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El fiscal: otro coscorrón a Colombia

Por: Ricardo Robledo

El libreto del fiscal general de Colombia, no fue escrito por el maestro Salustiano Tapias, quien representaba a un albañil profundo, honesto y trabajador, que dejó en el fondo un mensaje social; el actual Martínez, lo deja pero de dolor. Uno cómico y el otro trágico. Tragedia nacional; apenas un lado del estado de las instituciones en Colombia. El hijo, un actor de reparto, profesional con sobresalientes actuaciones saltando de lo público a lo privado y viceversa; hoy se le han trastocado los diálogos, pero su experiencia de proximidad en las tablas, le ha permitido conservar la calma y las apariencias ante el público.

Los hechos son claramente lógicos: un fiscal no puede investigarse a sí mismo y menos aún ante sucesos tan graves como los que son del dominio nacional. En un país sano, con personas éticas, ya se hubieran producido las correspondientes renuncias y se estaría ante un escándalo de inmensas proporciones.

El pueblo ya sabe que “la ley es para los de ruana”, que al país lo gobiernan diez familias que definen el rumbo; que al presidente lo eligen en sus reuniones cerradas; que por tanto, no hay democracia y los ciudadanos no son electores; que los políticos rentan del estado y obtienen fortunas descomunales; que al que luche por cambiar las cosas, lo bloquean y lo matan. Una larga y trágica comedia de más de doscientos años.

Ninguna de las instituciones de la oligarquía se salva; ni la fiscalía, ni la contraloría, ni la procuraduría, ni la policía, ni las fuerzas armadas, ni los presidentes, ni los gobernadores, ni los alcaldes, ni el congreso, ni las asambleas departamentales, ni los concejos, ni las demás corporaciones. Están todas cruzadas por la corrupción, como también lo están los negocios privados. Ya se sabe con quiénes y cómo contratan. No hay nada más de qué hablar ni denunciar en Colombia. Falta actuar.

Una cosa es dedicar la institucionalidad a la construcción de fortunas individuales y otra es dedicarla a la construcción de un país de cara a los ciudadanos. En esto está la clave de la discusión política en Colombia. Sólo que los políticos tradicionales logran meterle distractores al pueblo colombiano para que no se organice ni se reconozca en la mayoría que es, para que pueda tomar de manera autónoma las trascendentales decisiones que se requieren, con organizaciones de gobierno propias surgidas de las asambleas regionales.

Una cosa es el gobierno de la oligarquía y otra un gobierno del pueblo para el pueblo. Otro mundo es posible. «La lucha es larga, empecemos ya»; así dijo Camilo.

Diciembre 4 de 2018

La destrucción de la Modernidad

Por: Ricardo Robledo

Uno de los documentos que ha ejercido influencia en mi pensamiento político en los últimos veinte años, ha sido “Moralidad y Modernidad en Colombia”, del profesor Rubén Jaramillo y publicado por la revista Transición, surgido de una conferencia ofrecida en la Universidad Nacional el 28 de agosto de 1997. Son muchos los temas que se derivan de allí y acerca de los cuales se podría montar una cátedra permanente.

Son magistrales los comentarios que se hacen en el artículo sobre la forma en que se forja una forma de Moralidad en el país y las conclusiones a las que llega sobre la idiosincrasia de los colombianos caracterizándolos como “pasivos, conformistas, superficiales y que tienden a comportarse preferentemente en forma…autoritaria”. Esto de autoritario quiere decir, déspota con aquellos a quienes considera inferiores, pero a la vez sumiso ante quienes ve como sus superiores.

No alcanza uno a entender cómo personas como el escritor del artículo, que muestra un conocimiento de la idiosincrasia de los colombianos y lo soporta sobre aportes científicos, no ocupan merecidos cargos en la dirección del país, pero en los cuales sí proliferan los ejemplares de poca monta.

Ahora se quiere hacer referencia fundamentalmente al tema de la modernidad. El artículo me llevó a la lectura de los autores del Siglo XVIII fundadores del liberalismo y de otros posteriores que se han referido al tema. Escritores no necesariamente marxistas, labor que algunos podrían mirar como herejía conceptual.

La lectura en fuentes diferentes al marxismo del Siglo XX, la Guerra el Golfo (1991) y la caída del Muro de Berlín (1989), me condujo a particulares reflexiones sobre lo que había sido la práctica revolucionaria en Colombia, sus riquezas y vacíos. Además, los sucesos geopolíticos de esos años, ejercieron influencia trascendental en el conjunto de la izquierda nacional y mundial, en la que cundió el desánimo, la confusión y hasta el abandono de las luchas.

Muy difícil que aportes como los que pueden surgir de la discusión de las formas que tomó la Modernidad en el mundo y el país, sean acogidos por personas de izquierda con un concepto de revolución ya pensada y asimilada, sobre una realidad invariable, ya interpretada y que al parecer no necesita ser estudiada; es decir, cuando los marxistas no son marxistas, ni hacen uso de la dialéctica y cuando el “análisis concreto de la situación concreta” no pasa de ser retórica discursiva.

No es fácil que quienes asumen que el socialismo es una receta que sólo basta aplicar, pero sin resolver realmente el cómo se transforman las relaciones de producción que caracterizan este modelo social, sin caer en el capitalismo de estado. Por eso no es raro que en todo momento de las luchas, algunos pregunten por el socialismo y donde no lo ven, ven reformismo. Así no captan lo que significa la lucha por un estado de derecho en una sociedad como la colombiana. Aquí se puede afirmar que falta asimilar tanto el concepto marxista de la revolución permanente, así como el poder de la negación dialéctica y qué significa ser revolucionario hoy en todo momento. Estas personas son las que están a la eterna espera del socialismo para poder ser revolucionarios y aplicar la democracia; llegan hasta considerar como atrasados a quienes no comparten su “avanzada” visión.

