Archivo diario: 28 febrero, 2015

Nace la Corporación Jesús María Valle

 

VIDA Y MUERTE: ANTAGONISMOS QUE CONVERGEN EN UN INDIVIDUO HISTÓRICO

Conmemoramos hoy el nacimiento de la Corporación Jesús María Valle Jaramillo, diez y siete años después de la abrupta desaparición de su inspirador. Esta contradicción la resuelve la proyección de un espíritu humanístico cuyas virtudes demuestran que la eternidad es de los humanos; y la inmortalidad, de los dioses. Una persona jurídica colectiva trasunta elaboraciones intelectuales, anhelos y propósitos que en el contexto histórico justifican su existencia.

Pretenden sus fundadores revitalizar los procesos de creación de organizaciones proyectadas desde  y para la sociedad civil; aspiración a la que le es inherente un móvil ético considerando su relación con el estado, como la instancia de legitimación de la supra estructura de poder político y público.

Desde 1991, se consagra con calidad de principio fundante, el estado social de derecho como el conjunto de medios, métodos e instituciones, garantes del trabajo, la solidaridad, la primacía del interés general y la dignidad humana.

La biografía del jurista y académico que nos convoca hoy, testimonia una actividad con relevancia e idoneidad en el abogado litigante, el docente universitario, el conferencista, el organizador social y el crítico a todo desvío de poder.

Si el testimonio de vida de Jesús María Valle Jaramillo, es respetado por este colectivo de abogados, humanistas, pensadores, sociólogos y ciudadanía en general, su existencia será garantía en la defensa no sólo de los bienes naturales, sino de una sociedad justa.

Hay una notoria diferencia entre la praxis jurídico política del académico Valle Jaramillo y la que emprenderá la organización que pretende proyectar  su memoria; como líder estudiantil, como ciudadano e intelectual, Jesús María invocaba como paradigma del acontecer en la relación individuo estado y sociedad estado, categorías axiológicas como los principios, los valores, los derechos y las garantías, concepción filosófica de la que adoleció el constitucionalismo colombiano del Siglo XIX. Pero la formación filosófica y la rigidez teórica, doctrinal, y técnica del protagonista de esta conmemoración, le permitió ir más allá del positivismo exegético e invocar instituciones y postulados del derecho contemporáneo, aún no reconocidos en la legalidad interna del país.

Este colectivo in-memoriam, hereda del legado de su inspirador, un momento jurídico político, con instituciones, métodos y medios más expeditos para llevar la eficacia de la constitución al sentimiento del ciudadano.

La notoriedad profesional del líder inmolado, se daba en el derecho penal; la humanización de esta disciplina fue asumida también es sus discursos y en su práctica, pues el Congreso Mundial de Criminología de 1985 contó con sus aportes, no sólo como conferencista, sino como organizador.

Recordar un apostolado, con sus enseñanzas en la valoración del concepto de familia, la elegancia del verbo, la disciplina en la docencia y en el ejercicio profesional, se hace indispensable para superar las condiciones desfavorables en la actual coyuntura para la paz, porque los móviles que originaron la orden de silenciar su voz, han tenido un crecimiento no sólo en lo cuantitativo, sino en lo cualitativo, expresado tanto en la violencia como en la corrupción.

Estas circunstancias no pueden generar un pesimismo antropológico, sino que deben ser abordadas con el optimismo de la voluntad, postura autorizada por las nuevas expresiones de soberanía, de muchas naciones, en el pasado sometidas, pero también por el surgimiento de nuevas potencias y debilitamiento de otras tradicionales que hoy convocan al diálogo, a la concertación y a un verdadero contractualismo.

El sentimiento de la sociedad antioqueña y la opinión pública nacional en estos diez y siete años ha sido expreso, pues la muerte del ilustre jurista no marca diferencias sustanciales con la de la de inolvidables personalidades, también paradigmáticas para nuestras nuevas generaciones; pero lo más importante de este 2015 es la esperanza de que en las próximas décadas celebremos la adultez de un colectivo que proyecta  en la teoría  y en la práctica un testimonio de vida imperecedero.

