontación violenta de clases, para lo cual el Estado dice garantizar la redistribución de tres millones de hectáreas -cuando las robadas son más de siete millones en los últimos veinticinco años-; expropiando algunas tierras a narcotraficantes y corruptos procesados, comprando otras a los que las robaron y formalizando la propiedad de baldíos, sin tocar al latifundio ni al minifundio estructurales; este proceso se hará con una parte de las víctimas (las que sobreviven y se atreven a reclamar) pues muchos de los y las desplazadas le tienen más miedo al regreso que a la miseria en que sobreviven en las periferias y en las calles de las ciudades.

En lo que el documento llama Reforma Rural Integral no aparece la soberanía alimentaria ni la disminución de los monocultivos ni la creación de un ente con participación de los campesinos de pequeña y mediana propiedad, que garantice la producción de alimentos para consumo interno sin recurrir a la importación; tampoco se plantea la disminución de la minería a cielo abierto ni de las cientos de licencias ambientales para prospección y explotación, que prácticamente entregan más del 67% del territorio nacional para el negocio minero transnacional, donde no cuenta la importancia de los ecosistemas generadores y albergues de biodiversidad, de fuentes hídricas y productoras de oxigeno y, de las comunidades que habitan estos territorios. El primer punto, que mínimamente beneficiaría a las víctimas, es el que los terratenientes y los extractivistas pretenden renegociar, mientras el uribismo quiere meter en la cárcel a toda la dirigencia de la guerrilla y dejar en la total impunidad el genocidio propiciado por el Estado.

Muchos son los propósitos democrático-liberales económicos y políticos acordados (aparecen en la Constitución como derechos y, obligaciones del Estado en los planes de desarrollo departamentales y en el Plan Nacional de Desarrollo), como los que tienen que ver con educación, salud, comunicaciones, garantías para la participación política, estimulo a la producción e infraestructura campesina, nunca cumplidos ni ejecutados, que adornan estos acuerdos y que las victimas esperaban no fuera otro truco de tahúr o el señuelo para volver a la tragedia tantas veces repetida en nuestra historia, que después de 1781 la amnesia colectiva no nos deja reconocer. Mientras tanto, los demócratas, revolucionarios y humanistas que anhelan un mejor país, continúan en la construcción de alternativas económicas, sociales y culturales con los sectores y movimientos populares sin ingerencia de la institucionalidad capitalista, simultáneamente a la lucha por los derechos y el respeto, consignados en la Constitución Política de Colombia y en las cartas internacionales de los Derechos Humanos, Derecho Internacional Humanitario y Derechos de los Pueblos.

Este tipo de acuerdos obedecen más a las necesidades de adecuar las condiciones políticas, económicas y jurídicas para la ejecución de planes estratégicos en el post-neoliberalismo (extractivismo), tratando de eliminar las resistencias y reducir los incentivos a la rebelión que generan la desigualdad social y el modelo económico, combatiendo a los que persistan en cambiar las estructuras del Estado y de la sociedad, (así lo hagan con las armas o con la movilización social) y reinsertando a los que desistan de hacerlo, ofreciéndoles ayuda económica y dándoles espacios de participación política a nombre de la paz, o sea, institucionalizando las luchas de los rebeldes.

La movilización popular empieza a exigir la aplicación de los acuerdos firmados en La Habana y la continuación de la negociación con el ELN, en los territorios más golpeados por el conflicto las comunidades rechazan la forma en que quienes no han sufrido la guerra decidan por ellas; los estudiantes han sido los primeros que se han tomado las calles diciéndole nó a la guerra; aunque haya sido una decisión ciega de una parte del pueblo, los deseos de la mayoría de los que votaron, incluyendo muchos del no, realmente quieren la paz; los violentos siempre serán una minoría que manipula la voluntad de los ingenuos. En medio de la crisis política, en las primeras 48 horas después del conteo de los votos, el gobierno perdió el control, dando palos de ciego, tratando de complacer al uribismo, arriesgando lo alcanzado con los acuerdos, por lo que la presión popular y la comunidad internacional que le asignó el Premio Nobel de Paz como forma de expresar su respaldo, prácticamente obligan al presidente a continuar con el proceso. Este no es precisamente un proceso revolucionario, pero los sectores populares pueden y deben aprovechar esta crisis para organizarse y luchar desde la localidad y la región, por su autonomía y democracia radical con independencia de la institucionalidad del Estado, por cambios estructurales, por respeto y justicia social, por su bien vivir, como parte de esa paz que ansían.

La paz no es ni siquiera una utopía común para todos los y las colombianas, pues unos la consideran como el Estado que les garantiza libertad y seguridad para acumular riquezas, defender por todos los medios sus propiedades y mantener su estatus social; para la mayoría, es sencillamente dejar de sufrir necesidades básicas, intercambiar y compartir con alegría en solidaridad y respeto, en igualdad de condiciones, los bienes naturales y culturales y los productos de sus trabajos económicos, utilizando racionalmente los adelantos científicos y tecnológicos no perjudiciales a su salud ni al medio ambiente, y convivir pacíficamente en sus territorios comunes.

Por: Gonzalo Salazar

Mendicidad, Mala Consejera

Por: Gonzalo Salazar, «Cuadernos de Reencuentro»

En los países del norte, llamados desarrollados, existen Organizaciones privadas No Gubernamentales para proteger el medio ambiente, para ayudar a las mujeres, a los niños, a los desplazados, a los perseguidos políticos, a los pobres de los países del “tercer mundo”, la mayoría financiadas y o dependientes política y económicamente de transnacionales y de instituciones estatales e internacionales como Naciones Unidas, el Banco Mundial, la Unión Europea y la OTAN, que en realidad están al servicio de esos estados e instituciones; algunas lo hacen con buenas intenciones, pero generalmente esas ayudas les niegan a los pueblos las posibilidades de reivindicación de sus derechos y su emancipación para combatir las causas reales y originarias de sus problemas.

Estas “ayudas” en muchos países empobrecidos solo han servido para dividir, corromper y enfrentar sectores populares entre sí por las migajas que envían dichas agencias filantrópicas del norte a los mendigos del sur “subdesarrollado”, muchas veces con la complacencia de supuestas organizaciones de izquierda que también han sido financiadas por esas ONG, mientras las multinacionales y transnacionales de los países del norte continúan saqueando y oprimiendo a los pueblos del oriente y del sur. Las ONG internacionales hacen parte de los planes imperialistas de dominación neoliberal en la aplicación de políticas económicas y financieras como las Reformas Estructurales a los Estados, y los Ajustes Macrofiscales.

De esos países (USA, Canadá, Israel, Inglaterra, Francia, España, Holanda, Noruega, Suecia, Dinamarca, Alemania…) vienen los asesores militares que entrenan y arman a los militares y paramilitares que asesinan, violan, torturan y desplazan  a nuestros pueblos; vienen sus ONG con investigadores sociales a robar tesoros culturales, a cambiar las cosmovisiones de los pueblos para justificar la extracción de sus recursos biológicos, minerales y energéticos; vienen con técnicos exploradores como parte del plan neocolonial. Muchas de esas instituciones a la vez son financiadas por las mismas transnacionales que explotan, expolian y financian las guerras contra nuestros pueblos. El coltan, el oro, la plata, el litio, el níquel, el cobre y muchos minerales que utilizan las corporaciones transnacionales de las telecomunicaciones y la cibernética para fabricar aparatos eléctricos y electrónicos (teléfonos móviles, ordenadores, controles digitales)  los extraen de nuestros territorios violenta, legal e ilegalmente, utilizando mafias esclavistas, los autodenominados países “democráticos” y “pacifistas” de Europa y Norteamérica, de donde viene la supuesta Cooperación Internacional, de la cual es parte la ayuda de sus ONG. Después vendrán las ONG de los emergentes con los mismos métodos y objetivos.

            La injerencia de ONG internacionales y nacionales en las organizaciones indígenas, campesinas –recordemos el Instituto Lingüístico de Verano y su proyecto Lomalinda, supuestamente antropológico, los cuerpos de paz- comunidades negras y en las periferias de las ciudades, “preocupadas” por la situación que estas viven, generalmente terminan cumpliendo objetivos nocivos (esterilización y utilización como conejillos de indias a nuestras comunidades, robo de sus conocimientos ancestrales, apropiación de los bancos genéticos, apropiación de sus territorios) pues además de inspeccionar nuestros territorios en busca de minerales y riquezas naturales, desvían sus luchas por autonomía, condicionándolas, creando dependencia con programas de beneficencia y la ejecución de micro-proyectos productivos individuales y locales, aislándolas políticamente de otros sectores sociales, impidiéndoles su propia organización, cambiando sus culturas; como lo han hecho las fundaciones Rokefeller, la Ford, Palmolive, entre otras en Colombia. Muchas ONG “nacionales” son financiadas por otras ONG internacionales y por empresas transnacionales que monopolizan grandes sectores agroalimentarios, laboratorios de genética, bioquímica y biotecnología y del mercado minorista de alimentos (Monsanto, Cargill, Tyson), que llenan de hambre y pobreza a campesinos y pobladores de nuestras ciudades; otras hacen el trabajo de acondicionamiento ideológico cambiándoles sus cosmovisiones generalmente mediante asesorías técnicas y de “desarrollo comunitario”  que incluyen la cooptación y el reclutamiento político y religioso, en los territorios donde se tiene programado la instalación de plantas extractivas o donde se van a construir megaobras que benefician a las transnacionales.