Un debate debe construir, construirme y construirse; debe transformar, transformarme y transformarse; debe cuestionar, cuestionarme y cuestionarse; es decir, tiene que ser dialéctico.

Dicho sea de paso, que algunos escritores muy modernos consideran que la dialéctica ya fue superada, porque supuestamente sólo conduce a la existencia de dos contrarios; nada más alejado de la dialéctica que esta pobre interpretación. Lo que está superada es su forma interpretativa que no va más allá de la lógica. Al menos eso fue lo que nos enseñaron en las matemáticas básicas: cero o uno, blanco o negro, A o B; más desarrollada es la lógica difusa, pero sigue siendo lógica. No se trata de defender aquí tozudamente a uno de los pilares del marxismo (pensamiento aparentemente ya obsoleto para muchos) pero sí de hacer precisiones.

La Modernidad es la forma que toma el proceso civilizatorio de la sociedad burguesa, que se fundamenta en las teorías liberales de las Repúblicas, de los conceptos de ciudadano, democracia y nación, de los que surgen las constituciones como contratos sociales que conducen a la implementación de un Estado Social de Derecho.

Paradójicamente, contra estos fundamentos sociales, filosóficos y políticos, van las actuales élites de derecha que gobiernan como sicópatas al mundo y al país. Actúan como verdaderos monstruos que a hachazos se cortan los pies. Creen que ganan al hacer prevalecer por la fuerza sus intereses sobre los demás, pero en realidad conducen a la sociedad a su propia destrucción. Pisotean a ciudadanos, a sus propias instituciones republicanas, a constituciones, a su democracia representativa, a la nación, al estado social de derecho  y los reemplazan por el yo facista, creyendo que su proceder arbitrario enderezará el rumbo social y le devolverá el esplendor al decadente modelo capitalista. Se oponen ilusos al avance de la historia y a los deseos libertarios de los Seres Humanos.

En el mundo y el país, abundan este tipo de personajes enfermos que se presentan como mesías, iluminados que ven lo que otros no, que se creen fuertes, pero que son verdaderos matones, con funcionarios de bolsillo (fiscales, jueces, contralores, legisladores, militares, periodistas, religiosos) y todo tipo de fuerzas oscuras. Al pisotear a la democracia liberal y sus instancias, le dicen adiós a la Modernidad, propio soporte de su modelo social. En el fondo sólo buscan salvan sus bienes y su pellejo y después que se venga lo que sea. Buscan ocultar con más sangre sus crímenes. Arman guerras con tal de evadir la justicia y obtener ganancias.

La guerra no se ve muy atractiva para aquellos que tenemos a nuestro alrededor mucha gente valiosa de los cuales no se quiere perder ni uno; los que llaman a ella, no la van a pelear, pero si mandarán a otros a que luchen bajo cualquier pretexto de patria, religión, valores, instituciones, con lo que muestran cuánto es que vale la vida humana para ellos; bajo la frase de desprecio: “estudien vagos”, reside su valoración de los ciudadanos; es decir, los demás son considerados residuos sociales que pueden y merecen ser destruidos.

Por esto es que muchos escritores hablan de “Modernidad líquida” dando a entender que ya no es tan sólida, que se diluye entre las manos de los retardatarios que no quieren que la Humanidad ni lo Humano avancen. Los pueblos del mundo, incluido el colombiano, deben prepararse para dar una solución humanista organizada, autónoma y libertaria a la debacle que se está armando.

Algunos hablan para el país, de Modernidad fragmentada, retardada, deformada, incompleta; pero el que quiere calificar establece un punto de referencia y debe considerar el porqué del referente. La realidad no es como se piensa sino como se presenta y Colombia se insertó en la Modernidad como colonia y no fue de otra forma, dando origen a un remedo de democracia republicana. No es una característica exclusiva del tercer mundo; en todas partes del planeta se aprecia una humanidad oprimida por las élites que las gobierna. Los ideales liberales de libertad, igualdad y fraternidad ya son cosas del pasado, y que hoy hacen parte de un discurso agotado. La rebelión de todas esas personas aplastará a los opresores y hará nacer una civilización más humana. Es inevitable por donde se mire.

Octubre 1 de 2018

Moralidad y modernidad

El criminal bloqueo al pueblo venezolano

Por: Ricardo Robledo

Ustedes los han visto: atléticos, robustos, rozagantes; no muestran en sus cuerpos el hambre que dicen estar aguantando en su país, como si se nota en Colombia en los niños de la Guajira, de la Costa Atlántica, del Pacífico, de las cuatro grandes ciudades y de cualquier sitio del territorio nacional. Ustedes los han visto repartiendo bolívares en los buses; un delito financiero como lo es el sustraer el papel moneda de un país; si usted ha recibido los billetes, ha contribuido eficazmente a llevar la penuria a los hogares venezolanos.

¿Usted se imagina qué pasaría en su país, si de un momento a otro desaparecieran los billetes? Piense en cómo haría para pagar el transporte diario, mercar, pagar los servicios, cumplir pagos bancarios, etc. Muchas de las robustas personas que se ven en los buses entregando bolívares, son pagados por la derecha internacional; no fue casual que a la señora tintori se le encontraran doscientos millones de bolívares en la cajuela de su automóvil; en Brasil, se han encontrado cuartos llenos de la moneda venezolana. ¿Quiénes tienen el poder económico para hacer esto, porqué los hacen y con qué propósito?

Los que se hablan en los buses como sufridos venezolanos, tienen que representar un drama ya que sin este no se conmueve a los oyentes y no hay ayuda. Es una crisis creada por poderosas fuerzas a las que no les interesa el sufrimiento de las personas y las hunden en penurias reales como retaliación a sus deseos de libertad y soberanía.

