James A. Robinson, Nobel de Economía 2024, ha investigado la relación entre instituciones y prosperidad, con un enfoque especial en Colombia y América Latina. Este lunes, James A. Robinson, junto a Daron Acemoglu y Simon Johnson, fue galardonado con el Premio Nobel de Economía 2024 por sus investigaciones sobre las instituciones y su relación con la prosperidad de las naciones. El jurado destacó la relevancia de los estudios de estos académicos, que evidencian cómo las instituciones políticas y económicas determinan, en gran medida, las diferencias en el desarrollo y la riqueza de los países. Para América Latina, y en particular Colombia, este reconocimiento adquiere especial relevancia por la larga trayectoria de Robinson en la región.
El legado de Robinson en Colombia James A. Robinson, profesor de la Universidad de Chicago, no solo ha sido un referente global en el estudio de las instituciones, sino que ha mantenido una conexión profunda con América Latina, y en particular con Colombia. Entre 1994 y 2022, impartió clases en la Universidad de los Andes en Bogotá, donde contribuyó a formar a generaciones de economistas, sociólogos y politólogos interesados en el análisis del desarrollo y las instituciones. Su trabajo de campo en países como Bolivia, Haití y, sobre todo, Colombia, le permitió comprender de primera mano los desafíos que enfrenta la región.
Robinson ha abordado en múltiples ocasiones las desigualdades estructurales en América Latina, muchas de las cuales, según sus investigaciones, se originan en la herencia colonial. La explotación de los pueblos indígenas y la esclavitud dejaron cicatrices profundas que aún hoy influyen en las estructuras económicas y políticas de la región. Estas dinámicas institucionales, que favorecen la exclusión y la marginalización, son, en su opinión, el principal obstáculo para la prosperidad en América Latina.
La influencia de Robinson en el debate colombiano Robinson, a lo largo de su carrera, ha mencionado en varias ocasiones a Colombia como un ejemplo de cómo las instituciones pueden influir tanto en el desarrollo como en la desigualdad. De hecho, su obra «Por qué fracasan las naciones», escrita junto a Acemoglu, ha sido ampliamente debatida en el país, especialmente en círculos académicos y políticos.
Recientemente, en una entrevista para BBC, Robinson ha comentado el ascenso del presidente colombiano Gustavo Petro. Según el economista, la elección de Petro en 2022 representó un hito en la historia democrática del país, al ser la primera vez que un candidato de izquierda llegaba a la presidencia. Para Robinson, este hecho es un claro indicador de que las instituciones colombianas han mostrado cierta capacidad de apertura y de inclusión. No obstante, advierte que la democracia en Colombia, y en general en América Latina, enfrenta grandes desafíos.
Uno de estos retos, según Robinson, es la creciente frustración de la ciudadanía con las promesas incumplidas de la democracia. Al respecto, señala que muchos en la región esperaban que el cambio de régimen político, hacia democracias formales, implicara mejoras rápidas en sus condiciones de vida. Sin embargo, la realidad ha sido diferente. “La democracia ha sido decepcionante en América Latina. La gente se desespera y busca otras soluciones”, comentó Robinson recientemente en una entrevista.
La crítica institucional y los desafíos para la región El análisis de Robinson sobre América Latina no se limita a las cuestiones políticas, sino que aborda las raíces profundas de la desigualdad y la exclusión social. En su opinión, los sistemas económicos y políticos que prevalecen en la región continúan siendo en gran parte «extractivos», lo que significa que están diseñados para beneficiar a una élite en detrimento de las mayorías. Este tipo de instituciones, según Robinson, son las responsables de la persistencia de la pobreza y la desigualdad.
Si bien Robinson reconoce ciertos avances en países como Chile, donde la democracia ha permitido mayores niveles de inclusión en las últimas décadas, subraya que en otras partes de la región, como Venezuela, Nicaragua o incluso Argentina, se han consolidado sistemas autocráticos o altamente inestables. Esto, a su juicio, es un reflejo de la fragilidad institucional que aún persiste en América Latina.
El Nobel y el mensaje para Colombia El reconocimiento otorgado a Robinson y sus colegas no solo destaca la importancia de las instituciones en el desarrollo económico, sino que también envía un mensaje claro a países como Colombia, que aún enfrentan importantes desafíos en la construcción de sistemas inclusivos. El país ha avanzado en algunos aspectos, pero, como señala Robinson, la desigualdad, la exclusión y la falta de oportunidades siguen siendo grandes obstáculos para la prosperidad.
En cuanto a la relación con el gobierno de Gustavo Petro, el economista ha mencionado que, aunque su elección fue un paso significativo hacia una mayor inclusión, el éxito de su mandato dependerá en gran medida de su capacidad para fortalecer las instituciones y promover políticas que enfrenten las desigualdades históricas del país. Para Robinson, la verdadera transformación en Colombia —y en América Latina en general— no vendrá solo de cambios en el liderazgo político, sino de una reforma institucional profunda que permita construir sociedades más inclusivas y justas.
El galardonado explicó que el país avanzó en términos de desarrollo, pero que las instituciones no han dado solución a varios de los problemas estructurales.
