Por Gonzalo Salazar
Hay un hecho que debe preocupar a todos los ciudadanos del mundo: el desplazamiento del poder de los estados-nación hacia el de unos pocos conglomerados financieros que operan a nivel global, cuyo poder es mayor que el de cualquiera de los Estados tomados individualmente. Estos realmente detentan el poder real en todas sus ramas: financiera, política, tecnológica, comercial, medios de comunicación y militar.[1]
El concepto de progreso fundado en el crecimiento económico y el desarrollo tecnológico, acuñado por los capitalistas, les ha llevado a “perfeccionar” su sistema económico, estructurando un poderoso aparato bancario-financiero global que controla, dirige y planifica las actividades económicas y financieras de los países de la órbita imperialista; aparato que impone los planes de desarrollo, los TLC, las deudas públicas y privadas, la bancarización-financiarización de las economías, -de los Estados y de los hogares- las políticas macroeconómicas y monetarias, por encima de las constituciones nacionales, de los órganos legislativos y judiciales y de los mecanismos democráticos decisorios (parlamentos) de los países dependientes.Es el que ordena las reformas estructurales de los Estados en los países empobrecidos e impone los bloqueos comerciales y financieros a los supuestos enemigos de las potencias occidentales; utilizando la máquina militar imperialista (Complejo Militar Industrial) planea y ordena las guerras para saquear y destruir países y pueblos, donde quiera que haya recursos naturales, alimentarios, energéticos y/o materias primas necesarios para la existencia de su Sistema Mundo, donde haya expresión de autonomía y dignidad nacional como en Cuba, Grecia, Irak, Afganistán, Libia, Irán, Palestina, Egipto, Siria, Coreadel Norte, Venezuela y el resto del llamado tercer mundo. Igualmente, ese aparato instrumentaliza las instituciones en cada país de su órbita, para imponer o cambiar los gobernantes de acuerdo a sus intereses.
La “democracia” occidental, tan cacareada por los imperialistas, ha dejado de ser la expresión real de las supuestas “mayorías nacionales” que nunca han decidido nada de su soberanía, mientras las más importantes decisiones que comprometen los recursos y la soberanía de los pueblos, son tomadas por organismos privados internacionales (Cooperación Internacional para el Desarrollo, BID, BM, FMI, OMC, BCE, el Banco Internacional de Cobros). Los planes de desarrollo, la infraestructura, los programas sociales; las políticas económicas internas en Colombia, las tasas de interés, la tasa de cambio, las reformas estructurales al Estado, las reformas fiscales, las reformas constitucionales, la inversión social, tienen que ser consultadas, aceptadas, ordenadas y controladas por estas instituciones creadas y dirigidas por los más grandes capitalistas del mundo, (dirigidas por la llamada Élite Global) que nunca consultan a ningún pueblo, a ningún sector social sobre su conveniencia, mucho menos lo hacen para solucionar las necesidades reales de los pueblos.
El capitalismo desde que nació está formado por mafias que se reparten territorios y mercados; cada área de la producción, de la economía en el mundo, pertenece a un pequeño grupo de mafiosos que conspiran permanentemente contra los pueblos. En la etapa imperialista neoliberal estas mafias ya no asientan su poder sobre la producción directa de las mercancías ni en la circulación del dinero de la época industrial, aunque su modo de acumulación sigue siendo por expropiación y explotación, ahora es la especulación financiera a los Estados y a los pueblos de la periferia, traducido en ajustes estructurales – que lleva a la privatización de los Estados-, su principal medio de enriquecimiento, en lo que se denomina el sector financiero, que endeudó a los países periféricos a nombre del “desarrollo”, convirtió la salud, la educación, en mercancías, les quitó a los pensionados y a los trabajadores los ahorros de toda su vida -hasta financia guerras con la plata de los fondos de pensiones en otros países-, y a los jóvenes la posibilidad de pensionarse, les quitó a millones de familias sus techos que con grandes esfuerzos habían adquirido; y ahora intensifica la expoliación minero energética acabando con la producción industrial y la agricultura popular, con los bienes naturales y culturales de nuestros países.
