Por Gonzalo Salazar
“Por eso vamos a seguir recuperando las tierras.Por eso vamos a dejarla en libertad para convivir en ella y para defender la vida. Por eso, luchar por la tierrano es un problema ni un deber solamente de los indígenas, sino un mandato ancestral de todos los pueblos, de todos los hombres y mujeres que defienden la vida.”COMUNIDADES INDIGENAS DEL CAUCA COMISION DE REFORMA AGRARIA.
Después de 425 años de despojo, desplazamiento y aniquilamiento porconquistadores, terratenientesy por el propio Estado capitalista, de resistencias y recuperaciónde la memoriaen lucha por la libertad de la madre tierra que les ha sido usurpada, porsus derechos, por su bien vivir, los indígenas del continente resurgen como sujetos políticos rescatando su dignidad, sus culturas, reclamando su autonomía en sus territorios, y el respeto a la naturaleza, construyendo y recuperando formas democráticas de autogobierno como los caracoles y las juntas de buen gobierno de los zapatistas en Chiapas; los ayllu y markas de quechuas y aimaras en Perú y Bolivia; los mayas exigiendo resarcimiento al Estado y las transnacionales, por genocidio y desplazamiento en Guatemala;movilizándose por la democracia, en defensa de los ecosistemas y territorios en Ecuador y Bolivia, los mapuches resistiendo al capital extractivista y a los Estados chileno y argentino que están vendiendo sus tierras a extranjeros; los Nasa exigiendo respeto a su autonomía, su cultura y a su territorio a los actores armados y políticos dominantes con las mingas de resistencia; identificados todos en la necesidad de reconstruir el Buen Vivir con todos los pueblos ancestrales, raizales y mestizos de nuestra AbyaYala, respetando y amando a la madre tierra.
Los indígenas del Cauca,vienenenfrentando la represión del Estado y de grupos armados legales e ilegales al servicio de terratenientes y narcotraficantes, con masacres como la del Nilo en 1991 y los asesinatos continuos y sistemáticos después de firmados los acuerdos con las Farc.Desde 2005 vienen caminando la palabra por carreteras, calles, plazas y universidades del país,en unión con todas las etnias del occidente y del resto de pueblos dispersos en el territorio nacional, reclamando la liberación de la madre tierra, el respeto a sus territorios, a su autonomía y a sus culturas;en este proceso han estado acompañados por las luchas de jornaleros sin tierra, campesinos, mineros artesanales, comunidades negras; ellos convocan a los demás sectores populares al debate y a la movilización, por los grandes problemas nacionales, como la necesidad de la unidad y lucha de todos por un mejor país;han pasado de lo local y lo particular de sus reivindicaciones,a labúsquedade una sociedad justa, equitativa y democrática que confronte y reemplace al capitalismo, por la autodeterminación de los pueblos, por respeto y defensa de la naturaleza, por soberanía alimentaria, por un nuevo país diverso e intercultural, por paz con justicia social. A sus movilizaciones se han unido sectores urbanos: estudiantes, sindicatos, ecologistas, artistas, quienes han acogido propuestas como la Minga Social y el Congreso de los Pueblos, levantando la lucha por sus reivindicaciones.
La lucha de los pueblos indígenas no es espontánea, recuperaron la memoria y la dignidad después de 450 años de resistir al despojo, la exclusión, el exterminio y la explotación (terraje) heredados de la encomienda, retomando la lucha de la Gaitana con el trabajo político organizativo de líderes como Juan Tama y Quintín Lame, quien difundió la ley 89 de 1890, que reconocía los resguardos y cabildos (aunque los definía como salvajes en el lenguaje colonial). Ellos tenían unas estructuras políticas y sociales ancestrales, que fueron modificadas por los españoles para administrar su fuerza de trabajo y expropiarlos de sus territorios y culturas, y que después, en la república, los indígenas invierten con la recuperación del conocimiento de las leyes de protección emitidas por la Corona española y por el estado colombiano;utilizaron estas instituciones como medios para su unidad y lucha, para reclamar sus derechos, sus culturas, para organizarse y autogobernarse, convirtiéndolas en instituciones propias como el resguardo, de carácter territorial, el cabildo como organización política; hasta organizaron su autodefensa armada: el movimiento Quintín Lame, que se desmovilizó para participar en la constituyente de 1991. Se preocuparon por la recuperación de sus territorios, iniciaron la reconstrucción de sus cosmovisiones, de su propia justicia, de su medicina tradicional, y crearon la Guardia Indígena para proteger a sus comunidades;estasluchas fueronimpulsadas por el CRIC, Consejo Regional Indígena del Cauca, iniciativa que fue seguida por las demás comunidades en el resto del país, organizando nuevos cabildos, asociaciones y concejos regionales por departamentos y por regiones.
