Terminada la II Guerra Mundial, el imperialismo desarrolló instituciones, acuerdos y legislaciones internacionales con el fin de frenar el avance de las fuerzas revolucionarias en el mundo, todo revestido bajo el ropaje de defensa de la «democracia». Rusia, China, Corea, Vietnam, Cuba, Albania, buscaban un modelo social en contra del capitalismo hacia la búsqueda del socialismo. A la vez, los países colonizados de Asia, África y América Latina profundizaron sus luchas por la liberación nacional.
En este periodo de la postguerra el imperialismo ensayó todas las formas de agresión adelantando atentados, asesinatos, magnicidios, invasiones directas, uso de testaferros políticos, dictaduras favorables a sus intereses, a la vez que se fortalecían las luchas de resistencia de los pueblos del mundo. El bloque revolucionario emergente, lograba poco a poco, presionar para que se consideraran los convenios internacionales en su legitimidad.
A medida que las fuerzas revolucionarias del mundo aprendieron a moverse dentro de las legislaciones internacionales, el imperialismo se fue quitando su máscara democrática, lo cual se recrudece con mayor saña en los últimos años, pasando abiertamente por encima de sus propias instituciones, leyes y acuerdos internacionales. Atrás fueron quedando la ONU y sus resoluciones. Tal como se ha estado procediendo con los palestinos en Gaza, en Venezuela, Cuba y demás pueblos en lucha. En Ecuador, el plebiscito constitucional dice no a las bases militares norteamericanas y, sin importar el resultado adverso, el gobierno las aprueba.
A las decadentes élites imperialistas el mundo que se les desmorona constantemente y en su desespero por recursos, desarrollan todo tipo de irresponsables y criminales aventuras.
Así es como están atacando abiertamente a Latino América, con mayor énfasis a Venezuela, usando todos sus métodos: las guarimbas, las avanzadas de mercenarios, la compra de funcionarios, los traidores, las acciones de la derecha antipatriótica, la manipulación del nobel de paz y hasta de la FIFA, las sanciones arbitrarias, el criminal bloqueo de alimentos y negociaciones comerciales, el robo y la piratería, ataques que de seguro escalará con concentraciones de terroristas, tal como hicieron en Siria, soñando también con partir el país en pedazos para asaltar y robar los recursos naturales a su amaño en su táctica de guerra, muerte y saqueo.
Mientras las élites norteamericanas sueñan con crear islas para magnates, al estilo de la de epstein, sus soldados arriesgan sus vidas y cumplen las funciones de sicariato en el Caribe y en el mundo. Élites minoritarias que son indolentes ante el deterioro de las condiciones de vida de la población en Estados Unidos y que muestran su incapacidad para proponer soluciones más allá de sus ambiciones personales, en una crisis interna que parece no detenerse y con rumbos inciertos.
Ante los ataques imperialistas, los pueblos del mundo se defienden, se preparan y desarrollan en un mundo multipolar con grandes transformaciones históricas y sociales. Los avances tecnológicos militares de nuevas potencias, se riegan por el globo terráqueo a disposición de los países que luchan contra la opresión imperialista que entiende que sus acciones coercitivas ya no asustan, que son dañinas, pero cada vez más inoperantes y que van haciendo avanzar la conciencia de los pueblos en su derecho a la paz, a la vida digna y a la soberanía.
Al igual que el método empleado en Ucrania para atacar a Rusia, el imperialismo quiere usar a Colombia como base de la invasión a Venezuela, a la que le hace el juego la derecha regional, tal ataque sería devastador para ambos países y también para Estados Unidos como imperio ya que la defensa de Venezuela es un asunto no solo popular interno, sino también geoestratégico global que desencadenaría acciones en Europa, Medio Oriente y Asia, con una transformación total del poder en el planeta.
Las élites norteamericanas con su doctrina de seguridad nacional, renuevan la supremacista y fascista doctrina Monroe sobre América Latina, a la que siempre ha considerado como «su patio trasero» y área estratégica a la que no están dispuestas a renunciar.
Se pone al día, con mayor fuerza, la necesidad de la unión de los revolucionarios en Colombia y América Latina para la defensa de la población y del territorio. El triunfo del Frente Amplio en Colombia, es clave para mantener la paz en la región.
Los pueblos de Venezuela, Colombia, del Caribe, de Palestina y del mundo, derrotarán la agresión de las élites imperialistas, acabarán a la maldad y pondrán fin a la esclavitud en todos los continentes.
Colombia y Venezuela, una sola bandera. Ruge el jaguar en la Patria Grande.
Alternativa marxista.
Diciembre 22 de 2025


