Angelica Monsalve Gaviria
@alazamo123
Los colombianos nos estamos acostumbrando a que la política sea una comedia. La diatriba que ha surgido como consecuencia de la elección de la Fiscal General de la Nación, nos está demostrando que, para un grupo es más importante mantener sus viejas formas de hacer política, como cual discípulos y guardianes de lo que se ha venido haciendo por saecula saeculorum, que cumplir y hacer cumplir la constitución y las leyes. Es decir, quieren de facto, lo que no pueden conseguir en derecho.
Los partidos políticos tradicionales colombianos, parecen estar más comprometidos en sostener sus prebendas, que en mantener la democracia, la alternabilidad y el bien común.
Núnca antes habíamos visto, de como la elección a Fiscal General de la Nación, ha traído a colación, cualquier cantidad de interpretaciones normativas, leguleyadas e incluso, arranques misóginos y clasistas, que insultan la inteligencia de un pueblo, que apenas está despertando, no solo de 200 años de colonia, sino también de años de guerra fratricida, que en mi opinión, ha sido impulsada por aquellos poderosos que no quieren ver rasgos de empoderamiento en el que menos tiene.
Vemos entonces, que convenientemente, hay políticos, que ejercen altos cargos de la Nación, que aún contra lo que manda la ley del pueblo, asumen que un presidente de la República en ejercicio, no puede dar cumplimiento a la norma constitucional que le exige ternar fiscal general, porque según ellos, está inhabilitado para hacerlo, porque su hijo, quien no es más que un ciudadano, está siendo judicializado.
Entonces, cabría preguntarle a esos políticos, que van y se gastan nuestros impuestos en viajes estériles a Washington, ¿Quien va a ternar al Fiscal General de la Nación? ¿será el que ellos digan? (más barato salía ir a la Guajira o al Chocó a ver de frente la pobreza de quienes, dicen defender)
Los cleptócratas saben muy bien cómo confundirnos, hablándonos de sus ideologías y atacando a las de sus rivales.
Mientras que los desprevenidos, los desinformados y los obtusos, participan en sus apuestas y juegos ideológicos, nosotros pagamos las consecuencias.