El pensador Valle acompañó con su presencia y sentimientos a copartidarios, amigos y familiares de esta insondable lista fúnebre de líderes, víctimas también de un estado y de una élite magnicidas; en el aniversario de uno de esos eternos, el del salubrista público Héctor Abad Gómez nos desafió el orador ético y estético pronunciando esta frase testamentaria que afortunadamente un significativo sector de niños, adolescentes y jóvenes de hoy, conoce: “Aquí estamos y estaremos siempre en el fragor de la lucha o en la quietud de la muerte”, esta proclama, Jesús María, hoy en el nacimiento de esta corporación queda confirmada, pues en el transcurrir de estos cinco lustros del Siglo XXI sin tu presencia física, se confirma que cuando la muerte se relaciona con el espíritu, no hay quietud, pues tu legado espiritual, tu paradigmática biografía da fe hoy, en la metamorfosis de lo individual a lo colectivo, que ha permitido que la humanidad no olvide a los pedagogos de quienes su discurso y su praxis justifican la presencia en este mundo, y demuestran la inutilidad de la guerra, porque de ella sólo los verdugos pasan al repudio del olvido.

No encontramos en las páginas de la historia de hoy al victimario de Sócrates, pero si recurrimos a la inteligencia de una ausencia física de este maestro griego que hoy, esta corporación acepta el reto de otro eterno socrático cuya razón de vida fue la humildad, para reconocer y respetar la potencialidad de los humildes; replicamos entonces con Jorge Zalamea Borda en su homérico poema “El Sueño de las Escalinatas”, que la audiencia sigue creciendo, que no es tarde para un coloquio con Jesús María desde el recinto de la eternidad, y decirle que continuamos la lucha por la eficacia del emblemático artículo 22 de la carta política vigente que decreta lo siguiente: “La paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”.

(Discurso de inauguración de la Corporación en  Medellín, febrero 26 de 2015)

 

LAS ILUSIONES QUE TERMINAN EN DESILUSIONES

Ramón Eduardo Agudelo, «Cuadernos de Reencuentro»

“Me dan más pena los que sueñan lo probable, lo legítimo y lo próximo, que los que devanean sobre lo remotísimo y extraño. Los que sueñan en demasía, o son locos y creen en lo que sueñan y son felices, o son simples devaneadores para quienes el devaneo es una música del alma que los arrulla sin decirles nada. Pero el que sueña lo posible tiene la posibilidad real de la verdadera desilusión. No me puede pesar mucho el haber dejado de ser el emperador romano, pero puede dolerme no haberle hablado nunca a la costurera que, hacia las nueve, vuelve siempre la esquina que queda a la derecha. El sueño que nos promete lo imposible ya en eso mismo de él nos priva, pero el sueño que nos promete lo posible se entromete con la propia vida y delega en ella su solución. Uno vive exclusivo e independiente, el otro sometido a las contingencias de lo que acontece. Por eso amo los paisajes imposibles, por eso amo a las amantes imaginadas porque les resulta imposible la sonrisa falsa, el fraude del cariño, la astucia de las caricias. Nunca nos abandonan, ni nos dejan de cualquier manera“

Fernando Pessoa, Libro del Desasosiego

Parece que no es posible vivir sin soñar cosas posibles para entregar la vida a la realización de esos sueños, sueños que crean las motivaciones para vivir pues si no hay motivaciones para vivir, la vida no tendría ningún sentido o menos sentido del que la propia vida tiene. Son muchos los sueños posibles que los hombres tienen. Unos sueñan con la riqueza y la consiguen de cualquier manera, tal la pasión que la ambición de riqueza invade el alma. Otros sueñan con el poder y lo buscan sin descanso, una lucha inclemente que les absorbe la vida. No les importa que el grado de poder que ambicionaron no lo consigan. Se consuelan buscando un poder menor. Aunque no tuvieron el sueño de ser emperadores romanos realizan sus sueños alcanzando la alcaldía de su pueblo. Otros sueñan con la fama y con la gloria que si no las alcanzan vivos sueñan que después de muertos serán reconocidos y por eso mueren ilusionados. Otros creen en sueños que consideran posibles de alcanzar después de muertos, esos seres que se creen inmortales, que conseguirán en otra vida la plenitud que la vida en la tierra les negó o que no pudieron conseguir por dejar en las manos divinas la realización de sus sueños. Estos seres parecen ser los únicos seres felices, aman las desgracias y las penas, la miseria y las privaciones que los hacen merecedores de la plenitud eterna.