En pleno proceso de negociaciones del gobierno con la insurgencia, algunos funcionarios han expresado que los recursos y la ejecución de los programas sociales que surjan del proceso de paz serán administrados por la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID, por sus siglas en inglés) además de la NED, supuesta fundación para el “desarrollo de la democracia”, que cumple funciones de sabotaje, planeación, organización y dirección de atentados, revueltas y golpes políticos y militares a los gobiernos progresistas y disidentes de la égida norteamericana, tal como sucedió en Honduras, Paraguay, Venezuela, Ecuador, Bolivia y en muchos países con las “revoluciones de colores” (utilizadas en la supuesta primavera árabe, en el norte de África y Europa del este), en la estrategia de las guerras de cuarta generación o asimétricas. No serán solo ONG norteamericanas las que van a asesorar y ejecutar programas y proyectos sociales en el posconflicto, pues las europeas han sido muy activas y continuarán en este proceso. También las empresas transnacionales invierten en lo que ahora llaman responsabilidad social –además para reducir el pago de impuestos- con  las comunidades donde explotan  nuestros recursos energéticos, como la Pacific Rubiales, la Drumond o la Anglo Gold Ashanty, con gran despliegue publicitario de pequeños proyectos “comunitarios” y microproyectos productivos individuales insostenibles a mediano plazo en sus zonas de operación, directamente y a través de sus propias ONG.

En las ciudades algunas ONG causan daños a los sectores populares, con sus programas de educación y de asistencia social, destruyendo sus organizaciones, convirtiendo en indiferentes sociales o en aliados del régimen oligárquico y en mendigos a los pobres. Esas ONG y la proliferación de sectas religiosas venidas del norte, dividen a los movimientos sociales, promoviendo el individualismo y el conformismo, igual que lo hacen los politiqueros. Claro que existen unas pocas ONG que prestan ayuda a sectores vulnerables como las víctimas del conflicto (de Derechos Humanos, Derecho Internacional Humanitario), y a los perseguidos políticos, pero son la excepción. Las ONG de diversas procedencias han tenido asiento en nuestros territorios. En los 50 del s XX estuvieron algunas europeas, en los 60, en su mayoría norteamericanas, como las fundaciones Rockefeller y Ford, “cooperaron” con programas asistencialistas y de formación profesional dentro del programa estratégico Alianza para el Progreso con sus componente militar y civicomilitar (plan LASO) similar al Plan Colombia, con la CARE que donaba alimentos enlatados a las comunidades y escuelas en las zonas de guerra; en la educación superior con algunos programas de investigación científica en las universidades públicas, tratando de frenar la lucha estudiantil contra el imperialismo norteamericano. Recordemos que los ataques a las colonias campesinas, (El Pato, Guayabero, Marquetalia, Rio Chiquito) integradas por desplazados y perseguidos, quienes conservaban sus Autodefensas, se da en los años 60 en el marco de este plan, en el que participaron ONG norteamericanas (CARE), como parte de su estrategia anticomunista y en apoyo al pacto liberal-conservador del Frente Nacional, formado después de masacrar a más de 300.000 campesinos,.

Hoy también lo hacen ONG españolas, holandesas y canadienses, “extraño”, cuando empresas de estos países están invirtiendo en ramas como la megaminería, la banca y las telecomunicaciones. La mayoría de ellas son parte de los planes imperialistas europeos y norteamericanos, que preparan el terreno político y social para el despojo y el saqueo de nuestros recursos naturales energéticos y mineros dividiendo a las comunidades objeto de sus actividades; agencias como la norteamericana USAID, (depende de la CIA y el Departamento de Estado involucrada en sabotajes, conspiración contra pueblos y desestabilización de gobiernos disidentes de las políticas norteamericanas en todo el mundo, que en muchos casos han incluido atentados terroristas y golpes de Estado militares y civiles) que actúa a través de la NED y muchas ONG nacionales e internacionales en todo el mundo, organizaciones que a la vez cumplen funciones de espionaje e inteligencia militar en contra de los mismos campesinos e indígenas y demás sectores populares que dicen ayudar.

En los países empobrecidos de África (Somalia, Ruanda, Etiopia …) permanecen muchas ONG “humanitarias” supuestamente aliviando el dolor de la violencia y el hambre, llevándoles a las víctimas ayudas y consuelo, pero la situación empeora, puede que algunas lo hagan de muy buena voluntad, pero las mafias internas y transnacionales continúan financiando guerras intestinas, para saquear los recursos naturales mineros, energéticos, biológicos, cada una con su ejército privado, destruyendo la soberanía alimentaria, sumiendo en la miseria y la ignorancia a todo un continente, con billones de dólares de ganancia ilícita, en complicidad con la ONU y sus instituciones (FAO, OMS,  FAO, UNICEF, PUND, ACNUR).

La mejor ayuda que pueden hacer los pueblos, los humanistas, los trabajadores los revolucionarios y las ONG humanitarias de los países del norte es no ayudar con migajas, por el contrario, deberían:

  • Educar a sus sociedades para que frenen el consumismo y produzcan con sus propios medios lo que necesiten para vivir, como lo hacían siglos atrás.
  • obligar a sus estados y corporaciones transnacionales a devolver a los pueblos las riquezas naturales (recuperación de ecosistemas, especies, limpieza de los océanos, fertilidad de la tierra) y los tesoros históricos y culturales que se robaron y que ostentan en lujosos museos e infraestructuras.
  • Obligar a sus Estados a resarcir económica y moralmente por sus prácticas colonialistas, genocidas y racistas ejercidas contra los pueblos del sur históricamente.
  • Acusar judicialmente y Denunciar internacionalmente a sus gobiernos y transnacionales de los daños ecológicos y sociales que ocasionan con sus acciones de saqueo de recursos naturales y de endeudamiento de nuestros países;
  • Obligar a las transnacionales de sus países a entregar a los pueblos donde explotan recursos naturales, todas las plantas de explotación (fabricas, infraestructura, bancos) sin ningún tipo de pago o indemnización, como parte del pago por los daños causados en los últimos 300 años.
  • Exigir a los organismos financieros (FMI, BM, BID) a condonar todas las deudas impuestas a los pueblos del sur, o cobrárselas personalmente a los funcionarios que recibieron y dilapidaron dichos recursos; exigiendo a su vez la desintegración de estos organismos.
  • Exigir la desaparición de la Organización Mundial de Comercio, eliminando las leyes sobre patentes y propiedad intelectual, reconociendo la propiedad colectiva de de los conocimientos y saberes que de la naturaleza han desarrollado y acumulado los pueblos originarios y modernos en sus territorios
  • Obligar a sus estados a acabar con los Complejos Militares Industriales europeos y norteamericanos, prohibiendo la exportación de armas, exigiendo desmovilizar a sus ejércitos involucrados en guerras de exterminio y despojo contra otros pueblos, desintegrando la OTAN.
  • Convocando al tribunal de los pueblos para que juzgue a esta organización y demás organismos “multilaterales” a los gobiernos y empresas que promovieron, financiaron y se beneficiaron de estas atrocidades, y a los militares ejecutores, por los crímenes de lesa humanidad y lesa naturaleza.
  • Oponerse, a las guerras contra los pueblos del sur, vetando comercial, política y diplomáticamente a los gobiernos represivos, genocidas, ilegítimos que oprimen y reprimen a sus pueblos, como el colombiano.
  • Defendiendo las luchas de liberación nacional y social de nuestros pueblos, reconociendo y respetando la Autodeterminación de los pueblos; pero sobre todo.
  • Eliminando política y económicamente a sus oligarquías y monarquías imperialistas guerreristas, construyendo una nueva sociedad humanista, justa y solidaria en sus países, que para subsistir no necesiten oprimir, explotar, asesinar y saquear a otros pueblos.