La lucha por la liberación de la madre tierra lo es también por justicia social e histórica, pues los invasores y sus herederos terratenientes se apropiaron de las tierras bajas y fértiles, desplazando a los pueblos indígenas hacia las cumbres de las montañas, a zonas de páramos, reservas forestales y productoras de agua, pero estériles para la producción agropecuaria, y difíciles para la sobrevivencia humana, como se ha continuado haciendo también con el campesinado en los últimos 70 años.
La lucha del movimiento indígena se fortaleció y se hizo visible con la movilización por la liberación de la madre tierra y la defensa de sus territorios desde 1971 con la creación del CRIC, de la ACIN y de la ONIC, con la que se pretende la integración del movimiento indígena a nivel nacional, y su vinculación al movimiento de pueblos indígenas en AbyaYala y del resto del mundo; siendo reconocidos por el Estado como comunidades con “estructuras políticas socio-económicas autóctonas”, al garantizar el derecho a la educación mediante, el decreto 1142 de 1978; con la inclusión como pueblos en la nueva Constitución Política de Colombia (1991), y la ley 1381 de 2010[1]. Sin embargo, esta legislación no garantiza que se respeten sus derechos individuales y colectivos ni su autonomía, pues siguen siendo víctimas de despojo y extermino. Los Nasa unidos con los Misaklideraron este proceso en el Cauca y que fue seguido por el resto de pueblos indígenas en todo el país. Así, TIERRA, UNIDAD, CULTURA Y AUTONOMÍA, son los principios que explican y justifican el surgimiento del CRIC, cuya plataforma de lucha es la siguiente:
- Recuperación de las tierras de los resguardos.
- Ampliación de los resguardos.
- Fortalecimiento de los cabildos indígenas.
- No pago de terraje.
- Conocer las leyes y exigir su justa aplicación.
- Defender la historia, la lengua y las costumbres.
- Formar profesores indígenas para que eduquen de acuerdo a la situación indígena.
- Impulsar las organizaciones económicas comunitarias.
- Fortalecer y preservar los recursos naturales.
- Reorganizarla familia nasa según requerimientos del plan de vida.[2]
Los indígenas del norte del Cauca (Nasa-Paez, Misak, Totoró) y del suroccidente del país nos expresan su carácter de pueblos, cuando ejerciendo la democracia popular, convocan a toda la población de la región a una consulta sobre el TLC con los Estados Unidos, realizada el 6 de marzo de 2008, en los municipios de Jambaló, Toribío, Silvia, Caldono, Inzá y Páez, en la que participaron 51330 personas, en la cual el 98% rechazó el TLC; tan solo 691 votos fueron favorables al TLC; nos lo vuelven a confirmar cuando exigen diálogo directo con los altos representantes del Estado, demandando el cumplimiento de acuerdos y del Derecho Internacional Humanitario y el respeto a su autonomía; cuando esta comunidad exige el desalojo de su territorio a todos los actores armados legales e ilegales. Los Nasa, aunque en su resistencia centenaria han actuado como guerreros de la dignidad defendiendo su cultura y sus territorios, son pacíficos, no quieren que sus jóvenes sean soldados de ningún ejercito; algunas de sus comunidades han asumido su propia defensa sin armas de guerra -la Guardia Indígena- en la recuperación de sus territorios ancestrales, otras han optado por no tener ningún cuerpo de defensa permanente ni de control social, asumiendo todo el colectivo la defensa de sus territorios cuando las condiciones lo exijan.
