Archivo diario: 25 abril, 2018

¿A quién le conviene el asesinato de testigo contra Álvaro Uribe Vélez por caso de #FalsosTestigos?

Alternativa de Soberanía Alimentaria

Por: Gonzalo Salazar 

“… la propiedad privada de la tierra en manos de determinados individuosparecerá tan absurda como la propiedad privada que un hombre posea de otros hombres. Ni siquiera una sociedad o nación entera, ni el conjunto de todas las sociedades que existen simultáneamente son propietarios de la tierra. Son simplemente sus posesores, sus beneficiarios, y tienen  que legarla en un estado mejorado a las generaciones que les suceden, como bonipatris familias [buenos padres de familia].” Marx K. Tomo I del Capital (página 911)

 Producir para consumo local o interno por pequeños y medianos campesinos, alimentos con óptima calidad, variados, frescos, sanos (libres de substancias químicas y transgénicos nocivos para la salud humana y el medio ambiente), generando un mercado directo entre productores y consumidores, brindando oportunidades y garantías  de mercado a campesinos e indígenas, es una necesidad para combatir la desnutrición, el hambre, y la pobreza; implica generar mejores ingresos para campesinos/as e indígenas,  y ahorro para las familias pobres de la ciudad, donde los sectores populares invierten más del 75% de sus ingresos en alimentos.

La Agricultura con participación y autonomía popular es una estrategia fundamental para la integración y el desarrollo social de los sectores populares. En  Colombia hay grupos de pobladores y de campesinos que han empezado a cambiar su visión sobre la agricultura, la alimentación y la nutrición, buscando diversidad, calidad, disposición, acceso, suficiencia y bajos costos en la producción y el consumo; promoviendo y fortaleciendo iniciativas de economía solidaria y comunitaria de productores/as y consumidores, combatiendo el uso de químicos agrotóxicos, los cultivos transgénicos y el consumo de alimentos importados, impuestos por las Transnacionales del mercado minorista de alimentos (hipermercados o grandes superficies) y la gran industria de los alimentos procesados. Cultivando y consumiendo alimentos autóctonos y adoptados de alto valor nutricional (y medicinal) como la quinua, la maca, el amaranto, el chachafruto, la chía, el guandúl la auyama, la cúrcuma, la estevia y el sinnúmero de frutas, leguminosas y verduras que generosamente producen nuestros campesinos e indígenas,igualmente en proteína animal existe diversidad de especies menores domesticadas (aves, mamíferos, acuáticos) que pueden reemplazar las bovinas y deberían ser cultivadas por todos los campesinos, incluso en los solares de las casas y en predios comunitarios; cuando se tienen la tierra, los medios logísticos, la infraestructura y las redes de distribución suficientes y garantizados, se puede acabar con el hambre

Existen en el país movimientos agroecológicos agrofeministasagrosocialistas, agrosolidarios, agricultores urbanos, que consideran a la madre tierra como un ser vivo sujeto de derechos, que luchan por una agricultura amigable con el medio ambiente, por una distribución equitativa de la tierra y los alimentos, por los derechos y la autonomía de las mujeres en las cadenas productivas, de distribución y consumo; pero sobre todo, una tradición de lucha del campesinado, de las comunidades indígenas y afro por la defensa y libertad de la madre tierra, por la diversidad agroalimentaria, que junto a otros sectores como las asociaciones de consumidores de alimentos sanos y la economía solidaria, en la ciudad, ven necesario cambiar las formas de producir, distribuir y consumir alimentos. Son tradicionales las plazas de mercado, los mercados campesinos, los mercados agroecológicos móviles, los comedores comunitarios, las ollas comunitarias, las tiendas comunitarias, ferias de intercambio (trueque), las granjas integrales experimentales, los patios productivos en las ciudades, etc. En las fincas, granjas, parcelas y comunas campesinas se puede transformar o dar valor agregado a los alimentos de consumo popular, generando mejores ingresos y desarrollo agroindustrial a pequeña escala con tecnologías apropiadas y limpias.

El intercambio o trueque de alimentos por alimentos o por semillas, por herramientas, insumos y o servicios con la economía popular (artesanal, industrial) de las ciudades,permite la autogestión y la integración como parte fundamental de la economía equivalente solidaria-comunitaria entre los sectores populares del campo y la ciudad. Conla producción limpia, reciclando los desechos orgánicos de las casas, produciendo nuestros propios insumos, abonos y pesticidas con materias primas naturales, elaborados por los propios campesinos,los costosse reducen sustancialmente, garantizando calidad y seguridad de abastecimiento, produciendo lo necesario para mantener una alimentación sana, nutritiva y suficiente.

