Como lo prometido es deuda, les comparto un fragmento de la nota del autor, y un fragmento del boceto del libro “LOS MERCADERES DE LA JUSTICIA”
NOTA DE LA AUTORA: En el año 2021, el sistema de repartos de la Fiscalía General de la Nación, que es aleatorio, me asignó dos procesos judiciales, uno contra poderosos empresarios con vínculos en la política y en los medios de comunicación; el otro, de un cartel dentro de la Unidad Nacional de Protección, que vinculaba a miembros de la antigua agencia de inteligencia del Estado a contratos para camionetas, falsos esquemas de seguridad, y el uso de camionetas del Estado para transportar drogas y presos fugados. Cuando recibí las asignaciones, era una fiscal que sólo quería hacer su trabajo. Tenía tres hijas, un esposo, esperaba un nieto y creía en la Justicia. Pero a días de llamar a imputación de cargos a tres miembros de la familia Ríos Velilla, el rector de la Universidad Sergio Arboleda, mientras intentaba convencerme de no imputarlos, me explicó “tú no sabes cómo funcionan las cosas”.
Luego, mientras enfrentaba las consecuencias de imputar a los Ríos Velilla, pasé de ser una fiscal anónima de la Dirección Seccional de Fiscalías de Bogotá, a una funcionaria con medidas especiales de protección, una amenaza de muerte e investigaciones, quejas, y denuncias promovidas desde los más altos niveles de la Fiscalía General de la Nación; pensaba si ese “cómo funcionan las cosas” no era acaso el mismo régimen del que hablaba el dirigente conservador Álvaro Gómez, para referirse a un poder opaco, por fuera del control ciudadano, previamente acordado, que sólo dejaba ver en los partidos políticos y en las instituciones, una pantomima. De este régimen, de este cómo funcionan las cosas, el ciudadano apenas conoce de sus peores consecuencias: impunidad, aplicación selectiva de la ley y, cada cierto tiempo, cuando ya es insostenible, uno que otro escándalo de corrupción.
Escribo este libro para que los ciudadanos y ciudadanas puedan conocer algo más sobre cómo funciona este régimen, sus administradores y beneficiarios -los mercaderes de la justicia- sus mecanismos para garantizarse impunidad, así como las víctimas que deja, que no son otros que los ciudadanos que reclaman justicia, y los funcionarios honestos.
FRAGMENTO: Los “30 años de experiencia” en las seccionales más oscuras del poder judicial le sirvieron también para ascender a los niveles centrales del aparato investigativo a personajes grises, si somos generosos, cuando no evidentemente mediocres, y sospechosamente corruptos. Acostumbrados a las transacciones de pequeña escala, no supieron qué hacer cuando tuvieron a su disposición todos los recursos de la Fiscalia General de la Nación, y sucumbieron a su propia mediocridad. Incapaces y desesperados, por todos lados dejaron huellas de su modelo de corrupción.
¿Exagero? No. Desde febrero, hay pruebas de que en la administración de Francisco Barbosa y Martha Mancera se usaron un gran número de funcionarios, entre investigadores y fiscales, para secuestrar en España a una fuente humana (desprotegida dentro del proceso) y obligarla a declarar en un hotel en Bogotá.
La fuente humana y algunos miembros de la ilegal comisión judicial aterrizaron en Bogotá, luego de las 9:15 horas de viaje (dice el reporte del vuelo) desde Madrid, en el vuelo de Avianca AVA047 del día 21 de febrero.
Se atrevieron a tanto, con el uso ilegal del aparato judicial colombiano para traer a Bogotá bajo amenaza a un testigo clave, apodado con el nombre de una famosa bebida gaseosa; ese era el alias con el que se había registrado la fuente en el proceso penal que vincula a un funcionario del Cuerpo Técnico de Investigaciones en Buenaventura; el objetivo de tan atrevida acción, fue el de traerlo a Colombia para obtener una forzada y falsa declaración en la que absolviera a una funcionaria que el mismo investigador, con cariño y admiración, llamaba “la mamá”
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CUADERNOS DE REENCUENTRO 