Por: Gonzalo Salazar
El capitalismo siempre ha querido que el mundo marche al ritmo acelerado de sus máquinas, que los trabajadores produzcan y la sociedad consuma en la forma en que crece su avaricia por la ganancia, sin medida ni descanso, pero la realidad es que las crisis económicas con ciclos cada vez más cortos, son su esencia genética que le permite renovarse y mantener su poder, pues posibilitan la acumulación por explotación a los trabajadores y por la expropiación violenta de los recursos naturales y materias primas en forma geométrica, agotando las capacidades de recuperación del planeta y de la humanidad mediante nuevos modelos económicos cada vez más agresivos, conduciendo al primero a un globo desierto y oscuro y a la otra a la locura, la pobreza y la involución.
Durante la primera mitad del siglo XX Estados Unidos invadió Centroamérica (Panamá, Guatemala, Nicaragua El Salvador) y el Caribe, para fortalecer su posición geopolítica y geoestratégica en la región y apropiarse de minerales, hidrocarburos, alimentos y materias primas. Después de la crisis de los 30 (la gran depresión), la más grande del siglo pasado, el capitalismo continuó generando crisis en sus metrópolis -y competencia violenta entre sus ejes de poder- trasladándolas a los pueblos de la periferia, siempre “solucionándolas” con nuevos conflictos regionales en Asia, África y América Latina, con genocidios y ocupaciones de territorios por el imperialismo europeo y norteamericano; en Centroamérica, con asesinatos de líderes demócratas reformistas y revolucionarios, utilizando la estrategia de tierra arrasada, imponiendo dictaduras civiles y militares dirigidas desde Washington, que garantizaron el sometimiento y el despojo a los pueblos; usando como pantalla la competencia con la URSS y la “lucha contra el comunismo”, aislando y chantajeando a Cuba, (en lo que denominó Guerra Fría) sumiendo a nuestros pueblos en la pobreza y el atraso, mientras el crecimiento económico y el desarrollo tecnológico de los EE.UU. requiere de inmensas cantidades de materias primas, minerales y combustibles de origen fósil, para lo que implementan planes económicos y militares estratégicos contra la dignidad, la autonomía y la resistencia de los pueblos, (expresiones legítimas llamadas hoy terrorismo); planes estratégicos que incluyen ajustes estructurales y supuestas “ayudas” que se presentan como Cooperación Internacional al Desarrollo, pero que son el sustento de la deuda externa (multiplicada a la enésima en los 80) y base de la actual política neoliberal intervencionista con acometida extractivista.
En el contexto de la Guerra Fría el desarrollo tecnológico del capitalismo se extiende al oriente, apoyado por USA, inicialmente a Japón, después de la segunda guerra mundial, luego se continúan configurando algunos polos llamados “Tigres Asiáticos” en los 60-80 del siglo pasado, -Hong Kong, Singapur, Corea del Sur, Taiwán- pequeñas islas de desarrollo tecnológico, industrial, cibernético que alcanzanavances en algunas tecnologías de punta (automotriz, equipos electrónicos, robótica, TIC), infraestructura y financiero; en algunos casos supuestamente omitiendo órdenes y recomendaciones de los organismos multilaterales (FMI, Banco Mundial) para sus economías, como Corea del Sur. Este experimento realmente fue una geoestrategia-geopolítica diseñada por EE.UU. –en el que algunas transnacionales norteamericanas invirtieron grandes capitales- en Asia para restarle poder económico y político a China y al llamado Socialismo Real, que posteriormente con las intervenciones en Afganistán, Irán, Georgia y últimamente Ucrania, de lo que se ha tratado es de levantar un muro militar-nuclear, comercial terrestre y marítimo de miles de kilómetros alrededor de China y Rusia, última o nueva versión de la Guerra Fría, que se concreta en el Medio Oriente, Afganistán y Corea del Norte. Esas nuevas economías se han sostenido con elevados índices de crecimiento en el PIB y en las exportaciones, como expresión de la globalización neoliberal, pero que realmente empobrecen a sus pueblos y esclavizan a sus trabajadores. El capital en su fase globalizadora imprime una dinámica de acumulación por despojo y exterminio con la expansión de los mercados, introduciendo inversión financiera, transfiriendo tecnologías a algunos países del llamado tercer mundo, con capitales volátiles, en maquilas y commódities, igualmente movilizando inmensos capitales (la mayor parte por pago de capital y servicio de la deuda externa) desde las periferias hacia los centros de acumulación imperialistas.