Los Awas que han resistido el exterminio de las transnacionales petroleras y de terratenientes nos dan una lección de dignidad con su Carta a los pueblos del mundo, igualmente los demás pueblos indígenas de nuestro territorio también han venido haciendo presencia con sus pronunciamientos y mensajes, movilizándose, reclamando sus derechos ancestrales, exigiendo respeto a sus territorios y culturas por el Estado y la sociedad.
En las relaciones con los pueblos indígenas, las organizaciones políticas revolucionarias, los humanistas y la izquierda, deben ceñirse a los conceptos propios de soberanía y autonomía construidos por ellos (respetando la integridad de estas comunidades, con quienes se comparten criterios de solidaridad, fraternidad, autonomía, libertad y dignidad) y los tratados y acuerdos que desde un enfoque humanista la comunidad internacional ha construido y reconocido, como algunas resoluciones de la ONU el Derecho a la Autodeterminación de los Pueblos, acuerdos de la OIT, el Derecho Internacional Humanitario y los mandatos que surgen de sus congresos y asambleas nacionales e internacionales y no exclusivamente a las leyes oligárquicas colombianas.
Para el pensamiento occidental es difícil hablar de izquierda o de derecha entrelos pueblos indígenas. Los mestizos occidentalizados, manejan conceptos políticos traídos de la Europa liberal, razón por la cual la izquierda -que es una construcción occidental- se ha equivocado, como la oligarquía, en el trato como clase y no como pueblos, mirando a sus organizaciones como partidos políticos o sectores de clase, y a sus autoridades como representantes de estos. Lo que no significa que sean apolíticos, que no tengan contradicciones políticas internas, que en el contexto global de la lucha de clases no actúen como oprimidos, excluidos y expoliados, que entre sus dirigencias no se den casos de corrupción, que incluso entre sus autoridades algunos se enriquezcan, y existan quienes concilien y se alíen con sectores del Estado y la reacción dividiendo a sus comunidades, convirtiéndolas en mendigos de este y de las ONG, como pretende el régimen al tratar de dividirlos políticamente con la titulación individual de tierras, que los convierte en campesinos; con la creación de un grupo disidente que reniega de su propia identidad, de su pueblo: la OPIC[3], opuesta a la Organización Nacional Indígena de Colombia ONIC, con la politiquería de los partidos políticos y las ONG que los utilizan y suplantan a las propias autoridades y a las mismas comunidades.
Las y los indígenas tenemos suficiente mayoría de edad para hablar por nosotros mismos. Sabemos lo que somos y cómo estamos. Sabemos lo que no queremos y lo que queremos.
Ya no somos simples “informantes” para el trabajo de la academia occidentalizante.
El o la mestiza, con categorías de comprensión occidental, jamás podrá comprender el mundo, las aspiraciones y los procesos de los pueblos indígenas. Occidente es lineal, veloz, violento y excluyente. Nosotros somos cíclicos, pausados, cordiales e incluyentes.[4]
Los pueblos originarios organizados en sus cabildos, en sus organizaciones de base, las Juntas de Acción Comunal rurales, los Consejos Regionales y Asociaciones de Cabildos de todo el país, junto a la ONIC, integran el Movimiento Indígena colombiano, entre ellos definen los objetivos de sus luchas, organizan sus territorios, sus formas de autogobierno, su participación dentro del conjunto del pueblo colombiano en la construcción de un nuevo país. Los indígenas no necesitan quien los represente o los defienda, ellos han asumido su propia representación frente al Estado y entre los demás sectores populares como sujetos con identidades propias, es por esto que quienes pretenden enfrascar las luchas indígenas en la farsa electoral, solo contribuyen a la dispersión y al sometimiento de estos pueblos al régimen y a los politiqueros de turno, ellos tienen sus propios mecanismos democráticos como las asambleas, las tulpas de pensamiento, las consultas internas, las mingas deliberativas, donde es determinante el consenso como democracia directa y decisoria.
