ENTRE CORTINAS VIRULENTAS Y PRESTIDIGITADORES

Por Quintin Mina

Vivimos la época de las simulaciones, de las falsas noticias, del maquillaje y el disfraz, cuando la realidad palpable se eclipsa con el intenso brillo de la virtualidad mediática, que activa el nervio de las emociones desconectando la racionalidad crítica, llevando a la mayoría de la humanidad al tortuoso laberinto de la fe ciega –fanatismo político, religioso, cientificista, “deportivo”- en medio de la incertidumbre de una seudo-realidad pandemizada indescifrable que hiere y preocupa.

Para algunos se abre un mundo de fantasías con obediencia debida e indiferencia ante esa realidad, donde poco importa lo que ocurra más allá de un centímetro de su piel o del vestido de los aborregados, sobre todo, cuando la pandemia del miedo se nos inocula  en cada poro de nuestra piel, por cada orificio húmedo de nuestro cuerpo físico y mental, con la jeringa informática de los Medios oficiales; en ese mundo de fantasías cualquiera puede cambiar de amigos, amantes, hasta de hijos y de padres con la misma facilidad con la que se toma una selfy -con photo-shop incluida- o se pone el tapabocas, -bozal- así mismo podemos cambiar de sexo y de opinión sobre nuestras miserias y sobre el mundo, de acuerdo al canal que seleccionemos o a la página web que nos permite “El Gran Hermano” -Google- lo que también nos puede llevar a reír, llorar, o a dormir estúpidamente.

Una realidad impuesta al individuo inconsciente, aislado, sin pasado ni futuro, en una “Matrix” que lo puede inducir a “Un mundo feliz” con disidencia y pensamiento controlados, como lo han venido haciendo los poderes fácticos por muchos siglos con el fanatismo y el terror; solo que ahora lo hacen globalmente a través del pánico, con la farmacéutica, la biotecnología, la biopolítica y la propaganda; detrás de esta cortina están los grandes beneficiarios del encierro: los bancos, las corporaciones farmacéuticas y extractivistas, los manipuladores de los medios de desinformación y de las redes sociales virtuales, (entretenimiento) las plataformas de servicios a domicilio, las empresas de informática y telecomunicaciones entre otras.

En esta realidad cibernética, la ciencia teologizada es convertida en una bola de cristal camaleónica que cambia según los deseos y necesidades del poder financiero mundial, operada a través de sus transnacionales, en este caso las farmacéuticas y las biotecnológicas. Un día la OMS, financiada por la Big Farma -que no se sabe si es una organización política, una transnacional o una ONG- dice que es inminente la muerte por contagio, que nadie escapará a la infección, que no hay remedio y la cuarentena va a durar años, que vienen virus más letales, que lo mejor es, taparse la boca, (tragarnos nuestro propio CO2) obedecer y aislarnos total e individualmente frente a una pantalla –con conección bancaria al consumismo- porque el otro o las otras son el enemigo contagioso; sin contrastar las verdaderas estadísticas de infectados, recuperados y defunciones debidamente comprobadas (autopsias) causadas por el virus o por otras enfermedades que desde febrero de 2020 dejaron de existir para las estadísticas oficiales.

Sin embargo, dentro de los instrumentos de dominación tecnológico-ideológicos están la redes sociales alternativas virtuales, que posibilitan la difusión de noticias, conocimientos, pensares y propuestas frente al caos, la violencia y el despojo de derechos, bienes y culturas; actividades de denuncia y convocatoria que asumen y difunden los y las jóvenes y dirigentes populares en el mundo, como ocurrió en EE.UU. a raíz de la tortura y muerte de Floyd a manos de policías racistas, que generó grandes movilizaciones en ese país; de la misma manera son las mismas víctimas con sus celulares, los jóvenes, periodistas, twiteros y youtubers los que están difundiendo la información sobre los hechos violentos ejecutados por el Estado, paramilitares y narcos  

