Gavilla imperialista contra el gobierno bolivariano de Venezuela
Carta abierta al gobierno colombiano
No se había visto en país alguno la persecución que ahora sufre en el tinglado internacional el gobierno de la hermana república de Venezuela tras las elecciones del 28 de julio en donde fue reelecto el presidente Nicolás Maduro Moros.
Tampoco se había visto la gavilla armada por gobiernos de centro, derecha y progres contra la voluntad de un pueblo que ha tenido que derrotar con los puños y la sangre, sin doblar la cerviz, el injerencismo imperialista, ahora renovado por la mano desafortunada de gobiernos como el de Argentina, El Salvador, Colombia, Chile, Brasil, Uruguay, Panamá, Perú, Costa Rica, República Dominicana, o sea, tirios y troyanos unidos en una sola voz contra un gobierno que contra viento y marea ha logrado salir adelante con una disminución enorme de la inflación, una producción nacional de alimentos nunca antes vista, con unos cometidos de desarrollo ambiciosos y con una paz envidiable muy a pesar del imperialismo norteamericano y europeo.
No bastan las 935 sanciones económicas yanquis que pretendieron sumir en el caos a Venezuela, ni los grandes resultados económicos de un país que de acuerdo a indicadores internacionales será el que crecerá más de la región sin recurrir a artimañas del Fondo Monetario Internacional y otras agencias financieras que añoran regresar a esas aguas, a esas tierras, a mutilar la riqueza nacional venezolana. No bastan los grandes esfuerzos nacionalistas y democráticos para recuperar los activos nacionales arrebatados por Estados Unidos y Europa, léase CITGO y las más de 30 toneladas de oro detenidas en Gran Bretaña.
Los gobiernos progres también decidieron olvidar la historia reciente, la misma que muestra aspectos tan degradantes como la apuesta permanente de Estados Unidos por la desestabilización en Venezuela. Se les pasa por alto que el imperialismo decidió «reconocer» el supuesto gobierno interino de Guaidó en oposición al gobierno de Maduro y le transfirieron el control de los activos de Venezuela en el extranjero, lo cual impidió que este país pudiera acceder a sus refinerías estadounidenses, obtener financiación de organizaciones multilaterales e incluso utilizar la mayor parte de sus reservas internacionales. Luego Estados Unidos intentó fomentar un golpe militar además de una frustrada invasión marítima por parte de mercenarios estadounidenses.
Lamentablemente y a pesar de lo anterior, el gobierno de Gustavo Petro se ha mostrado dócil a la voz del imperialismo obedeciendo las instrucciones geopolíticas de este para el entramado latinoamericano. No en nuestro nombre. Sin resolver muchas cosas internas y sin responder muchas preguntas como los ejercicios militares recientes en el Asia Pacífico con fuerzas de la OTAN, y con la armada yanqui en nuestras aguas del Pacífico, amén de la inmutabilidad frente a la presencia de 7 bases militares en el país y la toma de la isla Gorgona por el comando Sur yanqui, se atreve este gobierno a besar la mano del imperio para acosar a un gobierno amigo y facilitar la tan anhelada guerra civil y el intervencionismo militar norteamericano que es el sueño húmedo de la ultraderecha venezolana.
Se le olvida al gobierno actual que no tiene carta blanca para hacer lo que quiera o se imagine, y menos en nuestro nombre, como lo hizo el ministro protoyanqui de relaciones exteriores, Luis Gilberto Murillo, cuando le exigió al gobierno de Nicolás Maduro el recuento voto a voto de las elecciones presidenciales del 28 de julio, casi con las mismas palabras del secretario de Estado norteamericano, el impresentable sionista Antony Blinken.
