Por: Ricardo Robledo
Es común que la derecha recurra al argumento de defensa de la iniciativa privada para atacar a la izquierda y diferenciarse de ella. Es bueno aclarar qué se pretende con ese llamado, porque la tal iniciativa no puede estar privada de la ética, de la moral ni de la ley.
Es necesario discernir, porque no se sabe si se refieren a la iniciativa del contrabando, del lavado de activos, de las licitaciones ganadas mediante sobornos, del apoderarse a bajo precio de las empresas estatales, de los contratos a dedo, de las legislaciones a medida de intereses particulares, de los terratenientes que les roban las tierras a los campesinos, de los que se enriquecen con la micro extorsión extendida, de los del acoso sexual como evaluación de las metas de trabajo, de los que quieren invertir en Gaza para construir allí otra Riviera a costa del desplazamiento y muerte del heroico y golpeado pueblo palestino; en fin de la corrupción en todas sus versiones. Como se le oyó decir a un industrial: “la corrupción tiene que existir para que las empresas puedan funcionar”.
Más claramente, se podría hablar de las iniciativas de “papá pitufo”, de “la madrina”, de la de “pacho malo”, de la del tubo en la hacienda guacharacas para ordeñar el oleoducto, de los que obligaron a vender fincas a 25.000 pesos la hectárea, de la llamada puerta giratoria, de la feria de las empresas públicas o del robo de sus proyectos y opciones de mercado, del robo de los dineros en las EPS, de los presupuestos inflados. Estas iniciativas están en cuestionamiento.
No obstante, a pesar de la ilegalidad que siempre ha rodeado al sistema capitalista, hay personas que construyeron sus empresas, sobre todo las pequeñas y micro, dentro de la legislación que les es favorable, como se dice a “puro pulmón”. Estas iniciativas no están en cuestionamiento.
No se puede permitir que los bienes estratégicos de un país se dejen exclusivamente en manos de la iniciativa privada, sin dios y sin ley, para que no puedan especular y controlar la vida material e intelectual del pueblo, como ha venido sucediendo hasta ahora. Son de importancia y seguridad nacional las personas, los recursos minero-energéticos (petróleo, minerales, energía eléctrica), la producción de alimentos, los servicios públicos (agua, luz, gas), la salud, la vivienda, la educación pública, las comunicaciones, las fuerzas armadas, el medio ambiente, los recursos hídricos, la fauna, la flora, la zona geo espacial, el territorio.
La sociedad no puede vivir sin producción, pero hay que reconsiderar su enfoque y tipo de productos y servicios, cuya elaboración debe respetar y proteger todas las formas de vida.
La iniciativa privada de las élites mundiales está llevando al planeta al colapso; son minorías violentas, supremacistas, corruptas que sólo buscan su lucro personal y son incapaces de proponer y dar soluciones a los grandes problemas de la humanidad. Los de la lista de Epstein no son un modelo a ser implementado ni son un ejemplo a seguir; su autoridad no es sagrada ni honorable ni respetable. La sociedad debe enfocarse a un desarrollo que beneficie a todas las personas.
Octubre 1° de 2025
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