Por: Ricardo Robledo
La única banda presidencial de Juan Guaidó, era la banda de malhechores que lo acompañó en Cúcuta. En el transcurso de los descarados sucesos, policías colombianos observaron complacientes como unos terroristas paisas, contratados en Medellín, preparaban en sus pies bombas incendiarias para ir a quemar personas al otro lado de la frontera; tal comportamiento de una fuerza pública, es una falta de solidaridad, de ética, de sentido humanitario, es una muestra de desprecio por la vida, es una expresión de su formación y de para qué han sido entrenados por su oligarquía.
Iván Duque, presidente de narcotraficantes colombianos, decidió supervisar los desmanes en la frontera, directamente con sus acompañantes; todos esperando ansiosos frente al televisor, el derramamiento de sangre y los cadáveres. Esta conducta de agresión, tipifica un delito en el derecho internacional. Otro despropósito es que haya recibido con honores diplomáticos al fugitivo Guaidó, para colmo de la ridiculez y de la vergüenza mundial.
Fracasaron las intentonas del último fin de semana de febrero contra la revolución bolivariana, porque chocaron con algo muy duro: el tesón y la moral del pueblo chavista. Parecen muy ilusos los miembros de la derecha regional si no contaban con esta cohesión popular y si se hacían cuentas alegres en su criminal agresión.
Pero no son tan ingenuos los paramilitares colombianos, expertos en mansalva, motosierras, masacres y desapariciones; por eso no es de esperarse de ellos ninguna reflexión, ni conciencia, ni arrepentimiento, ni bondad, tal como ahora la banda de Lima, quiere dar a entender con comunicados en los que supuestamente se alejan de una intervención militar en Venezuela; después de lo que han atizado y considerando agotadas las instancias políticas, se lavan las manos como Pilatos, porque saben que sigue el plan B, o C, o F, de la agresión contra el pueblo latinoamericano; ataques que habrán de continuar por encima de toda cordura y legislación, mientras el mundo mira, atónito e impotente, la cacería salvaje.
Al parecer, los Padres Fundadores del país que Duque tiene en la cabeza, nunca hablaron de Derecho, de la vida ni de la Libertad; pero Bolívar sí habló sobre la mayor suma de felicidad como propósito de un Gobierno.
No a la agresión contra América Latina. Gloria al bravo Pueblo. Una vez más, los conceptos ejemplarizantes de Patria y Libertad nacerán en Venezuela.
Febrero 26 de 2019


