Archivo mensual: enero 2014

Carmen Castillo

Carmen Castillo «El misterio es desde dónde surge el bien»

Carmen Castillo

Su nombre bordea el mito y desde esa perspectiva, la documentalista rearma sus recuerdos y hace una dolorosa pero valiente revisión de la tragedia que terminó con ella gravemente herida, y su compañero Miguel Enríquez muerto. En Calle Santa Fe, Castillo indaga cómo en medio de la muerte y la abyección, los pequeños gestos cotidianos dan sentido a la vida. Y a su filme. (Foto: Les Films d’Ici)

Por Jorge Letelier

Lea además… Crítica a Calle Santa Fe


En más de una ocasión las carreras de los documentalistas Carmen Castillo y Patricio Guzmán han caminado por sendas muy parecidas. No sólo ambos han construido sus respectivas carreras reflexionando sobre el golpe militar y sus consecuencias a distintos niveles, sino que se han dado a la difícil tarea de ser algo así como una conciencia que impide que olvidemos tan aciagos días. Pero mientras uno (Guzmán) ha hecho una larga crónica desde la condición de testigo (de la experiencia socialista, del golpe y el exilio), la otra lo ha hecho desde una perspectiva más íntima: como víctima. Sobreviviente de la emboscada que dio muerte a su pareja, el Secretario General del MIR Miguel Enrquez, el 5 de octubre de 1974, Castillo ha dedicado su trayectoria como cineasta a explorar los mecanismos donde el mal toma forma. Si Guzmán lo describe en la forma de una consecuencia, Castillo lo experimentó e intenta exorcizarlo.

En ese sentido, Calle Santa Fe es la culminación de una serie de obsesiones, pero a la vez, como la misma autora lo reconoce, un punto de necesaria inflexión que le permitió mirar su propia experiencia y la del país desde una perspectiva opuesta. «El pasado se entiende como un monstruo o una obsesión cuando hay trauma, tragedia, muerte o tortura. Pero también puede ser entendido como un presente», explica. Y en ese presente es que este filme aplaudido en Cannes y el pasado Sanfic cobra sentido. Porque la memoria se desplaza y adquiere vida en función de hallazgos impensados, que son el núcleo de este trabajo.

-¿Cómo se organizan los recuerdos?

-Los recuerdos son involuntarios, la voluntad no interviene para nada. A veces te agarran desprovisto, a veces son desagradables, a veces te cobijan. La filosofía me ha servido más que el sicoanálisis. Henry Bergson, Gilles Deleuze, Félix Guattari son 3 pensadores de la memoria y el tiempo que me han ayudado a concebir y vivir mi vida en esta suerte del devenir en que el pasado, el presente y el futuro es un continuo, y que implica que la memoria es viva y no un peso. Esa memoria, de los años 60 al 74 es un tiempo que en mi vida se ha ido moviendo según lo que he estado viviendo en el presente, y ha pasado por distintas iluminaciones. Desde el 75 empiezo a reflexionar en torno al mal, desde la escritura y luego el cine, intentando acercarme a ese misterio, al qué sucede con esa máquina de matar que es la lógica de las desapariciones, de las torturas, qué sucede con las casas clandestinas, quién es el torturador. Mi memoria ha vivido conmigo y no siempre ha sido la misma. Ha sido la materia de mi escritura y el cine siempre, aunque haya tocado temas como el bolero (El bolero, una educación amorosa) o El astrónomo y el indígena. La memoria no es un equipaje pesado sino que se va alivianando o se pone más pesada de acuerdo a dónde vas.

-¿Y qué pasa en concreto con los recuerdos ese 5 de octubre de 1974?

-Ese día 5 de octubre tengo recuerdos fragmentados. Es el día de la muerte de Miguel Enríquez en combate y la ruptura de mi vida como mujer libre. Yo digo, ahí muere una mujer libre, y lo que va a venir después es una larga reconstrucción a partir de la hecatombe. ¿Y qué sucedió entre la 1 menos cinco y las tres de la tarde? Ese hecho no es el tema de mi película, no es la visión policial de ese día, no es la biografía de Miguel Enríquez ni es la historia del MIR, es mi historia personal que traspasa 30 años interrogándose sobre todo aquello, y encarnándose en voces colectivas.

-Esas voces colectivas representan muchas veces un perfil desconocido, el de la gente común, alejados del mito.

-Yo me doy cuenta después, pero existía la versión del MIR y la versión de los militares sobre ese 5 de octubre, pero no existía la versión de la gente y los vecinos van a encarnar eso, la de la gente normal, de San Miguel, y que van a vivir ese día con nosotros. Es un hecho histórico para ellos y lo recuerdan. ¿Pero qué recuerdan?: una pareja, niños, una mujer embarazada, que compra cigarros que no son los que se compran en el barrio. Yo filmé en directo la calle Santa Fe el 2002, con Sebastián Moreno (camarógrafo) y Boris Herrera (sonidista). Todo lo que tiene que ver con la calle y los vecinos están filmados el 2002, porque yo estoy filmando El país de mi padre. En ese momento, mi amiga Silvia me dice «tienes que venir a la calle Santa Fe porque los vecinos se acuerdan de todo». Yo había estado en esa calle muchas veces pero sin entrar, desde lejos y en silencio. Si había saludado a una vecina, Gladys, pero nunca me había detenido a nada.

-¿Cómo fueron esas primeras visitas?

Carmen Castillo con Manuel Díaz

-La primera fue de lejos y de noche, en 1987, cuando regreso por 15 días después que mi padre logra obtener una autorización. Pero tengo miedo de aproximarme y miedo de que me pase algo. Y desde ese año voy. Cuando filmamos La flaca Alejandra, el 92, me parece más evidente la imposibilidad de entrar en el recuerdo. El recuerdo se queda allí distanciado de ti misma, golpeo pero no puedo entrar. El 2002 estaba con Sebastián y Boris, y les digo vamos a cambiar el plan de rodaje y vamos a ir a Santa Fe. En ese momento pienso que lo voy a ligar a la película de mi padre. Y les digo filmen todo. Ahí ves la calidad del encuadre y la movilidad que toman. Y cada regreso es muy cansador para mí. Fuimos 7 veces, cada una de esas veces sucedió algo. Pero cuando sucede el encuentro con Manuel Díaz, el vecino, mi memoria va a dar un salto. Allí comienza Calle Santa Fe como película. Es el detonador. Eso va a producir el deseo de mi parte de ir a buscar a aquellos que me salvaron la vida y donde por primera vez la motivación va a ser que los gestos de bien son mucho más interesantes que el mal, que es una figura banal, intercambiable. Da lo mismo (Miguel) Krasnoff ni (Marcelo) Moren Brito, son iguales, no me interesan las biografías de esos señores, en cambio sí me interesa quién es Manuel Díaz y quienes son cada uno de los combatientes miristas que deciden resistir, eso me parece más interesante.

-Un vecino te desarma un imaginario de años.

-Completamente. Me da vuelta un interés intelectual y por ello artístico. Estamos acostumbrados a películas sobre la perversión, que aparecen como algo tan interesante. Yo pasé mucho tiempo pensando en cómo funcionaba el torturador como figura. Personalmente creo que el mal está primero, y el misterio absoluto del hombre es desde dónde surge el bien. No como hacer el bien sino como el acto de rebelarse ante una situación que aparece como fatal. El acto de decir a pesar de la balacera, de los helicópteros, yo voy a atravesar la fila porque esa mujer que está botada en el suelo lleva desangrándose bastante tiempo y se está muriendo y hay que hacer algo. Ese gesto, la respuesta de ese hombre («era algo normal»), eso me va a permitir escuchar la leyenda que surge en calle Santa Fe, que es cuando él dice que Miguel Enríquez salió, camino hacia allá (la esquina) y regresó (a la casa). Operativamente, en el contexto militar no calza, pero él lo vio. La memoria popular va a darle una figura a Miguel Enríquez de humanidad, ve que ese hombre regresó a la casa porque había una mujer herida y embarazada. Los vecinos encarnan el punto de vista de la gente y construyen la leyenda, y la leyenda es siempre más importante que los hechos policiales.

-La gran cantidad de testimonios no están identificados en el documental, es como un mosaico de voces que puede confundir.

Fernando Castillo Velasco en Calle Santa Fe

-Las voces que intervienen no están definidas por un nombre debajo. Es una decisión porque se trata de qué importa si le pones Gladys Díaz o Andrés Pascal si la película es universal, si va a salir en Francia, en USA. Lo que importa es que el cuerpo de ese sobreviviente yo lo filmé de manera en que tú sientas los silencios, la emoción y quede en la estructura del documental lo que ellos me van contando. Como decía Richard Peña (Director del Festival de Nueva York) cuando presenta Calle Santa Fe, es que construye una narración, un relato. Entonces construir un relato en base a tres líneas de estructura es muy complicado. Hay un trabajo de edición del carajo y eso terrible decidir en qué momento este coro de protagonistas van a ir haciendo avanzar la historia. Nunca utilizo una entrevista dos veces, y eso no sólo por lo qué dicen sino por cómo lo dicen y en qué circunstancias lo filmé. Si pongo dos veces la entrevista a Pascal, filmadas en un contexto determinado, no hago avanzar la narración. Es como una ficción, tú nunca ves –salvo que sea un flashback- a un actor en una misma circunstancia diciendo dos cosas que tienen que ver con una temporalidad distinta. Este documental en ese sentido es una construcción narrativa dramática de ficción, que tiene que contar una historia sin que el espectador vuelva atrás porque utiliza dos veces la misma entrevista. Entonces da lo mismo quién está hablando, tengo que lograr una rigurosidad en lo que dejo, lo que pongo y en cómo lo hago, para lograr el ritmo emotivo, ya que todo el trabajo está construido desde la emoción. Si junto la línea emocional (la narración mía, poética), y la línea informativa cronológica, con cada instante de la historia del MIR, me queda una película que es una narración construida a la manera de una ficción.

-Pero la ausencia de referencias puede desorientar a los espectadores más jóvenes.

-Hay dos cosas. Yo apuesto por privilegiar esta estructura emotiva y decido desde un comienzo que no vendrían los nombres, porque va a haber este especie de gran momento final en que en esta épica histórica se va a saber que todos fueron detenidos, torturados, expulsados, estuvieron presos, regresaron, y vas a tener una acumulación de información de los protagonistas que son las voces que encarnan a los combatientes. Ahí hay un flujo. Al inicio cuesta porque estamos acostumbrados a la televisión. Y segundo, apunto a un público en Europa que son los jóvenes, pero no los de 25, sino que los de 17. Esta película fue comprada por el Ministerio de Educación Francés para pasarla en los liceos, dentro de los estudios obligatorios de los jóvenes que estudian español e historia. A los jóvenes se les olvida si al segundo siguiente tienen otro nombre, entonces tienen que escuchar.

-Una de las cosas que marcan un punto de inflexión con otros documentales similares, como los de Guzmán, es la autocrítica. En algunos momentos es bastante fuerte, tú te haces preguntas que ponen en perspectiva toda una vida pensada en un ideal, como si valía la pena hacer todo esto, valía la pena separarse de los hijos. Y haces preguntas esenciales a tu propia militancia.

Miguel Enríquez y Carmen Castillo

-No me planteo así porque esa manera de ver la historia, esa manera de ver el pasado paraliza. No puedo pararme frente a mi propia vida y decir «siento mucho tal cosa, debería haberlo hecho de otra manera», porque me lleva a la depresión. En el fondo no hay alternativa, uno hace lo que tiene que hacer en el momento determinado. Decidir quedarme en Chile el 11 de septiembre de 1973 es una evidencia, no había alternativa, era nuestra condición como militantes. La película trata de enfrentar con crudeza decisiones que fueron erradas, pero no me las planteo a nivel personal, como si debería haberlo hecho de otra manera. Trato de entender en qué momento las cosas se fueron encadenando para llegar a eso, el hecho de dejar a los niños, en qué momentos los militantes vamos configurando destinos de vida que nos llevan a eso. Lo que sí, es que no podemos esconder la responsabilidad que tenemos en el sufrimiento que causamos a otros: a los niños, a nuestros padres, a otros compañeros. Ahí démosle de frente. Desde que llegué al exilio estoy luchando porque el culto a la muerte, el culto al sacrificio, la lógica del torturador no impregne al exilio, no nos conduzca al suicidio, a no destruirnos a nosotros. Pero no lo puedo hacer creyendo que deberíamos haberlo hecho de otra manera.

Por ello, esta película requiere el máximo de crudeza, el máximo de visión crítica sincera, con la convicción de que valía la pena. Porque más allá de todas las derrotas, la memoria de los vencidos es la que hace la historia. Y son figuras como la de Miguel Enríquez las que configuran la historia en Chile, y es el MIR, más allá de su derrota, la que le da consistencia a la imagen de Chile. En las épocas peores, durante el 77 o 78, la llamita de la resistencia que existía implicaba toda la solidaridad del mundo, porque si aquí no había nada, sólo ricos y militares, ¿cómo avanza esto? Creo profundamente que los vencidos son los que dan la energía. Mientras que la situación de opresión continúa, la memoria de los que fuimos vencidos porque luchamos desde su lado, no descansa.

-¿Quién es Miguel Enríquez hoy? ¿Cómo convives con él en tu cotidianidad?

-Miguel es un poco como viven a los muertos los mexicanos, qué comen, qué toman, Luego pasa el período más doloroso de la ausencia, que es necesario. Lo que a mí me importaba es la figura en que la sangre de los muertos empieza a circular por tu sangre, en mi energía. Miguel forma parte de mi ser, y no es una frase. Hay que entender cuando con tus manos, con tu cabeza, piensas con ellos. Dejan de ser un fantasma, dejan de ser muertos que oprimen, para pasar a ser movimiento. La fotografía en blanco y negro de Miguel no está en los muros, está en el interior de las relaciones afectivas que yo tengo con otros. Mis hijos que son hijos de otra historia, como Diego y Tomás, no han sufrido las consecuencias de esta historia como lo ha sufrido Camila, pero ellos tienen en su genealogía a Miguel Ángel, el hermano que murió e hijo de Miguel. Es bien importante porque como el niño existió se produce un lazo con esa historia. Si tú dejas de hablar de Miguel Ángel, como lo hice durante algunos años, es bien traumático. En cambio si lo pones en la circulación de una familia, y ellos interrogan de cómo murió y el por qué, se genera una fluidez. Hoy son adolescentes que tienen dentro de su ser a Miguel –ellos sí tienen afiches de él-, no como el compañero de su mamá sino como el que forma parte de su vida cotidiana y de la epopeya.

«REVISTA DE CINE MABUSE», enero 04 de 2014

http://www.mabuse.cl/entrevista.php?id=80052

☼     ☼     ☼

A PROPOSITO DE CALLE SANTA FE

Por Roberto Doveris

El documental de Carmen Castillo exige ser leído como un proceso, un extenso viaje que hace la autora por los recovecos de la memoria y que paulatinamente va derivando hacia otros lugares diferentes, espacios narrativos en donde la historia política y cultural de un país se va delineando y entrelazando con una experiencia personal y compleja que invita a reflexionar. Es así como de la más profunda intimidad se pasa a la investigación documental, del material de archivo a la reflexión, desde una entrevista a una abierta declaración de principios, desde una exhaustiva revisión de hechos hasta el registro de las consecuencias que la misma realización audiovisual tiene sobre la directora, su entorno y sus entrevistados. Es esa pluralidad de modos, multiplicidad de líneas narrativas que se superponen y entrecruzan, el mayor logro de este documental, y al mismo tiempo, el riesgo de generar una sobrepoblación de voces y miradas que pueden llegar a jugar en contra en determinados momentos.