Pero hay otros soñadores que dedicaron su vida a la realización de sus sueños. Soñadores que no vinieron al mundo para contemplarlo, extraños seres que vinieron al mundo para transformarlo, y que creyeron que esa transformación era posible en el transcurso de su propia vida. Un mundo que ha venido transformándose para ser peor todos los días y que los soñadores de un mundo mejor no han logrado detener. Es posible que eso de transformar el mundo no haya sido precisado. El mundo físico, la tierra y todo el universo. El mundo que gira alrededor del ser humano, de ese ser inacabado que apareció en la tierra por la evolución de la materia, que ha venido, con el transcurso de muchísimos siglos, no los contados hasta ahora, sino de esos tiempos que se pierden en el pasado inconmensurable, “ Hondo es el pozo del pasado, es más, podríamos llamarlo insondable “ como inicia Thomas Mann su hermoso libro, José y sus Hermanos, creando unas culturas, unas formas de convivencia, unas organizaciones sociales para la creación de la riqueza, unas formas de repartirla entre los que fueron apareciendo como poderosos dueños del poder y del trabajo de los demás, que la historia conocida ha llamado civilizaciones con las connotaciones que esta palabra marca como lo mejor en su momento, muy relacionada con el modernismo que estima lo de hoy como lo más avanzado y por lo tanto fue moderno en su tiempo el esclavismo, el feudalismo en su momento y hoy el capitalismo, procesos históricos que han sido considerados un avance civilizado, etapas históricas que se disputan el largo proceso de la degradación del ser humano, ninguna superada en su esencia pues ahora podemos hablar de la esclavitud del trabajo asalariado.

No haber definido cual es el mundo que los soñadores pretendieron transformar por haberlo creído posible, un sueño que creímos que estaba a la vuelta de la esquina o como otros dijeron, pasajeros de la revolución favor pasar a bordo, revolución que no transforma el mundo actual sino que construye uno nuevo, ha sido el motivo de las grandes desilusiones. Los soñadores que lucharon por acabar con el esclavismo no fueron capaces de prever con anticipación que el feudalismo que lo fue reemplazando sería una sociedad más injusta.Siglos después los revolucionarios que asaltaron La Bastilla y decapitaron a los reyes no fueron capaces de imaginarse que la burguesía revolucionaria que despojó de la propiedad de la tierra a las coronas europeas, transformadas en imperios coloniales, irían construyendo con la revolución industrial y el comercio mundial, el sistema capitalista cuya fase superior el imperialismo invadiría el mundo y se apropiaría de las riquezas y del trabajo asalariado de todo el universo, todo conocido desde fines el siglo XV con el descubrimiento de América y todo dominado, explotado y sojuzgado.

A principios del siglo XX otros soñadores que venían del siglo XIX que estudiaron el proceso de todas las civilizaciones y de todas las organizaciones sociales que habían sido construidas alrededor del poder, creyeron posible una nueva , última y definitiva organización social que trajera la paz al mundo y la felicidad al mundo de los hombres.

Movimientos políticos inspirados en la paz del mundo y en la felicidad de todos los hombres, dirigidos por los nuevos soñadores, intentaron alrededor de concepciones nuevas, llevar a la humanidad a compartir todos los bienes terrenales para que no existieran los desterrados de la tierra, ni los privados de lo más necesario, ni los alejados de la cultura, ni los carentes de un techo, ni los desocupados, ni los marginados por su raza o por su pobreza.

Muchos de estos soñadores ya han muerto y nadie sabe cómo fue su muerte ante la evidencia de que sus sueños no se realizaron, ni si su lucidez más poderosa que sus sueños les dejó comprender que esos sueños son irrealizables, sueños imposibles que hubieran podido liberarlos de la desilusión.

Ramón Eduardo Agudelo, «Cuadernos de Reencuentro»