La solución a los problemas de corrupción, despilfarro y apropiación personal del erario no se puede dar con el perfeccionamiento del sistema capitalista; en los países enriquecidos se pueden dar el lujo de «depurar» y adecuar sus estados a las necesidades de sus élites, dando la sensación de una democracia justa, pero no olvidemos que esos países son ricos por la expropiación y el despojo que han realizado sus burguesías durante siglos a sus propios pueblos y a diversos países de Asia, África y América Latina, razón por la cual las multinacionales y los millonarios de esos países les tiran migajas a sus ciudadanos; haciéndoles creer que el capitalismo es justo, democrático y bueno. Manteniendo a sus pueblos contentos, impiden que estos se preocupen por la situación política y social de los otros pueblos, solo pueden ver la miseria y la violencia como un mal imposible de cambiar, y por lo tanto lo único que se puede hacer es ayudarles a los «atrasados» o subdesarrollados con pequeños proyectos humanitarios o con el asilo político a las víctimas, con la supuesta Cooperación Internacional; no están interesados en eliminar al capitalismo.

Tampoco podemos obviar las ONG nacionales (fundaciones, corporaciones), que en su mayoría cumplen la misma función, reemplazando al Estado en el asistencialismo y en el desvío de recursos para necesidades básicas, cuando administran programas educativos, culturales o de generación de recursos para las comunidades pobres, además, algunas veces actúan como representantes de las comunidades y de sectores sociales; otras veces como bancos, como organizaciones políticas y o religiosas. En general estas organizaciones actúan como empresas privadas al servicio de ONG internacionales, de grupos políticos, de empresas privadas y del mismo Estado, por lo que se les puede llamar  Organizaciones Progubernamentales. Como en todo, hay dignas excepciones, pero este tipo de organizaciones no deben existir en una sociedad democrática, equitativa y solidaria.

La mentalidad de mendicante que se mantiene con el asistencialismo y la Cooperación Internacional viene de la misma oligarquía que siempre necesita de otros, internos y externos, para mantenerse y servir al capitalismo nuestras riquezas; por esto vemos y escuchamos campañas mediáticas promovidas por el capital privado, por ONG e instituciones del Estado para ayudar a los soldados lisiados en la guerra contra el pueblo, Solidaridad por Colombia, el Banquete del Millón de la iglesia católica, y las que diariamente hacen los medios por los niños descalzos, enfermos, sin casa, sin estudio Etc., todo por la incapacidad del Estado oligárquico, tanto, que la mendicidad se palpa todos los días en las calles, en los semáforos, en los buses (reprimida, estigmatizada y escondida cuando le conviene a los gobernantes), como en la cantidad de loterías, chance y rifas, de donde salen los recursos para la salud.

Las ONG volverán a la palestra en el supuesto posconflicto para apaciguar las ansias de justicia social, dando dulcecitos a las víctimas y despojados para que la estructura del Estado siga igual, al servicio del capitalismo criollo y transnacional. Sin embargo el inconformismo continúa creciendo y los sectores populares buscando alternativas a la pobreza y la dependencia, se expande la preocupación por la construcción de un mejor país por fuera de la institucionalidad de este Estado, se pone en el orden del día la organización y la solidaridad, las iniciativas colectivas, la producción y el intercambio de productos e ideas, la creación de redes y bases del poder popular con nuestros propios recursos, simultáneamente a la protesta y a la exigencia al Estado de soluciones reales a los problemas del pueblo.

 Por: Gonzalo Salazar, «Cuadernos de Reencuentro»

DE PRODUCTORES A CONSUMIDORES… A MARGINADOS Un mundo de trabajos

Por: Gonzalo Salazar «Cuadernos de Reencuentro»

 “El ser humano es visto en su totalidad como un medio de producción.

Es a la vez capital, mercancía, trabajo y mercado. Vale sólo si funciona como capital.

Se gesta, de esta manera, un proyecto en donde es y se le trata como capital

y sólo si se reconoce como tal puede entrar en un proceso de valorización

que se toma creciente en la medida en que sea capaz de inscribirse

como necesario a un proyecto transnacional.”[1]

La época del trabajo como principal función y obligación moral de los individuos ante la sociedad, como único medio de subsistencia de las clases empobrecidas y del proletariado, parece que ha llegado a su fin; por lo menos el trabajo como alquiler de mano de obra dependiente jurídicamente de una empresa o empleador, no está en la agenda de solución a la crisis estructural del capitalismo, al contrario, al generar puestos de trabajo estable se reducen los índices de acumulación; la dinámica del desarrollo tecnológico acelera el crecimiento del desempleo estructural. Razón por la cual los capitalistas orientan el desarrollo de sus negocios a reducir los costos de producción automatizando, reduciendo el valor y la cantidad de mano de obra, acumulando mercancías, promoviendo el consumo.

En su etapa imperialista el capitalismo multiplicó sus fuerzas productivas (conocimiento, infraestructura y tecnología) mediante la explotación de los trabajadores como nunca lo hizo otra civilización, despojó de los medios de subsistencia a la mayoría de la humanidad, lanzándola de los campos y la periferia a las ciudades, a las fábricas, a las calles, como mano de obra semi-esclava, luego también como consumidores de la superproducción industrial. Este desarrollo tecnológico y científico amplía la esclavitud de los trabajadores; obliga a millones de pobres de los países “subdesarrollados” a emigrar a las metrópolis imperialistas para servir en la producción, en los servicios, en la investigación científica de los países ricos.

El desarrollo industrial de las metrópolis lo fue gracias a la mano de obra y al saqueo de materias primas y recursos naturales de los países pobres. Pero los países imperialistas no pueden absorber toda esa avalancha de mano de obra migrante, cuando no pueden garantizar el empleo a sus naturales en medio de la actual crisis sistémica. La tercerización y la “flexibilización“ laborales, la pauperización del salario, junto al desempleo estructural y la automatización, deja en la incertidumbre a las nuevas generaciones de trabajadores, quienes pasan a ser prescindibles en el mercado laboral e invisibles en las estadísticas de consumidores.

Después de haber elaborado toda una ética del trabajo, obligando a campesinos y artesanos a salir de sus espacios y ocupaciones para vender su fuerza de trabajo, creando alrededor de las fábricas un ejército de reserva laboral (obediente y disciplinado mediante el terror y el discurso moralista) disponible para ser explotado, con salarios que escasamente alcanzaban a cubrir las necesidades básicas de subsistencia, el capitalismo moderno promueve el consumismo como única forma de existir, en la cual la consigna es trabajar en las condiciones que sea necesario para adquirir el dinero y cumplir con la función de consumidor-a. En el comienzo de la manufactura, el capitalismo instruye al obrero en la realización de una tarea; cualifica técnicamente esa mano de obra a través del estado “benefactor” en su etapa industrial, formando una élite tecnócrata, que con la automatización avanzada y la cibernética como forma operativa a distancia, este sector técnico profesional empieza a ser desplazado, primero de sus sitios de trabajo en las plantas de producción y en las oficinas, y luego de sus empleos, echándolos al moderno sector de los excluidos o desechables del siglo XXI.

 

“El problema central que enfrentaban los pioneros de la modernización, era la necesidad de obligar a la gente –acostumbrada a darle sentido a su trabajo a través de sus propias metas, mientras retenía el control de las tareas necesarias para hacerlo- a volcar su habilidad y su esfuerzo en el cumplimiento de tareas que otros le imponían y controlaban, que carecían de sentido para ella, la solución fue la puesta en marcha de una instrucción mecánica dirigida a habituar a los obreros a obedecer sin pensar, al tiempo que los privaba del orgullo del trabajo bien hecho, y se les obligaba a cumplir tareas cuyo sentido se les escapaba. Como comenta Werner Sombart, el nuevo régimen fabril necesitaba solo partes de seres humanos: pequeños engranajes sin alma integrados a un mecanismo mas complejo. Se estaba librando una batalla contra las demás “partes humanas“, ya inútiles: intereses y ambiciones carentes de importancia para el esfuerzo productivo, que interferían innecesariamente con las que participaban de la producción. La imposición de la ética del trabajo implicaba la renuncia a la libertad.” (Bauman).

 

            El desarrollo tecnológico (diseño, automatización y producción de máquinas) concentró el proceso de producción en la fábrica, desplazando mano de obra del campo a la ciudad; este desarrollo es el que utiliza Frederick Taylor a finales del s. XIX para aplicar su método mecanicista de producción para maximizar la productividad de los medios de producción (mano de obra e instrumentos de producción) industrial, dividiendo sistemáticamente las labores en una organización del trabajo, desarticulando el proceso de producción, llevándolo a tareas simples y especializadas, este método controla cronológica y cuantitativamente la producción. Ante el rechazo de los trabajadores los patronos ofrecen más pago y primas. De esta forma el trabajador artesanal pierde el control y el conocimiento de todo el proceso de producción.