La historia de Castillo está fuertemente marcada por el asesinato de su esposo Miguel Enriquez, secretario general del MIR durante el gobierno de la Unidad Popular y más tarde en dictadura. Embarazada y en una escalofriante vulnerabilidad es enviada al exhilio y su vida adquiere un sentido completamente diferente. Es desde el recuerdo que comienza la penetrante voz de Carmen a intentar describir esa posición incierta en la que se mueve cualquier expatriado: sabor a desarraigo, un extrañamiento consigo misma y con su identidad, no saber si es aquella mujer que ve morir a su esposo con la cual se identifica o la Carmen del presente que se adentra en esta reconstrucción como una ausencia, como si no fuera ella ese cuerpo que vuelve de Francia para dirigir este documental. Es esa oposición pasado-presente la que se constituirá médula de la narración en ‘Calle Santa fe’, y es dentro de esa línea que lo primero que hará Carmen Castillo será ir a aquella casa en San Miguel en la que vivió oculta con su esposo y su hija durante un año. Intentando armar un indescifrable rompecabezas comenzará a hilar los detalles imborrables, pero difusos, de aquel 5 de octubre en el que allanan su hogar, asesinan a su esposo y la dejan malherida. Desangrándose por la explosión de una granada y casi inconciente, posee vagas imágenes de aquel enfrentamiento por lo que la reconstrucción se irá haciendo a través de los testimonios de vecinos que conviveron con ella su clandestinidad y que la auxiliaron en ese álgido momento. Puerta a puerta la directora buscará a aquellos rostros que no veía hace más de 30 años para hacer una recostrucción fragmentada de los hechos y así se va erigiendo comunitariamente un texto que posee varias voces y varias aristas del mismo hecho. En medio de la emoción del reencuentro van surgiendo pequeños atisbos de un sentimiento de hermandad muy fuerte que se explica por las historias de vida que han compartido un momento dado; gente de barrio, personas sencilla que logran traspasar el film con su calidez: inolvidable el caballero que llamó a la ambulancia para socorrer a Carmen, sin saberlo ella siquiera. Su explicación parece simple, pero es profundamente conmovedora: ‘hice lo que tenía que hacer, no más’.

El documental podría haberse quedado en ese micro relato, pero el espíritu inagotable y bastante obsesivo de la realizadora la empuja en una travesía titánica de unir y entrelazar su experiencia personal con la historia política del país. Sin duda ambas cosas están profundamente ligadas, los hechos que fueron puntualizando su vida son en cierta manera consecuencias de su actuar político y de sus decisiones como participante activa en el MIR, sin embargo la narración misma comienza a tener un nuevo matiz. Se trata de una profunda investigación histórica sobre cómo surge el MIR, cuáles fueron sus ideas y su funcionamiento, hacer un tratamiento visual con material de archivo que pueda dar cuenta de la realidad política y cultural de la época y del devenir temporal, es un agudo análisis de la vida en dictadura para quienes militaban en su coalición. Sin embargo muchas veces el tinte comienza a teñirse de partidista, el documental no sólo hace de esta dimensión histórica un referente para poder comprender mejor la situación de Carmen sino que se modifica como dispositivo y comienza otro documental completamente distinto que tiene que ver con las consideraciones políticas y con testimonios que avalan la situación de muchos otros militantes que, al igual que Carmen, se ven obligados a entrar en la clandestinidad en dictadura, son torturados y exhiliados a diferentes partes del mundo. El punto acá es tratar de comprender y reflexionar cómo es que se sobrevive a una situación así, no sólo en términos concretos sino también cómo sobrevive y muta una ideología sobre la revolución, que hoy en día puede sonar tan liviana y de poca contingencia. Es esa potencialidad reflexiva la que se rescata, pensar cómo un pensamiento de izquierda ha tenido que ir modificándose en el pasar del tiempo.

Y es de ese modo como Castillo va indagando, a través de una investigación muy extensa, entre los materiales dispersos, entre los testimonios de sus cercanos, en el mismo seno de su familia que poco tenía que ver con la clase social que su pensamiento defendía. Su afán de poder abarcarlo todo la lleva a poder mostrar varias aristas de un mismo problema enriqueciendo la discusión y modificando su punto de vista a medida que avanza en este proceso. Y en ese sentido surgen los pro y los contra: resulta enriquecedor sin duda que el hilo conductor de ‘Calle santa fe’ sea la búsqueda de Carmen y que ésta vaya siendo interpelada por la realidad a la cual se enfrenta, sobretodo respecto a cómo ven su situación su padre y madre, cómo comparte historias semejantes con sus amigas de lucha, cómo es que en virtud del MIR Carmen deja a su hija en un internado cubano sin verla durante años, cómo intenta recuperar esa casa para el provecho de los jóvenes de izquierda de hoy en día y ellos no muestran interés alguno, cómo es que ella choca con un país al que no reconoce y que no la reconoce a ella. Incluso en ese punto Carmen llega a parecer ante nosotros como un personaje perdido y desadaptado, pero insiste nuevamente en la verdadera necesidad de su lucha, y no puede ser de otra forma tomando en cuenta su experiencia. Sin embargo, en virtud de argumentar y contrargumentar se va diluyendo su punto de vista en ciertos momentos y es un gran desafío para el espectador tener que seguir una focalización múltiple que se encarna en personajes muy diversos y que no siempre logran engancharse a este viaje personal de Castillo, sino que aparecen en función de otra cosa, un proyecto mucho más pretensioso que espera poder narrar la historia política de un país. Sin embargo Carmen probablemente no pensaba en un análisis político propiamente tal, sino más bien en delinear las causalidades y conexiones que hay entre el devenir histórico de Chile y su vida íntima: en esa narración es que comienza a ver otras cosas y otras posibilidades que finalmente incorpora a ‘Calle santa fe’, por lo que podríamos concluir que se trata de un entrecruce de varios documentales posibles, cada uno con su relevancia y su pertinencia, pero que no siempre resultan congruentes. Pero en definitiva es normal, durante las tres horas que dura el documental es evidente que a momentos la necesidad de ciertas imágenes serán puestas en duda dependiendo dónde nuestra mirada de espectador ha puesto el punto de enfoque, aunque ciertamente ella como personaje es una presencia sumamente fuerte.

Es ese uno de los aspectos más interesantes de ‘Calle Santa Fe’, porque se produce una implicancia entre el espectador y las emociones que recorren a Carmen: se pregunta al inicio ‘¿Tendrá sentido para alguien que no sea yo?’ e inmediatamente entramos en su lógica interrogativa, contemplativa y reflexiva; en esa pregunta astutamente la directora nos implica en su búsqueda. Las imágenes del inicio también ayudan a poder ingresar en su subjetividad con una poética del recuerdo, voz e imágen traen consigo texturas y sensaciones, un espacio habitado por una familia que es violentada en su intimidad. Esa sutileza es la que hace que las siguientes escenas ligadas al documento expositivo y de argumentación sean percibidas aún más crudamente: otras mujeres comprometidas con una causa y sacrificando el pellejo por sus ideales. No somos nadie para juzgar lo correcto o lo incorrecto en este caso y tampoco es la idea, sólo podemos entrever ese sentimiento de hermandad y de necesidad que hubo en una época y que murió con ella, y ciertamente con el acallamiento general producido por la dictadura. Así lo corrobora la propia Castillo intentando revivir un movimiento que no tiene adeptos y que no tiene oídos dispuestos para escuchar su mensaje, el contexto es otro y el país es otro. Y es una lástima porque es evidente lo distinto que sería culturalmente Chile sin esas voces silenciadas; las personas expatriadas que van apareciendo en la búsqueda de Carmen son ciudadanos instruídos, apasionados, reflexivos y críticos, precisamente lo que escasea en el horizonte nacional. Muertos en su mayoría, el golpe militar y la problemática de los detenidos desaparecidos adquiere un nuevo sentido para nosotros que estamos obligados a enterarnos de estas cosas a través del archivo. Patricio Guzmán hizo lo suyo, pero no logra perpetuar una cercanía ni poder desplegar un espacio de discusión tan amplio como lo hace ‘Calle santa fe’ en relación con una generación joven, absolutamente ajena políticamente hablando, que sólo puede reconocer consecuencias y huellas.

El valor de este documental está en su mirada múltiple que toma en consideración el presente. Estamos saliendo de un siglo que vio caer al piso todo tipo de ideologías sociales, en un contexto en el cuál parece haber más desintegración que centro, más superposición cultural que identidad propiamente tal. Es así cómo ‘Calle Santa fe’ logra construir un territorio que no estaba definido, sobre el cual podernos identificar, comprendernos y entender las lógicas que operan en nuestro país. Nacidos en medio de la restauración democrática cualquier situación política diferente nos resultan extraña y lejana; pero ahí están los protagonistas de una lucha, una verdadera batalla, que hoy en día posee exactamente la misma urgencia y contingencia. Resulta extraño pensar cómo, después de esto, ser o no de izquierda siga siendo un problema.

«LA FUGA» http://www.lafuga.cl/a-proposito-de-calle-santa-fe/118

55 Aniversario de la Revolución Cubana

Discurso de Raúl en Santiago: No cederemos ante agresiones, chantajes ni amenazas

1 enero 2014

Raúl Castro interviene en el Acto Central por el 55 Aniversario de la Revolución Cubana en el Parque Céspedes, de Santiago de Cuba, el 1 de enero de 2014. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.

Raúl Castro interviene en el Acto Central por el 55 Aniversario de la Revolución Cubana en el Parque Céspedes, de Santiago de Cuba, el 1 de enero de 2014. Para descargar la imagen en alta resolución, haga clic sobre ella. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.

Discurso del General de Ejército Raúl Castro Ruz,  Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en el acto de conmemoración del 55 Aniversario del triunfo de la Revolución, en el parque Carlos Manuel de Céspedes, Santiago de Cuba, el 1ro de enero de 2014, “Año 56 de la Revolución”.

(Versiones Taquigráficas – Consejo de Estado) 

Santiagueras y santiagueros;

Orientales;

Combatientes del Ejército Rebelde, de la lucha clandestina y de todas las acciones combativas en defensa de la Revolución a lo largo de estos 55 años;

Compatriotas:

Ni el más soñador de los que acompañamos a Fidel en un acto como este, el Primero de Enero de 1959, podía imaginar que hoy estaríamos aquí.

Nada fácil ha resultado este largo y azaroso camino. Ello ha sido posible, en primer lugar, gracias a la inmensa capacidad de resistencia y lucha de varias generaciones del noble y heroico pueblo cubano, verdadero protagonista de esta, su Revolución, que es el triunfo del mismo ideal de los mambises que en 1868, con Céspedes a la cabeza, iniciaron la guerra por la independencia del yugo español; de Maceo y Gómez, con quienes José Martí en 1895 retoma la gesta libertaria, truncada por la intervención norteamericana en 1898, que impidió la entrada a Santiago de Cuba del Ejército Libertador.

Es también la causa que enarbolaron contra la república burguesa y neocolonial Baliño, Mella, Rubén Martínez Villena, Guiteras y Jesús Menéndez, por solo mencionar a algunos.

Fue ese el afán que motivó a la Generación del Centenario, bajo el mando de Fidel, a asaltar los cuarteles Moncada, en esta ciudad, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo; a sobreponerse al fracaso, resistir el rigor de la prisión, venir en la expedición del yate Granma, soportar el duro revés de Alegría de Pío y encaminarse a la Sierra Maestra para empezar la lucha guerrillera del naciente Ejército Rebelde, cuyo Comandante en Jefe, ejemplo personal de valor en el combate, tenacidad e inclaudicable fe en la victoria, junto a su vocación unitaria e indiscutible liderazgo, supo forjar la unidad de todas las fuerzas revolucionarias y conducirlas al triunfo definitivo.

Exactamente 60 años después de que los interventores norteamericanos escamotearan la victoria a las huestes insurrectas, esta vez los mambises sí pudieron entrar a la ciudad de Santiago de Cuba.

Rendimos hoy merecido tributo a quienes entregaron sus vidas en montañas, campos y ciudades, combatientes del Ejército Rebelde y luchadores clandestinos, a aquellos que después del triunfo cayeron en otras muchas honrosas misiones, a todos los que dedicaron su juventud y energías a construir el socialismo, guiándose por la prédica martiana de que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz y que no hay satisfacción ni premio más grande que cumplir con el deber.

No podemos dejar de mencionar la contribución decisiva de las mujeres cubanas a lo largo del proceso revolucionario, como dignas continuadoras del ejemplo de Mariana Grajales, la madre de los Maceo, tanto en la lucha guerrillera como particularmente en la clandestinidad, sometidas a la brutal persecución de los esbirros de la tiranía. En ocasión de este 55 aniversario, la Televisión Cubana ha estado difundiendo el serial histórico Clandestinas como un justo homenaje a aquellas valerosas muchachitas que tantas veces arriesgaron la vida. Algunas de ellas se encuentran aquí presentes, para alegría nuestra (Aplausos).

En este propio lugar, el Primero de Enero de 1959, en medio del júbilo popular que se adueñó de todo el país, ya Fidel premonitoriamente advertía, cito: “La Revolución empieza ahora, la Revolución no será una tarea fácil, la Revolución será una empresa dura y llena de peligros.”

Desde bien temprano, se pusieron en marcha infinidad de planes de desestabilización, comenzando con el refugio brindado en Estados Unidos a criminales y torturadores del régimen de Batista y también a toda suerte de malversadores que se apropiaron del erario de la nación.

La Revolución triunfante debió enfrentar el fomento y la organización del terrorismo de Estado mediante el sabotaje y el bandidismo armado, que en dos ocasiones llegó a actuar en las seis provincias que entonces tenía el país; la exclusión de Cuba de la OEA  y la ruptura de relaciones diplomáticas por todos los países latinoamericanos, con la honrosa excepción de México; la invasión de Playa Girón, el bloqueo económico, comercial y financiero, la masiva campaña mediática para difamar al proceso revolucionario y a sus líderes, en especial contra Fidel, objetivo de más de 600 planes de atentado; la Crisis de los cohetes en octubre de 1962, el secuestro y ataques a embarcaciones y aeronaves civiles, el asesinato de maestros y alfabetizadores, obreros, campesinos, estudiantes y diplomáticos, que dejó una estela, hasta ahora, de 3 478 muertos y 2 099 incapacitados.

Han sido 55 años de incesante lucha frente a los designios de once administraciones norteamericanas que, con mayor o menor hostilidad, no han cejado en el propósito de cambiar el régimen económico y social fruto de la Revolución, apagar su ejemplo y reinstaurar el dominio imperial sobre nuestra Patria.

La Revolución Cubana puso fin a varios mitos, entre ellos, el de que no era posible construir el socialismo en una pequeña isla a 90 millas de Estados Unidos. Una Revolución que no fue consecuencia de una confrontación internacional ni contó con apoyo masivo del exterior. Una Revolución que no se limitó a la sustitución de un poder por otro, sino que en menos de 24 horas disolvió la maquinaria represiva del régimen dictatorial y sentó las bases de una sociedad nueva. Una Revolución que construyó un ejército que es el pueblo uniformado, y elaboró, para defenderse, su propia doctrina militar.