Después de la crisis del 73 del siglo pasado, con el movimiento de globalización y la aplicación del modelo Neoliberal, apoyados en la revolución técnico-científica, la crisis petrolera y la monopolización del sector financiero, el panorama político, económico y militar cambia de la bipolaridad USA-URSS (mantenida de común acuerdo con reparto de zonas de influencia del planeta hasta el fin de la Guerra Fría; evidenciada en la crisis de los misiles en Cuba) con la desintegración del campo socialista en la Europa Oriental tras la disolución de la Unión Soviética (1989) y la caída del muro de Berlín, a la unipolaridad de los Estados Unidos, llevando al inicio del fin del Estado benefactor, a la transnacionalización del capital norteamericano-europeo y al fortalecimiento de los enclaves asiáticos, (Japón, Taiwán, Corea del sur, Singapur, Vietnam) al traslado de sus plantas de producción industrial y manufacturera a países del sur y el oriente, aprovechando las condiciones o ventajas comparativas, económicas, sociales y legales de explotación de mano de obra,ordenadas por los organismos financieros y comerciales transnacionales, (desmonte de garantías laborales, bajos salarios, recortes en seguridad social), formación técnica en corto tiempo, reducción en impuestos y aduanas para la inversión extranjera en áreas o zonas francas o “económicas especiales” para instalar maquilas; facilidad legal para explotar cualquier recurso natural, con seguridad financiera y militar, todo dentro de lo que llamaron la globalización neoliberal, que empezó con las aperturas económicas y el ingreso de los emergentes China e India al mercado global con la producción y masificación de nuevas tecnologías (TIC de uso individual), y continuó en los 90 en América Latina con el ALCA -que fracasó ante la oposición beligerante de los pueblos y la propuesta progresista de la ALBA-, con los TLC, la iniciativa de la Américas, el Plan Colombia, Plan Puebla-Panamá, IIRSA y otros planes que hoy tratan de implementar como la Alianza Pacífico –integrada por los países siervos del imperio: México, Perú, Chile, Colombia, promovida por USA como oposición a los bloques Mercosur, Alba, y a la posible integración regional de UNASUR, pero también para impedir la expansión comercial de China en el continente.
Esta iniciativa –Alianza Pacífico- es parte de un plan mucho más amplio que trata de concretar USA en el Pacífico, pretende quitarle mercados y protagonismo a la ASEAN, (que agrupa a 16 países, en el que participan China y Japón) en el sudeste asiático, denominada Asociación Transpacífico ATP, pero que su sigla en inglés es TTP. En este organismo participan 12 países (Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Brunéi, Estados Unidos, Malasia, Japón, Singapur, Vietnam, Perú, Chile y México) sus primeras negociaciones iniciaron en 2004; puede ser la zona de libre comercio más grande Asia-América en el Pacífico. Sus países integrantes suman el 35% del PIB mundial. Este Acuerdo de Asociación Transpacífico es tomado por algunos como el símbolo de la proliferación de acuerdos regionales en detrimento del supuesto multilateralismo de la Organización Mundial del comercio OMC, (integrada esta por 159 países). La última reunión ministerial del TTP se realizó en Singapur en diciembre de 2013, casi simultánea a otra reunión de la OMC realizada en la isla indonesia de Bali, en la que también setrató de reactivar un ambicioso programa de liberalización comercial mundial, lanzado en Doha en 2001. Como complemento de su geoestrategia en Europa, EE.UUgestiona un TLC denominado Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión ATCI (su sigla inglés es TTIP) pretendiendo aislar a Rusia y China con la eurozona, Estos tratados contienen los mismos temas y condiciones de lo que fuera el ALCA, con un gran radio de acción, con más radicalidad e inmensos beneficios para las transnacionales norteamericanas. Pero los europeos empiezan a mirar hacia el oriente, que viene estructurando la nueva Ruta de la Seda, empezando con Inglaterra, a pesar de su Brexit.
Los países emergentes –cuyas economías adquieren una fuerte presencia a nivel mundial a partir de los 90- no pueden trascender el concepto de progreso occidental, -China, India, Brasil, Rusia, Sudáfrica- al contrario, se apoyan en el modelo neoliberal extractivista a través del desarrollo industrial con importaciones de materias primas y exportaciones de productos tecnológicos, expandiendo las capacidades de sus bancos, multinacionales y transnacionales, para lograr su alto crecimiento económico, porque sus ambiciones están en convertirse en sub-imperios regionales en un inmenso mar de explotación y miseria que pasa de los 3000 millones de personas; ninguno de ellos pretende destruir el capitalismo ni al imperialismo, incluso algunos regresan del capitalismo de estado (Rusia, China) del entonces socialismo real, al capitalismo extractivista neocolonial, modelo que les permite llegar a los países de la periferia donde están las fuentes de materias primas para su producción industrial y la construcción de sus infraestructuras y, por consiguiente, los mercados para sus productos. En este sentido China creó en 2014 el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura BAII, en el que participan 57 países, la mayoría de Asia (34) 18 europeos, 2 de Oceanía, 2 africanos y Brasil, algunos de la órbita imperialista norteamericana como Australia. Inicia con un fondo base de 100.000 millones de dólares; pero también los BRICS crearon el Banco Nuevo de Desarrollo con más 100.000 millones de dólares en el que China aporta el 41%, Brasil 18.000 millones, Rusia 18.000 millones, India 18.000 millones y Sudáfrica 5.000 millones de dólares[1]. Toda una estructura económica y financiera para competir con el imperialismo norteamericano.
Sin embargo, en la disputa por protagonismo y hegemonía entre USA y China, el primero, como se preveía, trata de devolver el golpe creando una crisis de las bolsas, generando devaluaciones, estimulando la corrupción, manipulando los precios del petróleo, intentando desestabilizar los países de la periferia donde ha incursionado comercialmente China, aprovechando la recesión y la desaceleración en el crecimiento de ésta. Esto no es suficiente para el imperialismo occidental en su agonía, pues en 2018 USA inicia una guerra comercial contra China -incluso contra sus propios aliados como la UE México y Canadá- tratando de enfrentar a estos con el gigante asiático y Rusia. Toda una estrategia que incluye aislar, frenar y someter a los emergentes y “progresistas”, que se concreta en América Latina en golpes lentos, mediáticos e institucionales (parlamento, justicia) aplicados en Venezuela, Argentina y Brasil, como lo venía haciendo en Honduras y Paraguay, como lo pretende con Bolivia y Ecuador, incluso con Chile, su aliado, para mantenerlos en el redil del BM y el FMI con el extractivismo y la deuda.