A principios del s XX la producción industrial intensifica más la explotación profundizando y generalizando la división y especialización del trabajo, integrando el proceso de producción en cadenas de ensamble y la producción en serie en las fábricas de automóviles de Henry Ford, generando acumulación de mercancías con destino a un nuevo sector de consumidores, lo que vino a llamarse el modelo fordista de producción. Este modelo creó un nuevo trabajador especializado con una formación técnica diferente al proletario no calificado de la manufactura, que se fue perfilando como una aristocracia obrera con mejor capacidad de consumo y organizados en los modernos sindicatos de USA y Europa. Al mismo tiempo que se consolidaba el fordismo en el mundo capitalista, en la URSS se impulsaba el estajanovismo para multiplicar la producción mediante la súper-explotación “voluntaria” de los trabajadores por el capitalismo de Estado, un método que también ofrecía incentivos personales, que empezó en las minas, una forma de competencia en la productividad y en el desarrollo de las fuerzas productivas con el capitalismo.

El fordismo se fortaleció y se generalizó con la aplicación de la teoría económica keynesiana, que buscaba alternativas a la Gran Depresión de los años 30, comprometiendo al Estado como dinamizador de la economía, mediante el gasto público, y el estimulo a la productividad (modelo económico sobre el que se asentaría el Estado de Bienestar después de la segunda guerra mundial) que multiplicaría la demanda, que daría la posibilidad al pleno empleo y a la concertación de las empresas con los sindicatos. En los 50 vendría la automatización (y el rechazo de los trabajadores a esta innovación) a acelerar el proceso de producción y la dinámica de la sociedad en torno al consumo.

            En los 70 del s. XX el fordismo-keynesianismo es superado por un modelo de explotación más sofisticado basado en la “cooperación de los trabajadores en alcanzar las metas de las empresas, en el que los obreros identifican sus intereses con los de la empresa, algo parecido al estajanovismo pero de compromiso colectivo con autocontrol; los obreros no solo aportan su capacidad laboral, sino también su creatividad y su multifuncionalidad para asumir cualquier tarea con tal de mejorar la calidad del producto o el servicio, en este sentido también similar al artesano que se esmera para que el producto sea de optima calidad (trabajo en equipo, conciliación de clases); este modelo propuesto por el ingeniero Ohno y desarrollado en la fábrica Toyota en Japón, permite la racionalización de los recursos porque no se produce para mantener existencias, sino para la demanda. Hoy el neoliberalismo desestructura el proceso productivo convirtiendo al mundo en una gran maquila, en el que la dirección es externa a las plantas de producción, las cuales, solo hacen una parte del producto, o producen para transnacionales que nada tienen que ver con los medios físicos de producción ni con el capital variable (salarios). Estas corporaciones subcontratan para cada parte de la producción y la distribución a pequeñas, medianas y grandes empresas que muchas veces operan clandestinamente utilizando mano de obra esclava, evadiendo impuestos y controles de calidad en los países donde se ubican, muchas veces temporalmente.

El fin último de todos los métodos de organización del trabajo en la producción capitalista es intensificar la explotación de los trabajadores, reduciendo el tiempo, los costos de producción y la mano de obra; concentrando, especializando y separando el conocimiento del proceso de producción en los ingenieros y tecnólogos en la era industrial; hoy con la cibernética, estos conocimientos se concentran en los discos duros y programas informáticos, siendo patentados cada uno de los procedimientos, modelos y materiales utilizados utilizados en la fabricación del producto.

            En Colombia, como Neocolonia, se han aplicado estos métodos de explotación, predominando el fordismo por la formación económica, en la que los empresarios industriales no desarrollaron industria pesada ni tecnología de punta, (no hubo un desarrollo al estilo clásico europeo o norteamericano) sin embargo algunas grandes empresas multinacionales y una pocas “nacionales” intentaron aplicar el toyotismo sin incentivos o compensaciones a sus trabajadores, esta tendencia la llegaron a impulsar en los 80 y 90 algunos sindicatos y ONG que se identificaban con el pensamiento socialdemócrata, los mismos que después apoyarían la flexibilización y la tercerización neoliberales.

Los trabajadores en su historia han buscado su organización y su unidad en la lucha contra la explotación y el capitalismo, han juntado sus fuerzas en la movilización, como han acogido con emoción y esperanza las experiencias, la filosofía emanada de su práctica social, de la solidaridad y la fraternidad, sintetizada en el movimiento socialista mundial, han aprendido de sus derrotas, han alcanzado reivindicaciones para toda la humanidad. Desde la revolución francesa, pasando por la heroica Comuna de Paris, por la revolución socialista de octubre, por todas las revoluciones de los pueblos, los trabajadores y trabajadoras hasta hoy, han estado en la primera fila en el combate junto a todos los oprimidos y explotados.

El movimiento sindical en Colombia tiene en su historia varias etapas, con raíces en el movimiento de los artesanos y las Sociedades democráticas del siglo XIX y la CON (Confederación Obrera Nacional) fundada en la primera década del siglo XX, compuesta por artesanos y obreros), desde las luchas agrarias de los años 20 y 30 y el surgimiento de la clase obrera en las áreas productivas agroindustrial (bananera, azucarera algodonera cafetera), infraestructuras, obras públicas, de transportes ferroviario y fluvial, la explotación minera y energética (petrolera) y la incipiente industria del siglo XX, que marcaron las luchas obreras por mejores condiciones de vida y de trabajo, con dos potentes instrumentos de combate: la unidad de los trabajadores y la huelga de solidaridad, enriquecidas y orientadas con el pensamiento socialista del siglo XIX y las experiencias del movimiento obrero norteamericano, europeo y especialmente de la revolución de octubre de 1917 en Rusia, (donde fueron determinantes el Partido Bolchevique y el proletariado como dirigente y vanguardia política y social) ideas divulgadas por un grupo revolucionario de la clase media intelectual, en el que participaban socialistas, anarquistas y comunistas, que integraban el Partido Socialista Revolucionario (1926). Dirigentes como Tomás Uribe Márquez, Ignacio Torres Giraldo, Raúl Eduardo Mahecha, María Cano, Vicente Adamo, recorrían el país acompañando y compartiendo con los trabajadores rurales y urbanos sus luchas, como la huelga de los petroleros en 1924, los bananeros en 1928, los conflictos de los braceros del río Magdalena, y los ferroviarios en los años 40 y 50, los corteros de caña, los cafeteros en los 50 y tantos más

El movimiento obrero enfrentó desde el principio al capital transnacional –al imperialismo norteamericano- presente en el país y la represión del Estado cipayo, sin embargo los trabajadores con sus luchas alcanzaron muchas de las reivindicaciones que hoy les quita el modelo neoliberal extractivista. En los años 30 y 40, durante los gobiernos del liberal Alfonso López Pumarejo les fueron reconocidos derechos como la contratación colectiva a través de los sindicatos, el derecho a la huelga, las 8 horas de trabajo, algunas prestaciones sociales, derecho a la salud, a la educción; por esta misma época el Estado reconoció la central obrera Confederación de Trabajadores de Colombia CTC de filiación liberal, en la que también tenía influencia el Partido Comunista. La UTC, promovida y orientada por la Iglesia católica, reconocida por el gobierno conservador de la época como “oposición” a la liberal CTC, pero más por dividir y mantener en el redil del conformismo y la sumisión a los trabajadores. Ante la posición conciliadora patronal de estas Centrales, algunos sindicatos de ellas, otros influenciados por el partido comunista y algunos independientes, deciden fundar la Confederación Sindical de Trabajadores de Colombia CSTC en 1964

En los 60 los triunfos revolucionarios en Asia y África, los cambios políticos en Europa oriental y en la misma URSS y la división en el campo socialista (incluida China), y sobre todo la revolución cubana, influyeron en la formación de nuevas corrientes políticas en el movimiento revolucionario internacional, por consiguiente en el sindical, llevando a la conformación de grupos y comités de estudio y trabajo sindical (CTS, CIS… trotskistas, marxistas leninistas, maoístas, castristas) en el país, dentro y por fuera de las Centrales, a la creación de federaciones regionales y por ramas de industria y servicios, generalmente promovidas por organizaciones políticas de izquierda, que reunían sindicatos disidentes de las Centrales oficiales, conformando un grupo “revolucionario” en lo que se llamó el sindicalismo “clasista”, “independiente” que confrontaba política e ideológicamente con la CSTC (influenciada por el Partido Comunista) catalogada por los otros como “revisionista”. Producto de esta discusión el sector socialdemócrata del sindicalismo se reúne en la Confederación General del Trabajador. Época de caloroso debate político entre los trabajadores, que aunque divididos por tendencias políticas, confluían en las luchas por sus intereses comunes con las centrales “patronales” CTC y UTC, cuyo máximo evento de unidad y acción fue el gran paro cívico de 1976. Esta gran movilización concitó a sectores populares de las ciudades, a indígenas y a los campesinos de la ANUC línea Sincelejo

La necesidad de una central única de trabajadores, gran preocupación de la izquierda, en medio de la vorágine neoliberal, solo alcanzó para la unidad del sector independiente junto a la CSTC, acoger disidentes de la UTC, la CGT y la CTC, en la nueva Central Unitaria de Trabajadores CUT en 1986. Este sueño de la unidad total en una Central única que reúna a todos los trabajadores sindicalizados, se fue perdiendo en el tiempo, reduciéndose el sindicalismo en la actualidad a la expresión de tres pequeñas Centrales: CTC, CGT y CUT, que con todas sus taras, debilidades y limitaciones, con los vicios de burocratismo, gremialismo y corrupción de algunos de sus dirigentes, son la estructura que los trabajadores con verdadera conciencia política de clase, tienen que depurar, fortalecer y transformar en una fuerza política y social junto a los demás sectores populares para construir una sociedad justa y solidaria.