En el actual panorama de plandemia y violencia, a las personas amenazadas de muerte nos cambian nuestra libertad por una “seguridad” ficticia y la esperanza de que algún día haya una vacuna eficiente, que nos permita sobrevivir en una “nueva normalidad” confinados y distanciados; pues tras esta cortina los gobernantes archivaron las constituciones y los derechos -individuales y colectivos- suspendiendo la seudo-democracia burguesa; procediendo el sub-presidente, a gobernar mediante decretos emitidos frente a un congreso congelado en las pantallas, ante las Cortes amaestradas, compradas y o amenazadas por los poderes facticos legales e ilegales, que hacen posible todo tipo de abusos y crímenes, (incluidos  empresarios, banqueros y narcos). Los grupos narco-politiqueros, funcionarios y administradores de lo público, de derecha y uribistas, vienen ejerciendo extorciones, manipulaciones y saqueos a los sectores populares y al erario desde 2002, sin ser juzgados o sancionados realmente, (ej. Reficar, Odebrech, Hidroituango, Tunel de La Línea, Chirajara, robos a la salud antes y durante la plandemia, a la asistencia infantil, a la educación pública, a los presupuestos municipales y departamentales, a las pensiones, la privatización de empresas del Estado, los contratos por prestación de servicios, hasta los presupuestos de las Fuerzas Armadas, etc. por decenas de billones de pesos) mientras los gobiernos y sus Fuerzas Armadas continúan defendiendo y aplicando los conceptos de Seguridad nacional y del enemigo interno contra la población civil pacífica y desarmada. Conceptos definidos y difundidos por USA en su doctrina de Seguridad Nacional durante la Guerra Fría, y aplicados por todas las dictaduras civiles y militares en América Latina desde los 60s del siglo pasado.

En Colombia el narco-estado les quita las posibilidades de supervivencia a las principales víctimas de la plandemia: los viejos y viejas con posibilidades de pensionarse; a los y las trabajadores, que además de trasladarles sus puestos de trabajo a sus casas sin normas laborales ni jornada definida o perdiendo sus empleos, les reducen sus salarios y acaban con el contrato de trabajo, mientras los trabajadores, desempleados, informales, ambulantes y recicladores se ven asediados por la muerte, por el hambre impuesta por el gobierno cuarentenista, no por la enfermedad, pues este nunca cumplió con los aportes para su subsistencia, ni con el subsidio a servicios básico y a los cánones de arrendamiento, mucho menos con la asignación de una renta básica.

A muchos estudiantes los encerraron frente a una pantalla –los que la tienen o pudieron comprar un ordenador o un celular o lograron pagar el servicio de Internet- en un ensayo de instrucción y adoctrinamiento a distancia, sin capacitación previa al personal docente en el manejo de las plataformas virtuales –especialmente en primaria y secundaria de las periferias urbanas y campesinas- sin poder asimilar debidamente los estudiantes, los pocos conocimientos transmitidos por esos medios; igual sucede con los niños, -poco vulnerables al virus- a quienes les quitaron sus derechos al juego en grupo, al ejercicio y a la interacción con el medio ambiente natural y social.

Por otro lado, todos los días al atardecer, el animador y presentador Iván Duque, a través de los medios oficiales nos muestra las cifras de contagiados y de muertos que crecen exponencialmente, en el país, -estamos quintos en número de contagios y muertes en proporción al número de habitantes- entrando en el juego de una competencia entre países obedientes al mandato de la OMS y los gobiernos incrédulos que no obtendrán los “beneficios” del FMI y del BM con jugosos préstamos, que les permitiría mitigar el quiebre de las grandes empresas y de los bancos privados, (Avianca, terratenientes) no la pobreza ni la moribunda economía popular, o sea, un regalo a la plutocracia por más de 170 billones de pesos. Mientras tanto, los administradores de nuestro país firman todo tipo de contratos extractivistas, préstamos y leyes supresoras de derechos, especialmente contra los trabajadores, los campesinos y los pensionados, sector último realmente victimizado por la tal pandemia, quitándoles sus empleos, sus garantías laborales, sus pensiones y hasta sus casas a cambio de una limosna “pensional”, garantizada por una hipoteca que puede ser efectiva en corto plazo según la edad y estado de salud del endeudado.

En nuestro país durante la plandemia se ha recrudecido la violencia, las masacres (más de 65 a la fecha), con número indeterminado de víctimas, más de 300 muertos en lo corrido del presente año; los asesinatos de líderes sociales se han multiplicado, elevándose amás de 700 entre dirigentes comunitarios, ecologistas, defensores de derechos humanos y desmovilizados, realizados por mercenarios al servicio de terratenientes y grandes empresas extractivistas nacionales y transnacionales, paramilitares, narcotraficantes y agentes del Estado en los dos años de desgobierno Duquista-uribista. Esta situación de guerra no declarada oficialmente contra el pueblo no es de ahora, es un conflicto armado, económico, social y político por más de 72 años, (a la fecha más de 500.000 muertos, 10 millones de desplazados internos y externos, más de 9 millones de Has. robadas a las comunidades campesinas, indígenas, afro y a la nación)  que siempre ha llevado a grandes movilizaciones, las últimas iniciadas en noviembre de 2019, reactivadas durante el encarcelamiento “sanitario” e intensificadas a raíz del asesinato de Javier Ordoñez y la posterior masacre de 13 jóvenes en Bogotá y Soacha el 9S; masacres y asesinatos que no tienen ninguna importancia para la oligarquía y el ilegitimo sub-presidente Duque, pues después de cada uno de estos crímenes de Estado, el gobierno agradece, enaltece y premia a los criminales, culpando a las víctimas. Este gobierno lleva más de dos años destruyendo los acuerdos de paz logrados entre el anterior gobierno y las Farc, continuando con las mismas políticas de su patrón.