Una Revolución que cumple 55 años de trabajo por y para el pueblo, a quien hizo dueño de la tierra y las industrias, alfabetizando primero y formando maestros y profesores, construyendo escuelas generales y especiales para todos los niños, universidades, escuelas de arte y de deportes, edificando policlínicos y hospitales, preparando médicos para Cuba y el mundo. Una Revolución que nos ha llevado a alcanzar índices de educación y salud que hoy son referencia internacional.

Una Revolución que sentó las bases para democratizar los espacios de creación, difusión y acceso a la cultura.

Resumiendo, una Revolución que ha hecho realidad y proseguirá cumpliendo el profundo anhelo martiano que preside la Constitución y señala, cito: “Yo quiero que la ley primera de nuestra República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre.”

Al hablar de estas cuestiones, recuerdo la frase de Fidel el 26 de julio del 2003 al intervenir en el acto por el aniversario 50 del Moncada cuando afirmó: “educar al pueblo en la verdad, con palabras y con hechos irrebatibles, ha sido quizás el factor fundamental de la grandiosa proeza que este ha realizado”.

Cómo calificar de otra manera la colosal capacidad de resistencia y de confianza en sí mismo que brindó al mundo nuestro pueblo, que supo resistir estoicamente el durísimo período especial a que nos vimos sometidos como consecuencia de la desaparición de la Unión Soviética y el campo socialista, en medio de la ola de incertidumbre y desmoralización que esos dramáticos acontecimientos generaron en buena parte de las fuerzas progresistas de la humanidad.

La imagen de Cuba, famosa en América antes de la Revolución como un paraíso para el juego, la prostitución, refugio de mafiosos y destino preferido de sus sucias inversiones, facilitadas por la generalizada corrupción administrativa de la tiranía, se transformó mediante el proceso revolucionario en símbolo de dignidad, independencia, humanismo e intransigencia en defensa de los principios.

Siguiendo la máxima de Martí, la Revolución Cubana nunca ha preguntado de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber. Hemos sido coherentes y consecuentes con la ética martiana. A lo largo de 55 años recibimos la solidaridad noble y generosa de muchos pueblos hermanos, en primer lugar de la Unión Soviética mientras existió y muy especialmente en los primeros y difíciles años, al tiempo que brindamos nuestro apoyo solidario en distintas regiones del planeta, tanto en las gloriosas misiones combativas internacionalistas como en los programas de colaboración médica, educacional, deportiva y en otras esferas, haciendo realidad el legado de que “Patria es Humanidad”.

Jamás hemos cedido ni cederemos ante agresiones, chantajes ni amenazas. La política exterior de la Revolución siempre ha sido un arma poderosa para defender la independencia, autodeterminación y soberanía nacionales, en favor de la paz mundial, el desarrollo, la justicia social y la solidaridad con los pueblos del Tercer Mundo.

El planeta que habitamos ha cambiado mucho desde el primero de enero de 1959. Esta pequeña isla, a la que mediante brutales presiones de los gobiernos norteamericanos se pretendió separar de su entorno regional, ejerce la presidencia Pro Témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y se apresta a celebrar su reunión Cumbre en La Habana a finales de este mes, animada por el ideal de forjar una nueva unidad dentro de la diversidad en Nuestra América.

No olvidamos la singular coincidencia histórica de que en una fecha como hoy, 1ro de enero, hace 210 años, triunfó la primera revolución en la región latinoamericana y caribeña, la que también fue la primera y única victoria de un movimiento revolucionario dirigido por negros esclavos que luchaban contra ese oprobioso sistema y a la vez por la independencia nacional.

Los efectos de aquellos dramáticos acontecimientos repercutieron en Cuba, incluso por las venas de no pocos orientales corre sangre haitiana.

Ambas naciones hemos tenido que pagar un alto precio por la audacia de enfrentar a los imperios dominantes.

Al abordar este asunto deseo reiterar al hermano pueblo haitiano y a su gobierno que los cubanos jamás los abandonaremos y que siempre podrán contar con nuestra modesta colaboración (Aplausos).

Compañeras y compañeros:

Aprovecho la ocasión para dedicar unas breves palabras a la marcha de dos importantes programas en interés de Santiago de Cuba.

A un costo de más de 200 millones de dólares se ha ejecutado la reconstrucción del acueducto de la segunda ciudad en población del país, en la que un cuarto de millón de habitantes recibía el servicio de agua  entre 7 y 9 días, otros 76 500 tenían un ciclo de distribución superior a 15 días y más de 16 000 ni siquiera contaban con acueducto, lo que llevaba a realizar unos 200 viajes de pipas diarios para abastecerlos, con un elevado consumo de combustible.

Para casi todos ustedes hoy la situación descrita pertenece al pasado, pues de los 32 sectores hidrométricos existentes, 29 se abastecen diariamente, quedando tres que lo hacen en días alternos y se trabaja en la calibración del sistema de distribución para alcanzar la meta trazada. Además fueron rehabilitadas las tres plantas potabilizadoras y 22 estaciones de bombeo.

Como parte de este programa también se inició la construcción del alcantarillado y drenaje pluvial, específicamente en el reparto San Pedrito, lo que se extenderá al resto de la ciudad a partir del 2014.

Se ha dotado a la Empresa de Acueducto y Alcantarillado del equipamiento requerido para asegurar la sostenibilidad de sus servicios. Corresponde ahora a ustedes hacer un uso racional del agua.

Como es conocido, esta ciudad sufrió la furia de los vientos del huracán Sandy en la madrugada del 25 de octubre del 2012, que también afectó, aunque en menor magnitud, a las provincias de Holguín y Guantánamo. La pérdida de 11 vidas humanas y las desoladoras imágenes de destrucción de viviendas, infraestructuras e instalaciones vitales que tuvimos que padecer en las primeras jornadas posteriores al evento, pusieron de manifiesto, junto a la solidaridad nacional e internacional, en primer lugar de los hermanos venezolanos (Aplausos), la capacidad del pueblo santiaguero para vencer cualquier obstáculo.

A un año y dos meses de intenso trabajo, se ha logrado solucionar el 50% de las 171 380 afectaciones reportadas a la vivienda, además fue restablecido el 97% de las instalaciones de salud pública, el 88% del sistema de educación, el 82% de cultura y deportes, así como el ciento por ciento en el caso de la industria alimentaria.

A pesar del incumplimiento del plan provincial de nuevas viviendas, se culminaron las 331 planificadas en el barrio de San Pedrito, históricamente uno de los más humildes,  y se continúan los trabajos en otras zonas de la ciudad.

Proseguiremos controlando sistemáticamente desde el Gobierno Central estas labores hasta su total restablecimiento.

Para lograr edificar una ciudad cada vez más bella, higiénica, ordenada y disciplinada, a la altura de su condición de Ciudad Heroica, cuna de la Revolución, como expresé el 26 de julio del año pasado al conmemorar el 60 aniversario del Moncada, corresponde ahora, en primer lugar a las autoridades, con el apoyo de sus ciudadanos, reforzar el respeto —repito, reforzar el respeto— al papel que debe jugar la Planificación Física, a lo que contribuirá el estricto cumplimiento del nuevo Plan de Ordenamiento Territorial de la ciudad, que será aprobado este año por la Asamblea Provincial del Poder Popular.

Pienso que si todos cumplimos con nuestro deber, podremos continuar asegurando que “Santiago sigue siendo Santiago” (Exclamaciones de: “¡Santiago!”).  Exactamente (Aplausos).  Si quisiéramos ayudar a traducirlo, eso quiere decir que se puede construir, pero no donde a cada cual se le ocurra, si no más nunca vamos a tener una ciudad como decíamos el 26 de Julio y hoy:  bella, higiénica, ordenada y disciplinada.  ¿Están de acuerdo ustedes? (Exclamaciones de: “¡Sí!” y aplausos.)

Hasta aquí lo que pensaba decirles sobre ambos programas.

Seguidamente abordaré una cuestión en la que resta un largo trecho por recorrer. Me refiero al reto que nos impone la permanente campaña de subversión político-ideológica concebida y dirigida desde los centros del poder global para recolonizar las mentes de los pueblos y anular sus aspiraciones de construir un mundo mejor.

En su brillante definición del concepto “Revolución” formulada el primero de mayo del año 2000, en la Plaza de la Revolución, en La Habana, Fidel enunció, entre otras ideas, las siguientes:

“Revolución es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional;”

“es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio;”

“es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas”.

En nuestro caso, como sucede en varias regiones del mundo, se perciben intentos de introducir sutilmente plataformas de pensamiento neoliberal y de restauración del capitalismo neocolonial, enfiladas contra las esencias mismas de la Revolución Socialista a partir de una manipulación premeditada de la historia y de la situación actual de crisis general del sistema capitalista, en menoscabo de los valores, la identidad y la cultura nacionales, favoreciendo el individualismo, el egoísmo y el interés mercantilista por encima de la moral.

En resumen, se afanan engañosamente en vender a los más jóvenes las supuestas ventajas de prescindir de ideologías y conciencia social, como si esos preceptos no representaran cabalmente los intereses de la clase dominante en el mundo capitalista. Con ello pretenden, además, inducir la ruptura entre la dirección histórica de la Revolución y las nuevas generaciones y promover incertidumbre y pesimismo de cara al futuro, todo ello con el marcado fin de desmantelar desde adentro el socialismo en Cuba.

En las presentes circunstancias, el desafío se hace mayor y estamos seguros de que con el concurso de las  fuerzas de que dispone la Revolución saldremos victoriosos en este decisivo campo de batalla, haciendo realidad los objetivos que en la esfera ideológica aprobó la Primera Conferencia Nacional del Partido hace dos años, dirección en la que no se ha avanzado lo necesario.

Queda muchísimo trabajo por hacer. Para ello contamos con la pujanza y compromiso patriótico de la gran masa de intelectuales, artistas, profesores y maestros revolucionarios, así como con la firmeza de nuestros centros de investigaciones sociales, universidades y de su estudiantado, aún sin utilizar plenamente sus potencialidades.

Los empeños de diseminar ideas que niegan la vitalidad de los conceptos marxistas, leninistas y martianos, deberán contrarrestarse, entre otros medios, con una creativa conceptualización teórica del socialismo posible en las condiciones de Cuba, como única alternativa de igualdad y justicia para todos.

Las nuevas generaciones de dirigentes, que paulatina y ordenadamente van asumiendo las principales responsabilidades en la dirección de la nación, nunca podrán olvidar que esta es la Revolución Socialista de los humildes, por los humildes y para los humildes (Aplausos y exclamaciones), premisa imprescindible y antídoto efectivo para no caer bajo el influjo de los cantos de sirena del enemigo, que no renunciará al objetivo de distanciarlas de nuestro pueblo, en el propósito de socavar su unidad con el Partido Comunista, único heredero legítimo del legado y la autoridad del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, el compañero Fidel Castro Ruz (Aplausos y exclamaciones de:  “¡Viva!”).

En este sentido, vale la pena recordar la relevancia que tiene continuar perfeccionando constantemente el principio de consultar de manera directa con la población las decisiones vitales para el desarrollo de la sociedad, como quedó demostrado durante el proceso previo a la aprobación del nuevo Código de Trabajo por nuestra Asamblea Nacional, al igual que en su momento se hizo con el proyecto de los Lineamientos de la Política Económica y Social, los que luego de su amplio y democrático examen popular fueron aprobados por el Sexto Congreso del Partido y refrendados posteriormente en nuestro Parlamento, ante el cual se rinde cuenta dos veces al año acerca de su implementación y de similar manera se procede en el seno del Gobierno y del Partido.

Con este método se podrá garantizar que el programa de la Revolución se actualice cada cinco años, para que siempre responda a los verdaderos intereses del pueblo en los asuntos fundamentales de la sociedad y corregir oportunamente cualquier error. Así se asegurará también el permanente perfeccionamiento y profundización de nuestra democracia socialista.

Estrechamente vinculada con estos conceptos de alcance estratégico, verdaderamente estratégico para el presente y el futuro de la Patria, está la frase pronunciada por Fidel aquí, casi a esta misma hora, desde ese balcón exactamente, hace hoy 55 años, con la que, por su eterna vigencia deseo concluir mis palabras, cito: “La Revolución llega al triunfo sin compromisos con nadie en absoluto, sino con el pueblo, que es al único que le debe sus victorias” (Aplausos).

Cincuenta y cinco años después, en el propio lugar, podemos repetir con orgullo: ¡La Revolución sigue igual, sin compromisos con nadie en absoluto, solo con el pueblo!

Muchas gracias.

(Exclamaciones de: “¡Viva la Revolución, Vivan Fidel y Raúl!”)

(Ovación.)

http://www.cubadebate.cu/opinion/2014/01/01/discurso-de-raul-en-santiago-no-cederemos-ante-agresiones-chantajes-ni-amenazas-fotos-y-video/ «CUBADEBATE», Aniversario de la Revolución

☼     ☼     ☼

Fidel Castro, el 1 de enero de 1959: Esta vez sí que es la Revolución

1 enero 2014 14 Comentarios

Fidel en Santiago de Cuba el 1 de enero de 1959.

Fidel en Santiago de Cuba el 1 de enero de 1959.

Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, en el Parque Céspedes de Santiago de Cuba, el 1ro. de enero de 1959.

Santiagueros, compatriotas de toda Cuba:

Al fin hemos llegado a Santiago (Aplausos).  Duro y largo ha sido el camino, pero hemos llegado (Aplausos).

Se decía que hoy a las 2:00 de la tarde se nos esperaba en la capital de la República, el primer extrañado fui yo (Aplausos), porque yo fui uno de los primeros sorprendidos con ese golpe traidor y amañado de esta mañana en la capital de la República (Aplausos).

Además, yo iba a estar en la capital de la República, o sea, en la nueva capital de la República (Aplausos), porque Santiago de Cuba será, de acuerdo con el deseo del presidente provisional, de acuerdo con el deseo del Ejército Rebelde y de acuerdo con el deseo del pueblo de Santiago de Cuba, que bien se lo merece, la capital (Aplausos).  ¡Santiago de Cuba será la capital provisional de la República!  (Aplausos).

Tal vez la medida sorprenda a algunos, es una medida nueva, pero por eso ha de caracterizarse, precisamente, la Revolución, por hacer cosas que no se han hecho nunca (Aplausos). Cuando hacemos a Santiago de Cuba capital provisional de la República sabemos por qué lo hacemos.  No se trata de halagar demagógicamente a una localidad determinada, se trata, sencillamente, de que Santiago ha sido el baluarte más firme de la Revolución (Aplausos).

La Revolución empieza ahora, la Revolución no será una tarea fácil, la Revolución será una empresa dura y llena de peligros, sobre todo, en esta etapa inicial, y en qué mejor lugar para establecer el Gobierno de la República que en esta fortaleza de la Revolución (Gritos y aplausos); para que se sepa que este va a ser un gobierno sólidamente respaldado por el pueblo en la ciudad heroica y en las estribaciones de la Sierra Maestra, porque Santiago está en la Sierra Maestra(Gritos y aplausos).  En Santiago de Cuba y en la Sierra Maestra tendrá la Revolución sus dos mejores fortalezas (Aplausos).

Pero hay, además, otras razones: el movimiento militar revolucionario, el verdadero movimiento militar revolucionario, no se hizo en Columbia.  En Columbia prepararon un “golpecito” de espaldas al pueblo, de espaldas a la Revolución y, sobre todo, de acuerdo con Batista (Aplausos).

