Por: Ricardo Robledo
Cuando alguien no quiere que las cosas cambien, en un mundo que cambia constantemente, empieza a ver enemigos por todos lados: en la religión y en los sacerdotes; en la constitución y en las leyes; en el gobierno y en sus instituciones; en la justicia y en los jueces; en la educación, en los profesores y estudiantes; en las organizaciones mundiales y sus representantes.
Para aquellos que no aceptan el cambio, su interpretación del mundo coincide con su concepción, pero choca con la cruda realidad. La existencia les genera dolor y temor y por eso reaccionan de forma arbitraria, con fuerza y con violencia ante todo quien muestre discrepancias; solo pueden repartir odio.
Cuando un enemigo de clase, acierta, no da motivos de celebración; cuando fracasa, no genera lamentos. Los sentimientos deberían ser todo lo contrario. Por eso no se puede ser “abogado del diablo” ni cumplirles el papel de consejero.
No obstante, esta apreciación no impide considerar como desacertada, la política de Estados Unidos con respecto a América Latina. En lugar de estarse involucrando en la aventura de las crueles oligarquías locales, debería estar apoyando los procesos de democratización de estos países y sacar provecho comercial de sus ventajas tecnológicas. En este terreno, Rusia, China y otras naciones democráticas, les ganan la partida.
El pueblo norteamericano también sufre el desempleo y las consecuencias de las crisis, pero para sus gobernantes, lo primordial son los intereses de los particulares que aumentan sus riquezas atizando conflictos.
Otros eran los tiempos cuando se soportaban regímenes asesinos, casi sin reacción mundial y con pueblos sempiternamente engañados. Algo ha cambiado y estamos en un mundo multipolar que ya no se deja subyugar. Cada vez, más pueblos reaccionan y lo hacen desde posiciones institucionalizadas. Nunca hay que dejar de reconocer que siempre ha habido rebeldía popular ante los invasores.
Las políticas retardatarias fracasan día a día, en lo internacional y en lo local; muy a pesar de las manipulaciones, las mentiras, los bloqueos y los atropellos. A los miembros de los gobiernos imperialistas, la arrogancia no les permite negociar de igual a igual con los países que no quieren seguir siendo colonias. Continúan pensando e intentando la imposición de sus intereses; prefieren pasar a la historia como asesinos y no como demócratas.
Cuando el proyecto de la narcoderecha colombiana, se derrumbe y sea derrotada, se abrirán nuevas opciones democráticas en este país. La esencia de los seres humanos es buscar la libertad. Los pueblos del mundo triunfarán sobre sus opresores y se pondrá fin a la explotación del humano por el humano; la naturaleza y la vida, tendrán oportunidades mejores.
Octubre 7 de 2019