Con base en lo expuesto, no podemos decir que en Colombia se esté constituyendo una dictadura, pues la hemos soportado por más de 70 años, solo que desde el 2002 se ha venido fortaleciendo, y hoy, el manejo de la plandemia y la movilización de los sectores populares -las marchas pacíficas- han puesto en evidencia al régimen represivo; éste niega el derecho a la información, a la libertad de prensa, expresadas en las opiniones de periodistas, twiteros y youtubers críticos o alternativos, quienes son tratados como auxiliadores de la guerrilla –que ya no existe- y como aliados del terrorismo, de igual manera, a todos y todas las jóvenes que protestan exigiendo paz y respeto, los señala de vándalos y terroristas, ordenando tácitamente el ejecutivo, con su discurso uribista, guerrerista estigmatizante, a la fuerza pública y al paramilitarismo, el uso injustificado de la violencia contra los y las protestantes y disidentes, orden cumplida que ha llegado hasta las ejecuciones extrajudiciales y la tortura en campos y ciudades, -siendo la mayoría de las víctimas del terrorismo de Estado las comunidades indígenas, negras, campesinas y la juventud, lo que pone en evidencia la corrupta narcodictadura y el narcoestado con rasgos fascistas, que cogobiernan en connivencia con la cleptocracia nacional e internacional.

Este cortinavirus además permite a las élites dominantes mundiales remasterizar su sistema mundo, realizando lo que algunos denominan “reseteo” financiero, empezando por desplazar al dólar como divisa internacional o patrón monetario, devaluando y provocando hiperinflación (FED) y reemplazando el dinero fiat por criptomonedas estatales y privadas. Otro de sus objetivos del momento es la máxima utilización de las nuevas tecnologías -el nuevo tecnoparadigma- para mundializar el control total de todos y cada uno de los habitantes del planeta, utilizando para ello, los datos recogidos por las redes sociales, las actividades comerciales, bancarias y financiera, (Big Data) y últimamente  a través del testeo y la probable vacunación obligatoria o condicionada; queriendo generalizar el modelo chino de control social total (Crédito Social), el cual ya ensayaron con el confinamiento y distanciamiento social. También está en juego la apropiación de los recursos energéticos y minerales, la producción agroalimentaria y los ecosistemas biodiversos del planeta (ej. San Turban, la Amazonía, el Gran Pantanal) por el capital financiero transnacional, con el cuento del Cambio Climático, que, aunque en parte es real y natural, lo utilizan para echarle toda la culpa a los pueblos del mundo y no a su Sistema Mundo Capitalista depredador; de esa manera quieren privatizar todos los ecosistemas del mundo, incluyéndolos en un irreal patrimonio de la humanidad.

Pero aquí no termina la cortina, desde hace muchos años esas élites vienen anunciando un “Nuevo Orden Mundial” a realizar en los próximos 30 años, llamado Agenda 20-30, prolongable hasta el 2050, promovida por la ONU y el Vaticano, -en la que está inserta la encíclica Laudato Si de Francisco I y el plan Objetivos de Desarrollo Sostenible (2015)-, con la cual se proponen “salvar” al planeta y la transformación física y mental de la humanidad mediante la utilización de las más “avanzadas” tecnologías –cibernética, robótica, nanotecnología, ingeniería genética, ingeniería social, Inteligencia Artificial- para supuestamente mejorar o crear “superhombres” súper-inteligente poshumano, inmunes e inmortales que puedan controlar a la inmensa mayoría de “subhumanos”. Según los transhumanistas -Elon Musk, (Starlink-Neuralink) Bill Gates, (ID2020) Jeff Bezzos, Mark Zukerberg, Rockefeller, Soros, Rotschild, los más visibles- supuestamente, dentro de pocos años podremos cambiar nuestra “existencia” de cuerpos biológicos a robóticos y viceversa, ir de tour a la luna o a Marte con la protección de un gobierno “global” cibernético, sin importar las tragedias humanitarias que hoy viven la mayoría de los pueblos del mundo.