Realmente el sistema financiero mundial es el gobierno-dictadura del sistema mundo capitalista, o Nuevo Orden Mundial -en permanente crisis de sus estructuras- que cuenta con sus instituciones políticas y privadas como la ONU, la OMC, el Banco Mundial, el FMI, el Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, el club Bildelberg, diseñadas y manipuladas por la élite imperialista, conformada por las familias Rothchild (dueña de más del 50% de los bancos centrales y/o nacionales del mundo), J.P. Morgan, Rockefeller, Reynolds y otras diez con gigantesco poder económico. Esta tragedia del siglo XXI empezó en el XX con la planeación estratégica y la dirección del proyecto neoliberal por el Banco Mundial, contando con un gran número de ONG norteamericanas y europeas de diferentes grados y género (ecológicas, de asistencia social, de capacitación técnica y generación de ingresos, (microcréditos) de atención a la infancia y a la mujer, de apoyo a la “democracia”, de “defensa” de derechos humanos) encargadas de investigar y controlar a las comunidades, convencer con ayuda de los medios masivos de comunicación, a gobiernos y pueblos, de aceptar la “Cooperación Internacional”, de aplicar las políticas y programas de ajuste estructural y fiscal, realizando el trabajo sucio contra los pueblos, todo a nombre del desarrollo y del crecimiento económico, incluso de la supuesta lucha contra la pobreza y la desigualdad.
En África y América Latina, escenarios neocoloniales, productores de recursos naturales (agua, madera, minerales, combustibles fósiles, alimentos) y materias primas, estas mafias financieras imponen las actividades extractivas de la gran minería a cielo abierto y la producción extensiva en forma de monocultivos de alimentos (modificados genéticamente OMG) para exportar o para convertirlos en agrocombustibles; modelo transnacional que deja a su paso hambre, miseria violencia y muerte en nuestros pueblos, y que la oligarquía colombiana denomina “locomotoras del progreso”.
Este vasto entramado institucional tiene al Banco Mundial como centro de gravedad y a su alrededor, en un primer anillo concéntrico estarían el FMI, el BID, la Usaid, la CAF, el Departamento del tesoro de EE.UU. (FED), y el Pentágono, y es en donde se toman las decisiones “duras” y se establecen los lineamientos de base, y que se expresarían en las diez recomendaciones políticas que resume John Williamson en el denominado “Consenso de Washington.[2]
Las políticas de las corporaciones transnacionales y de los estados imperialistas están enfocadas, fundamentalmente, hacia la intensificación del consumo y la ganancia; entonces los organismos financieros y monetarios ordenan los planes de “desarrollo” económico, las reformas a las estructuras económicas y jurídicas de los Estados, necesarios para expandir sus mercados y sus zonas de influencia militar, para expoliar los recursos de un país o de regiones enteras del mundo, lo que han llamado Terapia de Shock o Ajuste Estructural y Macrofiscal[3], que ya no es principalmente por la ganancia directa de las mercancías, sino por la especulación financiera, especialmente mediante el chantaje de la deuda pública y privada externa e interna a nuestros países.
Ya vimos quienes definen las políticas y destinos de los países programando y controlando el saqueo y el dominio económico, político, militar y cultural a los pueblos del mundo, legitimando sus políticas intervencionistas y sus atrocidades a través de organismos como la ONU con todas sus dependencias, la OEA, el Banco Mundial, el FMI, el BID, la OMC con sus tribunales internacionales y patentes, la OTAN con sus ejércitos multinacionales invasores, la Agencia Internacional para la Energía Atómica AIEA, (manipulada por el único genocida nuclear), la Corte Penal Internacional CPI, toda la institucionalidad del verdadero poder capitalista mundial que anula la democracia liberal y la autonomía de los Estados.