En este movimiento de capitales, de distribución de mercados, de aprovisionamiento tecnológico y militar, se da lo que algunos denominan “multipolaridad”, que no es más que la relocalización del capitalismo globalizado, configurando nuevas geopolíticas y geoestrategias para diferentes regiones del mundo, desarrollo en el cual los EE.UU. pierden un poco de protagonismo político y comercial, del que son beneficiarios los emergentes o BRICS, especialmente China –que junto a Rusia realmente no son emergentes- que con su dinámica productiva y comercial superará a USA en 10 años, por lo menos económica y comercialmente. Lo que es significativo sobre el rumbo del capitalismo es su fortalecimiento en neoemergentes no BRICS como Indonesia y Vietnam en Asia, Nigeria y Egipto en África, y México, según los supuestos de Goldman Sachs, en los que incluye la mayor parte del sudeste asiático.
Los ensayos progresistas en Suramérica también contribuyen a recuperar estratégicamente al capitalismo, (así no lo crean sus dirigentes), pues estos intentos no trascienden los parámetros del capitalismo, no rompen la dependencia política y económica con Europa y Estados Unidos, ni impiden la injerencia extractivista de los emergentes, sino que mantienen intactas las estructuras económicas y sociales, aplicando el modelo liberal-extractivista de “desarrollo”, volviendo a la dependencia de las instituciones financieras (BID, BM, FMI) y de Rusia y China con el endeudamiento de sus países, y al neocolonialismo de las transnacionales extractivistas occidentales y asiáticas, recuperando el paradigma de crecimiento económico, asumiendo el concepto de desarrollo occidental como única alternativa que esos gobiernos ven para salir de la pobreza, el atraso y la desigualdad social. La descolonización cultural e intelectual, la autonomía popular, el respeto a la madre tierra y a los pueblos originarios se han quedado en el discurso, en el papel de sus Constituciones, en los sueños de los humanistas.
Esta actitud de los progresistas se vio fortalecida con la promesa de integración regional, en la construcción de infraestructura para producción de energía, de transporte y comunicación (marítima, aeronáutica, terrestre y las telecomunicaciones) en el intento de industrialización primaria, y en el paternalismo asistencialista con mejor reparto de la renta extractivista en la lucha contra la pobreza extrema, aumentando y fortaleciendo una clase media con más capacidad de consumo, no haciendo reformas estructurales, cuando se debería repartir la riqueza de quienes la han usurpado, concentrado y dilapidado, realizando reformas agrarias democráticas, fortaleciendo la soberanía agroalimentaria, cediendo y reconociendo autonomía a los pueblos originarios y a las comunidades organizadas de la ciudad y del campo, sobre sus bienes naturales y culturales y sus territorios comunes (sin que esto implique dividir los países, como pretendían algunos capitalistas en Bolivia utilizando las instituciones burguesas); en una sociedad democrática, justa y solidaria no puede haber mucha riqueza concentrada en pocas manos, ni pobreza en ninguna comunidad.
Simultáneamente a las crisis del capital se generan crisis y auges revolucionarios, convulsiones sociales que renuevan las conciencias, trayendo nuevas formas de ver al mundo, nuevas propuestas para transformar a las personas y a la sociedad, nuevos movimientos de liberación con nuevos sujetos en todos los rincones del planeta, que se suman a los que se venían dando después de la segunda guerra mundial en Europa (Alemania Oriental, y Hungría en los 50, primero contra el capitalismo de Estado), y luego en África y América Latina; esto es lo que sucedió en los 60 del s. XX desde la revolución cubana, una gran movilización social liberadora en África (Argelia, Congo, Angola, Mozambique); en Europa con el mayo del 68 que incluye la heroica lucha de los pueblos Checoslovacos contra el capitalismo de Estado, y el cuestionamiento por la juventud y los trabajadores europeos, de las estructuras y los paradigmas del capitalismo, desde la explotación capitalista pasando por el arte, la educación, la paz, hasta la liberación femenina, que también fueron motivos de movilización en EE.UU. por los trabajadores y la juventud en la lucha por los derechos civiles, contra la guerra y el racismo. En Asia las expresiones más significativas: la guerra popular de liberación nacional y por el socialismo en Laos, Camboya Corea y Vietnam, derrotan al imperialismo, mientras en China se vive una revolución cultural que también arrasó con intelectuales críticos; en esta rebelión global los estudiantes mexicanos aportan su cuota de sangre por el derecho a la educación en la masacre de Tlatelolco. Revive la insurgencia en América Latina y el Caribe por la liberación nacional y contra el imperialismo norteamericano, con procesos no violentos como el de Granada; sueños que fueron ahogados en sangre, con las dictaduras que inician en Suramérica en1964 (Brasil).
