Una sentencia final de un magistrado que absolvió, después de varias sentencias condenatorias, el que se hubiera destruido mediáticamente a toda una familia al publicar circuntancias exclusivamente íntimas sin su consentimiento y que no había más derechos que la libertad de expresión de la periodista que en realidad es una militante de la extrema derecha y su vocera quizás más importante. Desde entonces la mentira es el eje de la actividad de la extrema derecha que destruye sin temor alguno, sin ningun tipo de obstáculo ético y en forma creciente personas inocentes, usando condiciones de acceso al poder de los medios. Hasta Fox el medio de la derecha norteamericana ha sido condenado por una justicia bastante conservadora cuando su información ha destruido personas inocentes y cuando la mentira ha sido llevada al máximo de la mentira. ¿Quién defiende los derechos del calumniado o calumniada? ¿Hasta cuando confundiremos el derecho a la persona y su buen nombre aplastado por completo por el derecho de destruir a esa persona solo porque no piensa igual que la activista o porque se atravieza en su negocio? No es el presidente el que debe actuar para restablecer el derecho a ser persona en la sociedad, que es básico para la libertad, sino que le corresponde a la justicia constitucional. Toda mi solidaridad a Cecilia Orozco, profundamente calumniada y a las personas que son tan tramposamente destruidas solo porque están cerca de mí, pertenecen a mi gobierno o se acercan a él, o porque por simples hechos de la vida, como en el caso de Cecilia, estuvo compartiendo una fundación sin ánimo de lucro, con alguien que por sus valores de justicia, está en mi gobierno.
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