La utópica teoría liberal de pleno empleo dejó de ser una posibilidad a partir de la automatización de las cadenas productivas de los años 50; hoy ha dejado de ser base del discurso de políticos y economistas neoliberales para ampliar la productividad, al contrario, el objetivo es la reducción del salario y del número de trabajadores en las empresas para ser exitosas y competitivas. La globalización del capital y el modelo neoliberal eliminaron el salario en las relaciones laborales a través de la flexibilización laboral que en la práctica anula el contrato de trabajo, la estabilidad laboral y las llamadas prestaciones sociales que formaban parte del salario. De la misma manera los trabajadores ven reducidas las posibilidades de pensionarse y de tener acceso a la seguridad social en la incertidumbre del mercado laboral. Hoy es la supuesta inversión extranjera en megaminería, comódities y las maquilas en los países de la periferia, las actividades de mayor crecimiento económico, que requieren un mínimo de fuerza de trabajo humana.

La mundialización del capital acabó con el concepto de trabajo o empleo clásico; la desarticulación del proceso de producción en la nueva distribución internacional del trabajo, distribuyendo temporalmente partes de este en diferentes lugares del mundo (maquilas) donde la mano de obra, las materias primas y las obligaciones fiscales sean de ínfimo valor; esto descentralizó la producción industrial, intensificó la superautomatización y la administración y control de la producción a distancia mediante las telecomunicaciones y la informática; desarticulando las relaciones laborales (no las relaciones sociales de producción) reduciendo al mínimo la reglamentación laboral que garantizaba estabilidad, seguridad social y salario al trabajador-a, que tanto defendieron los sindicatos en el siglo pasado.

Este proceso en Colombia fue a la par con la reducción del Estado y la entrega de algunas de sus funciones al sector privado, entre ellas la prestación de servicios públicos domiciliarios, la administración de las pensiones y las cesantías, las telecomunicaciones y la paulatina privatización de la educación y la salud, limitándose a adecuar el ámbito jurídico -militar y represivo- para garantizar el ingreso de la inversión extranjera, para lo cual también entrega empresas altamente productivas como Telecom, Ecopetrol y el sistema de generación y distribución de energía eléctrica al capital privado y transnacional; lo que trae consigo la pauperización del empleo, la multiplicación del desempleo, la entrega de los recursos naturales y energéticos a las corporaciones transnacionales y por consiguiente, más miseria.

Con las nuevas Tecnologías de la Informática y las Telecomunicaciones TIC, cualquier persona puede trabajar, (en el tiempo o la cantidad de trabajo que le exija la empresa o su jefe, al que no conoce) incluso operar equipos electromecánicos desde su casa sin conocer el proceso de producción ni a sus colegas, mientras viaja o mientras está sentado en el inodoro, trabajo en el que puede involucrar a toda su familia por la misma paga; la contratación, la supervisión de su trabajo y el pago de su salario lo hacen a través de su propio computador o su teléfono celular; lo que llaman ahora teletrabajo. Igualmente, si el trabajador opera en la planta de producción, tampoco puede conocer a sus compañeros porque un día son unos y al otro día otros, que los traslada la bolsa de empleo o la CTA. A la vez que pone a competir a los trabajadores entre sí, los aísla de sus organizaciones de clase. Los trabajadores desocupados ya no tienen posibilidad de un empleo “digno” -una falacia que justifica la esclavitud asalariada, que el gremialismo ayudó a mantener como un derecho, cuando es una imposición-.

En el capitalismo ningún trabajo es digno, porque quien vende su fuerza de trabajo (física o mental) tiene que obedecer sin poder cuestionar las condiciones de su esclavitud. Entre más dinero gana el trabajador, es más explotado, entre más dinero adquiere, más esclavo se vuelve del consumismo y más individualista -si no se educa políticamente-. Ni la explotación ni el sometimiento hacen digno a nadie, al contrario, niegan la dignidad.

“Que, durante el esclavismo, la esclavitud no fuese considerada delito no implica que se acepte, mansamente, una campaña burguesa exculpadora de todo atropello contra el género humano.  Que el capitalismo no considere a la explotación como un delito, en los hechos punible, no implica que debamos entonces celebralo como un triunfo de la legalidad burguesa ni como un ejemplo de fortaleza moral jurídica.” “Filosofía de la Justicia Socialista” – Fernando Buen Abad Domínguez – Rebelión/Universidad de la Filosofía – 2012

La capacitación para el trabajo es otra máscara que encubre la ineptitud del sistema laboral capitalista para supuestamente ubicar al trabajador en el puesto y con el sueldo adecuados. Cada día surgen nuevas especialidades y carreras que no tienen utilidad para generar ingresos ni aplicación en el área laboral, solo sirven para alcanzar otro escalafón, para “actualizarse” en la materia o para complementar la carrera profesional, lo que hace que el trabajador permanezca estudiando toda la vida para ser más “competitivo” y alcanzar un nivel de vida “digno” que nunca llega –técnicos, tecnólogos, semi-profesionales, profesionales, posgrados, diplomados-. Estas capacitaciones no mejoran en ninguna medida su nivel cultural ni su conciencia social para luchar políticamente contra los causantes de su situación económica y social, al contrario, obliga al trabajador o trabajadora a someterse y aceptar esta forma miserable de vivir.

Los movimientos gremiales de los trabajadores colombianos (desde los 90), dispersos por la disolución del pacto laboral, las políticas de flexibilización, la utilización de mecanismos no contractuales, desapareció la vinculación directa; entrando a administrar la fuerza de trabajo mediante la tercerización en todo tipo de empresas (CTA, Bolsas de Empleo, Contrato Sindical, Contratos de Prestación de Servicios). Más del 30% del empleo calculado por el DANE en realidad es desempleo disfrazado, cuando incluye al rebusque y el trabajo ocasional, generalmente de los y las jóvenes.

Para el trimestre móvil junio – agosto de 2013, la población de 14 a 28 años representó 32,5% de la población en edad de trabajar, su tasa global de participación fue 58,1%, la tasa de ocupación se ubicó en 48,5%, y la tasa de desempleo fue 16,4%.

 La tasa de desempleo de las mujeres jóvenes fue 21,6% y la de los hombres jóvenes 12,4%.

 El 41,9% de la población de 14 a 28 años correspondió a población económicamente inactiva. [2]

El mercado laboral es mediado por el desempleo (superior al 9% según DANE sept. 2013) y la tercerización de la economía; la mayoría de los trabajadores y trabajadoras participan en el sector terciario, mientras una minoría, en nuestro país, están vinculados al sector productivo.

“En el 2002 para el caso de las mujeres el 81.3% están en el sector terciario, distribuidas en un 42.3% en servicios, 30.4% en comercio, 6.3% servicios financieros, 2% transporte y el 0.3% electricidad gas y agua. Y los hombres con un total del 69.1% en el sector terciario distribuidos en un 23.2% en servicios, 25.3% comercio, 11.6% transporte, 8.2% servicios financieros, 0.8% electricidad, gas y agua. “…el sector agropecuario y la industria manufacturera respectivamente generan 17.5 por ciento y 12.8 por ciento del total del empleo. El primero apenas creció 2.6 por ciento y el segundo decreció -0.7 por ciento.[3]

La tercerización laboral, la fragmentación del proceso productivo en la nueva distribución internacional del trabajo y la operación automática a distancia; sumado a la persecución sindical, a la despolitización de las dirigencias sindicales y a la penalización de la protesta, han llevado a la pérdida de operatividad, capacidad de convocatoria y de dirección, además porque los sindicatos no trascendieron la lucha económica local y por estabilidad en sus puestos de trabajo; separados del resto de trabajadores que no tienen garantías laborales ni salarios mínimos legales, ni sindicatos que los defienda; aislando así a sus trabajadores de las luchas sociales y políticas de los otros sectores populares y del movimiento internacional de los trabajadores. De defensores, organizadores y educadores, muchos dirigentes sindicales se convirtieron en negociadores de los derechos de los trabajadores, únicamente orientando sus luchas por mejoras salariales dentro de las empresas que los explotan, algunos simplemente se conformaron con mantener el nombre del sindicato y una pequeña oficina alquilada, porque hasta la sede la vendieron. Los sindicatos se separaron del cooperativismo (les habría brindado mejores condiciones a los trabajadores en esta época neoliberal), prácticamente permitieron su extinción por el Estado; reemplazaron las directivas la acción directa de los trabajadores por pactos (generalmente basados en el incremento de la competitividad y la productividad) que los empresarios no respetan ni el Estado obliga cumplir. Estas actitudes del sindicalismo nublaron la visión de su propia emancipación, olvidando la premisa de Marx: “los proletarios no tienen nada que perder, solo sus cadenas”, aunque en realidad perdieron muchos de sus derechos y aumentaron sus cadenas.