En los 70 y 80, se fortalecerían las dictaduras militares en Suramérica (Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia …) contra los trabajadores y los movimientos de liberación nacional. Luego de las dictaduras y las invasiones del imperio norteamericano de los años 30 y 40 del siglo pasado, se crece la lucha de los pueblos centroamericanos y del Caribe (Guatemala, Nicaragua, Salvador) en los 70 y 80 por los mismos objetivos, con el mismo heroísmo, logrando victorias efímeras; con resultados trágicos -por la intervención contrarrevolucionaria de USA-, de los que aún no se recuperan. Al mismo tiempo los pueblos del Cono Sur levantan la bandera de la democracia con participación de la izquierda en procesos electorales, apoyando gobiernos de transición hacia la democracia burguesa que no intentaron iniciar cambios estructurales (apertura restringida de la democracia en Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Chile) sin democracia directa decisoria, sin reformas agrarias ni distribución de la riqueza. Dejaron intactas las leyes excluyentes y represivas impuestas por las dictaduras, contra todo intento revolucionario de transformar sus sociedades, es más, dejaron esos genocidios (cientos de miles de muertos, torturados, desaparecidos y exiliados y de niños robados a estas víctimas en toda América Latina) en la impunidad, impusieron perdón y olvido a las víctimas con las leyes de “punto final” y amnistías; en Argentina los dictadores genocidas trataron de desviar la resistencia popular hacia un supuesto patriotismo contra Inglaterra por las islas Malvinas.
En América Latina los militares son invulnerables a la justicia y a los “cambios” políticos y sociales promovidos por “demócratas” o por la izquierda institucionalizada, (a excepción de los progresistas de Venezuela, Ecuador y Bolivia, que hicieron algunos cambios en sus fuerzas armadas) siempre les han temido porque la gran mayoría de ellos son formados y programados por el Pentágono para defender al imperio y a sus sátrapas locales,siguen siendo patriotas para USA, la OEA y las oligarquías locales, aunque hoy aparentemente no protagonicen golpes militares.
En nuestra Colombia, desde los 40 del siglo pasado la oligarquía y el imperio norteamericano impusieron una guerra civil, garantizando privilegios e impunidad a los militares, lo que les ha permitido continuar oprimiendo, excluyendo, torturando, asesinando, desapareciendo y desterrando, a quienes persisten en la justicia social, aunque este régimen se ha expresado internacionalmente como una “legítima” democracia representativa y no en la verdadera dictadura civil-militar genocida y cruel que es. Después de más de 15 años de guerra a mediados del siglo XX, la oligarquía utilizó como medio para acordar un pacto (Frente Nacional por 20 años) para la repartición del poder político, una corta dictadura militar (Rojas Pinilla 1953–1957) y acabar con la insurgencia liberal (la guerrilla liberal de los Llanos y del Tolima), y el paramilitarismo de la época, que se les estaban saliendo de las manos, y de paso eliminar las incipientes autodefensas campesinas, que ya contaban con apoyo de los comunistas (posteriormente darían origen a las FARC) alejándose de los partidos oligárquicos, luchando por la reforma agraria, la repartición de las tierras y la justicia social; sin embargo la violencia se extendió y profundizó no solo contra los opositores armados sino, contra los sectores populares del campo y la ciudad, continuando en lo que se denominó La Violencia, tras el asesinato del caudillo liberal Jorge Eliecer Gaitán, quien denunciaba el genocidio y la hermandad entre los dirigentes liberales y conservadores.
Después de 60 años, el pacto entre las clases dominantes (liberal-conservador de 1957) en que se repartirían la administración del Estado en períodos iguales por 20 años, este fue actualizado con la integración de los narcotraficantes en las esferas del poder factico y estatal desde los 70, continuando el poder oligárquico tradicional financiero-terrateniente potenciado por las mafias emergentes (locales y extranjeras) en la guerra de despojo contra el pueblo, abriendo la posibilidad de paz y seguridad financiera y jurídica para ellos y el capital transnacional norteamericano y europeo en la ejecución de planes como IIRSA Alianza Pacífico y los TLC con USA y la UE, que garantizó la Constitución del 91. Una derrota política e ideológica de la insurgencia y la izquierda, evidenciada en los acuerdos de desmovilización y reinserción que se han venido firmando entre el Estado y la insurgencia desde los 80 y que hoy se confirma con los acuerdos firmados en 2016 con las Farc (incumplidos por el Estado) y los “diálogos” con el Eln. Estrategia que deja el espacio libre para el accionar de las siete bases cedidas a los militares norteamericanos para su guerra contra Venezuela, (utilizando la logística y las estructuras paramilitares para infiltrarse a través de los más de 2000 kilómetros de frontera con el hermano país bolivariano) y para la realización de los planes extractivistas minero-energético y agroindustrial.