¿Por qué se subordina un gobierno elegido por el pueblo colombiano, denominado gobierno del cambio, a los intereses de las grandes corporaciones norteamericanas que quieren regresar a Venezuela tras la privatización del petróleo y de todo tipo de servicios públicos que prometió María Corina Machado en su documento Land of Grace, escrito en perfecto inglés, que dice que un gobierno de derecha impulsaría abiertamente la privatización masiva de empresas y bienes públicos para pagar la deuda externa, flexibilizaría los derechos laborales y supeditaría a Venezuela a intereses extranjeros?
No entendemos qué pretende el señor Petro cuando saca la espada de Bolívar para exhibirla y mostrarla como un símbolo de libertad, y la esconde debajo de la cama presidencial cuando se trata de poner en alto el gran legado del libertador quien señaló con su dedo a Estados Unidos y lo acusó de plagar de miserias a América en nombre de la libertad.
A ningún gobierno del mundo se le exige rendición de cuentas electorales como se le ha hecho y se le está haciendo al gobierno bolivariano, el mismo que tiene en su haber (ya lo quisiera Colombia) el mejor sistema electoral de toda América, especialmente al tramposo gobierno norteamericano que se rige con una constitución de finales del siglo XVIII en donde solo era el hombre blanco esclavista quien tenía la posibilidad de elegir y ser elegido, y los oscuros colegios electorales, hasta hoy conservados, han sido quienes determinan tramposamente y con pinzas estratégicas, quién cada cuatro años es el nuevo inquilino de la Casa Blanca.
¿Por qué el gobierno de Petro no se pronuncia diplomáticamente en contra de este acoso y de esa verdad histórica de fraude electoral yanqui y dominación del patio trasero a costa de la sangre de los hermanos latinoamericanos y a punta de la bayoneta de la desinformación? ¿Por qué sigue imperturbable sin dar respuestas a estas inquietudes, pero sí se mueve ágilmente contra un gobierno amigo asediado injustamente hasta por nazis de la talla de Milei y Bukele, y aislado de muchas decisiones internacionales además de boicoteado en todos los escenarios financieros occidentales?
Es una lástima saber que hasta estos linderos llegamos alocadamente y que nuestros sueños se pretenden anclar en el mar de la confusión golpista o de la guerra que preparan los sectores de la ultraderecha venezolana en asocio con los progres reculados de América Latina timoneados por el director de orquesta yanqui.
El gobierno de Petro lleva suficientes meses defendiendo lo indefendible, sirviendo de cancerbero a los intereses oscuros de la oligarquía venezolana, en especial defendiendo a la antipatriota venezolana María Corina Machado (la misma que solicitó la aplicación del TIAR para invadir a Venezuela), como si eso le fuera a dar mayor estabilidad a su gobierno. Le recordamos señor Petro que el diablo paga mal a quien bien le sirve, y usted, quiérase o no, lo está haciendo peor cada día en lo atinente a la solidaridad con un gobierno amigo; y sepa que por el peso de sus propias acciones su gobierno podrá irse a pique o quedará navegando en el vacío del apoyo popular a un centímetro de recibir la última andanada de golpes de la derecha colombiana, la misma que no le valorará su vuelta de espalda al proceso de unidad latinoamericana.
O corrige el rumbo radicalizando su gobierno, abandonando el pragmatismo de actuar de acuerdo a lo políticamente correcto, dejando las medidas tibias contra el sionismo israelí y rompiendo con este las relaciones comerciales que son las que duelen; enfrentando las políticas imperialistas de injerencismo y saqueo de las naciones, y entrando en la tónica de apoyar el multilateralismo mundial que piden a gritos los pueblos del mundo en contra de la hegemonía norteamericana y por la paz mundial, o se sube a la carroza de los tibios y retrecheros que han pasado por el tinglado de la historia universal sin pena ni gloria.
Esperamos que su gobierno sea del cambio y no del cambiazo a la derecha. Tiene el tiempo suficiente para dar el timonazo y de la mano del pueblo colombiano redirigir a Colombia por el verdadero cambio social y abrazar con fraternidad a las naciones democráticas y antiimperialistas.
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