Puesto que la verdad hay que decirla y puesto que venimos aquí a orientar al pueblo, les digo y les aseguro que el golpe de Columbia fue un intento de escamotearle al pueblo el poder y escamotearle el triunfo a la Revolución.  Y, además, para dejar escapar a Batista, para dejar escapar a los Tabernillas, para dejar escapar a los Pilar García y a los Chavianos, para dejar escapar a los Salas Cañizares y a los Ventura (Aplausos).

El golpe de Columbia fue un golpe ambicioso y traidor que no merece otro calificativo, y nosotros sabemos llamar las cosas por su nombre y atenernos, además, a la responsabilidad (Aplausos).

No voy a andar con paños calientes para decirles que el general Cantillo nos traicionó y no es que lo voy a decir, sino que lo voy a probar.  Pero, desde luego, lo habíamos dicho siempre:  no vayan a tratar a última hora a venir a resolver esto con un “golpecito militar”, porque si hay golpe militar de espaldas al pueblo, la Revolución seguirá adelante, que esta vez no se frustrará la Revolución.

Esta vez, por fortuna para Cuba, la Revolución llegará de verdad al poder.  No será como en el 95 que vinieron los americanos y se hicieron dueños de esto (Aplausos).  Intervinieron a última hora y después ni siquiera dejaron entrar a Calixto García que había peleado durante 30 años, no quisieron que entrara en Santiago de Cuba (Aplausos).  No será como en el 33 que cuando el pueblo empezó a creer que una Revolución se estaba haciendo, vino el señor Batista, traicionó la Revolución, se apoderó del poder e instauró una dictadura por once años.  No será como en el 44, año en que las multitudes se enardecieron creyendo que al fin el pueblo había llegado al poder, y los que llegaron al poder fueron los ladrones.  Ni ladrones, ni traidores, ni intervencionistas.  Esta vez sí que es la Revolución.

Pero, no querían que fuese así.  En los instantes mismos en que la dictadura se desplomaba como consecuencia de las victorias militares de la Revolución, cuando ya no podían resistir ni siquiera 15 días más, viene el señor Cantillo y se convierte en paladín de la libertad.  Naturalmente, que nosotros nunca hemos estado en una actitud de rechazar cualquier colaboración que implicase un ahorro de sangre, siempre que los fines de la Revolución no se pusiesen en peligro. Naturalmente, que nosotros siempre hemos estado llamando a los militares para buscar la paz, pero la paz con libertad y la paz con el triunfo de la Revolución, era la única manera de obtener la paz.

Por eso, cuando el 24 de diciembre se nos comunicó el deseo del general Cantillo de tener una entrevista con nosotros, aceptamos la entrevista.  Yo les confieso a ustedes que, dado el curso de los acontecimientos, la marcha formidable de nuestras operaciones militares, yo tenía muy pocos deseos de ponerme a hablar de movimientos militares; pero yo entendí que era un deber, que nosotros los hombres que tenemos una responsabilidad no nos podemos dejar llevar por las pasiones.  Y pensé que si el triunfo se podía lograr con el menor derramamiento de sangre posible, mi deber era atender las proposiciones que me hiciesen los militares (Aplausos).

Fui a ver al señor Cantillo que vino a hablarme en nombre del Ejército.  Se reunió conmigo el día 28 en el central Oriente, adonde llegó en un helicóptero, a las 8:00 de la mañana.  Allí conversó con nosotros durante cuatro horas, y yo sí que no voy a hacer una historia inventada ni cosa que se parezca, porque tengo testigos excepcionales de la entrevista.  Allí estaba el Dr.  Raúl Chibás, allí estaba un sacerdote católico, allí estaban varios militares cuyos testimonios no pueden ser puestos en duda por ningún concepto.

Allí, después de analizar todos los problemas de Cuba, después de puntualizar todos los detalles, acordó, el general Cantillo, realizar de acuerdo con nosotros un movimiento militar revolucionario.  Lo primero que le dije fue esto, después de analizar bien la situación:  la situación del Ejército, la situación a que lo había llevado la dictadura; después de aclararle que a él no le tenía que importar Batista ni los Tabernillas ni toda aquella gente, no le tenía que importar nada, porque aquella gente había sido muy desconsiderada con los militares cubanos; que aquella gente había llevado a los militares a una guerra contra el pueblo, que es una guerra que se pierde siempre, porque contra el pueblo no se puede ganar una guerra (Aplausos).

Después de decirle que los militares eran víctimas de las inmoralidades del régimen, que los presupuestos para comprar armamentos se los robaban, que a los soldados los engañaban constantemente, que aquella gente no merecía la menor consideración de los militares honorables, que el Ejército no tenía por qué cargar con la culpa de los crímenes que cometía la pandilla de los esbirros de confianza de Batista; le advertí, le advertí bien claramente, que yo no autorizaría jamás, por mi parte, ningún tipo de movimiento que permitiese la fuga de Batista.  Le advertí que si Batista quería fugarse, que se fugara enseguida y con él Tabernilla y todos los demás, pero que mientras que nosotros pudiéramos evitarlo, teníamos que impedir la fuga de Batista (Aplausos).

Todo el mundo sabe que nuestro primer planteamiento en caso de un golpe militar para llegar a un acuerdo con nosotros era la entrega de los criminales de guerra, y esa era una condición esencial.

Y se podía haber capturado a Batista y a todos sus cómplices.  Y yo se lo dije bien claro que no estaba de acuerdo con que Batista se fuera.  Le expliqué bien qué tipo de movimiento había que hacer; que yo no respaldaría, ni el Movimiento 26 de Julio ni el pueblo, respaldarían un golpe de Estado, porque la cuestión es que el pueblo es el que ha conquistado su libertad y nadie más que el pueblo (Aplausos).

La libertad nos la quitaron mediante un golpe de Estado, pero para que se acabaran de una vez y para siempre los golpes de Estado, había que conquistar la libertad a fuerza de sacrificio de pueblo, porque no hacíamos nada con que dieran un golpe mañana y otro pasado y otro dentro de dos años y otro dentro de tres años; porque aquí quien tiene que decidir, definitivamente, quién debe gobernar es el pueblo y nadie más que el pueblo (Aplausos).

Y los militares deben estar incondicionalmente a las órdenes del pueblo y a la disposición del pueblo y a la disposición de la Constitución, y de la ley de la República.

Si hay un gobierno malo que roba y que hace más de cuatro cosas mal hechas pues, sencillamente, se espera un poco y cuando llegan las elecciones se cambia el mal gobierno; porque para eso los gobiernos en los regímenes constitucionales democráticos tienen un período de tiempo limitado.  Porque si son malos, el pueblo los cambia y vota por otros mejores.

La función del militar no es elegir gobernantes, sino garantizar la ley, garantizar los derechos del ciudadano (Aplausos).  Por eso le advertí que golpe de Estado ¡no!, movimiento militar revolucionario, ¡sí!, y no en Columbia sino en Santiago de Cuba (Aplausos).

Le dije bien claro, que la única forma de lograr la vincu­­lación y la confraternización del pueblo y de los militares y de los revolucionarios, no era dando un “madrugonazo” en Columbia, a las dos o las tres de la mañana, sin que nadie se enterara como acostumbran a hacer estos señores, sino sublevando la guarnición de Santiago de Cuba, que era lo suficientemente fuerte y estaba lo suficientemente bien armada para iniciar el movimiento militar y sumar al pueblo, y sumar a los revolucionarios a ese movimiento; que en las circunstancias en que estaba la dictadura era irresistible, porque de seguro que se sumarían de inmediato todas las guarniciones del país, y eso fue lo que se acordó.

Y no solo se acordó eso, sino que yo le hice prometer, porque él pensaba ir a La Habana al día siguiente, y nosotros no estábamos de acuerdo, porque yo le decía:  “Es un riesgo que usted vaya a La Habana”.  Él decía: “No, no es ningún riesgo”.  “Usted corre mucho peligro de que lo detengan porque esa conspiración… aquí todo se sabe”.  “No, yo estoy seguro que no me detienen”.  Y claro, cómo lo iban a detener si era un golpe de Batista y de Tabernilla.  Yo dije, bueno, o este hombre lo tiene todo resuelto allí, lo controla todo, o este golpe es un poco sospechoso.  Y entonces le dije:  “Usted me promete que usted no se va a dejar persuadir en La Habana por una serie de intereses que están detrás de usted, para dar un golpe en la capital.  Usted me promete que no”.  Y me dice:  “Le prometo que no”.  “Usted me jura que no”.  Y me dijo:  “Le juro que no”.

Yo considero que lo primero que debe tener un militar es honor, que lo primero que debe tener un militar es palabra; y este señor ha demostrado no solo falta de honor y falta de palabra, sino falta, además, de cerebro.  Porque un movimiento que pudo haberse hecho desde el primer momento con todo el respaldo del pueblo y con el triunfo asegurado de antemano, lo que hizo fue dar un salto mortal en el vacío.  Creyó que iba a ser demasiado fácil engañar al pueblo y engañar ala Revolución.

Sabía algunas cosas, sabía que en cuanto dijeran que Batista había agarrado el avión, el pueblo se iba a tirar a la calle loco de contento.  Y pensaron que el pueblo no estaba lo suficientemente maduro para distinguir entre la fuga de Batista y la Revolución.  Porque si Batista se va y se apoderan allá de los mandos los amigos de Cantillo, muy bien pudiera ser que el doctor Urrutia tuviera que irse dentro de tres meses también; porque, lo mismo que nos traicionaban ahora, nos traicionaban luego.  Y la gran verdad es que el señor Cantillo nos traicionó a nosotros antes de dar el golpe.  Dije que lo demostraba, y lo voy a demostrar.

Se acordó con el general Cantillo que el levantamiento se produciría el día 31 a las 3:00 de la tarde.  Se aclaró que el apoyo de las fuerzas armadas al movimiento revolucionario sería incondicional, el presidente que designasen los dirigentes revolucionarios y los cargos que a los militares les asignasen los dirigentes revolucionarios.  Era un apoyo incondicional el ofrecido.

Se acordó el plan en todos sus detalles: el día 31, a las 3:00 de la tarde, se sublevaría la guarnición de Santiago de Cuba.  Inmediatamente varias columnas rebeldes penetrarían en la ciudad, y el pueblo, con los militares y con los rebeldes, confraternizaría inmediatamente, lanzándose al país una proclama revolucionaria e invitando a todos los militares honorables a unirse al movimiento.

Se acordó que los tanques que hay en la ciudad serían puestos a disposición de nosotros, y yo me ofrecí, personalmente, para avanzar hacia la capital con una columna blindada, precedida por los tanques.  Los tanques me serían entregados a las 3:00 de la tarde, no porque se pensase que había que combatir, sino para prever en caso de que en La Habana el movimiento fracasase y hubiese necesidad de situar nuestra vanguardia lo más cerca posible de la capital.  Y, además, para prever que no se fueran a realizar excesos en la ciudad de La Habana.

Era lógico que con el odio despertado allí contra la fuerza pública por los inenarrables horrores de Ventura y de Pilar García, la caída de Batista iba a producir una desorbitación en la ciudadanía.  Y que, además, aquellos policías se iban a sentir sin fuerza moral para contener al pueblo, como efectivamente ocurrió.

Una serie de excesos han tenido lugar en la capital: saqueos, tiroteos, incendios.  Toda la responsabilidad cae sobre el general Cantillo por haber traicionado la palabra empeñada y por no haber realizado el plan que se acordó.  Creyó que nombrando capitanes y comandantes de la policía —muchos de los cuales cuando los habían nombrado ya se habían ido, prueba de que no tenían la conciencia muy tranquila— iba a resolver la cuestión.

Qué distinto, sin embargo, fue en Santiago de Cuba.  ¡Qué orden y qué civismo!  ¡Qué disciplina demostrada por el pueblo!  Ni un solo caso de saqueo, ni un solo caso de venganza personal, ni un solo hombre arrastrado por las calles, ni un incendio.  Ha sido admirable y ejemplar el comportamiento de Santiago de Cuba, a pesar de dos cosas:  a pesar de que esta había sido la ciudad más sufrida y que más había padecido el terror, por lo tanto, la que más derecho tenía a estar indignada (Aplausos); y a pesar, además, de nuestras declaraciones de esta mañana diciendo que no estábamos de acuerdo con el golpe.

Santiago de Cuba se comportó ejemplarmente bien, y creo que será este caso de Santiago de Cuba un motivo de orgullo para el pueblo, para los revolucionarios y para los militares de la Plaza de Santiago de Cuba (Aplausos).

Ya no podrán decir que la Revolución es la anarquía y el desorden.  Ocurrió en La Habana por una traición, pero no ocurrió así en Santiago de Cuba, que podemos poner como modelo cuantas veces se trate de acusar a la Revolución de anárquica y desorganizada (Aplausos).

Es conveniente que el pueblo conozca las comunicaciones que intercambiamos el general Cantillo y yo.  Si el pueblo no está cansado (Gritos y exclamaciones de:  “¡No!”) le puedo leer las mismas.

Después de los acuerdos tomados, cuando nosotros ya habíamos suspendido las operaciones sobre Santiago de Cuba, porque el día 28 ya nuestras tropas estaban muy próximas a la ciudad, y se habían realizado todos los preparativos para el ataque a la Plaza, de acuerdo con la entrevista sostenida, hubimos de realizar una serie de cambios, abandonar las operaciones sobre Santiago de Cuba y encaminar nuestras tropas hacia otros sitios, donde se suponía que el movimiento no estaba asegurado desde el primer instante.  Cuando todos nuestros movimientos estaban hechos, la columna preparada para marchar sobre la capital, recibo, unas pocas horas antes, esta nota del general Cantillo que dice textualmente:

“Han variado mucho las circunstancias en sentido favorable a una solución nacional” —en el sentido que él quiere para Cuba.  Era extraño, porque después de analizar los factores que se contaban, no podía ser más favorable la circunstancia.  Estaba asegurado el triunfo, y esto era una cosa extraña que viniera a decir: “Han variado muy favorablemente las circunstancias”.  Las circunstancias de que Batista y Tabernilla estaban de acuerdo, asegurado el golpe.  “[…] Que recomiendo no hacer nada en estos momentos y esperar los acontecimientos en las próximas semanas, antes del día 6”.

Desde luego, la tregua prolongada indefinidamente, mientras ellos hacían todos los amarres en La Habana.

Mi respuesta inmediata fue esta:

El contenido de la nota se aparta por completo de los acuerdos tomados, es ambiguo e incomprensible.  Y me ha hecho perder la confianza en la seriedad de los acuerdos.  Quedan rotas las hostilidades a partir de mañana a las 3:00 p.m., que fue la fecha y hora acordadas para el movimiento.

(Aplausos)

Ocurrió entonces una cosa muy curiosa.  Además de la nota, que era muy breve, yo le mando a decir al jefe de la Plaza de Santiago de Cuba con el portador de la misma, que si las hostilidades se rompían porque los acuerdos no se cumplían y nos veíamos obligados a atacar la Plaza de Santiago de Cuba, entonces no habría otra solución que la rendición de la Plaza; que exigiríamos la rendición de la Plaza si las hostilidades se rompían y el ataque se iniciaba por nuestra parte.  Pero ocurrió que el portador de la nota no interpreta correctamente mis palabras y le dice al coronel Rego Rubido que yo decía que exigía la rendición de la Plaza como condición para cualquier acuerdo.  Él no dijo lo que yo le había afirmado:  “Que si se iniciaba el ataque”, pero no que yo le había puesto al general Cantillo como condición que se rindiera la Plaza.