En ese mundo de fantasías propuesto por los más ricos del mundo no podemos hablar de exclusiones porque el capitalismo cibernético tiene un lugar para cada uno de “nuestros” deseos, sin necesidad de salir de casa; poder estudiar, “reunirse” ir a la escuela, o al supermercado, (siempre y cuando tengas con qué pagar) y hasta protestar con un twitt, un mensaje de texto, una videollamada por FaceBook, Wats-App, Instagram…, y mandar a otros/as a que hagan “cacerolazo” virtual, a que aplaudan, a  que voten, a que compren acciones en bolsa, hagan bully o se suiciden. Tampoco podemos hablar de falta de “democracia”, porque todos los días, a toda hora, se realizan encuestas, se hacen sondeos de opinión por todos los medios de desinformación, se llama a votar por un producto, un artista o un político, a elegir “libremente” las mercancías a consumir, individual y colectivamente, preferentemente por las “redes sociales”. Hasta las mujeres, los Lgtbi, negros e indígenas ahora tienen una ventana virtual para que se asomen al paraíso del capitalismo, para ser contados y observados -en el panóptico global totalitario, en el sitio y momento más íntimo de sus existencias- mientras la niebla de la indiferencia y el conformismo encubre la misoginia, la homofobia, el abuso infantil, el maltrato, el racismo, la esclavitud y el colonialismo, que vuelven a las condiciones del siglo XVII, actualizadas con la última tecnología y el discurso teológico-político mesiánico de una supuesta pos o trans-modernidad portadora de la felicidad. A esas elites financieras no les importa cómo se elijan o impongan los gobernantes locales, sean de izquierda, progresistas o de derecha, con tal de que acepten los mandatos de sus corporaciones transnacionales y financieras, de sus instituciones internacionales (privadas y gubernamentales): la ONU, el FMI, BM, Banco de Pagos Internacional, Club Bilderberg, CFR, Foro Económico Mundial, OCDE y otras discretas y secretas asociaciones.

Aunque la criminal oligarquía bancaria-financiera mundial cree controlar todas sus actividades legales e ilegales, un grupo internacional de periodistas investigadores -400- de la llamada Financial Crimes Enforcement Network (FinCenFiles), de más de 2 millones de operaciones bancarias y financieras secretas, saca a la luz pública 200.000 investigadas en relación con negocios clandestinos entre mafias, empresas privadas y públicas, políticos corruptos y grupos terroristas, en contubernio con gobernantes y paraísos fiscales, prestando sus servicios al narcotráfico, al tráfico ilegal de armas, al contrabando, esclavitud y prostitución, incluyendo evasión fiscal, estafas Ponzi y el consiguiente lavado del dinero de todos esos negocios, por más de 2 billones de dólares, transacciones con las que multiplicaron sus activos los más grandes bancos privados y estatales del mundo como el Deutsche Bank, el Bank of America, Black Rock, Santander, JP Morgan, HSBC, BBVA, CityGroup, Goldman Sach, Standard Chartered Bank, Banco Central de los Emiratos Arabes Unidos, el Bank of New York Mellon entre otros, causantes todos de las crisis financieras y económicas en muchos países del mundo, algunos de estos llevados al despojo y a la total quiebra. Este tipo de investigaciones y hallazgos se han hecho en las últimas dos décadas como los Suiza Paper, los Panamá Papers y los Paradise Papers, de los cuales no se sabe en qué terminaron, pues parece que no existe una legislación internacional eficiente contra estos delitos y los organismos de control existentes están integrados en su mayoría por sus representantes; este tipo de revelaciones parecen parte de una estrategia para realizar el supuesto reseteo y el nuevo reparto del mundo, amparados por la cortina de la plandemia. Trump amenazó a los periodistas que pretendan publicar sus investigaciones, tal como lo hicieron con Assange. Basándonos en la historia del capitalismo podríamos concluir que esta es la forma natural de actuar del sector bancario-financiero mundial, es su esencia –además de generar y financiar las guerras, endeudar y chantajear para someter y despojar- sin éste sería imposible la existencia del capitalismo

