Archivo diario: 31 octubre, 2018

En Colombia marcharon el diez de octubre por el futuro

Por: Ricardo Robledo

Si bien es cierto que se escucharon muchas voces para que no le metieran “política” a la marcha por la defensa de la educación pública, los estudiantes y demás asistentes, marcharon políticamente porque le expresaron al gobierno un pensamiento sobre la forma en que debe manejarse la educación en el país. Pero no lo hicieron a nombre de ninguna organización política en particular.

Los condicionamientos y acciones reales deben conducir a reflexiones a todos los involucrados en el evento; tanto a los supuestamente apolíticos, como a las diversas organizaciones de izquierda. Lo que se entiende es que los promotores no querían que se le pusiera un sello, como una acertada medida contra la politiquería que también invade a los diversos sectores de la izquierda. O sino considérese esta nota que circuló por las redes, como un comentario posterior a la marcha:

No se discute que deben existir acciones de confluencia para cambiar la historia en los momentos favorables y posibles, pero como un resultado de un trabajo de concientización con todos sus requerimientos, avances y tropiezos. En el fondo del meme, se expresa un lamento por no poder convertir ese volumen de marchantes, en pequeñas fracciones de votos de propietarios.

Es necesario tener siempre en cuenta que en todo proceso, existen los opositores, los neutrales y los que le son favorables. En este caso, los asistentes marcharon en defensa de la educación pública -acción de por sí ya política- pero si se quiere dividirlos en votantes, se encontrarían los de derecha, los indiferentes, los que cambian de acuerdo con el momento y los de izquierda.

Entre estos últimos se consideran como parte, a los nihilistas; es decir, aquellos a quienes no les gusta nada, no proponen nada, no hacen nada y protestan y protestan, de tal forma que si existiera un gobierno democrático y popular, estarían en la calle protestando. Luego, se abren las diversas fracciones de las sectas: los seguidores de Mahoma, los cristianos, los testigos de Jehová, los pentecostales, los neopentecostales, los ortodoxos, los sintoístas, los budistas, los talibanes, los adoradores de mokuma. Todos, seguidores de un solo dios verdadero: el propio, que ven como impíos despreciables a quienes profesen otras creencias y no se someten a las propias. Y así, es muy difícil obtener votos unificados para otro dios aceptable por todos y protector de todos.

Es muy difícil convertir en votos a todos los asistentes a una marcha “apolítica” que no sigue mi línea; es muy difícil aceptar las condiciones de los movimientos; es muy difícil obedecer; es más fácil imponer lo mío e ir por lo mío. Al parecer la democracia es algo “para el día después”; pero una verdad es que ella se construye a partir del aprendizaje de su aplicación diaria. A aquellos que la atropellan, no es posible creerles que tienen una propuesta democrática para el país.

Para algunos la revolución es que miles, vestidos con boina y camisa rojas, perfectamente alineados, desfilen bajo la axila de mi brazo izquierdo extendido. Pero lo que se espera realmente es el avance de personas libres, capaces de construir una sociedad feliz en la que puedan desarrollar sus proyectos de vida como resultado del establecimiento de relaciones de respeto entre los seres humanos en todo el mundo, sin discriminación alguna, en condiciones de igualdad y de vida digna.

En todas partes del mundo se encuentra una humanidad oprimida y si no nos unimos todos los revolucionarios, nos van a seguir picando, particularmente en Colombia, el país de las masacres. Las derechas están mostrando como nunca, que el estado y sus instituciones es una herramienta de la lucha de clases, el mecanismo por el cual una clase oprime a otra. No es extraño, entonces, encontrar una fiscalía politizada y utilizada como medio contra los opositores al abusivo orden burgués, que ha visto cómo sus propias teorías democráticas pueden ser usadas como instrumentos revolucionarios, cuando se clama por el respeto a la democracia, a las instituciones, a las constituciones y al derecho a la vida digna.

En todo el mundo la misma derecha va rompiendo el orden constitucional; creen ganar con sus arbitrariedades contra los ciudadanos, pero ante el desprestigio social que esto genera, realmente se van quedando con el cascarón de sus instituciones. Los pueblos irán creando su propia institucionalidad y así las bases para nuevas formas de organizar las relaciones sociales.

Por eso en el mundo se enfrentan grandes contradicciones y el fundamentalismo se soporta en incoherencias. Es la lucha de lo nuevo contra lo decadente. Así se crean inestabilidades. Pero, ni la guerra ni la paz, se mendigan. En Colombia, los narcotraficantes y su anexo, la oligarquía, que conforman el gobierno de derecha, le mendigan la guerra al imperialismo contra los pueblos latinoamericanos; y la izquierda le mendiga la paz a esa triple alianza, como si la paz no fuera una necesidad y un derecho constitucional de todos los pueblos. No se puede seguir siendo una izquierda tan ingenua y obediente.

Octubre 31 de 2018

Análisis sobre la corrupción (Dagoberto Gutiérrez)

https://youtu.be/7qbcxInoqkw