En consecuencia del mensaje, el coronel jefe de la Plaza de Santiago de Cuba me envía una carta muy conceptuosa y muy pundonorosa que voy a leer también.  Naturalmente que se sentía ofendido con aquel plan­teamiento que le habían hecho erróneamente, y dice:

La solución encontrada no es golpe de Estado ni Junta Militar, y, sin embargo, creemos que es la que mejor conviene al doctor Fidel Castro, de acuerdo con sus ideas, y pondría en 48 horas el destino del país en sus manos.  No es solución local, sino nacional; y cualquier indiscreción adelantada podría comprometerla o destruirla creando el caos.  Queremos que se tenga confianza en nuestra gestión y se tendrá la solución antes del día 6.

En cuanto a Santiago, debido a la nota y a las palabras del mensajero, hay que cambiar el plan y no entrar.  Dichas palabras han causado malestar entre el personal “llave” y nunca se entregarían las armas sin pelear.  Las armas no se rinden a un aliado y no se entregan sin honor.

Frase muy hermosa del jefe de la Plaza de Santiago de Cuba.

Si no se tiene confianza en nosotros o si se ataca Santiago, se considerarán rotos los acuerdos y se paralizarán las gestiones para la solución ofrecida, desligándonos formalmente de todo compromiso.  Esperamos, debido al tiempo necesario para actuar en una u otra forma, que la respuesta llegue a tiempo para ser enviada a La Habana en el viscount de la tarde.

Mi respuesta a esta nota del coronel José Rego Rubido fue la siguiente:

Territorio Libre de Cuba, diciembre 31 de 1958.

Señor coronel.

Un lamentable error se ha producido en la trasmisión a usted de mis palabras.  Tal vez se debió a la premura con que respondí a su nota y a lo apurado de la conversación que sostuve con el portador.  Yo no le dije que la condición planteada por nosotros en los acuerdos que se tomaron era la rendición de la Plaza de Santiago de Cuba a nuestras fuerzas.  Hubiese sido una descortesía con nuestro visitante, y una proposición indigna y ofensiva para los militares que tan fraternalmente se han acercado a nosotros.

La cuestión es otra: se había llegado a un acuerdo y se adoptó un plan entre el líder del movimiento militar y nosotros.  Debía comenzar a realizarse el día 31 a las 3:00 p.m.  Hasta los detalles se acordaron después de analizar cuidadosamente los problemas que debían afrontarse. Se iniciaría con el levantamiento de la guarnición de Santiago de Cuba, persuadí al general C.  [Cantillo] de las ventajas de comenzar por Oriente y no en Columbia, por recelar el pueblo grandemente de cualquier golpe en los cuarteles de la capital de la República, y lo difícil que iba a ser, en ese caso, vincular la ciudadanía al movimiento.  Él coincidía plenamente con mis puntos de vista; se preocupaba solo por el orden en la capital y acordamos medidas para conjurar el peligro.

La medida era, precisamente, el avance de la columna nuestra sobre Santiago de Cuba.

Se trataba de una acción unida de los militares, el pueblo y nosotros; un tipo de movimiento revolucionario que desde el primer instante contaría con la confianza de la nación entera.  De inmediato, y de acuerdo con lo que se convino, suspendimos las operaciones que se estaban llevando a cabo, y nos dimos a la tarea de realizar nuevos movimientos de fuerzas hacia otros puntos como Holguín, donde la presencia de conocidos esbirros hacía casi segura la resistencia al movimiento militar revolucionario.

Cuando ya todos los preparativos estaban listos por nuestra parte, recibo la nota de ayer, donde se me daba a entender que no se llevaría [a cabo] la acción acordada.  Al parecer había otros planes, pero no se me informaba cuáles ni por qué.  De hecho ya no era cosa nuestra la cuestión.  Teníamos simplemente que esperar.  Unilateralmente se cambiaba todo.  Se ponía en riesgo a las fuerzas nuestras que, de acuerdo con lo que se contaba, habían sido enviadas a operaciones difíciles; quedábamos sujetos, además, a todos los imponderables.  Cualquier riesgo del general C., en sus frecuentes viajes aLa Habana, se convertiría militarmente para nosotros en un desastre.  Reconozca usted que todo está muy confuso en este instante, y que Batista es un individuo hábil y taimado, que sabe maniobrar.  ¿Cómo puede pedírsenos que renunciemos a todas las ventajas obtenidas en las operaciones de las últimas semanas, para ponernos a esperar pacientemente a que los hechos se produzcan?

Bien aclaré que no podía ser una acción de los militares solos; para eso, realmente, no había que esperar los horrores de dos años de guerra. Cruzarnos de brazos en los momentos decisivos es lo único que no se nos puede pedir a los hombres que no hemos descansado en la lucha contra la opresión desde hace siete años.

Aunque ustedes tengan la intención de entregar el poder a los revolucionarios, no es el poder en sí lo que a nosotros nos interesa, sino que la Revolución cumpla su destino.  Me preocupa, incluso, que los militares, por un exceso injustificado de escrúpulos, faciliten la fuga de los grandes culpables, que marcharán al extranjero con sus grandes fortunas, para hacer desde allí todo el daño posible a nuestra patria.

Personalmente puedo añadirle que el poder no me interesa, ni pienso ocuparlo.  Velaré solo porque no se frustre el sacrificio de tantos compatriotas, sea cual fuere mi destino posterior.  Espero que estas honradas razones, que con todo respeto a su dignidad de militares les expongo, las comprendan. Tengan la seguridad de que no están tratando con un ambicioso ni con un insolente […].

Párenme los tanques allí, hagan el favor (Gritos y aplausos).

Cuando terminemos nuestras declaraciones y la proclamación del presidente provisional, los tanques le harán honor al poder civil de la República, pasando enfrente de nuestros balcones (Aplausos).

Continúo leyendo la carta del día 31 al señor coronel jefe de la Plaza de Santiago de Cuba.

Personalmente puedo añadirle que el poder no me interesa, ni pienso ocuparlo, velaré solo porque no se frustre el sacrificio de tantos compatriotas, sea cual fuere mi destino posterior.  Espero que estas honradas razones, que con todo respeto a su dignidad de militares les expongo, las comprendan. Tengan la seguridad de que no están tratando con un ambicioso ni con un insolente [repite el párrafo anterior a la interrupción].

Siempre he actuado con lealtad y franqueza en todas mis cosas.  Nunca se podrá llamar triunfo a lo que se obtenga con doblez y engaño.  El lenguaje del honor que ustedes entienden es el único que yo sé hablar.

Nunca se mencionó en la reunión con el general C. la palabra rendición, lo que ayer dije y reitero hoy es que a partir de las 3:00 de la tarde del día 31, fecha y hora acordadas, no podíamos prorrogar la tregua con relación a Santiago de Cuba, porque eso sería perjudicar extraordinariamente a nuestra causa.  Nunca una conspiración es segura.  Anoche llegó aquí el rumor de que el general C. había sido detenido en La Habana; que varios jóvenes habían aparecido asesinados en el cementerio de Santiago de Cuba.  Tuve la sensación de que habíamos perdido el tiempo miserablemente, aunque afortunadamente hoy parece comprobarse que el general C. se encuentra en su puesto, ¿qué necesidad tenemos de correr esos riesgos?

Lo que dije al mensajero en cuanto a rendición, que no fue trasmitido literalmente y pareció motivar las palabras de su nota de hoy, fue lo siguiente: que si se rompían las hostilidades por no cumplirse lo acordado, nos veríamos obligados a atacar la Plaza de Santiago de Cuba, lo que es inevitable, dado que en ese sentido hemos encaminado nuestros esfuerzos en los últimos meses, en cuyo caso, una vez iniciada la operación, exigiríamos la rendición de las fuerzas que la defienden. Esto no quiere decir que pensemos que se rindan sin combatir, porque yo sé que, aun sin razón para combatir, los militares cubanos defienden las posiciones con tozudez y nos han costado muchas vidas.  Quise decir solo que después que se haya derramado la sangre de nuestros hombres por la conquista de un objetivo, no podía aceptarse otra solución, ya que aunque nos cueste muy caro, dadas las condiciones actuales de las fuerzas que defienden al régimen, las cuales no podrán prestar apoyo a esa ciudad, esta caería inexorablemente en nuestras manos.  Ese ha sido el objetivo básico de todas nuestras operaciones en los últimos meses, y un plan de esa envergadura no puede suspenderse por unas semanas sin graves consecuencias, caso de que el movimiento militar se frustre, perdiéndose, además, el momento oportuno, que es este, cuando la dictadura está sufriendo grandes reveses en las provincias de Oriente y Las Villas.

Se nos pone en el dilema de renunciar a las ventajas de nuestras victorias o atacar, un triunfo seguro a cambio de un triunfo probable. ¿Cree usted que con la nota de ayer, ambigua y lacónica, contentiva de una decisión unilateral, pueda yo incurrir en la responsabilidad de mantener en suspenso los planes?

Como militar que es reconozca que se nos pide un imposible.  Ustedes no han dejado un minuto de hacer trincheras; esas trincheras las pueden utilizar contra nosotros un Pedraza, un Pilar García, o un Cañizares, si el general C.  es relevado del mando y con él sus hombres de confianza.  No se nos puede pedir que permanezcamos ociosos. Vea usted que se nos coloca en una situación absurda. Aunque defiendan con valor sus armas, no nos queda más remedio que atacar, porque nosotros también tenemos obligaciones muy sagradas que cumplir.

Más que aliados, deseo que los militares honorables y nosotros seamos compañeros de una sola causa, que es la de Cuba […].

Deseo, por encima de todo, que usted y sus compañeros no se hagan una idea errónea de mi actitud y de mis sentimientos.  He sido extenso para evitar que se confundan o tergiversen los conceptos.

Respecto a la tácita suspensión del fuego en la zona de Santiago de Cuba, para evitar toda duda, ratifico que aunque en cualquier instante antes de que se inicien los combates podemos reanudar las operaciones, a partir de hoy debe quedar advertido que el ataque se va a producir de un momento a otro, y que por ninguna razón volveremos a suspender los planes, ya que todo esto, como son cuestiones que se tramitan en secreto, puede sembrar la confusión en el pueblo y perjudicar la moral de nuestros combatientes.

Atentamente,

Libertad o muerte.

(Aplausos)

El coronel Rego me respondió con una pundonorosa carta que es también digna de aplausos, y que dice así:

Señor:

Recibí su atenta carta fechada en el día de hoy [31 de diciembre de 1958] y créame que le agradezco profundamente la aclaración relativa a la nota anterior, aunque debo confesarle que siempre supuse que se trataba de una mala interpretación, pues a través del tiempo he observado su línea de conducta y estoy convencido de que es usted un hombre de principios.

Yo desconocía los detalles del plan original, pues solamente fui informado de la parte a mí concerniente, como también desconozco algunos pequeños detalles del plan actual.  Yo estimo que, en parte, usted tiene razón cuando hace el análisis del plan original, pero creo que demoraría unos días más en llegar a su consumación y nunca podría evitarse que muchos de los culpables —grandes, medianos y chicos— se escaparan.

Soy de los que pienso que es absolutamente necesario dar un ejemplo en Cuba para aquellos que, aprovechando las posiciones del poder (Aplausos) cometen toda clase de hechos punibles, pero, desgraciadamente, la historia está plagada de casos semejantes y rara vez los culpables pueden ser puestos a disposición de las autoridades competentes, porque rara vez las revoluciones se hacen como deben hacerse.

Y por eso se escapan los grandes culpables como se han escapado, desgraciadamente, hoy.

Continúa la carta:

Comprendo perfectamente sus preocupaciones en el presente caso.  Yo, menos responsabilizado con la historia, también las tengo.

En cuanto a la actuación unilateral de que me habla, le reitero que no he participado en ello.  En ambos casos solo fui informado de la parte que me concernía, estimando que lo ocurrido ha sido que el general C.  tornó la idea de lo que usted deseaba de acuerdo con sus normas y principios, actuando en consecuencia.

No tengo motivos para suponer que persona alguna esté tratando de propiciar la fuga de culpables y, personalmente, soy opuesto a tal cosa —decía el coronel Rego Rubido (Aplausos)— pero caso de producirse, la responsabilidad histórica por tales hechos recaería sobre quienes los hicieren posible y nunca sobre los demás.

Creo, sinceramente, que todo habrá de producirse en armonía con sus ideas y que el general está procediendo, inspirado en los mejores deseos para bien de Cuba y de la Revolución que usted acaudilla.

Supe de un joven estudiante muerto que se encontraba en el cementerio, y hoy mismo dispuse que se agotaran los medios investigativos, a fin de determinar quién fue el autor y las circunstancias en que ocurriera el hecho, tal como lo realicé en días pasados, hasta poner a disposición de la autoridad judicial correspondiente a los presuntos responsables.

Finalmente, debo informarle que cursé un despacho al general interesando un avión para hacerle llegar su conceptuosa carta, y no se impaciente, que a lo mejor antes de la fecha fijada como límite máximo está usted en La Habana.

Cuando el general se marchó, le pedí que me dejara el helicóptero con el piloto por si a usted se le ocurría pasear el domingo por la tarde sobre Santiago (Aplausos).

Bueno, doctor, reciba usted el testimonio de mi mejor consideración y el ferviente deseo de un feliz Año Nuevo.

Firmado:  Coronel Rego Rubido

(Aplausos)

En este estado estaban las conversaciones cuando, tanto el coronel Rego, jefe de la Plaza de Santiago de Cuba, como yo, fuimos sorprendidos por el golpe de Estado de Columbia que se apartaba por completo de lo acordado.  Y lo primero que se hizo, lo más criminal que se hizo, fue dejar escapar a Batista, a Tabernilla y a los grandes culpables (Aplausos).  Los dejaron escapar con sus millones de pesos, los dejaron escapar con los 300 ó 400 millones de pesos que se han robado y ¡muy caro nos va a costar eso!  Porque ahora van a estar desde Santo Domingo y desde otros países haciendo propaganda contra la Revolución, fraguando todo el daño posible contra nuestra causa.  Y durante muchos años los vamos a tener ahí amenazando a nuestro pueblo, manteniéndolo en constante estado de alerta, porque van a pagar y a fraguar conspiraciones contra nosotros.  Y todo por la debilidad, por la irresponsabilidad y por la traición de los que promovieron el golpe contrarrevolucionario de la madrugada de hoy.

¿Qué hicimos nosotros?  Tan pronto supimos del golpe, nos enteramos por Radio Progreso; y a esa hora, adivinando yo lo que se estaba fraguando, ya estaba haciendo unas declaraciones, cuando me entero de que Batista se había ido para Santo Domingo.  Yo pensé:  ¿Será un rumor?, ¿será una bola?  Y mando a ratificar; cuando oigo la noticia de que, efectivamente, el señor Batista y su camarilla se habían escapado y, lo más bonito es que el general Cantillo decía que ese movimiento se había producido gracias a los patrióticos propósitos del general Batista, ¡los patrióticos propósitos del general Batista!, ¡que renunciaba para ahorrar derramamiento de sangre!  ¿Qué les parece?  (Gritos).

Hay algo más todavía.  Para tener una idea de la clase de golpe que se preparó, basta decir que a Pedraza lo había nombrado miembro de la Junta y se fue (Risas y gritos).  Yo creo que no hay que añadir nada más para ver la clase de intenciones que tenían los golpistas.  Y no nombraron al presidente Urrutia, que es el presidente proclamado por el Movimiento y por todas las organizaciones revolucionarias (Aplausos).  Llamaron a un señor que es el más viejo, nada menos, de todos los magistrados del Tribunal Supremo, que
son bastante viejos todos (Risas); y sobre todo un señor que ha sido presidente, hasta hoy, de un Tribunal Supremo de Justicia, donde no había justicia de ninguna clase.

