Dos acontecimientos, uno nacional y otro internacional, nos hacen reflexionar en estos días finales de 2022: Elección de Gustavo Petro como presidente de Colombia y el Conflicto Rusia vs OTAN (Ucrania).
Elección de Gustavo Petro como presidente de Colombia: El 7 de agosto de 2022 se posesionó como presidente de la república de Colombia Gustavo Petro Urrego. Este hecho se convierte en un acontecimiento histórico para Colombia y la región, al menos por la férrea oposición de la extrema derecha, mediante los medios más ruines para evitar su ascenso a la presidencia, y además por el hecho de que es la primera vez que en Colombia logra llegar a la presidencia un líder proveniente de la izquierda y con una propuesta cercana a los intereses populares.
La llegada de Petro a la presidencia debe considerarse como una oportunidad, para que un sector que nunca ha gobernado lo haga y pueda marcar unas líneas de diferencia. En este sentido para la derecha y para la izquierda habrá un punto de partida, que de suyo es ya bastante interesante. Los hechos (sean estos de tipo político, social, económicos), serán los que finalmente lleven a evaluar este gobierno y no los atributos y adjetivos de un perfil preexistente, creado mediáticamente de manera anticipada sobre supuestos, fabricados estos, desde los centros de marketing político de la ultraderecha.
La llegada de Petro a la presidencia también es una oportunidad para las bases de los partidos Liberal, Verde y Conservador, ya que se puede atender el llamado del momento histórico y contribuir en la creación de una nueva realidad y convivencia, sobre sólidos principios de dignidad humana.
También es una oportunidad para los diversos sectores de izquierda comprometidos con el Pacto histórico, para crear los mecanismos democráticos, no solo de representatividad sino de discusión, que permita perfilar cada una de las expectativas políticas e ideológicas. Esto logrará la participación en procesos que pueden ser demorados, pero ilusionan a los diferentes sectores y tendencias, a sentirse parte de algo que se está construyendo permanentemente.
Es, además, una oportunidad, ya sentida en la realidad colombiana, para tener esperanza, para encontrar razones de vivir, para no soportar el miedo permanente ante la incertidumbre que genera tanta violencia en este país.
No es una tarea fácil. En su contra, permanente, se encuentra la extrema derecha colombiana e internacional. Además, la deplorable situación en la que el gobierno uribista de Iván Duque dejó sumido al país, en lo económico, en lo social, en derechos humanos. A lo expuesto se le suma el hecho que la unidad establecida con los partidos de gobierno tiene muchas pruebas que sortear, ya que dicha unidad es la confluencia de una serie de intereses que fue posible establecerlos en el marco de una coyuntura muy concreta. Otro factor no menos importante ha sido la imposibilidad de concretar un proyecto de izquierda con un lenguaje común, de cara a la nueva realidad social colombiana. De esto no es culpable ninguna tendencia política o ideológica, en este proceso de apropiación y aprendizaje nos vemos abocados a repensar y hacer reingeniería sobre las bases políticas e ideológicas que se han establecido en nuestras cabezas, porque el lenguaje con el que le estamos hablando actualmente a la sociedad tiene su origen en ángulos políticos distintos del pasado, y esto no nos genera coherencia en las nuevas formas de comunicación que debemos tener para relacionarnos con el pueblo colombiano.
Gustavo Petro tiene a su favor una considerable masa popular, expresada en el caudal electoral de las pasadas elecciones presidenciales, una coalición de gobierno de distintas fuerzas políticas, además en su propuesta de “paz total” se va estableciendo un grueso de organizaciones armadas (de diverso origen) que se acercan a esta iniciativa. En el plano internacional se va resolviendo paulatinamente la tensa relación que se mantuvo con Venezuela, años atrás y va ganando legitimidad en organismos internacionales. Le favorece en el terreno latinoamericano el fortalecimiento de un bloque político regional, no propuesto como tal, conformado por Bolivia, Venezuela, Brasil, Chile, Nicaragua y Argentina. En cuanto a las relaciones con los Estados Unidos no parece que Petro se salga de los límites de una oposición establecida dentro de los marcos trazados por el imperio. Las tareas internas y la ausencia de una estructura política fuerte de izquierda, no le permitirán salirse de dichos marcos, por lo que es previsible que existen ciertas líneas rojas que el gobierno Petro no podrá tocar.