Desde los países de la alianza del Pacífico, se inducen migraciones para mostrarle al mundo que huyen de la crisis humanitaria que hay en Venezuela por culpa de la Revolución Bolivariana y del Socialismo. De esta forma se ambienta el panorama para incrementar la intervención hasta llevarla al plano militar, que podría sumir a la región en un conflicto de grandes proporciones y que afectaría a las poblaciones del área con consecuencias inmanejables.

En esta tramoya participa la oligarquía y demás derecha colombiana, con acciones tan supuestamente humanitarias, que a diario muestran en sus noticieros cómo les facilitan a los inmigrantes venezolanos su tránsito a Perú -pero que no se queden en este paraíso porque no hay cómo atenderlos- Al llegar a Perú, los mandan para Chile y de allí son devueltos a su país de origen. Pero el daño ya está hecho y ya se recreó para el mundo la magnitud de la crisis que lleva a los habitantes al desespero. Los países donde gobierna la derecha, proceden así luego de haber fomentado la inmigración con falsas promesas de mejor vida en los paraísos colombiano y peruano, sitios en los cuales la población pasa por crudas penurias. En la programada ola migratoria se cuelan avivatos, vagos y delincuentes que entran a engrosar la podredumbre que deja el capitalismo en las hacinadas ciudades latinoamericanas y que generan ondas de violencia.

A la vez se aprovecha para asustar efectivamente a los pueblos locales con el fantasma del socialismo y de lo que les pasará si intentan procesos revolucionarios. Con estas manipulaciones obtienen jugosos resultados en las urnas que les aseguran la continuidad de sus privilegios, la explotación y opresión de la población. Se suman así a las acciones del imperialismo y a sus intereses, como socios que los protegen a cambio de la traición a los pueblos latinoamericanos.

Pero el peso humanitario de la revolución bolivariana, permite que luego de haber salido para la nación andina y tras conocer una cruda realidad, venezolanos y venezolanas sean incorporados al Plan vuelta a la Patria, impulsado por el gobierno popular. No abandonan a sus compatriotas a su suerte, como sí ocurre en los países donde gobierna la derecha, que mantienen a sus pobladores en el olvido y no se acuerdan de los millones de emigrantes que huyen de la miseria, de la represión y de las violaciones de los derechos humanos. Pero este retorno ya no ocupa grandes titulares en la prensa burguesa.Gloria al bravo pueblo.

Agosto 28 de 2018

La destrucción de la cultura paisa

Por: Ricardo Robledo

Todavía no eran las cuatro de la mañana y ya se sentía el trajín en la casa campesina. Se podía escuchar el crujir de la leña en el fogón, que comenzaba a quebrarse por la acción de la candela. Cuando los muchachos se levantaban, el abuelo ya había partido para el surco, con el azadón al hombro y el machete al cinto. Sobre la florida colcha de retazos construida por la abuela, descansaba un bebé que rebosaba de salud.

De esa base sobre la que se construyó lo que se puede considerar como cultura paisa, sólo quedan los recuerdos.

Las novelas y películas como las de la serie narcos y el patrón del mal, que entretienen al pueblo colombiano, se han hecho gobierno. A muchos se les cumplió el sueño y materializaron de esta forma a sus héroes. Colombia pasa de las manos de la oligarquía más sanguinaria de América Latina, a los de la lumpen burguesía (¿Habrá existido una que no lo sea?), con lo que el país caerá en la oscuridad, puesto que nunca este sector podrá construir una sociedad basada en un estado de derecho.

En la sociedad se fue imponiendo el estilo de vida de los narcotraficantes; los mafiosos convirtieron en su clientela a la juventud paisa; se calcula que un treinta por ciento de los jóvenes antioqueños son consumidores habituales, quienes andan enloquecidos en motos, dispuestos a cualquier fechoría para poder acceder a la dosis; para cuando la vida los llame a cuentas, se comprenderán que llenaron su cuerpo y su mente de basura y que otros que no consumían, se enriquecieron con su lucha diaria para conseguir el billete para el bareto. La idea de un negocio es que crezca. A los mafiosos, de sombrero y poncho, sólo les gusta una línea del himno antioqueño: “deja que aspiren mis hijos tus olorosas esencias”

Hoy, el acento paisa, se identifica en lo nacional e internacional como la forma latina de hablar del hampón, el matón o la prepago; el sombrero y el poncho, símbolos de traquetos y paramilitares; las arepas y el aguardiente, negocio de los combos; los trovadores y la música parrandera, diversión de mafiosos; los campesinos, masacrados, despojados, desterrados y desplazados. Le dejan claro a la nación y al mundo que, cuando pasa un traqueto, es Antioquia la que pasa.

No es por tanto casual que en Antioquia, el estado haga presencia en los barrios, por medio de los combos. Con paciencia y con habilidosos políticos, hoy exitosos, han ido copando los cargos de gobierno que les permiten definir el rumbo del país, especialmente de los recursos; para ello se rodean de funcionarios expertos en firmar contratos los 24 y 31 de diciembre a las 12 de la noche, como traídos del niño dios y regalos de año nuevo para sus amigos contratistas escogidos a dedo.

La legalización de fortunas ha sido un recurso necesario para el disfrute local de las ventajas que da el dinero fácil. Sólo un buen fajo de billetes permite explicar el salto político del joven izquierdista José Obdulio, quien cargando en sus espaldas un fardo de billetes, rodó cuesta abajo y en su caída soltó la ideología, pero no su carga; todo sin sufrir trastornos mentales ni sentir náuseas.

– Ya sabes Sancho cuál es la esencia de la naturaleza humana.