¿Cuál iba a ser el resultado de todo esto?  Pues una revolución a medias, una componenda, una caricatura de revolución.  El señor Perico de los Palotes; lo mismo da que se llame de una manera o de otra.  Ese señor Piedra, que a estas horas si no ha renunciado que se prepare, que lo vamos a ir a hacer renunciar aLa Habana (Aplausos).  Creo que no dura las 24 horas.  Va a romper un récord (Risas y aplausos).

Designan a este señor, y muy bonito: Cantillo, héroe nacional, paladín de las libertades cubanas, amo y señor de Cuba, y el señor Piedra allí. Sencillamente habíamos derrocado a un dictador para implantar otro. En todos los órdenes, el movimiento de Columbia era un movimiento contrarrevolucionario, en todos los órdenes se apartaba del propósito del pueblo, en todos los órdenes era sospechoso; e inmediatamente el señor Piedra hizo un lla­mamiento, dijo que lo iba a hacer para llamar a los rebeldes y una comisión de paz.  Y nosotros tan tranquilos, dejábamos los fusiles y lo dejábamos todo, y nos íbamos allá a rendirles pleitesía al señor Piedra y al señor Cantillo.

Era evidente que tanto Cantillo como Piedra estaban en la luna.  Estaban en la luna porque creo que el pueblo de Cuba ha aprendido mucho, y los rebeldes hemos aprendido algo.

Esa era la situación esta mañana, que no es la situación de esta noche, porque ha cambiado mucho (Aplausos).  Ante este hecho, ante esta traición, dimos órdenes a todos los comandantes rebeldes de continuar las operaciones militares, y de continuar marchando sobre los objetivos; en consecuencia, inmediatamente dimos órdenes a todas las columnas destinadas a la operación de Santiago de Cuba a avanzar sobre la ciudad.

Yo quiero que ustedes sepan que nuestras fuerzas venían muy seriamente decididas a tomar Santiago de Cuba por asalto.  Ello hubiera sido muy lamentable, porque hubiese costado mucha sangre, y esta noche de hoy no sería una noche de alegría como esta, y de paz como esta, y de confraternidad como esta (Aplausos).

Debo confesar que si en Santiago de Cuba no se libró una batalla sangrienta se debe, en gran parte, a la patriótica actitud del coronel del Ejército JoséRego Rubido (Aplausos); a los comandantes de las fragatas Máximo Gómez y Maceo, al jefe del Distrito Naval de Santiago de Cuba (Aplausos), y al oficial que desempeñaba el cargo de la jefatura de policía (Aplausos).  Todos —y es justo que aquí lo reconozcamos y se lo agradezcamos— contribuyeron a evitar una sangrienta batalla y a convertir el movimiento contrarrevolucionario de esta mañana en el movimiento revolucionario de esta tarde.

A nosotros no nos quedaba otra alternativa que atacar porque no podíamos permitir la consolidación del golpe de Columbia y, por lo tanto, había que atacar sin espera.  Y cuando las tropas marchaban ya sobre sus objetivos, el coronel Rego hizo un viaje en el helicóptero para localizarme.  Los jefes de las fragatas hicieron contacto con nosotros y se pusieron, incondicionalmente, a las órdenes de la Revolución (Aplausos).

Contándose ya con el apoyo de las dos fragatas, que tienen un altísimo poder de fuego, con el apoyo del Distrito Naval y con el apoyo de la Policía, convoqué entonces a una reunión de todos los oficiales del Ejército de la Plaza de Santiago de Cuba, que son más de 100.  Les dije a esos militares, cuando los invité a reunirse conmigo, que yo no tenía la menor preocupación en hablarles, porque sabía que tenía la razón; porque sabía que comprenderían mis argumentos y que de esta reunión se llegaría a un acuerdo.

Y, efectivamente, en horas de la noche, en los primeros momentos de la noche, nos reunimos en El Escandel la casi totalidad de los oficiales del Ejército de Santiago de Cuba, muchos de ellos hombres jóvenes que se les ve ansiosos de luchar por el bien de su país.  Reuní a aquellos militares y les hablé de nuestro sentimiento revolucionario, les hablé de nuestro propósito con nuestra patria, les hablé de lo que queríamos para el país, de cuál había sido siempre nuestra conducta con los militares, de todo el daño que le había hecho la tiranía al Ejército y cómo no era justo que se considerase por igual a todos los militares; que los criminales solo eran una minoría insignificante, y que había muchos militares honorables en el Ejército, que yo sé que aborrecían el crimen, el abuso y la injusticia.

No era fácil para los militares desarrollar un tipo determinado de acción; era lógico, que cuando los cargos más elevados del Ejército estaban en manos de los Tabernilla, de los Pilar García, de los parientes y de los incondicionales de Batista, y existía un gran terror en el Ejército; a un oficial aisladamente no se le podía pedir responsabilidad.

Había dos clases de militares —y nosotros los conocemos bien—:  los militares como Sosa Blanco, Cañizares, Sánchez Mosquera, Chaviano (Gritos y abucheos), que se caracterizaron por el crimen y el asesinato a mansalva de infelices campesinos.  Pero hubo militares que fueron muy honrados en su campaña; hubo militares que jamás asesinaron a nadie, ni quemaron una casa, como fue el comandante Quevedo, que fue nuestro prisionero después de una heroica resistencia en la Batalla de Jigüe, y que hoy sigue siendo comandante del Ejército (Aplausos); el comandante Sierra, y otros muchos militares que jamás quemaron una casa.  A esos militares no los ascendían, a los que ascendían era a los criminales, porque Batista siempre se encargó de premiar el crimen. Tenemos el caso, por ejemplo, del coronel Rego Rubido, que no le debe sus grados a la dictadura, sino que ya era coronel cuando se produjo el 10 de Marzo (Aplausos).

El hecho cierto es que recabé el apoyo de la oficialidad del Ejército de Santiago de Cuba, y la oficialidad del Ejército de Santiago de Cuba le brindó su apoyo incondicional a la Revolución Cubana (Aplausos).  Reunidos los oficiales de la Marina, de la Policía y del Ejército, se acordó desaprobar el golpe amañado de Columbia y apoyar al Gobierno legal de la República, porque cuenta con la mayoría de nuestro pueblo, que es el doctor Manuel Urrutia Lleó (Aplausos); y apoyar a la Revolución Cubana.  Gracias a esa actitud se ahorró mucha sangre, gracias a esa actitud se ha gestado de verdad, en la tarde de hoy, un verdadero movimiento militar revolucionario.

Yo comprendo que en el pueblo hay muchas pasiones justificadas.  Yo comprendo las ansias de justicia que hay en nuestro pueblo, y se cumplirá porque habrá justicia (Aplausos).  Pero yo le quiero pedir a nuestro pueblo antes de nada, calma.  Estamos en instantes en que debemos con­­solidar el poder antes que nada.  ¡Lo primero ahora es consolidar el poder!  Después reuniremos una comisión de militares honorables y de oficiales del Ejército Rebelde para tomar todas las medidas que sean aconsejables, para exigir responsabilidad a aquellos que la tengan (Aplausos).  ¡Y nadie se opondrá!, porque al Ejército y a las Fuerzas Armadas son a los que más les interesa que la culpa de unos cuantos no la pague todo el cuerpo, y que no sea una vergüenza vestir el uniforme militar (Aplausos); que los culpables sean castigados para que los inocentes no tengan que cargar con el descrédito (Aplausos).  ¡Tengan confianza en nosotros!, es lo que le pedimos al pueblo, porque sabemos cumplir con nuestro deber (Aplausos).

En esas circunstancias se realizó en la tarde de hoy un verdadero movimiento revolucionario del pueblo, de los militares y de los rebeldes, en la ciudad de Santiago de Cuba (Aplausos).  Es indescriptible el entusiasmo de los militares, y en prueba de confianza les pedí a los oficiales que entraran conmigo en Santiago de Cuba, ¡y aquí están todos los oficiales del Ejército!  (Aplausos).  ¡Ahí están los tanques a disposición de la Revolución!  (Aplausos).  ¡Ahí está la artillería a disposición de la Revolución!  (Aplausos).  ¡Ahí están las fragatas a disposición de la Revolución!  (Gritos y aplausos).

Yo no voy a decir que la Revolución tiene el pueblo, eso ni se dice, eso lo sabe todo el mundo.  Yo decía que el pueblo, que antes tenía escopeticas, ya tiene artillería, tanques y fragatas; y tiene muchos técnicos capacitados del Ejército que nos van a ayudar a manejarlas, si fuese necesario (Aplausos).  ¡Ahora sí que el pueblo está armado!  Yo les aseguro que si cuando éramos 12 hombres solamente no perdimos la fe (Aplausos), ahora que tenemos ahí 12 tanques cómo vamos a perder la fe.

Quiero aclarar que en el día de hoy, esta noche, esta madrugada, porque es casi de día, tomará posesión de la presidencia de la República, el ilustre magistrado, doctor Manuel Urrutia Lleó (Aplausos).  ¿Cuenta o no cuenta con el apoyo del pueblo el doctor Urrutia?  (Aplausos y gritos).  Pero quiere decir, que el presidente de la República, el presidente legal, es el que cuenta con el pueblo, que es el doctor Manuel Urrutia Lleó.

¿Quién quiere al señor Piedra para presidente?  (Abucheos y gritos de:  “¡Nadie!”).  Si nadie quiere al señor Piedra para presidente, ¿cómo se nos va a imponer al señor Piedra para presidente?  (Abucheos).  Si esa es la orden del pueblo de Santiago de Cuba, que es el sentimiento del pueblo de Cuba entera, tan pronto concluya este acto marcharé con las tropas veteranas de la Sierra Maestra, los tanques y la artillería hacia la capital, para que se cumpla la voluntad del pueblo (Aplausos).

Aquí estamos, sencillamente, a las órdenes del pueblo.  Lo legal en este momento es el mandato del pueblo.  Al presidente lo elige el pueblo y no lo elige un conciliábulo en Columbia, a las 4:00 de la madrugada (Aplausos).  El pueblo ha elegido a su presidente y eso quiere decir que desde este instante quedará constituida la máxima autoridad legal de la República (Aplausos).  Ninguno de los cargos ni de los grados que se han concedido de acuerdo con la Junta Militar de la madrugada de hoy tienen validez alguna.  Todos los nombramientos de cargos dentro del Ejército son nulos —me refiero a todos los nombramientos que se han hecho esta mañana—; quien acepte un cargo designado por la Junta traicionera de esta mañana estará asumiendo una actitud contrarrevolucionaria, llámese como se llame (Aplausos), y, en consecuencia, quedará fuera de la ley.

Tengo la completa seguridad de que mañana todos los mandos militares de la República habrán aceptado las disposiciones del presidente de la República(Aplausos).  El presidente procederá de inmediato a designar a los jefes del Ejército, de la Marina y de la Policía (Aplausos) por los altos servicios que ha prestado en esta hora a la Revolución y por haber puesto sus miles de hombres a la disposición de la Revolución.  He recomendado para jefe del Ejército al coronel RegoRubido (Aplausos).  Igualmente se designará como jefe de la Marina a uno de los dos comandantes de la fragata que primero se sumaron a la Revolución(Aplausos), y le he recomendado al presidente de la República que designe para jefe nacional de la Policía al comandante Efigenio Ameijeiras, que ha perdido tres hermanos (Aplausos), que es uno de los expedicionarios del Granma y uno de los hombres más capacitados del ejército revolucionario (Aplausos). Ameijeiras está en operaciones en Guantánamo, pero mañana él llega aquí (Aplausos).

Yo solo pido tiempo para nosotros y para el poder civil de la República a fin de ir realizando las cosas a gusto del pueblo, pero poco a poco (Aplausos). Solo le pido una cosa al pueblo, y es que tenga calma.  (Del público le dicen:  “¡Oriente federal, Oriente capital!”).  ¡No!, ¡no!, la República unida siempre y por encima de todas las cosas (Aplausos).  Lo que hay que pedir es justicia para Oriente (Aplausos).  En todo, el tiempo es un factor importante.  La Revolución no se podrá hacer en dos días; ahora, tengan la seguridad de que la Revolución la hacemos.  Tengan la seguridad de que por primera vez de verdad la República será enteramente libre y el pueblo tendrá lo que merece (Aplausos).  El poder no ha sido fruto de la política, ha sido fruto del sacrificio de cientos y de miles de nuestros compañeros.  No hay otro compromiso que con el pueblo y con la nación cubana.  Llega al poder un hombre sin compromisos con nadie, sino con el pueblo exclusivamente (Aplausos).

El Che Guevara (Aplausos) recibió la orden de avanzar sobre la capital no provisional de la República, y el comandante Camilo Cienfuegos, jefe de la Columna 2 Antonio Maceo (Aplausos) ha recibido la orden de marchar sobre la gran Habana y asumir el mando del campamento militar de Columbia (Aplausos). Se cumplirán, sencillamente, las órdenes del presidente de la República y el mandato de la Revolución (Aplausos).

De los excesos que se hayan cometido en La Habana, no se nos culpe a nosotros.  Nosotros no estábamos en La Habana.  De los desórdenes ocurridos enLa Habana, cúlpese al general Cantillo y a los golpistas de la madrugada, que creyeron que iban a dominar la situación allí (Aplausos).  En Santiago de Cuba, donde se ha hecho una verdadera Revolución, ha habido orden completo.  En Santiago de Cuba se han unido el pueblo, los militares y los revolucionarios, y eso es indestructible (Aplausos).

La jefatura del Gobierno, la jefatura del Ejército y la jefatura de la Marina estarán en Santiago de Cuba, y sus órdenes serán de obligatorio cumplimiento a todos los mandos de la República.

Esperamos que todos los militares honorables acaten estas disposiciones, porque el militar, antes que nada, está al servicio de la ley y de la autoridad —no de la autoridad constituida, porque muchas veces está una autoridad mal constituida—, la autoridad legítimamente constituida (Aplausos).

Ningún militar honorable tiene nada que temer de la Revolución.  Aquí en esta lucha no hay vencidos, porque solo el pueblo ha sido el vencedor (Aplausos).  Ha habido caídos de un lado y de otro, pero todos nos hemos unido para darle el apoyo a la Revolución.  Nos hemos dado el abrazo fraternal los militares buenos y los revolucionarios (Aplausos).

No habrá ya más sangre.  Espero que ningún núcleo haga resistencia, porque aparte de ser una resistencia inútil y una resistencia que sería aplastada en pocos instantes, sería una resistencia contra la ley y contra la República y contra el sentimiento de la nación cubana (Aplausos).

Ha habido que organizar este movimiento de hoy para que no ocurra otra guerra dentro de seis meses.  ¿Qué pasó cuando el machadato?  Pues que también un general de Machado dio un golpe y quitó a Machado, y puso a un presidente que duró 15 días; y vinieron los sargentos y dijeron que aquellos oficiales eran responsables de la dictadura de Machado, y que ellos no los respetaban.  Creció la efervescencia revolucionaria y expulsaron a los oficiales.  Ahora no podrá ocurrir así; ahora estos oficiales tienen el respaldo del pueblo, y tienen el respaldo de la tropa, y tienen el prestigio que les da el haberse sumado a un verdadero movimiento revolucionario (Aplausos).