En los primeros años de este siglo, Latinoamérica sufre las consecuencias del nuevo modelo de acumulación; recordamos la crisis financiera después del chantaje de la deuda externa (1982) y la monopolización de la economía por el sector financiero internacional, que condujo al “corralito” y al saqueo de capitales en Argentina (2001); las crisis brasileña y mejicana, (réplicas de las crisis financieras que se venía dando en los EE.UU. y Europa con el quiebre de grandes corporaciones y la caída de las bolsas), despiertan el rechazo de los pueblos al “Nuevo Orden Internacional”, por lo que el pueblo argentino salió a las calles a tumbar títeres –como lo venían haciendo Venezuela desde el 89, Ecuador y Bolivia a finales del XX y principios del XXI- que traían el mismo remedio formulado por el Consenso de Washington[2]. Estas políticas financieras, monetarias y comerciales y las reformas estructurales ordenadas por el BM, se aplicaron en toda América Latina para supuestamente elevar los índices de crecimiento, y reducir los de pobreza, inicialmente en Chile como piloto del proyecto neoliberal, impulsado por ingleses y norteamericanos desde el golpe fascista de 1973, y que resultó siendo la misma farsa, la misma tragedia para nuestros pueblos. En el 89 el caracazo rompe las dinámicas de dominación reviviendo posibilidades de liberación en América Latina; luego, a fines de los 90 iniciarían los cambios progresistas con procesos electorales apoyados en movimientos populares en Venezuela, Ecuador y Bolivia, con menos intensidad en Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
Desde la promesa del Socialismo posible que redimiría a la humanidad, sintetizada en la consigna leninista de todo el poder para los Soviets, (que nunca se concretó) la dirigencia rusa del capitalismo de Estado, al unísono con los dueños del sector financiero internacional, en los 80s, ordenan todo el poder para los Mercados, acabando con lo poco que quedaba del paradigma del llamado “Socialismo Real”, que cae como castillo de naipes en el oriente de Europa –mientras era desmontado paulatinamente en China-, llevándose los beneficios, los recursos y las ilusiones de quienes aún creían en el comunismo como la superación de la necesidad, pues el llamado “Socialismo Real” resultó más extenuante para los trabajadores y menos democrático para los pueblos; pasando del capitalismo de Estado al capitalismo salvaje del Neoliberalismo, (con el regreso de la pobreza para los pueblos exsoviéticos) con una nueva oligarquía mafiosa inmensamente rica al frente de la confederación rusa, luego de la desintegración de la URSS y del campo socialista a nivel mundial.
Después de la guerra fría y la desintegración de la URSS, con la supuesta unipolaridad neoliberal que pretendían los globalizadores, a finales de los 90, se genera un movimiento internacional antineoliberal opuesto al Foro Económico Mundial; con grandes movilizaciones internacionales en las ciudades donde se realizan esas reuniones: Seattle, Doha, Etc.; promovido por organizaciones sociales y políticas de izquierda y democráticos, que empezaba a mirar otro mundo posible para la humanidad, haciendo énfasis en la diversidad cultural, económica y ambiental, iniciativa que floreció en Brasil con el Foro Social Mundial; en este foro alternativo participaron sectores sociales de los pueblos del mundo, organizaciones de trabajadores, indígenas, campesinos, ecologistas, integrantes de corrientes políticas socialistas, comunistas, demócratas, Etc. Este intento se fue agotando con el manoseo de algunas ONG (financiadas por las mismas corporaciones transnacionales que despojan a los pueblos y destruyen los ecosistemas) y de algunos gobiernos que trataron de utilizarlo para posar de “progresistas”, pero sobre todo, porque no planteó una clara alternativa al capitalismo con protagonismo y autonomía popular.
El 1 de enero de 1994 la dignidad de los pueblos mexicanos resurge en la presencia del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, reivindicando la lucha contra el neocolonialismo impuesto en México a través del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, pero que se trataba de imponer a todo el continente con el ALCA; esta insurgencia, rompiendo con los esquemas de la izquierda tradicional propone la lucha contra el poder político (no por el poder) no solo de las clases dominantes, sino también contra quienes asumen la representación de los pueblos negando su autonomía y sus capacidades de decidir y transformar y, contra la toma del poder del estado para administrarlo e imponer nuevas jerarquías. Acción que cae como un bálsamo sobre los cuerpos y las mentes adormecidas de los pueblos y sectores populares de toda América Latina, que les decía que otra democracia es posible, que se pueden autogobernar y construir alternativas humanistas de igualdad y respeto, sin caudillos iluminados, sin autoritarismo, sin patriarcado, sin capitalismo, una nueva civilización del bien vivir o nuestro socialismo.
Se necesita hoy, a nivel mundial, un movimiento social-político, anticapitalista antisistémico, que no solo se reúna anualmente, sino, que recoja las necesidades de los pueblos, que articule luchas y objetivos de todos los pueblos del mundo, que integre y difunda la diversidad de propuestas e iniciativas generadas desde los sectores populares y sus movimientos sociales, que abra espacios para una nueva institucionalidad humanista y humanitaria de transición hacia una sociedad justa, independiente del capital privado transnacional, de los Estados y de las ONG, en que el eje central sea la autodeterminación de los pueblos y la autonomía de las comunidades en sus territorios, que promueva el rescate de la dignidad, la solidaridad y la ética humanista en la política, equidad en la economía, nuevas relaciones con estos principios y valores entre los países, los pueblos, entre las personas, y relaciones de consideración y respeto con la naturaleza. Movimiento político- cultural, social, ecologista, antipatriarcal y anticapitalista, que no sea sectorial ni gubernamental, ni alineado política o ideológicamente a un partido, un modelo, o al nombre de una persona, como lo fueron de alguna manera la Internacional Socialista y el Movimiento de los No Alineados; pero que tampoco considere la democracia capitalista como único campo de confrontación y de construcción de una nueva sociedad.