MATEO MEDINA ARIZA
El ganador del Premio Nobel de economía 2024, James Alan Robinson, compartió su conocimiento en varias universidades colombianas, a través de cátedras, conversatorios y foros, donde ofreció lecturas sobre la economía nacional, de hecho, tiene un artículo entero que analizó los pasados Gobiernos y sus aportes a la superación de varios problemas estructurales del país como la pobreza, la violencia y la desigualdad.
“Colombia: ¿otros cien años de soledad?” es el título de esta propuesta específica que hizo Robinson sobre el país, y aunque destacó que en los últimos años se han superado varios desafíos, ni las instituciones, ni los Gobiernos han sido capaces de darle soluciones definitivas, a las problemáticas estructurales.
“A pesar de todos los avances durante las dos anteriores presidencias, ninguna administración ha podido romper con el sistema fundamental de Gobierno que originó los actuales problemas del país”, escribió Robinson en el artículo.
En su análisis, el ahora Nobel considera que las estrategias para reducir la violencia en el país han sido uno de los principales avances en materia sociopolítica, además que en la primera década del siglo hubo un considerable repunte en la inversión extranjera, que pasó de US$1.500 millones a US$13.000 millones para 2011.
No obstante, explicó que la violencia tiene “raíces profundas”, y que los conflictos urbanos se trasladaron al campo, como mecanismo para tomar el poder en las zonas rurales.
De acuerdo con los analistas, la obra de Robinson ha sido fundamental para analizar otros factores que inciden en el desarrollo de los países, y como en cualquier ciencia, hay quienes le dan la razón y quienes se oponen a su lectura.
Reflecting on the honor of winning a Nobel Prize, Prof. James A. Robinson said Monday at his home: “It’s a little bit emotional. I’m super happy obviously, but very proud and honored,” Robinson said. “It hasn’t quite sunk in yet.” pic.twitter.com/fXb9l3uQSZ
Por ejemplo, el rector de la Universidad del Norte y excodirector del Banco de la República, Adolfo Meisel, dijo que la obra de Robinson se centra en la incidencia de las instituciones, pero no considera otros factores importantes, como lo puede ser la geografía, por mencionar.
“Yo tengo una crítica que otros le han hecho a Robinson y es que ellos desconocen por completo el efecto directo de la geografía. En un país como Colombia, donde tenemos las selvas más húmedas del mundo, como el Chocó, o desiertos como la Guajira, donde los niveles de desarrollo económico son desiguales no es comparable con zonas, como Cundinamarca, Boyacá, o el Valle del Cauca; la geografía sí tiene un impacto en el crecimiento a largo plazo, ya que afecta el desarrollo de actividades como la agricultura, la salud, y otras industrias”, explicó Meisel al respecto.
César Tamayo, decano de economía de la Eafit, consideró que el no tener en cuenta ciertos factores generan una lectura errónea de la situación del país, como lo que aborda sobre la violencia y procesos de paz.
“Algunas de sus opiniones sobre como lograr una paz duradera en Colombia me han parecido ingenuos, por no decir, desatinados. Creo que esto refleja naturalmente la percepción que existe desde Bogotá, donde el control territorial nunca ha sido realmente un asunto apremiante (…) los estudios quizás son muy anclados al pasado y son ‘determinísticos’ en el sentido de que dan poco margen para que los cambios se puedan sentir en una generación”, señaló Tamayo.
En ese mismo sentido Michael Ortegón, decano de la facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Uninpahu, considera que el peso que Robinson le endilga a ciertos eventos históricos y algunas decisiones institucionales, en realidad no tienen gran novedad, y no es posible determinar si las instituciones realmente evitaron la concentración de poder o la mitigación de conflictos.
“La perspectiva de Robinson es interesante, pero no es novedosa y tampoco marca una revelación del análisis que la economía puede hacer frente a otras ciencias sociales, que ya han planteado una perspectiva realista sobre el papel que los Estados tienen cuando de instituciones internas o externas se trata”, sentenció Ortegón.
Andrés García-Suaza, decano encargado del programa de Economía de la Universidad del Rosario, concuerda con Robinson, y señaló que las instituciones sí son lo que más incide en el desarrollo de los países.
“Las instituciones son algo muy amplio, pero es lo que más importa. El desarrollo del país comienza a relacionarse con muchos otros temas, como la geografía, también importan las ventajas comparativas que tenemos, pero claramente instituciones más sanas y de mayor calidad, podrían llevarnos a una senda de desarrollo completamente diferente”, explicó el economista García-Suaza.
Colombia es un país con muchos problemas que no se han atendido Otros expertos dicen que el mensaje de Robinson es una señal para aumentar los esfuerzos y que el país mejore su situación económica y política.
“Colombia, es una economía que Robinson ha podido ver de cerca y dice que el clientelismo es una practica que sacarse del actuar político, para lograr un cambio cultural que permita dejar atrás las practicas que han mantenido al país fuera de una exitosa senda de crecimiento”, dijo Johnnatan Ramirez, coordinador de Economía de la Universidad Antonio Nariño.
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Novelas, relatos, poesía, ensayos y microficciones que exploran el terror psicológico, el horror tecnológico y fantástico, la ciencia ficción emocional y los laberintos humanos. Por Adrián Fares, escritor y cineasta argentino.