Estos militares serán respetados y considerados por el pueblo y no habrá que emplear la fuerza, ni habrá que andar con fusiles por la calle, ni metiéndole miedo a nadie porque el verdadero orden, el verdadero orden es el que se basa en la libertad, en el respeto y en la justicia, y no en la fuerza.  Desde ahora en adelante el pueblo será enteramente libre y el pueblo sabe comportarse debidamente, como lo ha demostrado hoy (Aplausos).

La paz que nuestra patria necesita se ha logrado. Santiago de Cuba ha pasado a la libertad sin que hubiera que derramar sangre.  Por eso hay tanta alegría, y por eso es que los militares que en el día de hoy desoyeron y desaprobaron el golpe de Columbia para sumarse incondicionalmente a la Revolución merecen nuestro reconocimiento, nuestra gratitud y nuestro respeto (Aplausos).  Los institutos armados de la República serán en el futuro modelos de instituciones, por su capacidad, por su educación y por su identificación con la causa del pueblo.  Porque los fusiles, de ahora en adelante, solo estarán siempre al servicio del pueblo (Aplausos).

No habrá más golpes de Estado, no habrá más guerra, porque por eso nos hemos preocupado, de que no ocurra ahora como cuando Machado.  Estos señores, para hacer más parecido el caso de la madrugada de hoy con el caso de la caída de Machado, aquella vez pusieron a un Carlos Manuel, y ahora pusieron a otro Carlos Manuel (Abucheos).

Lo que no habrá esta vez es un Batista (Aplausos), porque no habrá necesidad de un 4 de septiembre, que destruyó la disciplina en las Fuerzas Armadas, porque lo que ocurrió con Batista fue que instauró aquí la indisciplina en el Ejército, porque su política consistía en halagar a los soldados para mantener disminuida la autoridad de los oficiales.  Los oficiales tendrán autoridad, habrá disciplina en el Ejército.  Habrá un Código Penal Militar, donde los delitos contra los derechos humanos y contra la honradez y la moral que debe tener todo militar, serán castigados debidamente (Aplausos).

No habrá privilegios para nadie.  El militar que tenga capacidad y tenga méritos será el que ascienda, y no el pariente, el amigo, como ha existido hasta hoy, que no se han respetado los escalafones.

Para los militares se acabará, como se acabará para los trabajadores, toda esa explotación de contribuciones obligatorias, que en los obreros es la cuota sindical y en los militares es el peso para la primera dama, y los dos pesos para esto, y los dos pesos para lo otro, y les acaban con el sueldo (Aplausos).

Naturalmente, que el pueblo todo lo debe esperar de nosotros, y lo va a recibir.  Pero he hablado de los militares para que ellos sepan que también todo lo van a recibir de la Revolución, todas las mejoras que jamás han tenido, porque cuando no se robe el dinero de los presupuestos estarán mucho mejor los militares de lo que están hoy.  Y el soldado no ejercerá funciones de policía, el soldado estará en su entrenamiento, en su cuartel; no tendrá que estar ejerciendo funciones de policía.

Nosotros (Gritos de: “¡Microonda!”) de microonda nada (Aplausos), aunque sí quiero aclarar que en este momento los rebeldes andamos con microondas porque las necesitamos (Aplausos), pero las microondas ahora no las tendrán los esbirros, ni nada de eso; nada de asesinos, ni nada de frenazos delante de las casas y la tocadera a medianoche (Gritos y aplausos).

Yo tengo la seguridad de que tan pronto tome posesión y asuma el mando el presidente de la República, decretará el restablecimiento de las garantías y la absoluta libertad de prensa y todos los derechos individuales en el país (Aplausos); y todos los derechos sindicales, y todos los derechos y todas las demandas de nuestros campesinos y de nuestro pueblo en general.

No nos olvidaremos de nuestros campesinos de la Sierra Maestra y de los de Santiago de Cuba (Aplausos).  No nos iremos a vivir a La Habana olvidados de todos; donde yo quiero vivir es en la Sierra Maestra (Aplausos).  Por lo menos, en la parte que me corresponda, por un sentimiento muy profundo de gratitud, no olvidaré a aquellos campesinos; y tan pronto tenga un momento libre voy a ver dónde vamos a hacer la primera Ciudad Escolar, con cabida para 20 000 niños (Aplausos).  Y lo vamos a hacer con la ayuda del pueblo.  Los rebeldes van a trabajar allí.  Le vamos a pedir a cada ciudadano un saco de cemento y una cabilla (Aplausos y gritos de: “¡Sí, sí!”).  Y yo sé que obtendremos la ayuda de nuestra ciudadanía (Aplausos).

No olvidaremos a ninguno de los sectores de nuestro pueblo (del público le dicen:  “¡Viva Crescencio Pérez!”).  ¡Que viva Crescencio Pérez que perdió a un hijo en los días postreros de la guerra!

La economía del país se restablecerá inmediatamente.  Este año nosotros seremos los que cuidaremos la caña, para que no se queme.  Porque este año los impuestos del azúcar no servirán para comprar armas homicidas y bombas y aviones para bombardear al pueblo (Aplausos).

Cuidaremos las comunicaciones y ya, desde Jiguaní hasta Palma Soriano, la línea telefónica está restablecida y la vía férrea será restablecida (Aplausos). Y habrá zafra en todo el país y habrá buenos salarios, porque yo sé que ese es el propósito del presidente de la República.  Y habrá buenos precios porque, precisamente, el miedo a que no hubiera zafra ha levantado los precios del mercado mundial; y los campesinos podrán sacar su café (Aplausos); y los ganaderos todavía podrán vender sus reses gordas en La Habana, porque afortunadamente el triunfo ha llegado a tiempo, para que no haya ruina de ninguna clase.

No es a mí a quien le corresponde hablar de estas cosas.  Ustedes saben que somos hombres de palabra y que lo que prometemos lo cumplimos.  Y queremos prometer menos de lo que vamos a cumplir, no más, sino menos de lo que vamos a cumplir, y hacer más de lo que ofrezcamos al pueblo de Cuba (Aplausos).

No creemos que todos los problemas se vayan a resolver fácilmente, sabemos que el camino está preñado de obstáculos, pero nosotros somos hombres de fe, que nos enfrentamos siempre a las grandes dificultades (Aplausos).

Podrá estar seguro el pueblo de una cosa, y es que podemos equivocarnos una y muchas veces, lo único que no podrá decir jamás de nosotros es que robamos, que traicionamos, que hicimos negocios sucios, que usamos el favoritismo, que usamos los privilegios (Aplausos).  Y yo sé que el pueblo los errores los perdona, y lo que no perdona son las sinvergüencerías, y los que hemos tenido son sinvergüenzas (Aplausos).

Al asumir como presidente el magistrado, doctor Manuel Urrutia Lleó, a partir de ese instante, cuando jure ante el pueblo la presidencia de la República, él será la máxima autoridad de nuestro país (Aplausos).  Nadie piense que yo pretenda ejercer facultades aquí por encima de la autoridad del presidente de la República, yo seré el primer acatador de las órdenes del poder civil de la República, y el primero en dar el ejemplo (Aplausos).  Cumpliremos sencillamente sus órdenes, y, dentro de las atribuciones que nos conceda, trataremos de hacer lo más posible por nuestro pueblo, sin ambiciones, porque afortunadamente estamos inmunes a las ambiciones y a las vanidades.  ¡Qué mayor gloria que el cariño de nuestro pueblo!  ¡Qué mayor premio que esos millares de brazos que se agitan llenos de esperanza, de fe y de cariño hacia nosotros!  (Aplausos).

Nunca nos dejaremos arrastrar por la vanidad ni por la ambición, porque como dijo nuestro Apóstol:  “Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”, y no hay satisfacción ni premio más grande que cumplir con el deber como lo hemos estado haciendo hasta hoy, y como lo haremos siempre.  Y en esto no hablo en mi nombre, hablo en nombre de los miles y miles de combatientes que han hecho posible la victoria del pueblo (Aplausos).

Hablo del profundo sentimiento de respeto y de devoción hacia nuestros muertos, que no serán olvidados.  Los caídos tendrán en nosotros los más fieles compañeros.  Esta vez no se podrá decir, como otras, que se ha traicionado la memoria de los muertos, porque los muertos seguirán mandando.  Físicamente no están aquí Frank País, Josué País, Pepito Tey ni tantos otros, pero están moralmente, están espiritualmente; y solo la satisfacción de saber que el sacrificio no ha sido vano, compensa el inmenso vacío que dejaron en el camino (Aplausos).  Sus tumbas seguirán teniendo flores frescas.  Sus hijos no serán olvidados, porque los familiares de los caídos serán ayudados (Aplausos).

Los rebeldes no cobraremos sueldo por los años que hemos estado luchando.  Y nos sentimos orgullosos de no cobrar sueldos por los servicios que le hemos prestado a la Revolución; en cambio, es posible que sigamos cumpliendo nuestras obligaciones sin cobrar sueldos, porque si no hay dinero, ¡no importa!, lo que hay es voluntad, y hacemos lo que sea necesario (Aplausos).

Pero también quiero aquí repetir lo que dije en La historia me absolverá, y es que también velaremos porque no les falten el sustento, ni la asistencia, ni la educación a los hijos de los militares que han caído luchando contra nosotros, porque ellos no tienen culpa de los horrores de la tiranía (Aplausos). Y seremos generosos con todos porque, repito, que aquí no ha habido vencidos sino vencedores. Serán castigados solo los criminales de guerra, porque ese es un deber ineludible con la justicia (Aplausos).  Y ese deber puede tener la seguridad el pueblo de que lo cumpliremos. Y cuando haya justicia, no habrá venganza. Para que el día de mañana no haya atentados contra nadie tiene que haber justicia hoy.  Como habrá justicia no habrá venganza ni habrá odio. El odio lo desterraremos dela República, como una sombra maldita que nos dejó la ambición y la opresión (Aplausos).

Triste es que se hayan escapado los grandes culpables.  No faltan miles de hombres que quieran perseguirlos, pero nosotros tenemos que respetar las leyes de otros países.  A nosotros nos sería fácil porque voluntarios tenemos de sobra para ir a perseguir a esos delincuentes, y hombres que estén dispuestos a jugarse la vida.  Pero no queremos aparecer como un pueblo que viole las leyes de los demás pueblos; las respetaremos mientras se respeten las nuestras. Pero sí advierto que si en Santo Domingo se ponen a conspirar contra la Revolución (Gritos de: “¡Trujillo!”).  Sí, Trujillo.  Yo había pensado, en alguna ocasión, que Trujillo nos había hecho daño vendiéndole armas a Batista, y el daño que le hizo no fue porque vendiera armas, sino porque vendiera armas tan malas que cuando cayeron en nuestras manos no servían para nada (Risas y aplausos). Sin embargo, vendió bombas, y con las bombas fueron asesinados muchos campesinos.  No dan ni deseos de devolverle las carabinas porque no sirven, sino de devolverle algo mejor.

Es lógico, en primer término, que los perseguidos políticos de Santo Domingo tendrán aquí su mejor casa y su mejor asilo.  Y los perseguidos políticos de todas las dictaduras tendrán aquí su mejor casa y la mayor comprensión, porque nosotros hemos sido perseguidos políticos.

Si Santo Domingo se convierte en arsenal de la contrarrevolución, si Santo Domingo se convierte en base de conspiraciones contra la Revolución Cubana, si esos señores se dedican desde allá a hacer conspiraciones, más vale que se vayan pronto de Santo Domingo, porque allí no van a estar tampoco muy seguros (Aplausos).  Y no seremos nosotros, que nosotros no tenemos que meternos en los problemas de Santo Domingo, es que los dominicanos han aprendido el ejemplo de Cuba, y las cosas se van a poner por allí muy serias (Aplausos).  Los dominicanos han aprendido que es posible pelear contra la tiranía y derrotarla, y ese ejemplo es lo que más temían preci­samente los dictadores, el ejemplo alentador para América que acaba de producirse en nuestra patria (Aplausos).

Vela por el curso y el destino de esta Revolución la América entera. Toda ella tiene sus ojos puestos en nosotros.  Toda ella nos acompaña con sus mejores deseos de triunfo.  Toda ella nos respaldará en nuestros momentos difíciles.  Esta alegría de hoy no solo es en Cuba, sino en América entera. Como nosotros nos hemos alegrado cuando ha caído un dictador en la América Latina, ellos también se alegran hoy por los cubanos.

Debo concluir, aunque sea enorme el cúmulo de sentimientos y de ideas que con el desorden, el bullicio y la emoción de hoy acuden a nuestra mente. Decía —y quedó sin concluir aquella idea— que habría justicia, y que era lamentable que hubiesen escapado los grandes culpables, por culpa de quienes ya sabemos, porque el pueblo sabe quién tiene la culpa de que se hayan escapado; y que vinieran a dejar aquí, no voy a decir a los más infelices, pero sí a los más torpes, a los que no tenían dinero, a los hombres de fila que obedecieron las órdenes de los grandes culpables.  Dejaron escapar a los grandes culpables para que el pueblo saciase su ira y su indignación con los que tienen menos responsabilidad. Aunque está bien que se les castigue ejemplarmente, para que aprendan.

Siempre pasa lo mismo, el pueblo les advierte que los grandes se van y ellos se quedan, y sin embargo, siempre pasa lo mismo, los grandes se van y ellos se quedan, pues que se castiguen también (Aplausos).  Si los grandes se van tendrán también su castigo.  Duro, muy duro es tener que vivir alejado de la patria por toda la vida, porque, cuando menos, serán condenados al ostracismo por toda la vida los criminales y los ladrones que han huido precipitadamente.

¡Quién viera por un agujero —como dice el pueblo— al señor Batista en estos momentos!  ¡Al guapo, al hombre soberbio que no pronunciaba un solo discurso si no era para llamar cobardes, y miserables y bandidos a todos los demás!  Aquí ni siquiera se ha llamado bandido a nadie, aquí no reina ni se respira el odio, la soberbia ni el desprecio, como en aquellos discursos de la dictadura. Aquel hombre que dice que cuando entró en Columbia llevaba una bala en la pistola (Gritos), se marchó en horas de la madrugada en un avión, con una bala en la pistola (Gritos).  Quedó demostrado que los dictadores no son tan temibles ni tan suicidas, y que cuando llega la hora en que están perdidos huyen cobardemente. Lo lamentable realmente es que haya escapado cuando pudiera haber sido hecho prisionero, y si hacemos prisionero a Batista le hubiéramos quitado los 200 millones de pesos que se robó (Aplausos).  ¡Reclamaremos el dinero téngalo donde lo tenga!  (Aplausos) porque no son delincuentes políticos, sino delincuentes comunes.  Y vamos a ver los que aparezcan en las embajadas, si es que el señor Cantillo no les ha dado ya salvoconducto. Vamos a distinguir entre los delincuentes políticos y los delincuentes comunes.  Asilo para los delincuentes políticos, nada para los delincuentes comunes. Tienen que ir ante los tribunales y demostrar que son delincuentes políticos, y si se demuestra que son delincuentes comunes, que los entreguen a las autoridades (Gritos de: “¡Mujal, Mujal!”). Y Mujal, a pesar de lo grande y lo gordo que es, no se sabe dónde está en este momento (Gritos).  Nadie tiene noticias.  ¡Cómo han huido! ¡Yo no me explico cómo ustedes se acuerdan todavía de esos infelices!  (Risas).  Por fin el pueblo se libró de toda esa canalla.