Las 37 mil firmas más grandes en el mundo, controlan las 2/3 partes de la producción mundial y el 40 por ciento de los intercambios comerciales. Por si fuera poco, 370 firmas financieras de esas 37 mil, es decir, el 1 por ciento de ellas, controlan el 50 por ciento de los activos financieros. Cincuenta bancos manejan la mayoría de las transacciones diarias (US$ 1.400 millones), y controlan el 90 por ciento de las transacciones sobre productos derivados.(Mejía)
El poder mafioso del capitalismo está en el sistema financiero mundial, en grupos como el G8, el G20, el Foro Económico Mundial la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en la cual el presidente Santosinscribióal país; pero además de estas organizaciones internacionales, existen otros círculos transnacionales más cerrados pero más poderosos, que desarrollan actividades clandestinas, como el Club Bilderberg, uno de los más poderosos del mundo, que cuenta con un instituto de investigación científica especializado en comportamiento humano y manipulación mental (Instituto Tavistock de Comportamiento Humano), integrado por los más grandes empresarios de transnacionales, jefes de estado, reyes y reinas, en su mayoría europeos y norteamericanos, quienes además integran las juntas directivas de los llamados organismos “Multilaterales” financieros, comerciales, políticos y militares; muchos de sus integrantes son conservadores, liberales, socialdemócratas, hasta “socialistas”, todos inmensamente ricos. Estos señores y señoras planean y ordenan las estrategias económicas, militares y culturales para todo el mundo (como la desintegración de Yugoslavia, la destrucción de Irak, de Libia, Siria, Palestina y Yemen); controlan organismos como la ONU y la OTAN, están en la OMC en el FMI, dirigen el BM. Ellos definen las áreas científicas y tecnológicas a desarrollar; controlan sectores como los medios de desinformación y comunicación, de entretenimiento(televisión, cine, música, Internet, prensa), la producción y distribución de armas, la producción petrolera, la farmacéutica, el tráfico mundial de narcóticos, hasta la pornografía.
En 1954, muchos de los hombres más poderosos del mundo se reunieron por primera vez bajo el patrocinio de la familia real de Holanda y la familia Rockefeller en el lujoso Hotel Bilderberg, en la pequeña población de Ooesterbeck. Durante un fin de semana debatieron sobre el futuro del mundo. Al acabar las sesiones, decidieron reunirse todos los años con el fin de intercambiar ideas y analizar la evolución internacional. Se bautizaron a sí mismos como Club Bilderberg y, desde entonces, año tras año se reúnen durante un fin de semana en algún hotel del mundo para decidir el futuro de la humanidad. Entre los miembros actuales de este selecto club se encuentran Bill Clinton, Paul Wolfowitz, Henry Kissinger, David Rockefeller, ÁngelaMerkel, Jacques Chirac, Donald Rumsfeld, Tony Blair y George Soros, además de muchos otros jefes de gobierno, empresarios, políticos, banqueros, periodistas y españoles de primer nivel como Rodrigo Rato, Matías Rodríguez Inciarte, Juan Luis Cebrián, Joaquín Almudia, Pedro Solbes, Loyola de Palacio, Joseph Borrell, Jaime Carvajal de Urquijo y Javier Solana.”(Estulin)
“¿Por qué nadie cubre las reuniones del Club Bilderberg, a pesar de que a ellas asisten regularmente los presidentes de entidades financieras como el Fondo Monetario Internacional, el banco Mundial, la Reserva Federal y el Banco Central Europeo, presidentes de las empresas más poderosas del mundo como DaimlerChrysler, Coca Cola, PepsiCo, Ford, General Motors, Novartis, AstraZeneca, British Petroleum, Shell, Chase Manhattan Bank, UBS Warburg, Soros Fund Management, KissingerAssociates, Nokia, Motorola, Ericsson, American Express, France Telecom, German Telecom, British Telecom, Goldman Sachs, LazardFrères, Deutsche Bank, JP Morgan, Xerox, Microsoft, Oracle, EADS, secretarios de Defensa y vicepresidentes de Estados Unidos, representantes de comités nacionales democráticos y republicanos estadounidenses, directores de la CIA y del FBI, secretarios generales de la OTAN, todos los comisarios europeos, senadores y congresistas estadounidenses, primeros ministros europeos y líderes de los partidos de la oposición, gobernadores de todos los bancos centrales de todos los países europeos, los principales editores y los directores de los periódicos más importantes del mundo? (Estulin)