Podemos decir que este movimiento se está gestando en las periferias, en los pueblos y comunidades locales (rurales y urbanas) con sus propias cosmovisiones construidas desde sus ancestros en sus territorios, separados de las instituciones y aparatos del poder capitalista, del consumismo y de las concepciones y prácticas tradicionales de la izquierda eurocéntrica, en la lucha por descolonizar nuestros pensamientos y maneras de ver y vivir el mundo desde la óptica occidental. Movimiento integrado fundamentalmente por Comunidades y pueblos aborígenes, que buscan la reconciliación con la madre tierra y el respeto por la vida y la dignidad de las personas.
Pero también persiste en la segunda década del siglo XXI la crisis sistémica, con la caída de las bolsas –en los Centros o metrópolis del capitalismo, que en 2015 incluyó a China-; crisis inmobiliarias (EE.UU. España), desempleo, quiebre de las economías de varios países europeos, algunos supuestamente desarrollados como Islandia, Italia, Irlanda, España y Portugal, además de la empobrecida y humillada Grecia; no es la debacle del capitalismo occidental, pues se busca mantener su hegemonía con la Globalización Neoliberal, con las guerras imperialistas en el oriente próximo, centro de Asia y norte de África; además del petróleo tiene otros ingredientes geoestratégicos como el mercado armamentístico, la destrucción y reconstrucción de países que las corporaciones norteamericanas y europeas presupuestan y se disputan -USA tiene asegurado grandes reservas de petróleo en su propio territorio para varias décadas utilizando el fracking, sin tener en cuenta el que roba a México e Irak y el de la alianza con la monarquía saudí- sino también ganar posiciones geopolíticas y geoestratégicas en diferentes regiones del planeta para extraer más recursos; cercar militar y comercialmente a Rusia y a China, geoestrategia que incluye la reducción del precio del petróleo, la alianza anglosajona (USA, Inglaterra, Australia, Alemania), la Alianza Atlántica USA-UE llamada TTIP y la TPP (asociación transpacífico) en sus siglas en inglés, y también golpear a Venezuela para expropiarla de sus grande reservas de petróleo, de gas y demás riquezas minerales; lo que también genera masivas migraciones de África, Medio Oriente y centro de Asia hacia las metrópolis europeas, con miles de muertos en el Mediterráneo, tal como ocurre con la migración centroamericana en la frontera sur militarizada y cerrada con un muro de contención,(producto de las guerras militares, económicas y culturales) con el despertar del racismo, la xenofobia y el nazismo de los invasores que se sienten invadidos, recogiendo la cosecha de terrorismo que Occidente ha sembrado en todo el mundo.
En América Latina EE.UU. busca detener los experimentos progresistas, recuperar su “patio trasero” como bodega de materias primas, frenar el avance comercial y de inversión de china y Rusia, con la Alianza Pacífico (iniciativa de integración regional conformada por Chile, Colombia, México y Perú, creada en 2011). Pero la reactivación del Sistema Mundo Capitalista no está en la hegemonía del imperialismo USA-UE, sino, en el crecimiento económico, la expansión y la presencia de los BRICS (aún con la crisis política de Brasil) en Asia, África y América Latina.
Simultáneamente a estas alianzas intercontinentales para América Latina y el Caribe, el capitalismo mundial (potencias hegemónicas y emergentes) reencaucha y diseña planes regionales para garantizar la construcción de infraestructura, comunicaciones y seguridad jurídica y militar para la explotación de recursos, sin importar las tendencias políticas de los gobiernos, sean de derecha, de izquierda o progresistas, pues tras el paradigma del desarrollo-crecimiento, todos buscan el mismo fin: recuperar y mantener el poder del capital, mediante la reprimerización de las economías, integrándose como productores de recursos alimentarios y biogenéticos, materias primas, minerales y combustibles, aceptando Tratados de Libre Comercio (TLC), para lo cual tienen que construir y modernizar infraestructuras dentro de las estrategias de extracción de esos recursos en los países periféricos, aplicando reformas estructurales a los Estados, asumiendo reformas macrofiscales y deuda pública interna y externa. Esta geoestrategia se dinamiza con Planes Regionales como:
- Proyecto de Integración y Desarrollo de Mesoamérica PM, originalmente Plan Puebla Panamá PPP con componentes económicos, políticos y militares[3] para Centroamérica y República Dominicana, repotenciado desde septiembre de 2000. Dirigido a optimizar la producción y transmisión de energía eléctrica desde el sur del continente hasta Estados Unidos, (caso Hidroituango) igualmente, la modernización e interconexión de las telecomunicaciones cuyo proyecto central es la autopista Mesoamericana de la Información en base a la fibra óptica, la ampliación y modernización de todos los sistemas de transporte, que incluye unir por carretera a todos los países de la región, partiendo de Colombia; mejoramiento y construcción de aeropuertos y puertos marítimos y fluviales. Este plan funciona en coordinación con el sistema de integración centroamericano SICA.