La lucha de los trabajadores alejada de los demás sectores populares, actuando exclusivamente dentro de los códigos laborales burgueses, amansa a los rebeldes; el capital los encierra con sus leyes represivas y los despoja de sus reivindicaciones; los somete política e ideológicamente, los obliga a jugar con sus cartas. En este proceso influyeron las políticas de mundialización del capital neoliberal (impulsadas por Reagan y la Tacher en los 90), aplicadas con mayor fuerza a partir del desprestigio y desintegración del llamado socialismo real, pues gran parte de los movimientos sociales que enfrentaban el capitalismo, lo tenían como punto de referencia y paradigma (a pesar de los errores y desviaciones). El amedrentamiento, el chantaje, la cooptación y la corrupción inducida que hace el capitalismo, de individuos e incluso sectores sociales opositores beligerantes, termina con la desmovilización, claudicación y el desmonte de esos movimientos.

Obtenían más reivindicaciones los trabajadores de los años 20 y 30 del siglo pasado -cuando no había tanta legislación laboral- con sus movilizaciones y paros de solidaridad, luchando contra las multinacionales y el Estado, que lo que han logrado los sindicatos en los últimos 30 años, quienes han perdido lo ganado con lágrimas, sudor y sangre por los trabajadores del mundo desde la heroica lucha por los tres ochos. Claro que hay una explicación de la tragedia que ha vivido el pueblo colombiano, especialmente los trabajadores del campo y la ciudad con los regímenes terroristas y fascistas que la oligarquía y el imperio han impuesto en los últimos 85 años mediante la violencia política y económica, desde la masacre de Las Bananeras, llegando a ser en los últimos 20 años el país que ejerce más violencia contra los trabajadores (en los últimos 20 años se han asesinado, torturado y desaparecido a cientos de trabajadores sindicalizados por el solo hecho de defender sus organizaciones y sus derechos) pero esto no justifica la traición a los trabajadores por parte de algunos de sus dirigentes gremiales y políticos, que han cambiado sus puestos de trabajo en las empresas, por cargos burocráticos (en los sindicatos y las centrales) adquiridos politiqueramente a perpetuidad, sirviendo de comodines al gobierno de turno para justificar sus políticas, como en los casos de la imposición de la flexibilidad laboral y en la “concertación” del salario mínimo anualmente.

 

Violaciones del derecho a la vida, a la libertad personal y a la integridad física de las y los sindicalistas colombianos. 2011-2012

Tipo de Violación 2011 % 2012 % Variación
Amenazas 542 75,2 431 68,9 -20,5
Hostigamiento 61 8,5 49 7,8 -19,7
Desplazamiento forzado 51 7,1 90 14,4 76,5
Asesinatos 30 4,2 20 3,2 -33,3
Detención arbitraria 16 2,2 20 3,2 25,0
Atentado con o sin lesiones 12 1,7 7 1,1 -41,7
Desaparición 3 0,4 5 0,8 66,7
Secuestro 3 0,4 0 0,0 -100,0
Tortura 2 0,3 2 0,3 0,0
Allanamiento ilegal 1 0,1 2 0,3 100,0
Total 721 100,0 626 100,0 -13,2

Fuente: Escuela Nacional Sindical, Sistema de Información Sindical y Laboral (Sislab), subsistema Sinderh

La desaparición de muchos sindicatos de base o de empresa en la desindustrialización del país y la venta de las empresas del Estado, la desafiliación voluntaria y obligada, la no afiliación de nuevos trabajadores a los sindicatos, la no creación de nuevas organizaciones gremiales por los propios trabajadores, la aceptación de los contratos sindicales, el reclutamiento por CTA y bolsas de empleo y la prestación de servicios individualmente fuera de las plantas de producción y de las oficinas, además de las causas arriba anotadas, han contribuido a que el movimiento de los trabajadores se haya reducido en su unidad, en su formación política, en movilización y en combatividad. Muchos trabajadores sobreviven del rebusque y el subempleo sin ningún tipo de organización, generalmente indiferentes ante las movilizaciones de los trabajadores sindicalizados, situación que afecta mayormente a los y las jóvenes.

Por otro lado está el problema de los trabajadores pensionados y jubilados (que ganan menos de cuatro SMLV) que ven reducidas y hasta gravadas sus mesadas y aumentados los costos en salud, así mismo, los que reciben la pensión mínima -la mayoría- no puede cubrir sus necesidades básicas, pues muchos pensionados ahora tienen que sostener a sus hijos que no encuentran la forma de generar ingresos para el hogar; mientras los congresistas, magistrados y altos funcionarios multiplican a su gusto los salarios y pensiones cada vez que quieren. Las nuevas generaciones de trabajadores-as pierden paulatinamente las posibilidades de pensionarse, así aporten a fondos de pensiones. Esta situación tiene unos beneficiarios directos, los fondos de pensiones; después de ser capital social solidario de los trabajadores, fueron convertidos en fondos privados unidos al capital transnacional, entrando a jugar en la ruleta de las pirámides Bursátiles, contribuyendo a financiar infraestructura en otros países y guerras, generalmente contra pueblos pobres y los mismos trabajadores, en este juego; los fondos de pensiones también son respaldo para deuda pública.

“En la actualidad el 75 por ciento de las acciones de los fondos de pensiones en Estados Unidos financian empresas de guerra, es decir, por la vía de los fondos de pensiones los trabajadores pagan las guerras internacionales; vía fondos de pensiones los trabajadores adquieren deuda pública que luego van a justificar los planes de ajuste. Esta es la contradicción ideológica tan fuerte que ha logrado el neoliberalismo en el marco de su expansión; en Colombia el 50 por ciento de los títulos de deuda pública son títulos de los fondos de pensiones, y contra esto nos aplican sostenibilidad fiscal, recortes, reducción de derechos sociales.” (“Los retos que nos plantea el capital para ser poder hoy”. Por  Daniel Libreros www.desdeabajo.infoEdición N°197 Jueves, 28 de Noviembre de 2013)

 

La CUT, clasificada como de izquierda por la influencia que han ejercido las organizaciones y movimientos políticos de izquierda a su interior; por su combatividad frente al Estado y el sector privado, recoge a la mayoría de los trabajadores sindicalizados, entre los cuales más de la mitad corresponde a trabajadores al servicio del Estado, siendo de la FECODE (magisterio) la mayoría de integrantes de la CUT. La cantidad de trabajadores-as al servicio de la empresa privada es mínimo en las centrales de trabajadores-as colombianos, sobre todo cuando dentro de la misma central se da la división por puestos burocráticos y de aspiraciones personales electorales utilizando a los afiliados. Esta situación de desprotección y dispersión de los trabajadores es consecuencia (además del terror agenciado por el Estado oligárquico y utilizado por las empresas privadas) de la desindustrialización y la aplicación de las políticas neoliberales.

Número de sindicatos activos y afiliados, según clase de sindicato. A 2011

clase de sindicato

sindicatos%

afiliados%hombres Afiliados%Afiliados

mujeres%

Sindicato de gremio1.74650,48444.04753,45258.88649,4185.16160,37Sindicato de empresa1.28537,15198.60523,91136.49826,0562.10720,25Sindicato de industria41411,97185.70322,35127.11924,2658.58419,10Sindicato de oficios varios140,402.3770,291.5220,298550,28Total3.459100,00830.732100,00524.025100,00306.707100,00

Fuente: Sistema de información Sindical y Laboral (Sislab), subsistema Censo Sindical, alimentado con información suministrada por Ministerio de la Protección Social, CUT y Sindicatos.

El proletariado no ha desaparecido, al contrario, se ha multiplicado en los últimos treinta años, recogiendo a gran parte de la población lanzada de sus puestos de trabajo por el neoliberalismo con sus políticas de despojo y exclusión, a las periferias de las grandes ciudades, permaneciendo en la informalidad, la indigencia y el desempleo, pues el número de ricos disminuye inversamente proporcional a como las clases medias se proletarizan; el Neoliberalismo convierte a técnicos, profesionales y mandos medios en simples trabajadores calificados; elimina los derechos de los trabajadores del campo y la ciudad; mientras la utilización de la ciencia, la tecnología y el chantaje de la supuesta superioridad de la “sociedad de libre mercado”, como medios para multiplicar las tasas de acumulación, han llevado a que el campesinado prácticamente haya desapareció en los países “desarrollados” y que en la periferia los productores directos del agro estén en proceso de extinción mediante el extractivismo, la violencia y los TLC como es el caso colombiano.