No importa cómo se genera la riqueza, legal o ilegalmente, con la violencia o con el engaño, siempre se legitima por los estamentos legislativos de los Estados, por algo entre las actividades más lucrativas a nivel internacional están la banca, el comercio a gran escala, la exportación de capitales, el tráfico de armas, el narcotráfico, el contrabando, incluido el tráfico de fuerza de trabajo de los países empobrecidos (migraciones que se multiplican día tras día de África hacia Europa, deLatinoamérica hacia Norteamérica, de Asia hacia Europa, formas de exportación y explotación clandestina de mano de obra esclava), del que también somos víctimas las y los colombianos, la expropiación de bienes naturales y energéticos y la corrupción, que violan las soberanías de los países periféricos, acciones promovidas por las Corporaciones Transnacionales a través de convenios y TLC, los contratos de infraestructura y megaobras que aprueban los congresos y gobiernos obedientes de nuestros países; actividades que las instituciones “multilaterales”, las mafias bancarias y financieras, los medios y la ley del mercado ordenan.
Los planes de dominación, los modelos económicos de los capitalistas no se dan espontáneamente ni sin una sustentación teórica, incluso académica (cooptan y contratan a teóricos, intelectuales, especialistas “prestigiosos” de las ciencias sociales -los TinkTank- para que inventen teorías y diseñen planes estratégicos) que venzan y convenzan a amigos y enemigos sobre la necesidad de su ejecución; pero sobre todo, con un consenso entre los más grandes capitalistas para ejecutarlos en tiempos y espacios predeterminados, pero que pagan los pueblos y realizan los Estados siervos, supervisados por esas instituciones “multilaterales”, dándole forma a una estructura ideológica que para ellos es la supremacía de la economía sobre todas las condiciones humanas. Este es el caso del proyecto de la Sociedad del Monte Peregrino que sumió a la humanidad y a la madre tierra en la peor catástrofe de los últimos 2000 años. El proyecto neoliberal fue diseñado y promovido por el economista austríaco Friedrich Hayek, «premio Nobel» de economía en 1974. “Su antecedente más importante fue el Coloquio Walter Lippman realizado en París en 1939. La preocupación central de este Coloquio fue la crisis del pensamiento liberal ante el avance de las ideas socialistas y los resultados económicos de la planificación económica.(Dávalos, 2013).
Marco Raúl Mejía nombra a algunos de los intelectuales que han participado en la formulación de este plan macabro en contra de los pueblos y en defensa del mercado
Este grupo obtiene carta de ciudadanía en 1947 durante una reunión realizada en Suiza a la que asistieron entre otros, Milton Friedman, Karl Popper, Lionel Robbins, Ludwig Van Mises, Walter Eupken, Walter Lipman, Michael Pollanyi y Salvador de Madariaga[4] y en la que fundan la sociedad de MontPelerin. Sus planteamientos atacan el supuesto igualitarismo promovido por el Estado de Bienestar, arguyendo que destruye la libertad política, la libertad de los ciudadanos y la vitalidad de la concurrencia, de las cuales depende la prosperidad de todos. Es así como postulan que la desigualdad es un valor positivo que debe promoverse.[5]