La Modernidad en cualquiera de sus presentaciones siempre habla de un “Nuevo Orden Mundial” o internacional, del mismo capitalismo, o sea, de adecuar su viejo orden opresivo-represivo plutocrático clasista, patriarcal y colonialista, a las necesidades del capital transnacional bancario-financiero, ahora maquillado con progresismo, feminismo, economía verde, cientificismo, condimentado con el discurso falaz de la “libertad, la paz y la democracia” montado sobre los rieles de las nuevas tecnologías, discurso que repiten lacayos como Iván Duque, Jeanine Añez y Sebastian Piñera en la Asamblea de la ONU 2020 -el altar de la mentira y la hipocresía- mientras tratan de convertir paraísos como el páramo de Santurban en megaminas a cielo abierto; en sus países masacran a su juventud y a los pueblos indígenas volviendo esclavos a los y las trabajadoras, sumiendo a sus pueblos en la miseria, mientras Duque presta nuestro territorio al imperialismo para agredir a Venezuela.

Sin embargo, la vida continúa y en ella existen las personas, los pueblos, la naturaleza, también los conflictos, las violencias, las injusticias, las desigualdades, la corrupción, la mentira, la impunidad; que se ejercen en tiempos y territorios reales, sobre cuerpos humanos vivos, en una realidad que es preciso comprender y transformar por quienes creemos que no solo es posible sino necesario un mejor mundo para los pueblos sometidos y expoliados, para quienes ejercemos la dignidad, la fraternidad y la solidaridad. Para nosotros, sobrevivientes de la zona del no ser, del sur global, es necesario prescindir de la Modernidad para construir un mundo nuevo, una nueva humanidad. Por esto no podemos creer que la supuesta “Nueva Normalidad”, el Reseteo, la implantación de “nuevas” vacunas o la Agenda 2030 vayan a cambiar sustancialmente nuestras realidades –económicas, sociales, sanitarias, ambientales- a favor de nuestros intereses y necesidades, pues el capitalismo y la civilización Occidental están en una profunda crisis y una de las cartas que tienen sobre la mesa las élites capitalistas es una guerra nuclear.

El capitalismo es un sistema criminal, generador de pestes, pandemias, genocidios y tragedias para la humanidad y la naturaleza; es creador de injustas relaciones sociales basadas en derechos establecidos por quienes ejercen el dominio sobre la mayoría de la humanidad, los cuales le proveen un soporte de legitimidad para la “igualdad” y la “justicia” definidas por ellos, que se enmascara en su seudo-democracia; ante este concepto no podemos esperar un mundo diferente de parte de los dominadores en nuestro país, tampoco a un mesías individual, grupista o clasista, pues el intento de la oligarquía de implantar una dictadura de corte fascista, nos obliga a los sectores populares al dialogo intercultural y político, a la organización y a la lucha por la libertad y la dignidad, sobre unos objetivos mínimos comunes que puedan sentar las bases económicas, sociales y culturales necesarias en la construcción de un mejor país. Corresponde a los pueblos, a las y los humanistas, socialistas, comunistas, anarquistas, demócratas, feministas, ecologistas y revolucionarios, a los intelectuales progresistas orgánicos, vernáculos, autodidactas -organizados e independientes- constituir en la pluralidad y la diversidad, por todos los medios, pero fundamentalmente por fuera de la institucionalidad capitalista, un amplio movimiento político-cultural transformador.

Una tarea de responsabilidad ética e histórica realizable  a partir de y con nuestras familias, organizaciones, sectores populares y comunidades; generar nuevas relaciones de fraternidad y solidaridad, una economía propia de nuestros pueblos, -producir lo que necesitamos para vivir dignamente con nuestros propios recursos, ciencia, tecnología y trabajo- reconstruir nuestras culturas y cosmovisiones -campesinas, indígenas, afro, mestizas y urbanas-; una justicia e instituciones también propias, -educación y justicia- ejerciendo nuestras autonomías (autogobierno) local, regional y nacional, en contacto fraternal y solidario con los demás pueblos de Abya Yala y del mundo, en permanente intercambio de productos y saberes con ellos; simultáneamente mantener la movilización popular confrontando al Estado capitalista, en defensa de nuestros territorios, en el ejercicio de todos nuestros derechos sociales, económicos, políticos, culturales, ambientales, sexuales, reproductivos, individuales y colectivos, constitucionales y universales consagrados en tratados internacionales, como el derecho a la autodeterminación de los pueblos, el Derecho Internacional Humanitario y el derecho a la rebelión, hasta constituir un gobierno soberano popular de transición hacia nuestro Bien Vivir.

Septiembre 30 de 2020

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