Fue allá en el fondo donde se encontró con su presidente. Así, Uribe, recubriendo con política sus intereses personales, se burla de 6 millones de antioqueños y ahora de 40 millones de colombianos (los otros 10 millones lo respaldaron y se convirtieron así en sus cómplices). Su poder económico, político y militar, se vuelve control social sobre buena parte de la población.

Es tal fervor que entre ellos hay quienes están convencido de que los orines de Uribe tienen propiedades curativas. El cura de la dos biblias, Ordóñez y la familia dirigente del movimiento mira, certifican que estos tienen un  grado de pureza mayor al que se obtiene en los altares; tanto más, mientras más frescos y calienticos se recojan; por eso no es extraño ver a paloma valencia corriendo desaforada con un frasquito, cuando desde el capitolio, él quiere hacerse pis sobre el pueblo colombiano, que es así bendecido y protegido por los sacros efluvios corporales de este magnánimo patriarca paisa, tenebroso genocida. Aleluya, alabado, alabado, ha lavado; muchas veces ha lavado; este gran colombiano, superior al inmortal Hermes Trismegisto, el tres veces grande. Muchos de sus seguidores, consideran que el frasquito alcanzaría cotizaciones record, si se vendiera entre los commodities en la bolsa de Nueva York.

Uribe mancilla a Antioquia. Ojalá pudiera efectuarse un diálogo sensato con la derecha colombiana con el fin de que a la otra Colombia se le respete la vida y se le reconozca su condición humana.

Agosto 22 de 2018

La transformación social del estado colombiano

Por: Ricardo Robledo

Medellín es uno de los destinos turísticos colombianos -cuestionable por demás- de mayor atractivo internacional. A esta ciudad llegan más de quinientos mil extranjeros al año; no pocos en busca de sexo y droga; esto significa que jugosos ingresos van a parar a manos de los poderes ilegales que controlan la ciudad y esto es lo que contribuye a sembrar dudas acerca de la bondad de tan significativa cifra de visitantes.

Las visitas incluyen recorridos por el edificio Mónaco, el barrio Medellín sin tugurios, la escuela de policía Carlos Holguín, la tumba de Pablo Escobar en Campos de Paz. En la finca La Catedral se puede apreciar un letrero que dice: “triunfó el estado”.

En la década de los ochenta el “patrón” era considerado uno de los hombres más ricos del mundo, si no el más. Su fortuna se calculaba en más de diez mil millones de dólares. Si alguien tuviera tal suma hoy, con un cambio de tres mil pesos por dólar, sería la no despreciable cifra de treinta billones de pesos, ahora imagínense cuánto pudo valorizarse después de treinta años.

Lo cierto es que muerto el capo, esos dineros equivalentes, no fueron enterrados con él, ni los tiraron al río Medellín, ni los entregaron a las víctimas de su accionar delictivo. La sociedad antioqueña comenzó a sufrir cambios culturales de la mano de las mafias de narcotráfico. “Cómo son de pobres los ricos colombianos” fue una de las frases del jefe de jefes; apareció la ostentación; las fincas lujosas; los clubes nocturnos; sorprendentes mansiones; los edificios se multiplicaron en los sitios más exclusivos.

Muchos se dieron cuenta que para hacer negocio y fortuna, no era necesario luchar con un proceso de producción. No es sorprendente que los dirigentes políticos de la región hayan tomado la decisión de cambiar el uso de la ciudad y se dieran el lujo de cambiar su infraestructura industrial para declarar a Medellín como ciudad de servicios y dedicarse a la especulación financiera.

Legalizar las propiedades ha sido el papel del primo del capo y del presidente que por esto es de “inteligencia superior” y al que “le cabe el país en su cabeza” o más precisamente en su bolsillo. Todo recubierto de poder político y de palabrerías que llevan a que mientras ellos celebran en sus fincas, otros sin distingo de estrato, defiendan furibundamente los principios políticos del centro democrático o que sean enviados a la muerte o a ser despedazados a cambio de un cuestionable título de héroes. O que así digan que actúan en defensa de la fe cristiana y algunos se echen la bendición con el pipí de Uribe.

Otros fueron los tiempos cuando la oligarquía más sanguinaria de América Latina, convocaba a los capos del narcotráfico para que le hicieran la guerra sucia contra la izquierda colombiana. Esa fue la tarea de los gobiernos I y II de Uribe. Pero ocurrieron dos hechos. La mafia se dio cuenta de su poder económico, político, militar y social y quisieron quedarse en el poder; a la vez las élites tradicionales vieron que el cúmulo de crímenes de lesa humanidad podría salpicarlos y decidieron alejarse de aquellos que podrían untarlos de más sangre y que a la vez les disputaban su control de la sociedad colombiana. Esas son las causas de las contradicciones Uribe-Santos que se expresaron a partir del 2010.

En Colombia el narcotráfico sirvió como forma de acumulación originaria de capital y las segundas y terceras generaciones de los capos de los años ochenta, aparecen ahora como una nueva burguesía industrializada. Son estos los que en las elecciones de 2018 estaban dispuestos a hacer valer su poderío económico, político, militar y social, ya saboreado con la presidencia del 2002 al 2010. Con una baja votación por estar desprestigiada por su responsabilidad en la corrupción, la oligarquía cayó de rodillas con Vargas Lleras ante los nuevos amos, ahora como invitada pero nunca dispuesta a perder su poder dinástico. Ante el peligro de un posible triunfo de la izquierda, los políticos tradicionales miraron a su alrededor y decidieron apoyar a quienes más se le parecían y les daban garantías de continuidad.

El gobierno que se posesionó el 7 de agosto, no puede seguir siendo visto como de la oligarquía tradicional; es el poder de una nueva burguesía surgida del negocio de la droga. La sociedad colombiana quiere pasar a la modernidad de la mano del narcotráfico, sometida al estilo democrático de la mafia y al trato de respeto por la vida que cultivan sus sicarios. Tarea democrática y humanista de por sí imposible de ser alcanzada con tal liderazgo, que hunde al país en la oscuridad y puede marcar el fin de la discriminatoria sociedad colombiana tal como la conocemos hasta ahora. A no ser que algunos sectores colados en la izquierda, quieran reeditarla.

