Por: Ricardo Robledo
No se sabe si la señora Salud Hernández, que prologó el libro del jefe paramilitar, tiene o no nacionalidad colombiana, pero ante sus continuos ataques a las negociaciones de paz, sería muy saludable invitarla a salir del país. Es obvio que todas las personas merecen respeto y los colombianos también lo somos.
Es una señora que, con toda seguridad, no ha perdido a ningún familiar en esta guerra – de pronto a algunas entrañables amistades-. Guerra que ha asolado al país por más de 50 años. (En realidad lleva 522 años desde la llegada de los invasores europeos). Es dudoso que reconozca la historia reciente de Colombia y las tragedias de su población; no las ha vivido ni sentido, al menos del lado de las víctimas.
¿Con qué conocimiento hace tanta alharaca? Carece de autoridad intelectual para cuestionar el proceso de paz en Colombia. Que se vuelva para España a comentar y ayudar a resolver el problema con Catalunya y el de los inmigrantes que huyen de la guerra que su país ha ayudado a enardecer. Desde allá podría informarle al mundo cuantos hijos han parido los príncipes de Asturias o cuántos pañales usa al mes el rey Juan Carlos; así se le auguran buenos ingresos en euros y un premio de periodismo de la realeza.
O si mucho nos arriesgamos a que abra un restaurante en el norte de Bogotá y se ponga a cocinar paellas –que entonces sería pa´ellos porque los pobres no alcanzamos hasta allá-. A lo sumo resulta mejor cocinera que periodista. Además está ocupando una plaza de empleo que puede ser bien utilizada.
Hay que aclararle a la señora que estos países del tercer mundo son muy aburridores, sobre todo cuando tratan de construir una democracia sin contar con la realeza o si desconocen a los oidores enviados, como parece ser su caso. Aquí existen suficientes derechistas criollos como para decir las mismas tonterías, lanzar improperios y entorpecer los acuerdos de paz. Ella también lo sabe y los conoce, pero quiere ser protagonista en la colonia.
Es lamentable, pero hay un personaje para quien la paz es más funesta que la guerra y arrastra seguidores. Todo debe tener un porqué. Lo malo es que hace ver sus intereses como el bien común y la salvación de la patria. No importa que siga la guerra porque los muertos los ponen los pobres, como soldados, guerrilleros, paramilitares, campesinos. Pero que sigan mis patrióticos privilegios.
Es bueno que se vayan aclarando las cosas. ¿Qué quiere decir: “entregar el país a las Farc”? Hasta el momento no es más que una frase pomposa, pero vacía; describe algo irrealizable, pero que, por lo simple, atrae seguidores que no tienen ganas de pensar ni de que avance la democratización en el país. Hay temor a la democracia y al pensamiento.
¡Cómo es de paradójica la derecha: la periodista española es experta en Colombia, a la que quiere arreglar;y los periodistas colombianos, en Venezuela, a la que quieren arreglar.Pero poco aportan a la solución de los problemas de su propios países!.
Por: Ricardo Robledo
Septiembre 29 de 2015