La agricultura urbana es una alternativa que se puede concretar en áreas periféricas de las ciudades con espacios reducidos para la siembra de una gran variedad de hortalizas o la cría en mínima escala de especies menores como ovejas, cabras, pavos, conejos, cuyes y pollos para complementar la dieta de los sectores populares; utilizando diversas formas de cultivos como hidropónico, en materas y pequeñas eras en los antejardines y parques comunitarios. Sin embargo, esta posibilidad se reduce con la dinámica de crecimiento y desarrollo de las grandes ciudades, las cuales no permiten espacios vacíos de cemento, donde las viviendas son pequeñas sin patios ni terrazas o son edificios de apartamentos, teniendo en cuenta que la mayoría de los pobres no poseen vivienda propia, además, las autoridades alegan problemas sanitarios y de estética. Ante esta situación, las organizaciones populares urbanas necesitan promover la educación y la práctica de la agricultura en la ciudad, luchando y exigiendo al estado espacios y respeto para realizarla (como en Cuba). La agricultura urbana es muy importante para desarrollar sensibilidad sobre la alimentación sana, cuidado del medio ambiente y autosostenibilidad limitada, pero no es la solución total al problema del hambre ni de soberanía alimentaria, que tiene que ver con la agricultura rural (propiedad y uso de la tierra, origen de la desigualdad y la violencia en los campos) y la dependencia económica del país.

Las anteriores son formas e iniciativas de producción, distribución y consumo popular, que, orientados e insertos en una dinámica red, en un programa social integral y comunitario como Circuitos Agroalimentarios Alternativos, sean parte de la economía popular como lo definió y ordenó el congreso de Tierra, Territorio y Soberanía del Congreso de Los Pueblos: “Economía Propia de los Pueblos”. Economía que debe ser aplicada como una política de las comunidades que pretendan su autonomía, donde las condiciones objetivas y subjetivas lo permitan. Que en un verdadero proceso democrático de paz debe convocar a los productores con la participación decisoria de los pequeños y medianos productores del agro y los sin tierra, que  pueda concertar con un Estado democrático o de transición, el diseño y ejecución de una política de soberanía alimentaria, empezando por la realización de la reforma agraria democrática, equitativa e integral que incluya los conceptos de territorio y soberanía en las comunidades campesinas, negras e indígenas, que venimos reclamando los sectores populares del campo y la ciudad desde hace más de 60 años,

El país requiere con urgencia esta Reforma Agraria Democrática e Integral con ordenamiento territorial, que devuelva a los campesinos las tierras que les fueron robadas y a los que no la han tenido, oportunidades para adquirirla, y garantías para el mercadeo y el transporte, orientada prioritariamente a la producción de alimentos básicos de la dieta de las y los colombianos, reforma que:

  • Respete y promueva las Asociaciones Comunitarias y las Cooperativas Campesinas, las Zonas de Reserva Campesina junto a los Resguardos y los Consejos Comunitarios, Zonas de Producción alimentaria campesina, con participación democrática y autogestionariaen sus territorios locales y regionales.
  • Que propicie el desplazamiento positivo voluntario de la ciudad al campo de quienes quieran vivir y producir allí (la ciudad solo ofrece estrés, miseria, violencia y descomposición social a los campesinos desplazados) sería una forma de descongestionar las ciudades y reducir la pobreza en el campo y la ciudad, integradas estas nuevas familias campesinas en cooperativas, asociaciones u organizaciones solidarias comunitarias, unidas o articuladas con las comunidades de la localidad y/o de la región; proyecto que debería realizarse en terrenos ejidos, baldíos, abandonados,  escogidos por las comunidades locales y los nuevos productores, definiendo con el Estado su uso y formas de propiedad.
  • Que compre el Estado a los legítima y legalmentedueños los excedentes a quienes posean más de 600 hectáreas (por familia), a quienes teniendo corporativamente más de 1000 hectáreas no las utilizan o no le dan el uso adecuado a las necesidades agroalimentarias del país; distribuyendo estas tierras entre los sin tierra y campesinos pobres  organizados para que la trabajen colectivamente –no es justo que seis millones de campesinos se mueran de hambre en las ciudades mientras el mafioso esmeraldero Carranza celebraba la adquisición de su hectárea un millón, sin demostrar cómo las consiguió, o la familia Uribe Vélez que una sola de sus muchas fincas en todo el país (el Ubérrimo) tiene más de 123.000 hectáreas-.
  • Que grave con altos impuestos a los terratenientes que tengan tierras vacantes, que no produzcan alimentos para consumo interno y que no accedan vender los excedentes para que los campesinos sin tierra la cultiven.
  • Que revise la legitimidad de la propiedad de inmensas extensiones de las mejores tierras en todo el país, compradas fraudulentamente por terratenientes y mafiosos a los campesinos desplazados, los títulos de propiedad otorgados por notarios corruptos, lo mismo que los baldíos entregados por gobiernos como el actual (altillanura-orinoquía) a transnacionales y empresas como Riopaila, Monsanto y Cargill, expropiando sin indemnización a los ladrones de tierras.
  • Que garantice subsidios para producir alimentos básicos, créditos blandos, asistencia técnica, mercado justo, capacitación técnica y profesional en ciencias agrícolas, en economía solidaria y comunitaria, con entes que regulen la producción y distribución de alimento similar a lo que fue el IDEMA, pero administrados por las propias comunidades locales.
  • Que racionalice el uso de la tierra y el agua, dando prioridad a la producción para consumo interno de alimentos de la dieta de nuestro pueblo y a las fuentes de agua y biodiversidad ecológica. Construyendo la infraestructura adecuada para distritos de riego, para almacenar, y procesar y distribuir alimentos a nivel regional y nacional
  • Que cambie los objetivos y las funciones del ICA (o reemplazándolo por otro organismo quedefienda los intereses nacionales) para que verdaderamente contribuya al desarrollo del agro nacional con soberanía alimentaria, con investigación sobre las especies alimenticias nativas, con control y supervisión de las actividades de este ente por los productores y los consumidores. El control de las semillas debe estar en las manos de los campesinos a través de sus organizaciones comunitarias sectoriales y territoriales
  • Que comprometa al Estado democrático -o a un posible Estado de transición- en el estímulo y financiaciónde la investigación para el mejoramiento de nuestras semillas y especies alimenticias con tecnologías limpias; ubicando en cada región o departamento sedes de estas instituciones y de facultades de ciencias agropecuarias de la universidad pública (todas las universidades deberían tener facultades se agronomía y ciencias agrícolas) y el SENA.
  • Que cambie las funciones y los objetivos del ICA y el INCODER hacia la realización de la Soberanía Agroalimentaria y la Reforma Agraria. En los que deben participar con voz y voto los campesinos pobres y medios y los sin tierra
  • Que reconozca y defienda los saberes y el respeto que tienen nuestros indígenas y campesinos de la naturaleza, acopiando estos conocimientos y el de la academia para mejorar la producción y la calidad de los alimentos, brindando a los productores directos acceso a tecnologías, genética y biotecnología no destructoras del medio ambiente ni lesivos a la salud de los seres humanos.
  • Que defina los usos del suelo rural y la reducción de la frontera agrícola, las áreas de conservación y protección ecológica, entregando a las comunidades locales su administración.
  • Que permita que los productores directos del campo y los consumidores en las localidades y regiones definan los productos, las formas de producir y la distribución, como ejercicio de soberanía alimentaria.

Si realmente queremos soberanía y seguridad alimentarias para el pueblo, tenemos que empezar por comprender que ni la oligarquía ni el imperialismo nos las van a dar o a garantizar, pues en su negación radica el poder y la capacidad para el despojo y la acumulación del capitalismo nacional y transnacional. Una verdadera Reforma Agraria Democrática para el pueblo, requiere del cambio de modelo político y económico, lo que implica para los sectores populares ser poder y ser gobierno, objetivo de todos los movimientos sociales y políticos populares en un proceso de lucha, de unidad e identidad programática.  Es necesario emprender un movimiento nacional de los sectores populares del campo y la ciudad por la Reforma Agraria con Soberanía Alimentaria. En esta lucha nuestro pueblo tiene la posibilidad de construir su bienestar y definir su autonomía, contando con su propia legitimidad alcanzada en la unidad, la organización, la movilización y en la construcción de estructuras sociales, económicas, políticas y culturales propias. El problema del hambre en el mundo es tan grave, que en muchos países reclaman y luchan los sectores populares por iguales derechos y necesidades, con propuestas similares a las nuestras:

En Andalucía, como en otros muchos lugares del mundo, y pese a sus idiosincrasias particulares, es más necesario que nunca una auténtica revolución agraria, un cambio profundo y de raíz para conseguir este nuevo modelo agroalimentario tal y como plantea la ponencia presentada en el recientemente celebrado Congreso del SAT en Sevilla y que resumimos en tres puntos fundamentales.