El letrero de la finca La Catedral debe colocarse entre signos de interrogación.

Agosto 7 de 2018

Construir un acuerdo social sobre lo fundamental

Por: Ricardo Robledo

Comentarios sin fundamento anunciaban que en el 2012 se acabaría el mundo. Por coincidencia, la fecha correspondía al fin de los ciclos del calendario maya, lo que significaba que debería ocurrir un cambio de civilización; pero lo magistral fue la interpretación que de tales hechos hizo el Subcomandante Marcos a su comunidad hablándoles entonces del tiempo del no y del tiempo del sí; es decir, ya estaba claro que lo se quería no se encontraba en la sociedad burguesa y era necesario pasar a dar vida a lo que se quiere construir; cambios en los procedimientos que el profesor Eugene Gogol ve como la dialéctica viviente en la lucha de los pueblos.

En el caso de la sociedad colombiana, la gran mayoría de la población tiene claro lo que no se quiere, lo que debe llamar a que los dirigentes, líderes y pensadores populares pasen ya de las denuncias a la difusión de la propuestas y del modelo que se quiere construir en el país. El momento histórico abre las oportunidades para aclarar qué sería un acuerdo sobre lo fundamental para que a la vez sea fundacional con la fuerza y la asimilación por el constituyente primario. Algunos puntos son:

  1. Aplicar los acuerdos los acuerdos de paz porque han evitado miles de muertos y la afectación de la población. A la vez abre las opciones a formas más civilizadas de hacer la política y de construir verdaderas instituciones republicanas basadas en el estado de derecho. Los responsables de los crímenes de lesa humanidad deben comparecer ante la justicia, como garantía de no repetición. Sólo los cobardes responsables de masacres temen dar la cara al pueblo colombiano, reconocer su compromiso con tales delitos, pedir perdón y ser investigados dentro de la ley.
  2. Combatir y dar fin a la corrupción que desangra el presupuesto nacional con maquinarias perversas que impiden la inversión social. Sólo lo corruptos pueden oponerse a que se implementen controles en este tema tan crucial para el desarrollo del país.
  3. Fomentar el agro, sector primario de la economía, base del valor agregado que permite construir riqueza y mejorar los ingresos de los campesinos. Sobre la agricultura se construye la soberanía alimenticia de un país y la calidad de vida de la población.
  4. La salud como derecho ciudadano y deber del estado y no como negocio que pone énfasis en las ganancias, abandona a la población y les pisotea el sagrado derecho a vida digna.
  5. Educación gratuita y de calidad con el fin de formar los técnicos y administradores que le permitan al país resolver sus problemas y construir su grandeza sobre la inversión tecnológica. A un pueblo pensante sólo se oponen los tiranos que tienen su fortaleza de fomentar la ignorancia.
  6. Democratizar la vida nacional y sus instituciones colocándolas al servicio de los ciudadanos. Entendiendo como tal la inversión social, puesto que la grandeza de un país se mide en la calidad de vida de sus habitantes. Para que a partir de la democracia, la población pueda ser protagónica en las grandes decisiones del país.
  7. Cuidado del ambiente como región privilegiada en la biodiversidad y recursos hídricos para bien de la humanidad.
  8. Planes de vivienda para que la población pueda solucionar esta necesidad tan sentida y significativa en la búsqueda de condiciones de vida digna.
  9. Respeto a la autodeterminación de las naciones.

Estos son unos marcos muy generales que tienen que ser detallados en el momento de aplicación pero que deben recoger unas reivindicaciones históricas, legítimas y necesarias de la población colombiana. También hay que precisar qué se quiere decir con la palabra fundamental; pues, la derecha también dice luchar por la libertad y de la democracia y ahí se llega al contenido de las palabras y de ahí a la interpretación, intereses y significado diferenciado.

Como se puede apreciar, las propuestas de la Colombia Humana, no corresponden a un programa socialista, no tanto para que no asusten al pueblo colombiano sino porque hay que considerar en qué momento del proceso estamos. Sólo el marco del egoísmo puede hacer ver estas propuestas como peligrosas para el país.

La sociedad debe enfocarse a que los ciudadanos puedan alcanzar la felicidad entendida como la posibilidad de implementar su proyecto de vida, en donde se respete su derecho a vivir y a disfrutar de los beneficios de la actividad económica social. Para esto un gobierno debe basarse la democratización, la inversión social y el desarrollo tecnológico, como factores que debe estar presentes en un modelo de construcción social. Sus bases deben ser el humanismo, la solidaridad, la democracia y el respeto como aplicaciones correspondientes a una propuesta filosófica, económica, política y cultural. Acciones que más que acuerdos organizativos deben ser construcciones con la sociedad colombiana en los que deben participar todos los sectores sociales para poder construir un país en armonía y que se convierta en ejemplo de civilización en el mundo.

Junio 3 de 2018

Qué se juega en las elecciones del 27 de mayo: Colombia postrada o la posibilidad de construir un país en armonía

Por: Ricardo Robledo

Para muchos, no deja de producir las más negativas sensaciones el que una persona con múltiples procesos, sea quien aparezca en las encuestas como la preferencia en política, a pesar de la claridad de lo oscuro del asesinato de testigos en su contra. Impotencia, dolor, rabia, desesperanza, son los sentimientos que acompañan a tamaña impunidad y despropósito.