En los procesos de emancipación de nuestros pueblos, de construcción de nuestro bien vivir o el socialismo, éticamente no podemos aceptar ayudas, planes de desarrollo ni asesorías políticas ni financieras de organismos transnacionales depredadores, ni de sus ONG, ni de sus instituciones, ni de los estados imperialistas que históricamente nos han despojado de nuestras riquezas y de nuestra felicidad, así vengan con etiqueta de ayuda internacional humanitaria o filantropía, con planes de desarrollo. Solo dos ejemplos en el mundo bastan para entender el carácter de clase de esas instituciones globales: el problema palestino, del que todo el mundo ve y repudia la ignominia del Estado sionista de Israel, que permanentemente agrede (además de invadirlo violentamente desde 1948 y amenazar a los demás vecinos de la región) a este pueblo quitándole sus recursos naturales, el agua, su agricultura, su territorio, destruyendo sus viviendas, esclavizando su fuerza de trabajo, arrasando sus ciudades y sus vidas con misiles y bombas de fósforo blanco, manteniendo a la población aterrorizada y vigilada en un gigantesco panóptico. Esta situación es denunciada por el gobierno palestino y por los humanistas del mundo como crímenes de guerra y de lesa humanidad, como la violación a todos los derechos humanos, al derecho internacional humanitario y al derecho de los pueblos a la autodeterminación, en todas las instancias internacionales (ante todas las dependencias de la ONU, la CPI) en todos los foros; aunque existen muchas resoluciones de la ONU que condenan estas acciones, esas instituciones al servicio del gran capital sionista (controlador del sistema financiero mundial y de los grandes medios de desinformación y propaganda) nunca han podido frenar la agresión porque el imperialismo norteamericano y europeo y los gobiernos siervos de estos, incluidos los Emiratos, Qatar Arabia Saudita y Turquía, defienden al Estado fascista de Israel y son conniventes con el Estado Islámico, al que arman, entrenan y sostienen hipócritamente las potencias Occidentales.
El otro ejemplo es Haití, pueblo negro que cometió el más horrendo crimen contra el capitalismo: liberarse de la esclavitud y del colonialismo antes que el resto de América Latina, desde entonces los EE.UU. lo han invadido y sometido con la violencia y el chantaje económico de las instituciones “multilaterales” capitalistas (BID, FMI, BM, OMC) apoyándose en la oligarquía apátrida local, destruyendo su base alimentaria, aprovechando hasta las tragedias naturales para intervenir militarmente, reprimir y mantener en la absoluta miseria a este heroico pueblo, sumergido en el estanque neocolonial; pues cuando el terremoto, mientras Venezuela y Cuba mandaron alimentos, médicos y medicinas, EE.UU. desembarcó marines para reprimir y controlar a la población. Dividir, corromper, estigmatizar y aterrorizar, toda una estrategia de dominación siempre utilizada por los imperios para quitarles a los pueblos sus riquezas y su bienestar.
En cualquier proyecto de soberanía nacional, de autodeterminación popular, es necesario romper los lazos de dependencia política, económica y cultural con los Estados hegemónicos e instituciones “multilaterales” imperialistas, sean financieras, económicas, de asistencia social, técnica y o culturales (estatales u ONG), estrechando los lazos de fraternidad, cooperación, solidaridad, reciprocidad e intercambio (economía de equivalencias y mercado justo) con los pueblos y países hermanos, y con los respetuosos de esta autodeterminación. Es imposible recibir de los verdugos una migaja de pan envenenado, convirtiéndonos en cómplices de nuestra desposesión y esclavitud, como sería que por piedad o por amor nos soltaran las cadenas –en el capitalismo nada es gratis- será la solidaridad, la fraternidad y la confianza de los pueblos latinoamericanos y caribeño y del mundo, el sostén y la fuente de nuestro crecimiento humano, de nuestro bien vivir o nuestro socialismo.
Gonzalo Salazar, julio 18 de 2018
[1]Dónde está hoy el poder en el mundo|Por Leonardo Boff / Alainet| publicado en la Revista de expresión cultural El salmón, domingo, octubre 30, 2016
[2]Pablo Dávalos –La democracia disciplinaria –El proyecto postneoliberal para América Latina– ediciones desde abajo–Bogotá D. C. 2011
[3]Ibíd.
[4] Anderson, Perry. “Balance do neoliberalismo”. En: Pos-neoliberalismo. As Políticas Sociais e o Estado Democrático. Emir Sader, organizador. Sao Paulo, Paz e Terra, 1995, p. 10.
[5]Mejía Marco Raúl – Educación en las globalizaciones 1 Ediciones desde abajo