1) Considerar el alimento como un derecho inalienable de los pueblos que los estados deben garantizar.

2) Expropiar a los expropiadores los bienes comunales, la tierra, el agua, las semillas y los recursos naturales arrebatados a los pueblos.

3) Relaciones horizontales de comercio sin monopolios ni oligopolios agroalimentarios y producir alimentos saludables a través de su trazabilidad comprobada.

En definitiva, luchar por la salud y bienestar de los pueblos, por el consumo alimentario saludable es sacar los alimentos de los mercados capitalistas y convertirlos en patrimonio de las personas, los pueblos y la Humanidad.[1]

El hambre, la desnutrición, el desempleo, la pobreza, la falta de oportunidades, y la indiferencia del Estado por recuperar la agricultura campesina, exigen la ejecución de una Política de Soberanía y Seguridad Alimentaria que priorice la producción para consumo interno por un gobierno democrático o de transición hacia el bien vivir. Los campesinos e indígenas han sido obligados mediante el chantaje económico, tanto estatal como privado, a producir para las grandes transnacionales de los alimentos (comercializadoras y procesadoras industriales) para las cadenas de intermediarios que encarecen y degradan la calidad de los alimentos, reduciendo el abastecimiento directo a los consumidores populares, esclavizando a los productores mediante imposición de normas de calidad, peso y presentación, y de créditos onerosos; obligándolos a utilizar semillas transgénicas e insumos químicos tóxicos industriales, impidiéndoles su organización y acercamiento a los demás sectores populares. A los pobres no hay que proporcionarles lo que sobra o desecha el estado o el sector privado, sino, respetar su dignidad y sus derechos, brindando las condiciones apropiadas para que produzcan lo que necesitany convivan pacifica, solidaria y autónomamente.

En todo el territorio nacional se han dado experiencias de autogestión y emprendimientos cooperativos y asociativos de pequeños grupos y comunidades, generalmente de tipo gremial y vecinal, cooperativas, sindicatos, empresas asociativas y comunitarias, grupos de trabajo, mingas, grupos de agricultores y agricultoras urbanos etc. que han desarrollado proyectos de seguridad alimentaria, de mejoramiento en seguridad social y de vivienda. Estas organizaciones construyeron o integraron unidades productivas en el campo, los campesinos formaron comunas, empresas comunitarias y cooperativas agrícolas; en la ciudad los sectores populares crearon tiendas comunitarias, supermercados, centros de acopio, comedores y ollas comunitarias, farmacias, almacenes, hasta bancos cooperativos, que permitieron mejores condiciones de vida para sus asociados y comunidades (los trabajadores tuvieron  cooperativas de ahorro y crédito, multiactivas y las cajas de compensación, donde adquirían sus alimentos) hasta que el sector financiero y el mismo estado neoliberal obligaron la liquidación del sector solidario en los 90 del siglo pasado.

Esas experiencias no se han perdido, están en las memorias de las gentes que las vivieron o la disfrutaron, muchas de estas organizaciones puede que hayan desaparecido, también habrá muchas nuevas, pero las condiciones económicas y sociales de los sectores populares son las mismas o peores en este país de violencias e injusticias, por lo cual también están los recursos humanos disponibles y alguna infraestructura (propia de sectores populares) para desarrollar un programa agroalimentario que recoja esas experiencias, inquietudes, proyectos y necesidades en un proceso reivindicativo de la dignidad y la autonomía de los sectores populares y comunidades pobres en la lucha contra el hambre y la pobreza, que sería una propuesta de Economía Propia con Soberanía Agroalimentaria, que podríamos diseñarla y ejecutarla entre nosotros los de abajo.

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[1]CONSUMO ALIMENTARIO: CAUSAS Y CONSECUENCIAS PARA LA SALUD – Concepción Cruz Rojo – Editorial El Boletín — Colección: “Para pensar y actuar”