Además de que la población está a merced de los combos extorsivos y del microtráfico, en la sociedad prima la corrupción en el manejo de lo público con políticos expertos en el fraude, el engaño y en maquinaciones para perpetuarse en el gran negocio de las decisiones del rumbo del país. No es de extrañar el que una persona que es capaz de mandar matar a testigos, sea también capaz de robarse unas elecciones, pretendida expresión de la decisión popular, como rezan las llamadas constituciones republicanas. Otro delito que se suma al prontuario atroz.

Tal parece que no pudiera ser otro el destino de la nación que vivir sometida al bajo mundo de lo ilegal y al estilo de vida del hampa que quiere hacerse aún más oficial. Pero a pesar de la manipulación, de publicidad engañosa y de las encuestas amañadas y con precio, el pueblo colombiano encontrará esperanza más allá de las tenebrosas tinieblas que hoy ocultan un futuro luminoso.

Colombia no seguirá postrada ante el crimen y la mentira, así se vistan con el ropaje de las preferencias democráticas. Se tiene la opción de construir un país en armonía. Hay propuestas que no hablan de seguir matando más seres humanos. Esas son las que habrán de imponerse en la búsqueda de una sociedad basada en un estado de derecho en que prime la razón y no el delito. Para que en el concierto de naciones pasemos de ser uno de los países más violentos y desiguales a ser ejemplo de civilización en el mundo, tal como quería el Libertador en su ideario.

El 27 de mayo del 2018, Colombia elige entre la vida y la muerte; la civilización y la barbarie; la paz y la guerra; el amor y el odio; la democracia y la manipulación;  la argumentación clara y el insulto; la fraternidad y la agresión; la legalidad y el delito; la naturaleza y la destrucción; la defensa del ambiente y la contaminación; el agro y la desaparición de los ríos; el pequeño campesino y el terrateniente; la educación gratuita y la ignorancia; la salud y la enfermedad como negocio; el obrero y el magnate; la soberanía y el colonialismo; el interés de lo público y el interés privado; la mayoría marginada y la minoría elitista; el derecho y el desprecio; Colombia Humana y la opresión de derecha.

En esa misma fecha, la oligarquía se juega su estilo de democracia; o deja que ésta funcione libremente o hace el fraude perdiendo la mínima legitimidad que tiene y dejando al pueblo colombiano con los ojos abiertos, consciente y con mayor autoridad para desconocer un gobierno claramente impuesto en la ilegalidad, como lo ha sido tradicionalmente. Muchas veces el que cree ganar, pierde; porque se basó en la fuerza y el engaño y luego la fuerza de la razón y de la historia reclamarán lo debido. O se impone el delito y los amos de lo oscuro en un estado fallido. Ese día se dirá qué es lo que valen los conceptos de ciudadano, democracia y nación y se hará más evidente el avance social hacia la modernidad y a una sociedad más humana.

La oligarquía colombiana podrá cantar elegantemente como decía el poeta: “Juego mi vida, cambio mi vida, de todos modos la llevo perdida” o entender inteligentemente con la pedagogía de Paulo Freire que “al liberarse, el oprimido libera al opresor”.

Mayo 21 de 2018

Mucho más que un mensaje

Por: Ricardo Robledo

Algunas personas consideraron de mal gusto el que se les enviara este mensaje en los tantos grupos que existen en las redes sociales. Pero creo que es mucho lo que se puede sacar de esta imagen. No solo muestra todo lo que están dispuestas a hacer las personas por conocer lo que les depara el destino, como si este estuviera escrito en un papelito al cual algunos “videntes” pueden tener acceso, todo, fruto de la superstición, sino también cómo aprovechan toda clase de charlatanes y oportunistas para sacar partido de la ignorancia y ofrecer acuciosos servicios de adivinación.

El que los humanos se cubran el trasero es un factor cultural. Todos los animales lo exponen sin pudor y circulan por cualquier lugar sin que sean criticados y mal vistos;  esto es más notorio en los mamíferos, clasificación en la que están los homo sapiens. Especies como las aves tiene un ropaje natural.

 Esto es tan natural que el profesor Kajitani dice que desde el punto de vista de la ingeniería todo sistema puede considerarse compuesto por cinco funciones: La de operación, que es para lo que sirve, dígase moler, transportar, quemar, etc; la función de entrada de materiales a ser  transformados; la función de salida de producto terminado; la función de energía que necesita para hacer el trabajo y la función de desechos. En esta última está la referida especificación.

Es más, cada célula tiene boca y ano. O sea, que somos como una big, big city, en la cual cada casita tiene comunicaciones, energía, acueducto y alcantarillado con un maravilloso y complejo sistema que nos permite vivir y en cual los residuos son colectados hacia un ducto de tratamiento y disposición final. ¡Siquiera!,¡ menos mal!

Es decir, los excrementos están presentes en todo el organismo. Algunas personas los tienen más regados en el cerebro. No voy a decir quienes, para no ofender, pero de lo que sí estoy seguro es que no votan por una Colombia Humana, con mayor educación, en paz, con salud y defensa de la naturaleza.

El vergonzoso órgano también ha sido objeto del arte, desde sonetos de Baudelaire hasta esculturas de Dalí. Cuenta una anécdota que el maestro diseñó una arcilla sobre la que se sentaban prestantes personajes de la alta sociedad y que luego eran autografiadas por el genio. Lógico que estas impresiones valían un c… , pero con la firma del maestro la cosa cambia. ¡Vaya a saber uno si esto es arte o no!, pero que bueno haber tenido una firmada por Dalí.

Pero el relato no se queda ahí. El maestro contaba las estrías y concluyó que todas personas tenemos entre 35 y 37. Claro que hay quienes creen que tienen más y por eso se colocan por encima de los demás para que se las vean. Tal vez eso fue lo que quiso mostrar Antanas Mockus en un acto de arte hiperrealista para que el público comprobara que tenía igual número que los observadores. Hay que entender el arte señores.