Conflicto Rusia vs OTAN – Ucrania:
Los medios de comunicación y las redes sociales nos anunciaron el 24 de febrero de 2022 que una operación especial había comenzado por parte de los rusos en territorio ucraniano. Este evento se debe analizar desde dos perspectivas: la primera es que esta fue una acción defensiva rusa, en contra de un cerco territorial, mediático, militar y económico llevado a cabo por Estados Unidos, Inglaterra, y la Unión Europea, que se agudizó a partir de 2014, con el genocidio de la población rusa en el territorio libre de Donbáss.
La otra perspectiva de análisis tiene que ver con el hecho de que Estados Unidos, Inglaterra, y la Unión Europea eligieron a Ucrania como el territorio europeo desde donde se desarrollaría la operación de cerco contra Rusia, y para los lectores desprevenidos esta incursión rusa sería un ataque a la soberanía de un país como Ucrania.
Por el análisis hecho de una gran cantidad de información proporcionada de manera directa e indirecta, podríamos afirmar que efectivamente esta es una confrontación de tipo defensiva por parte de Rusia, en la que ha sido necesario desactivar las acciones de bloque imperialista, atacando sitios estratégicos en Ucrania.
Por otro lado, se desplegaba una acción programada en las grandes agencias mediáticas al servicio de los Estados Unidos, Inglaterra, la Unión europea y la OTAN. Se continuó con una perversa guerra de la información, ya no desde el silencio, como se venía haciendo desde 2014 sino con el ruido mediático, generado por los operadores del establecimiento político de la mayoría de la derecha mundial, opositores a Rusia. Con el silencio se envió el mensaje de que nada había pasado en Donbáss y con el ruido mediático se ha pretendido enturbiar la verdad, infiriendo golpes mediáticos en la opinión pública, como parte de una estrategia de guerra de cuarta generación.
Este conflicto ha sido un golpe certero a todo el entramado jurídico construido desde la segunda guerra mundial. Existe el convencimiento de que la mayoría de tratados fundamentales, que se establecieron después de la segunda guerra mundial, han entrado en declive por la acción hegemónica e imperial de los Estados Unidos, Inglaterra y la elite europea. Todos estos tratados le dieron fundamento a todo un marco jurídico internacional, basamento mantenido hasta nuestros días. Las naciones no han podido mantenerse en una línea de cumplimiento de estos tratados, ya que las presiones e incumplimiento de estos preceptos ha desmoronado la confianza y respetabilidad, que grupos de naciones pudieran tener por aquellas otras que se erigían como sus protectoras o hegemónicas. Se constituyó a nivel internacional un imperio de unas pocas naciones que reemplazó los derechos contenidos en esas normatividades por la fuerza, el castigo, el genocidio, el sometimiento y exigió de sus otros la obediencia ciega.
Esa comunidad imperialista internacional quiso darle a Rusia el mismo tratamiento de segunda que a otras naciones, pero esta nación y la federación son una potencia mundial. Queriéndose someter la soberanía de naciones como Rusia, no obteniendo respuesta positiva, sojuzgó y atentó desde el 2014 a la fecha contra la región de Donbáss, aprovechando el territorio ucraniano como trampolín. La actual es una guerra de cerco, programada por el imperio y en la que va perdiendo sus apuestas y con el riesgo inminente de crear el mejor momento para que emerjan las nuevas potencias y se dé paso a la multilateralidad.
“Cuadernos de Reencuentro”.
Diciembre 28 de 2022.
JulioCésar.


