Vi… (colombia)

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Vi a una chica ser arrastrada hasta una estación para luego ser golpeada por varios policías. 

Vi a un joven ser estrangulado por un policía hasta caer muerto, asesinado.

Vi a un chico de la primera línea caer inconsciente tras el disparo por la espalda hecho por un miembro del ESMAD.

Vi el post lleno de impotencia de una chica antes de suicidarse, horas después de haber sido abusada sexualmente por varios policías.

Vi a dos chicos, uno de maleta morada, otro de tenis rojos, ser capturados por la policía en una marcha, para días después encontrar sus cuerpos sin vida tirados en una zanja.

Vi a un policía del ESMAD tirando al piso a un joven manifestante de una patada y luego disparar su arma “no letal” a quemarropa.

Vi las caras de decenas de manifestantes que perdieron sus ojos por balas maliciosamente dirigidas a su cara.

Vi a una de ellas regresar a las marchas, para seguir resistiendo, con su cara mutilada.

Vi a un grupo de policías, en un oscuro callejón, linchar a un hombre y luego asesinarlo con varios disparos.

Vi los cuerpos de desaparecidos flotando en el río siendo devorados por gallinazos.

Vi a un chico lleno de rabia pateando una moto de un policía.

Vi al policía que conducía la moto asesinarlo por la espalda.

Vi un periódico que dijo que el chico murió tras un disparo.

Vi los cuerpos de decenas de manifestantes desangrarse en la mitad de la vía, en medio de gases lacrimógenos.

Vi a los miembros de la policía ingresar cajas extrañas antes de que se activara la explosión que dejo en ruinas un viejo hotel en medio de una ciudad.

Vi a un joven comerciante caer abatido luego de recibir una “bala perdida” de la policía.

Vi a un alcalde invitar públicamente a grupos paramilitares a controlar a sus ciudadanos.

Vi a hombres en camionetas blancas disparar indiscriminadamente a otros ciudadanos desarmados.

Vi a esos hombres en camionetas blancas ser protegidos por la policía.

Vi a la policía disparando hacia nuestras casas.

Vi a los militares entrando en nuestras ciudades.

Vi helicópteros disparando sobre barrios residenciales.

Vi a la gente de bien linchar miembros de organismos de derechos humanos.

Vi a un muchacho que atravesaba la calle desprevenido siendo impactado por otra de esas balas no letales del ESMAD.

Vi los cientos de casquillos de balas de dotación de la policía desperdigados en las calles.

Vi policías en barrios residenciales disparando rifles de asalto contra personas indefensas.

Vi a cuatro policías torturar a un hombre en medio de un potrero.

Vi hombres en camionetas blancas disparando a manifestantes a plena luz del día. 

Vi a la guardia indígena detener a una de esas camionetas, para luego encontrar que ella pertenecía a una institución del Estado.

Vi los cartuchos de municiones antidisturbios de la policía vencidas, tiradas en las calles en donde hubo manifestaciones.

Vi las tanquetas disparando cientos de municiones que parecían juegos pirotécnicos a multitudes pacíficas.

Vi a los miembros del ESMAD felices dirigiendo su nuevo juguete, llamado venon, directamente hacia la población civil.

Vi a un joven que bailaba, pedía paz, abrazaba policías y les regalaba flores. Horas más tarde recibió ocho balazos disparados desde una camioneta blanca.

Vi videos de la gente de bien burlándose de este joven por ser demasiado viejo para estar en la universidad. Vi órdenes médicas ser agredidas por la policía.

Vi a la policía dotando de armas a infiltrados.

Vi gente que nada tenía que ver con las protestas iniciando incendios.

Vi que luego esos incendios se le atribuían a los manifestantes.

Vi a la gente con rabia incendiar una estación de policía en el que se cometió un crimen atroz.

Vi a muchos llorar el fuego y no el crimen.

Vi a el cuerpo de un joven defensor de derechos humanos tendido en el piso, sin vida, tras ser asesinado por el ESMAD usando sus armas en contra de toda reglamentación del derecho internacional humanitario.

Vi los carteles de personas buscando a sus familiares desaparecidos.

Vi a un joven enviar un mensaje clandestino, pidiendo ayuda, mientras la policía tomaba un descanso de las torturas que le aplicaban. 

También

Vi a un almacén de cadena premiar a los autores de estos crímenes.

Vi al presidente hablar en inglés.

Vi a un noticiero sugerir que los indígenas no son ciudadanos.

O que los ciudadanos son paramilitares.

Vi al congreso tratando de ascender a uno de los que dio estas órdenes.

Vi a un periódico aliado decir que los muertos eran víctimas del paro.

Vi a un dirigente hacer un acto de contrición y pocas horas después enviar la policía a masacrar manifestantes.

Vi a decenas de políticos señalando hacia otro lado después de dar ordenes a la policía.

Vi los tuits de un hombre que no se resigna a perder el poder, pidiéndole a las fuerzas armadas que disparen contra la población desarmada.

Vi a hombres estudiosos decir que víctimas y victimarios eran la misma cosa.

Vi rectores de universidades mostrándose orgullosos de su neutralidad.

Vi medios tratando de envilecer las marchas.

Vi idiotas iluminados queriendo convencerme, con doctrinas científicas dudosas, de que todo lo que vi no es más que un error de percepción, producto de una mente gustosa de las teorías de la conspiración.

Vi periodistas que al cubrir las manifestaciones no veían muertos, violaciones y abusos, sino solamente vidrios rotos.

Vi a una congresista diciendo que dejáramos de llorar “por un ojo”, que todo esto solo era una exageración.

Vi esto, y muchas cosas más que no logro poner en palabras, en tan solo un mes de protestas.

Estoy seguro de que mucho peor es todo lo que no vi.» 

Jerónimo Atehortua Arteaga

Tomado de Nechy Montana, en Facebook

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