Puede que algunos de los que se mostraron indignados por la circulación del mensaje comercial con tan particular servicio, fue porque quizás usaron tal tipo de adivinación y no tuvieron fortuna. Ahí si es muy válido decir que “les salió el tiro por la culata”.

Lo que ignoraba el maestro es que los políticos colombianos ya venían usando esa técnica desde atrás, como huella de identificación y de refrendación de sus obras. Definitivamente en el país más feliz del mundo, somos ricos también en fauna.

Abril 15 de 2018

En mayo del 2018 la derecha colombiana elige al presidente de Venezuela

Por: Ricardo Robledo

En Colombia las instituciones políticas están diseñadas para que la oligarquía gobierne;  de esta forma las élites tradicionales han mantenido al país en el Siglo XVIII conservando un modelo colonial que les ha permitido vivir del estado como una nobleza a la que todos los ciudadanos le tributan. Muchos políticos que le han hecho oposición buscan apenas reemplazarla en sus funciones para también disfrutar de los privilegios estatales sin pretender un cambio fundamental en la institucionalidad. Ven la política como una forma de ascenso social y muchos lo han logrado; esto incluye a quienes posan de izquierda, sector al que se suman considerándolo tan sólo como un nicho de mercado no tan competido como pueden presentárseles los partidos tradicionales. No son pocos los ejemplos y las traiciones a los intereses populares; el camino ha estado plagado de personajes que nadan en la corrupción y en los fraudes y que distan mucho de la ética, la moral, la disciplina y los valores verdaderamente revolucionarios.

Como expresa Héctor Abad Gómez en su libro Manual de Tolerancia, “la política atrae a los mejores y a los peores hombres”. De esto no se ha escapado ni la llamada “izquierda” en la que también se reproducen los vicios de la política tradicional. Urge una depuración que delimite los campos y que permita diferenciar los intereses populares de las ambiciones personales. Este va a ser un logro de los resultados electorales; puesto que a medida que se conozcan los escrutinios, aparentemente no tan favorables a la izquierda, algunos saldrán en busca de toldas políticas que no los dejen por fuera de la torta.

Es decir, se irá haciendo claridad acerca de quienes representan los intereses populares y quiénes no. Esto significa realmente un avance que será captado por los sectores oprimidos y por los verdaderos dirigentes de izquierda que han estado enredados y esperanzados en la búsqueda de una unidad siempre entorpecida por personajes que sólo persiguen sus intereses mezquinos de ascenso social y que usan la palabrería de izquierda como vehículo.

Otra cosa es entender en qué momento del proceso estamos y buscar la alianza con los sectores democráticos una vez diferenciados los intereses y puestas las cartas sobre la mesa. Cometen un error de izquierdismo aquellos que creen posible el implementar un modelo socialista en lo inmediato. Y se quedan en el reformismo, quienes tan sólo ven las necesarias reivindicaciones de la democracia republicana y renuncian al avance de la sociedad. Todo es un asunto de intereses que deben ser diferenciados, pero que coinciden en un camino histórico. Nuestra historia condiciona lo que somos y limita lo que podemos ser y esto deben entenderlo y estudiarlo los revolucionarios.

La única que tiene claro cómo implementar el socialismo en nuestros países es la derecha regional, que se ha quedado en su crítica a la interpretación lineal de los marxistas y socialistas del siglo XX; son estos sectores retrasados los que quieren girar hacia atrás la rueda de la historia y desconocer la lucha permanente de los seres humanos por la libertad. Sus privilegios y egolatría los lleva a soñar con una realidad que nunca va a cambiar o que su poder personal puede parar cualquier avance social. No por esto dejan de ser peligrosos en el desespero de estar parados sobre un modelo que se derrumba, por lo que están dispuestos a todo tipo de violencia si de defender sus intereses se trata. Los hechos lo confirman.

La forma en que Colombia –y todos los países colonizados- se insertaron en la Modernidad, es decir en la sociedad burguesa, dejan reducidos a cero los conceptos de ciudadano, democracia y nación, tal como los ha mantenido la oligarquía local, que ha sido la gran perdedora en los comicios recientes. Otros eran los tiempos cuando desde su posición de poder, la clase política tradicional convocaba a los jefes de las mafias a que le hiciera la guerra sucia contra la izquierda, proceso en el que los invitados hicieron valer su poderío en los diversos frentes de la economía; sectores emergentes ahora convertidos en una burguesía industrializada que aprovechó al narcotráfico como su forma de “acumulación originaria”. En el decir de algunos terratenientes tradicionales: “los pusimos a cuidar la finquita y se querían quedar con ella”. Ese era lo que inspiraban las componendas de reelección sin límites. La oligarquía asiste ahora al poder como invitada de los antiguos huéspedes de la casa de “Nari”.

La izquierda fue incapaz de entender su papel en la implementación de la democracia republicana y dejó que las agrupaciones emergentes de extrema derecha lideraran el golpe a la oligarquía, perdiendo de esta forma una opción de avance social hacia los intereses populares. De concretarse el triunfo político de la derecha, como parece que será, el país caerá en la incertidumbre, conducido al abismo por un modelo que dará tumbos. Muchas veces el que cree ganar, pierde. Si la sociedad colombiana no se democratiza la explosión de los que viven en la miseria será inevitable; es cuestión de tiempo.

Otra cosa es que esta nueva burguesía, desarrolle planes populistas de subsidios y de programas habitacionales para enfrentar el mal ejemplo de la revolución bolivariana y logre así prolongar su dominio basado en el engaño. O sea, que si no es porque en Venezuela el gobierno revolucionario construye un millón de viviendas gratis, en Colombia nunca se hubieran visto obligados a hacer planes para cien mil casas gratuitas. Esos son los rodeos de la política.