Muchos indígenas han sido obligados a desplazarse a las grandes ciudades, mediante la violencia militar, la exclusión económica y la reducción de sus territorios que no alcanzan para sostener a las nuevas generaciones; ellos se ubican en las laderas, en los barrios más deprimidos, algunas comunidades se organizan en cabildos urbanos, buscando reconocimiento por las administraciones municipales y distritales, reclaman recursos de transferencias, atención en programas de salud, educación, vivienda y empleo –que las autoridades estatales se niegan a realizar- para algunos sectores de la sociedad y del Estado ellos son extranjeros indeseables “incultos y violentos. algunas comunidades en sus resguardos ancestrales mandan a sus jóvenes a las grandes ciudades a formarse académica y profesionalmente para que regresen a servir y a contribuir al mejoramiento de las condiciones económicas y sociales de sus comunidades, pero son pocos los que regresan. La mayoría de los indígenas que se asientan en las ciudades se integra a las comunidades urbanas como obreros y empleadas del servicio doméstico, como comerciantes informales; algunos como los embera, han asumido la mendicidad como forma de supervivencia; en su mayoría estos indígenas van perdiendo sus identidades, sus idiomas y sus cosmovisiones, por lo que es necesario que los demás sectores populares los reconozcan, apoyen sus luchas, el regreso a sus resguardos y la organización en la ciudad como sector popular a quienes no quieran regresar, integrándolos en el gran movimiento de unidad popular y transformación social que es necesario construir.
Si existe un movimiento social que pueda hablar con propiedad de ser gobierno y ser poder, este es el indígena, aunque esté limitado por el estado oligárquico y estigmatizado por los terratenientes y los medios oficiales, aunque las sectas religiosas y las ONG pretendan manipularlos. Pero el movimiento indígena no necesita del reconocimiento de sus organizaciones y autoridades por el Estado para existir y ejercer autonomía -lo que debe hacer el Estado es respetar sus derechos, su organización, su autonomía, sus cultura, sus territorios, devolviendo las tierras que les han sido usurpadas-; el reconocimiento que requieren es el de sus propias comunidades, el de los otros pueblos indígenas y el de los demás sectores populares del campo y la ciudad, nacional e internacionalmente, logrado con sus luchas, unidad y organización. De la misma forma ningún movimiento popular autónomo y transformador necesita de dicho reconocimiento o protección del Estado ni de ONG.
Es fundamental en la construcción de un mejor país el reconocimiento de las comunidades indígenas, como pueblos con gobiernos e instituciones propias legítimas, que deben asumir todos los sectores y movimientos populares, incluidos los intelectuales demócratas y la academia crítica, para la integración de una Organización Política Popular transformadora.
Gonzalo Salazar, noviembre 16 de 2018
[1] “Por la cual se desarrollan los artículos 7o, 8o, 10 y 70 de la Constitución Política, y los artículos 4o, 5o y 28 de la Ley 21 de 1991 (que aprueba el Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales), y se dictan normas sobre reconocimiento, fomento, protección, uso, preservación y fortalecimiento de las lenguas de los grupos étnicos de Colombia y sobre sus derechos lingüísticos y los de sus hablantes”
[2]Puntos de la Plataforma de lucha del Consejo Regional Indígena del Cauca, CRIC”, definida en su segundo congreso en septiembre de 1971.
[3]Organización de Pueblos Indígenas del Cauca, creada por gobierno de Álvaro Uribe Vélez en marzo de 2009. Opuesta al CRIC y a la ONIC, no reconoce a los cabildos y defiende al Estado, a la propiedad privada de los terratenientes y transnacionales extractivistas.
[4]Congreso Internacional sobre Pueblos Indígenas de América Latina sin Indígenas – Ollantay Itzamná– publicado en www.Rebelión.org 31-10-2013