- La Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana IIRSA tiene los mismos objetivos del Proyecto Mesoamérica ampliados en extracción mineroenergética, agroindustrial, biogenética, y de materias primas, complementado con la circulación de mercancías de origen asiático, europeo y norteamericano en Suramérica; Los proyectos IIRSA (con más de 500 megaproyectos), fueron “definidos” y clasificados desde 2009, por el Consejo Suramericano de Infraestructura y Planeamiento COSIPLAN, dependencia de la UNASUR, su financiación es con aportes de los países “beneficiados”, el Banco Mundial, y la Unión Europea, aunque la que más se beneficiará será China. Para desarrollar este plan los supuestos organismos multilaterales imponen la financiarización de todas las actividades productivas y de servicios, y las reformas de los códigos de comercio y judiciales que garanticen seguridad financiera y jurídica a la inversión extractivista en todos los países de la región.
El plan IIRSA tomacomo eje en telecomunicaciones a Colombia, pero básicamenteestá enfocado a la construcción de obras de infraestructura en transportes de materias primas y recursos naturales, a la construcción de grandes represas para generación hidroeléctrica. Está andando a través de megaproyectos[4] como Poliductos transandinos al Pacífico, carreteras de cuarta generación (autopistas)trans-selváticas del Atlántico al Pacífico (que benefician comercialmente a Brasil), adecuación de vías fluviales, modernización y construcción de puertos y aeropuertos, represas de grandes ríos para hidroeléctricas que se interconectarán en todo el continente, y una compleja red de telecomunicaciones para dirigir y controlar toda la actividad extractiva y financiera; políticas que determinan prioridades para transnacionales y países emergentes, recursos a extraer, infraestructuras y áreas a intervenir, entre las cuales Colombia es parte determinante en este plan, que involucra a toda la región, incluyendo a los países con gobiernos progresistas. La modernización del aeropuerto El Dorado y del de Palmaseca en Palmira, el proyecto de ampliación y modernización del puerto de Buenaventura; el proyecto de ferrocarril Caracas-Buenaventura, el ferrocarril que partirá de unpuerto en Brasil en el océano Atlántico,hastael puerto de Ica Perú en el Pacífico (pasa por Paraguay y Bolivia, que le permitirá por lo menos la salida comercial al Atlántico y al Pacífico, también “beneficiará” a Argentina y Uruguay) los poliductos y viaductos en construcción, son parte de este plan.
Ambos proyectos son parte de la infraestructura necesaria del neoliberalismo (¿o pos neoliberalismo?) extractivista para movilizar los recursos y materias primas hacia las plantas de procesamiento que están en cualquier parte del planeta, principalmente Asia y la cuenca del pacífico; lo que encaja perfectamente conlos planes intercontinentales que en esta área se desarrollan como la Alianza Pacifico, la TPP, (que se articula con la Alianza Atlántica USA-UE) la ASEAN y los emergentes; estos planes no integran a los pueblos, pero si unen a las burguesías locales en torno a los deseos expoliadores de las transnacionales, en los que juega papel importante la corrupción en todas las instituciones de los Estados, como lo estamos viendo en el continente. Lo trágico de estas iniciativas no es que violan las soberanías nacionales, sino que destruyen áreas vitales de los ecosistemas del continente, especialmente amplias zonas de producción hídrica, reserva biogenética, bosques y selvas (selva centroamericana, los bosques, páramos y nevados andinos, la selva húmeda del Pacífico colombiano la amazónica) de gran diversidad biológica, donde también conviven muchas comunidades indígenas y campesinos, algunos pueblos en aislamiento voluntario; situación que se complementa con la extranjerización de la tierra, generando la multiplicación de la pobreza en todo el continente.
Las causas de la actual crisis estructural del capitalismo –incrementada en 2008 tras la crisis inmobiliaria- no están en la caída de las bolsas, ni en la fluctuación del mercado financiero especulativo mundial, ni en la crisis energética o la climática, ni en la debacle de algunos Estados europeos, ni en el traslado de plantas de producción a los países de la periferia –caso Detroit-, ni en las guerras imperialistas que destruyen países y culturas, tampoco en la súper-producción industrial; la verdadera causa es la incapacidad política de los capitalistas para sostener permanentemente un sistema criminal basado en el crecimiento ilimitado en un mundo finito, en la explotación el despojo y la violencia contra los pueblos y los ecosistemas, en su modo de producción y de acumulación, en la imposibilidad de mantener los exorbitantes niveles de consumo y derroche de sus metrópolis con recursos que se agotan en el mundo, frente a la expansiva rebelión de los pueblos contra la dominación y el despojo que ejerce el capitalismo.
Por otro lado, en las periferias se están dando acuerdos subregionales y por bloques, con tratados comerciales más equilibrados, y en torno a la utilización de sus propias monedas diferentes al dólar, Irán decidió comerciar con la UE en euros; China con el Banco Asiático de Inversiones está haciendo la mayoría de sus transacciones en las monedas locales de la región y en yuanes como divisa; en el oriente de África algunos países decidieron comerciar en sus monedas y están buscando una común diferente al dólar; los BRICS también lo están haciendo, en América Latina algunos países del ALBA tratan de hacer transacciones con el SUCRE, aunque los intentos de los “progresistas” por conservar algo de independencia, en ningún momento atentan contra los fundamentos del capitalismo ni plantean cambios estructurales en la economíade sus países; es posible que el Mercosur defina dinamizar su comercio en monedas locales.