Por eso el casting para los candidatos presidenciales incluye asumir una posición de condena a Venezuela. Han sido frecuentes y ridículas las encerronas de los periodistas a Gustavo Petro para que reconozca a Chávez como un dictador y repudie al legítimo gobierno bolivariano; como no lo hace, lo acusan de castrochavista y de querer poner a aguantar hambre a los colombianos, como único punto de gobierno. Paradójicamente, la derecha que tanto advierte acerca de engaños y truquitos, convoca para elegir vicepresidente para Colombia.

La diferencia entre los votos de la derecha y de la izquierda es que unos son manipulados y los otros producto del pensamiento; es decir, razonados. O sea que hay un gran número de colombianos que desean un cambio para el país. Aunque se debe tener en cuenta que en una sociedad de clases, la razón no da el poder, éste lo ejerce el que tiene la fuerza para imponer su razón. Llegarán los tiempos en que el pensamiento triunfe sobre los violentos.

No es exagerado decir que según sea la línea presidencial que gane en Colombia, se profundizará el ataque al pueblo venezolano o se extenderán las manos de hermandad.

Marzo 19 de 2018

La derecha se enreda en su discurso anticomunista

Por: Ricardo Robledo

Marzo 6 de 2018

La política es una forma de la economía y ésta recibe influencias de aquella; así que cuando se asume una posición política, no es un asunto de inteligencia o brutalidad, sino de intereses económicos. Lo normal es que exista una correspondencia entre la concepción política y la condición social de vida; cuando no es así, se presenta la alienación; es decir, la postura que hace que una persona no se pertenezca a sí misma, puesto que quiere representar un papel que no está acorde con su existencia social; en un sentido más claro, defiende los intereses de otros, que en un sociedad de clases, son los de su opresor (lo que más comúnmente se presenta es un pobre respaldando al rico que lo mantiene en la pobreza; nunca el caso contrario). Y que los hay los hay, por montones.

Todo lo que el ser humano, piensa, dice o hace, es un producto cultural aprendido socialmente; de ahí que la posición política también lo sea; nadie es de izquierda o derecha por casualidad. Eso es lo que concede el gran peso a los medios de comunicación en la formación de opinión y en la disolución del pensamiento personal en la masificación y la cosificación del individuo, quien termina convertido en un consumidor de trivialidades, que a veces no entiende ni le exigen que piense. Todo se caricaturiza en pocas líneas de fácil asimilación que se expresan en una posición, como si fuera el resultado de una reflexión personal.

Por eso, cuando en una conversación se usan adjetivos para calificar a alguien, se parte de establecer puntos de referencia que se basan en opiniones preconcebidas surgidas del aprendizaje social y viciadas por los intereses individuales. Difícilmente, el sujeto entiende que contamina a la interpretación objetiva – en lo que concierne a lo social, porque no faltará el que diga que en todos los casos, tres por dos siempre son seis-. Eso es lo que lleva a unos a considerar como brutos a los otros, puesto que no ven las cosas de la misma manera que ellos.

Se pueden ilustrar muchos ejemplos: si atacan a bala la caravana de Petro, la derecha dice que es una protesta popular; pero, si los estudiantes se manifiestan en contra de la derecha, es un sabotaje promovido por una organización en particular. Si el ataque armado contra un opositor hubiera ocurrido en Venezuela, los medios de la derecha colombiana estarían haciendo un escándalo a los cuatro vientos. También ocurre con respecto a la revolución bolivariana que la presentan como una dictadura que tiene aguantando hambre a la población (dictadura que no masacra ni ataca con armas al opositor político); pero son insensibles ante los asesinatos de líderes sociales y ante los miles de personas que mueren de hambre en Colombia.

Es que la derecha no se caracteriza precisamente por su coherencia –desde nuestro punto de vista-No es extraño que alguien de ellos mande por la redes sociales la canción “que la guerra no me sea indiferente” y más tarde envíe un meme en contra de la paz; o que se duelan de la muerte de un soldado y luego llamen a rechazar cualquier negociación con la insurgencia; que en la misa se den el abrazo de paz y posteriormente convoquen a recibir a plomo al candidato opositor, como su forma de entender el amor al prójimo. Todo a pesar de sus diez mandamientos, pues en lo religioso no encuentran espiritualidad, sino que no son más que rezos y ritos ante monicongos para que los proteja y les traiga suerte en los negocios. Todas estas incoherencias son síntomas de un modelo social que se derrumba, por lo que sus promotores tratan de tapar las grietas como sea, dando tumbos en su desespero. El país debe estar preparado para la caída del capitalismo y no mezclarse en guerras fratricidas proimperialistas.

La derecha busca convencer a la población  de que paz es igual a comunismo; pero para llegar a tal equivalencia, tapan con una lona el camino por el que llegaron a tal conclusión, para que no se les vean las manos ensangrentadas por su responsabilidad y compromiso con los delitos de lesa humanidad en el país y la región. Con tales saltos, que ocultan el paso a paso de sus oscuras intenciones, tratan de evitar su comparecencia ante las instancias de la Justicia Especial, a la que deben presentarse como criminales de guerra y genocidas. Por eso le muestran a la población que si se instaura la paz, al país se lo toma el coco del castrochavismo y que terminaremos como Venezuela-país en el que el pueblo soberano derrota a la oligarquía, en el que no hay masacres ni bala contra los opositores-. Tal vez eso lo digan más como amenaza que como consejo; lo que se le debe entender a la derecha, es que “también los vamos a bloquear y atacar, si no nos dejan seguir robando.”

Cuando alguien emite un juicio político lo hace desde sus intereses. La clave está en que el pueblo entienda y actúe por cuenta propia y no se deje asustar de sí mismo ni utilizar como carne de cañón en defensa de quienes lo han mantenido en la penuria, la miseria y la opresión.

Marzo 6 de 2018