Si bien la clase obrera se ha reducido en la producción industrial, con la desindustrialización del país en los últimos 30 años, la mayoría de los trabajadores han pasado del sector primario y del secundario al sector de los servicios, en el cual los jóvenes y las mujeres son la inmensa mayoría. Estos nuevos sujetos insurgen por mejores condiciones laborales y por oportunidades de empleo; la izquierda y los revolucionarios deberían multiplicar esfuerzos en su formación política, en su organización gremial y política.

La organización gremial de los trabajadores es necesaria para mejorar sus condiciones económicas y de seguridad social, pero no los libera de la esclavitud; la lucha de los trabajadores sin visión política de clase, termina legitimando al capitalismo. No debería haber exclusión en los sindicatos, de los trabajadores de la misma rama industrial que no laboran dentro de las empresas, ni trabajadores con profesión y oficios o de servicios por fuera de los respectivos sindicatos, tampoco los trabajadores pensionados, despedidos y cesantes deberían estar por fuera de sus organizaciones de clase; así como estas organizaciones también deberían incluir representantes de usuarios y o consumidores de los productos y servicios que realizan los correspondientes trabajadores; los sindicatos también deberían plantearse objetivos políticos.

La lucha de los trabajadores no debe ser exclusivamente por el salario y la estabilidad laboral, es necesario la pelea por las 4 horas de trabajo, 4 horas de estudio, 4 horas de recreación e integración social, 8 horas de sueño y 4 de arte –creación-, cultura y cuidado colectivo del medio ambiente (reducir el tiempo de trabajo para disfrutar de actividades intelectuales, sociales y placentero descanso, no para esclavizarse consiguiendo otros empleos para aumentar la explotación y el consumismo como lo impone el capital); incluso con su transformación los sindicatos podrían obligar al Estado, mediante la movilización popular, a concertar los salarios, los precios y la calidad de los productos y servicios en mejores condiciones políticas. En esta época la lucha popular debería ser por la abolición del trabajo (capitalista), junto a la lucha por la redistribución equitativa de la riqueza, en la que la acción de los trabajadores es determinante para la destrucción del sistema de explotación capitalista y la construcción de una sociedad igualitaria y solidaria.

Estas organizaciones podrían movilizar a los trabajadores (activos, parados y sin organización) para exigir al Estado actual establecer una renta familiar, como existe en muchos países de Europa y América, que cubra las necesidades básicas en condiciones dignas (con garantías en seguridad social) a quienes pierdan sus puestos de trabajo por el cierre de industrias o por el desempleo estructural generado por la innovación tecnológica, y a quienes por alguna circunstancia no puedan trabajar; para las personas con capacidad de trabajar, exigir al Estado promover y proteger el desarrollo de una industria estatal, cooperativa y comunitaria, apropiada al bienestar de todos los colombianos y colombianas. Exigir la entrega del manejo de los fondos de pensiones y cesantías a los trabajadores y pensionados organizados y el sector cooperativo; De igual manera unirse los sindicatos con los productores directos del agro en una lucha política por una revolución agraria y agroindustrial a partir de la ejecución de la ansiada Reforma Agraria con soberanía alimentaria; hacer un frente común con los demás sectores populares para obligar al Estado a apoyar, subsidiar y fortalecer las actividades en educación, salud, recreación, artísticas, en recuperación ambiental y social generadas y desarrolladas por las comunidades en campos y ciudades como fuentes de ocupación e ingresos.

Las nuevas asociaciones integradas por trabajadores, usuarios y consumidores populares podrían plantearse una plataforma de lucha humanitaria por la desaparición de industrias y tecnologías innecesarias y peligrosas para la humanidad y el planeta, por ejemplo la explotación de minerales no necesarios, depredadoras y contaminantes (minería a cielo abierto y de socavón, Industria química tóxica), la producción de autos consumidores de combustible fósil y agrocombustibles, la fabricación y utilización de armas de guerra, la producción y uso de agrotóxicos, la explotación petrolera y los bancos, lucha liderada por los trabajadores de estas industrias; se podría exigir la utilización de robots para tareas peligrosas como la minería, la siderúrgica, la química y otras de alto riesgo; claro que estas organizaciones ya no serían sindicatos, sino organizaciones populares por sectores de la producción y de los servicios, que podríamos llamar Societatos, como lo propone el periódico desde abajo.

Las organizaciones gremiales de los trabajadores ya no como vanguardias individuales, sino como partes de un sujeto político, (colectivo) están llamadas a crear instrumentos políticos, económicos, sociales y culturales de poder popular para enfrentar al capitalismo e imponer un régimen democrático-popular. La lucha política de los trabajadores, como la de todos los sectores oprimidos y explotados es por la emancipación, la libertad y la construcción de una sociedad justa y solidaria. Esta nueva organización política-social nacional revolucionaria con elementos antisistémicos (frente unitario popular, OPM, o Bloque de Unidad Popular) que trasciende el gremialismo requiere de la unidad con las clases y sectores populares que es urgente integrarla, en unidad con las organizaciones sociales, culturales, comunitarias y de autonomía como los Cabildos, los Consejos Comunitarios, las Coordinadoras Barriales y regionales, organizaciones de defensa del territorio contra megaminería y megaproyectos, asociaciones de productores populares, de profesionales, etc. que cumpla con las tareas de coordinación, articulación, planeación, desarrollo de las tareas en la construcción de la democracia popular para un nuevo país, para el bien vivir, para nuestro socialismo.

 Por: Gonzalo Salazar «Cuadernos de Reencuentro»

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[1] Educación en las globalizaciones – Marco Raúl Mejía

[2]DANE: Resumen ejecutivo – mercado laboral de la juventud trimestre junio-agosto 2013

[3] Escuela Nacional Sindical ENS – WWW.ens.org.co

¿Armas de guerra ideológica, o medios para acercar la Utopía?

Por: Gonzalo Salazar «Cuadernos de Reencuentro»

Los grandes Medios de comunicaciónoficiales (RCN, Caracol, El Tiempo…)son vallas de propaganda politiquera, anestesia ideológica, cortinas de humo ante las verdaderas tragedias que vive la humanidad y el pueblo colombiano, difunden las mismas mentiras –repetidas miles de veces- para que la población termine creyéndolas como verdades; de otra manera no cumplirían su papel en esta sociedad de consumo; si dijeran la verdad, nadie compraría cosas innecesarias, nadie votaría por corruptos ni criminales, ni apoyaría guerras de rapiña contra otros pueblos. Desde la propaganda comercial, pasando por la política, la información científica y económica, el orden público, hasta los chismes de farándula, son objetos de tergiversación y engaño; se ocultan hechos importantes mientras se magnifican otros insignificantes; se especula con la salud, se hipnotiza con el fútbol y la farándula mientras la ética periodística brilla por su ausencia. Se corta fuera del contexto para pegar en una realidad que no existe, como lo hace la oposición fascista en Venezuela, y el neonazismo en Ucrania, en Colombia, en todo el mundo, en un falso positivo global.

¿Qué independencia, qué ética pueden tener los grandes medios en Colombia, si son propiedad de capitalistas nacionales y de monopolios neocolonialistas, ahora estadounidenses, británicos, mexicanos y españoles?

Los estilos y formatos de la información nacional e internacional vienen prefabricados desde Atlanta, New York, Londres, Madrid (CNN, FOX, BBC, Planeta, Prissa) obedecen a las políticas de las transnacionales de la información y las comunicaciones, nada tienen que ver con un periodismo nacional y menos en identidad o en defensa de los sectores populares, víctimas de un régimen, corrupto y violento. Los medios en nuestro país pasan a representar grupos políticos de derecha y ultraderecha otrora liberal y conservador, representantes y defensores directos de los grandes capitales nacionales y transnacionales. En la mayoría de los casos los periodistas y presentadores no tienen responsabilidad de lo que dicen o muestran en los medios oficiales, pues son esclavos del capital, quien ordena a nivel mundial y nacional lo que se debe presentar y cómo presentar. Es tanta la restricción informativa, la censura y la autocensura, que Colombia es el país donde más se reprime, se condena y se asesina a los periodistas por ejercer la ética, la independencia y la objetividad. Las modernas escuelas neoliberales de “periodismo” y de comunicación social se enfocan en la formación ideológica ytécnica de estos profesionales en los objetivos neoliberales.