Estas medidas tomadas por países de diferentes continentes debilitan económicamente las estructuras del imperio norteamericano, principal bastión de la barbarie neoliberal, mientras se proyectan nuevas hegemonías regionales (BRICS). Dichas decisiones, más las geoestratégicas imperialistas, condujeron al imperio norteamericano a invadir y destruir Irak, pues Hussein, antes de la invasión imperialista, estaba valorando el petróleo en euros y proponiendo a la región el cambio de moneda en el mercado de los combustibles, igualmente Gadafi pretendía una moneda común regional.
Ante el intento de EE.UU. de impedir a Rusia el acceso al mar Negro al pretender ganar Ucrania para la Unión Europea y sembrar más bases militares en una nueva guerra fría. Rusia retoma posición sobre Crimea, presionando a Europa (principal consumidor del gas ruso) para que desista de anexar Ucrania al área de la UE con presencia de la OTAN. Lo que ha llevado a fortalecer la alianza entre Rusia y China. Sin embargo China sigue siendo el principal socio comercial de EE.UU. mientras Alemania y china construyen y rehabilitan rutas comerciales (carreteras, trenes de alta velocidad, puertos, poliductos) y para movilización de materias primasentre Europa y Asia; de la misma manera, China concreta su alianza con Rusia a través de acuerdos comerciales, con la construcción de infraestructura para los mismos fines, que incluyen acuerdos políticos y militares que se manifiestan en el caso de la desnuclearización de Corea del Norte.
Con todo esto, aún no podemos decir que la actual sea la última crisis del capitalismo, pues este se regenera a través de nuevos modelos, estructurando otros centros de poder con la utilización de otras fuentes de energía, de nuevas tecnologías, de la inteligencia artificial, de la biopolítica como medios para controlar mental, ideológica, política, económica y militarmente a los pueblos, con la movilización de capitales, inclusive reformando su sistema financiero y monetario, como se pretende con el dinero virtual y las criptomonedas, que llevan ya casi diez años en experimentación y consolidación en el mercado; supuestamente pretende acabar con el papel moneda y los bancos centrales, cambiando una pirámide usurera-especulativa por otra basada en algoritmos y cadenas de bloques informáticos, con los mismos principios y fines; en este Sistema Mundo toda forma de dinero, como instrumento de dominación, siempre será monopolizado y controlado por los dueños del capital financiero; esta etérea moneda desde ya está enriqueciendo a una minoría tecnócrata de clase media alta de los países centrales, pero puede explotar como cualquier burbuja cuando los dueños del sector financiero lo deseen, dejando a cientos de millones de ahorradores y consumidores de todo el mundo en la miseria. El capitalismo seguirá siendo tan salvaje y criminal como cuando nació, así les parezca a algunos ingenuos que con la mundialización se redistribuye el capital y que la llamada “multipolaridad” fuera el punto de equilibrio de un supuesto capitalismo más democrático o “más humano”.
Este análisis es necesario profundizarlo, ampliarlo y racionalizarlo no solo dentro de la academia crítica, sino, dentro de la izquierda y de los movimientos sociales populares, para visibilizar perspectivas económicas y políticas en el proceso de transformación social para América Latina y el Caribe, sin caer en la trampa del chovinismo en que nos quiere meter la oligarquía mercachifle colombiana, (para desviar la atención del pueblo por sus verdaderos problemas) que cree que este es un país emergente y que en lugar de ser parte del progresismo, de la ALBA o de UNASUR, debe estar en la neoliberal OCDE y con la criminal OTAN, porque supuestamente Colombia obtiene altos índices de crecimiento económico, y porque cuenta con el ejército mejor armado y entrenado de la región -comandado por el Pentágono y la CIA-, formador y exportador de asesinos para las guerras en el Oriente Medio y África- para combatir a la insurgencia y a la protesta popular, y amenazar a sus vecinos, pero con los peores índices de violencia y desigualdad en el continente. Lo preocupante es que indirectamente la izquierda institucionalizada colombiana apoya estas iniciativas, al hacer alianzas con la derecha, creyendo que esta va a abrir las puertas de la democracia a la paz y al “desarrollo” del país, pero Santos confirmó la intención de consolidar su proyecto neoliberal, en la reunión de Cartagena del grupo de la Tercera Vía, en junio de 2014 y lo logró.
Por: Gonzalo Salazar, julio 4 de 2018
[1]Datos tomados del artículo China humilla a Estados Unidos y marca el ritmo de la nueva geopolíticade Alberto Cruz, publicado en www.rebelion.org 25-04-2015. Fuente: http://www.nodo50.org/ceprid.php?article1992
[2]Acuerdo entre los organismos financieros internacionales: el FMI, el BM, la Reserva Federal y el congreso de EE.UU. para imponer el neoliberalismo.
[3]Participan los países centroamericanos: Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá. Los estados del Sur-Sureste de México: Campeche, Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Yucatán. Desde 2006 se unió Colombia; A partir de 2009, se adhirió República Dominicana. Fuente: http://www.proyectomesoamerica.org
[4]Proyectos de la Cartera del COSIPLAN : cantidad total de proyectos: 579
Inversión total estimada: 61.347.183.245 (en US$) Proyectos de la API: Cantidad de Proyectos estructurados:31.Cantidad de Proyectos individuales: 101 Inversión total estimada: 20.266.243.380 (en US$).
Fuente: http://www.iirsa.org