En la guerra estos comunicadores se convierten en auxiliares portavoces de jefes militares, de paramilitares, de las grandes empresas y del gobierno de turno, hasta actúan como jueces condenando y criminalizando la protesta social, estigmatizando y señalando de criminales, terroristas y colaboradores de la subversión a quienes critican o denuncian las atrocidades cometidas por agentes legales e ilegales del estado. Los ejércitos de la OTAN y de los EE.UU. llevan en sus operaciones un contingente de “periodistas”, al lado de los tanques, detrás de los francotiradores, quienes describen los teatros de la guerra de acuerdo a las necesidades de los comandantes. Estos informadores mostraban los bombardeos sobre las poblaciones vietnamitas como combates con los comunistas, cuando en realidad perdían la guerra; como lo siguieron haciendo en Yugoslavia, en Irak, en Afganistán, en libia, etc. de acuerdo al libreto escrito en el pentágono o emitido por la CIA. En Colombia se ha aplicado la misma estrategia de la Seguridad Nacional que Washington impuso en la guerra fría en los 60, en la que los medios son más de la mitad del arsenal que destruye y asesina física, política y moralmente a personas y pueblos, como lo ha hecho durante más de 50 años la oligarquía a través de portavoces oficiales, mercenarios y comandos francotiradores mediáticos que identifican los blancos a eliminar, con la complicidad de un sistema judicial domesticado, comprado o chantajeado que acepta los falsos positivos difundidos por la tele, la radio y la prensa oficiales como ciertos, prueba de esto es la impunidad de más del 95% de los crímenes de Estado y del narcotráfico en los últimos 30 años.

El periodismo ético y objetivo se ejerce como expresión de libertad en democracia (que en nuestro país no existen), por ello es muy importante defender, impulsar y ampliar la difusión de los medios independientes-alternativos populares, que rescaten la objetividad en la crítica, la denuncia y la formación de opinión política de los ciudadanos, exigiendo al Estado respeto a la libertad de prensa y de información; periodismo investigativo que además de informar abra espacio para el debate de las ideas y la tolerancia, que propicie la unidad, la solidaridad y la democracia de los ciudadanos, medios que rescaten la utopía, como lo hacen con mucho esfuerzo el periódico desde abajo (con un excelente equipo intelectual y periodístico y sus proyectos audiovisuales y editoriales) además de una gran cantidad de publicaciones de gran calidad, a través de diversos formatos y tecnologías a niveles nacional, regional y local, elaborados por sectores populares de izquierda y democráticos.

La formación de redes de medios populares, local, regional y nacionalmente es una necesidad, una alternativa a la desinformación, a la superficialidad, a la mala prensa. Periódicos, revistas físicos y virtuales, emisoras de radio y televisión virtual, Blogs, páginas web, son canales, que orientados hacia los intereses populares, permiten difundir las culturas populares, los conocimientos e informaciones, que los grandes medios ocultan y niegan (como la verdad de la guerra en nuestro país y en el mundo), haciendo posible la interrelación y la integración de los sectores populares. Los ciudadanos con criterios propios tienen el derecho y el deber de acceder a medios alternativos, independientes y diferentes a los oficiales para informarse, comprobar la veracidad y las causas o razones de los hechos difundidos por cualquier medio, en el país y en cualquier parte del mundo.

“Las grandes movilizaciones que ha ocurrido desde inicios de 2011 como las Primaveras Árabes, el 15M-indignados, el Occupy Wall Street, el #YoSoy132, el #OccupyGezi en Turquía o los (aún vigentes) movimientos sociales en Brasil han tenido a las redes e Internet como una base de apoyo importantes. Se toman las plazas, se toman las calles, se toman las redes. Gentes diversas que se concentran en espacios públicos para exigir cambios políticos, con el lema “no nos representan” o “somos el 99%” por ejemplo, que utilizan las nuevas tecnologías para enlazarse y comunicar al resto de la sociedad e incluso para debatir y proponer.”[1]

En el proceso de cambios estructurales a favor del pueblo, es fundamental el conocimiento y la utilización de las telecomunicaciones y la información (TIC), para lo cual es indispensable la constitución de un sistema nacional de comunicaciones de carácter independiente, alternativo, popular, que recoja las diferentes expresiones y tendencias políticas y culturales del campo popular. Las comunicaciones son básicas en la construcción y mantenimiento del poder popular, como lo son para la oligarquía y el imperialismo. No podemos prescindir de ellas, tanto en los procesos productivos como en lo investigativo, lo social y educativo. Otra cosa es la magnificación que han hecho los grandes medios al servicio del capital, quienes pretenden poner la tecnología por encima de las personas y la sociedad cuando llaman a la época actual como la “era de la información” y que internet es el medio más democrático y seguro que beneficia a todo el mundo. Basta saber en qué forma, quienes y para qué objetivos se creó este sistema de información, -internet- empezando por responder que fue desde el pentágono que se originó, se utilizó para espiar y transmitir información militar y científica de otros países y movimientos políticos con intereses diferentes a los del imperio; funciones que aún sigue cumpliendo, ampliado a la enésima; además, como todo producto en el capitalismo, sufre un proceso de monopolización y control por parte de quienes se apropian del conocimiento, del poder político, económico y militar en el mundo.

Los medios oficiales además de desinformarnos, controlan nuestro tiempo, nuestros gustos, nos entretienen aislados de la realidad; no hay alternativas, podemos pasar por todos los canales, podemos darle la vuelta al dial y siempre será la misma propaganda, la misma trama del mercado, las mismas emociones, en el idioma que sea –NewsCorporation, Disney, Time Warner, Viacom, Fox, Sony-. Si abrimos una cuenta en Internet (E-mail, Blog, FaceBoock, Twitter), ahí están los administradores de datos que radiografían nuestras vidas, nuestros hogares, hasta nuestros pensamientos, lo mismo si compras algo en el supermercado o por Internet o si hacemos una transacción financiera, toda la información va a dar a los bancos de datos de Android, Google, Windows Fone-Microsoft, Nokia, Research In Motion, etc. los cuales la venden al mejor postor, a otras transnacionales, a la CIA, a la NSA o a Echelon (redes de espionaje sabotaje y conspiración puestas en evidencia por disidentes norteamericanos de estas agencias como Bradley Manning y Edward Snowden, por Julián Assange, la comunidad de hackers Wikilieaks, Anonymousy promotores de software librecomo Richard Stallman).

La decadencia imperial de USA conduce a la monopolización de los medios (TIC) para controlar y chantajear a todo el mundo, (incluidos los ciudadanos norteamericanos) los medios manejados desde las metrópolis imperialistas son todo un complejo Sistema de Posicionamiento y control Global al servicio del mercado y del terrorismo, que siempre sabrá qué consumimos, qué decimos, que hacemos y donde estamos, si usamos la computadora o el teléfono móvil. Las TIC de última generación pueden ser utilizadas como armas de destrucción masiva política, económica y culturalmente. A propósito, ¿Qué es la red Echelon?

 “Esta red es un sistema de espionaje global de todos los sistemas de comunicación e información: emails, llamadas (fijas y de celular), chats, faxes, blogs, internet, vigilados por una entramado de satélites, códigos, ejércitos de inteligencia y mucha lógica, matemática y sistemas computacionales. Es decir, se trata de la interceptación de toda clase de señales electrónicas y de comunicaciones, tanto como de los sistemas de comunicación oral.”

 “La red tiene sus antecedentes. Originalmente, durante la Primera Guerra Mundial se implementó el sistema The Big Ear (La gran oreja), el cual, durante la Segunda Guerra Mundial da lugar al sistema denomina Ukusa, por las siglas de Inglaterra y de los Estados Unidos. A este sistema se unirían posteriormente Canadá, Australia y Nueva Zelanda, como un sistema centrado en el mundo angloparlante, como se aprecia.”[2]

Ya nos hemos acostumbrado al dominio virtual de las TIC, que hasta nos parece normal la violación a nuestra intimidad, la manipulación por otros de nuestra información personal y de nuestras vidas; a pesar de todo esto, Internet, televisión y prensa son herramientas para difundir y acopiar información, para relacionarnos a través de las redes sociales, son ventanas virtuales, canales que nos traen al instante el mundo real e imaginario, que sirven para mantener el sometimiento, el control y el consumismo, o para generar y fortalecer movimientos de liberación social, cultural política y económica, para denunciar, proponer y convocar a la movilización e integrar redes de solidaridad aquí y en todo el mundo; lo que tenemos que hacer los usuarios es luchar por su democratización, por el derecho a la intimidad, por la utilización gratuita sin control político ni comercial ni apropiación, ni manipulación por otros de nuestros datos.

Por: Gonzalo Salazar «Cuadernos de Reencuentro»

 

[1] El Estado: ¿un mal necesario? – Publicado en www.rebelion.org – 25-09-2013

[2] “La red Echelon: el control de internet y de todas las comunicaciones”. Escrito por  Carlos Eduardo Maldonado para Le Monde Diplomatique Martes, 09 Julio 2013