Ahora hablará el que quiera, bien o mal, pero hablará el que quiera.  No es como ocurría aquí, que hablaban ellos solos y hablaban mal (Gritos).  Habrá libertad absoluta porque para eso se ha hecho la Revolución; libertad incluso para nuestros enemigos; libertad para que nos critiquen y nos ataquen a nosotros; que siempre será un placer saber que nos combaten con la libertad que hemos ayudado a conquistar para todos (Aplausos). Nunca nos ofen­deremos, siempre nos defenderemos y seguiremos solo una norma:  la norma del respeto al derecho y a los pensamientos de los demás.

Esos nombres que se han mencionado aquí, esa gente, Dios sabe en qué embajada, en qué playa, en qué barco, adónde han ido a parar.  Bástenos saber que nos hemos librado de ellos, y que si tienen alguna casita, alguna finquita, o alguna vaquita por ahí; la tendremos sen­cillamente que confiscar.

Porque debo advertir que los funcionarios de la tiranía, los representantes, los senadores, los alcaldes, los que no han robado particularmente, pero que han cobrado los sueldos, tendrán que devolver hasta el último centavo de lo que han cobrado en estos cuatro años, porque han cobrado ilegalmente y tendrán que devolverle a la República el dinero que han cobrado todos esos senadores, y todos esos representantes; y si no lo devuelven, les confiscaremos las propiedades que tengan.

Esto, aparte de lo que se hayan robado, porque el que haya robado, a ese no le quedará nada del producto del robo, porque esa es la primera ley de la Revolución.  No es justo que se mande a prisión a un hombre que se robó una gallina, o un guanajo, y que los que se roban millones de pesos estén encantados de la vida por ahí.  ¡Que se anden con cuidado!  (Aplausos).  Y que anden con cuidado los ladrones de hoy y de ayer.  Que anden con cuidado porque la ley revolucionaria puede caer sobre los hombros de todos los culpables de todos los tiempos, porque la Revolución llega al triunfo sin compromisos con nadie en absoluto, sino con el pueblo, que es al único al que debe su victoria (Aplausos).

Voy a terminar (Gritos de: “¡No!”).  Voy a terminar por hoy (Gritos de:  “¡No!”).  Bueno, recuerden que tengo que marchar inmediatamente, es mi obligación, y ustedes llevan muchas horas parados (Gritos de: “¡No, no!”).

Veo tantas banderas blancas, rojas y negras en los vestidos de nuestras compañeras, que realmente se nos hace duro abandonar esta tribuna, donde hemos experimentado, todos los que estamos aquí presentes, la más grande emoción de nuestras vidas (Gritos y aplausos).

No podemos menos que recordar a Santiago de Cuba con entrañable cariño.  Las veces que nos reunimos aquí, un mitin allá en la Alameda, un mitin acá en una avenida (Gritos de: “¡Trocha!”).  En Trocha, donde dije un día que si nos arrebataban los derechos por la fuerza cambiaríamos las escobas por los fusiles, y culparon a Luis Orlando de aquellas declaraciones, yo me callé la boca.  En el periódico salió que era Luis Orlando el que las había hecho, y era yo el que las había hecho; pero no estaba muy seguro de si estaban bien hechas, porque en aquella época no había… (Risas).  Y resultó que tuvimos que cambiarlo todo: los estudiantes, sus libros y sus lápices por los fusiles; los campesinos, sus aperos de labranza por el fusil, y todos tuvimos que cambiarlo todo por el fusil. Afortunadamente, la tarea de los fusiles ha cesado.  Los fusiles se guardarán donde estén al alcance de los hombres que tendrán el deber de defender nuestra soberanía y nuestros derechos.

Pero, cuando nuestro pueblo se vea amenazado, no pelearán solo los 30 000 ó 40 000 miembros de las Fuerzas Armadas, sino pelearán los 300 000, 400 000 ó 500 000 cubanos, hombres y mujeres que aquí pueden coger las armas (Gritos y aplausos).  Habrá armas necesarias para que aquí se arme todo el que quiera combatir cuando llegue la hora de defender nuestra independencia (Aplausos). Porque está demostrado que no solo pelean los hombres, sino pelean las mujeres también en Cuba (Aplausos), y la mejor prueba es el pelotón Mariana Grajales, que tanto se distinguió en numerosos combates (Aplausos). Y las mujeres son tan excelentes soldados como nuestros mejores soldados hombres (Aplausos).

Yo quería demostrar que las mujeres podían ser buenos soldados. Al principio la idea me costó mucho trabajo, porque existían muchos prejuicios.  Había hombres que decían que cómo mientras hubiera un hombre con una escopeta se le iba a dar un fusil a una mujer.  ¿Y por qué no?

Yo quería demostrar que las mujeres podían ser tan buenos soldados, y que existían muchos prejuicios con relación a la mujer, y que la mujer es un sector de nuestro país que necesita también ser redimido, porque es víctima de la discriminación en el trabajo y en otros muchos aspectos de la vida (Aplausos).

Organizamos las unidades de mujeres, que demostraron que las mujeres pueden pelear.  Y cuando en un pueblo pelean los hombres y pueden pelear las mujeres, ese pueblo es invencible.

Mantendremos organizadas las milicias o la reserva de combatientes femeninas, y las mantendremos entrenadas, todos los voluntarios. Y estas jóvenes que hoy veo con los vestidos negro y rojo, del 26 de Julio, yo aspiro a que aprendan también a manejar las armas (Aplausos).

Y esta Revolución, compatriotas, que se ha hecho con tanto sacrificio, ¡nuestra Revolución!, ¡la Revolución del pueblo es ya hermosa e indestructible realidad!  ¡Cuánto motivo de fundado orgullo!  ¡Cuánto motivo de sincera alegría y esperanza para todo nuestro pueblo!  Yo sé que no es aquí solo en Santiago de Cuba, es desde la punta de Maisí hasta el cabo de San Antonio.

Ardo en esperanzas de ver al pueblo a lo largo de nuestro recorrido hacia la capital, porque sé que es la misma esperanza, la misma fe de un pueblo entero que se ha levantado, que soportó paciente todos los sacrificios, que no le importó el hambre; que cuando dimos permiso tres días para que se restablecieran las comunicaciones, para que no pasara hambre, todo el mundo protestó (Aplausos). Es verdad, porque lo que querían era lograr la victoria costara lo que costara. Y este pueblo bien merece todo un destino mejor, bien merece alcanzar la felicidad que no ha logrado en sus 50 años de República; bien merece convertirse en uno de los primeros pueblos del mundo, por su inteligencia, por su valor, por su espíritu (Aplausos).

Nadie puede pensar que hablo demagógicamente, nadie puede pensar que quiero halagar al pueblo.  He demostrado suficientemente mi fe en el pueblo, porque cuando vine con 82 hombres a las playas de Cuba, y la gente decía que nosotros estábamos locos y nos preguntaban que por qué pensábamos ganar la guerra, yo dije: “porque tenemos al pueblo” (Aplausos).

Y cuando fuimos derrotados la primera vez, y quedamos un puñado de hombres, y persistimos en la lucha, sabíamos que esta sería una realidad, porque creíamos en el pueblo.  Cuando nos dispersaron cinco veces en el término de 45 días, y nos volvimos a reunir y reanudar la lucha, era porque teníamos fe en el pueblo; y hoy es la más palpable demostración de que aquella fe era fundamentada (Aplausos).

Tengo la satisfacción de haber creído profundamente en el pueblo de Cuba y de haberles inculcado esa fe a mis compañeros. Esa fe, que más que una fe es una seguridad completa en todos nuestros hombres. Y esa misma fe que nosotros tenemos en ustedes es la fe que nosotros queremos que ustedes tengan en nosotros siempre (Aplausos).

La República no fue libre en el 95 y el sueño de los mambises se frustró a última hora.  La Revolución no se realizó en el 33 y fue frustrada por los enemigos de ella.  Esta vez la Revolución tiene al pueblo entero, tiene a todos los revolucionarios, tiene a los militares honorables.  ¡Es tan grande y tan incontenible su fuerza, que esta vez el triunfo está asegurado!

Podemos decir con júbilo que en los cuatro siglos de fundada nuestra nación, por primera vez seremos enteramente libres (Aplausos), y la obra de los mambises se cumplirá (Aplausos).

Hace breves días, el 24 de diciembre, me fue imposible resistir la tentación de ir a visitar a mi madre, la que no veía desde hacía varios años.  Cuando regresaba por el camino que cruza a través de los Mangos de Baraguá, en horas de la noche, un sentimiento de profunda devoción a los que viajábamos en aquel vehículo, nos hizo detener allí, en aquel lugar donde se levanta el monumento que conmemora la Protesta de Baraguá y el inicio de la Invasión.  En aquella hora, la presencia en aquellos sitios, el pensamiento de aquellas proezas de nuestras guerras de independencia, la idea de que aquellos hombres hubiesen luchado durante 30 años para no ver logrados sus sueños, para que la República se frustrara, y el presentimiento de que muy pronto la Revolución que ellos soñaron, la patria que ellos soñaron sería realidad, nos hizo experimentar una de las sensaciones más emocionantes que puedan concebirse.

Veía revivir aquellos hombres con sus sacrificios, con aquellos sacrificios que nosotros hemos conocido también de cerca. Pensaba en sus sueños y sus ilusiones, que eran los sueños y las ilusiones nuestras, y pensé que esta generación cubana ha de rendir, y ha rendido ya, el más fervoroso tributo de reconocimiento y de lealtad a los héroes de nuestra independencia.

Los hombres que cayeron en nuestras tres guerras de independencia juntan hoy su esfuerzo con los hombres que han caído en esta guerra; y a todos nuestros muertos en las luchas por la libertad podemos decirles que por fin ha llegado la hora en que sus sueños se cumplan.

Ha llegado la hora de que al fin ustedes, nuestro pueblo, nuestro pueblo bueno y noble, nuestro pueblo que es todo entusiasmo y fe; nuestro pueblo que quiere de gratis, que confía de gratis, que premia a los hombres con cariño más allá de todo merecimiento, tendrá lo que necesita (Aplausos). Y solo aquí me resta decirles, con modestia, con sinceridad, con profunda emoción, que aquí en nosotros, en sus combatientes revolucionarios, tendrán siempre servidores leales, que solo tendrán por divisa servirles (Aplausos).

Hoy, al tomar posesión de la presidencia de la República el doctor Manuel Urrutia Lleó, el magistrado que dijo que la Revolución era justa (Aplausos), pongo en sus manos las facultades legales que he estado ejerciendo como máxima autoridad dentro del territorio liberado, que ya es hoy toda la patria; asumiré, sencillamente, las funciones que él me asigne.  En sus manos queda toda la autoridad de la República (Aplausos).

Nuestras armas se inclinan respetuosas ante el poder civil en la República civilista de Cuba (Aplausos). No tengo que decirle que esperamos que cumpla con su deber, porque sencillamente estamos seguros de que sabrá cumplirlo. Al presidente provisional de la República de Cuba cedo mi autoridad; y le cedo en el uso de la palabra al pueblo.  Muchas gracias.

(Ovación)

20 años del movimiento zapatista

Generaciones armadas: 20 fotos representativas de los 20 años del movimiento zapatista

Por Daniel Hernández

Hoy se marcan 20 años desde que un ejército desconocido emergió de la selva de Los Altos de Chiapas y le declaró la guerra al gobierno. Fue un día histórico. A todos nos afectó. A principios de 1994, yo era un morro de 13 años en la secundaria en el sur de California. Sabía que algo grande estaba sucediendo en el país de mis padres. Empecé a prestar atención.

Ese mismo día, el Tratado de Libre Comercio entró en vigor entre Estados Unidos, Canadá y México. El TLC —o NAFTA, en inglés— emitiría una economía globalizada, alzando a México a la liga de países desarrollados. Más y mejores bienes baratos nos llegarían de EU. Se supone que todos debíamos de estar emocionados con lo que venía.

Pero el grupo armado que tomó partes de Chiapas ese Año Nuevo, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, tenía otro punto de vista.

Ellos le declararon la guerra a un ejército decenas de veces más grande que el de ellos porque la gente indígena y pobre de México ya estaba harta. En el régimen autocrático liderado por los “dinosaurios”, la explotación, desigualdad y negligencia eran lo común, la vida normal. Nada cambiaba. Protestas pacifistas ya no eran una opción para el ejército que se hacía llamar zapatista, un gesto de homenaje —y un reclamo de linaje— al gran líder insurgente de la Revolución Mexicana.

Los nuevos zapatistas sospechaban, y con todo razón, que el TLC haría nada para mejorar su situación, e incluso los empeoraría. La guerrilla EZLN procuró abrirle los ojos a México.

Fue el primer levantamiento armado en México desde la Guerra Sucia contra las guerrillas en los setentas. También fue considerado el primer levantamiento en armas apoyado y fomentado por la tecnología moderna y el internet, aunque sus primeros comunicados fueron enviados por fax. Las tropas de la guerrilla incluían a hombres y mujeres, la mayoría de ellos mayas hablantes de lenguas indígenas. Se apoyaron en un carismático vocero conocido como Subcomandante Marcos para difundir al mundo su mensaje. En poco tiempo, la pipa de Marcos, su metralleta y pasamontañas, se convirtieron en imágenes icónicas.

La rebelión del EZLN duró 12 días. Murieron más de cien personas, aunque ese numero aún se disputa. Hubo un fin a la guerra y se iniciaron unos diálogos de paz, aunque esos nunca han lograron su finalidad. La violencia política y las desapariciones en Chiapas aún ocurren en la actualidad.

Ese 1º de enero de 1994, no se sabía el resultado del levantamiento zapatista. Pero todos sabían que México no sería el mismo.

Marco Antonio Cruz, uno de los fotoperiodistas más respetados de México, en ese tiempo fue director de una agencia de fotografía llamada Imagen Latina. En la mañana después de que emergió el EZLN, Cruz y un pequeño grupo de periodistas de la Ciudad de México se juntaron en el aeropuerto y convencieron a una aerolínea que los llevara a Tuxtla Gutiérrez, ya que todas las rutas a la capital estatal de Chiapas habían sido congeladas. Él cubrió los inicios y sangrientos días del conflicto del EZLN.

Hoy Cruz es el editor de fotografía en la revista Proceso. Este semanario publicó algunos de los momentos más memorables del movimiento zapatista. Visité a Cruz en su oficina en las instalaciones de Proceso para recordar la batalla del EZLN a través del lente de los fotoperiodistas que lo documentaron.

“Para muchos fotógrafos Chiapas es un estado de la injusticia, la negligencia, y ha sido histórica. Mucho de lo que sucedió después del triunfo de la revolución mexicano no llegó a Chiapas. Han sido siglos y siglos de esclavitud y opresión”, me dijo Cruz.

“El fotógrafo Antonio Turok tenía 15 o 20 años viviendo ahí, y mis primeros viajes fueron en los ochentas cuando los refugiados guatemaltecos arribaron. También hice un proyecto sobre la ceguera en México, así que fui a comunidades en Chiapas donde la gente está afectada por la ceguera. Conocí la situación. Es un lugar donde la gente muere de enfermedades curables. Algo así [el levantamiento] tenía que suceder”.

En su oficina, el fotógrafo recordó el miedo que sintió por primera vez al ver a zapatistas muertos después de los enfrentamiento con el ejército mexicano, y cuando sintió, al igual que muchos de nosotros, la emoción de ver la entrada de la caravana de los zapatistas ante miles de simpatizantes al corazón de la nación, el Zócalo.

Cruz relató a VICE la historia de 20 años del Ejército Zapatista de Liberación Nacional con veinte fotografías de su archivo.


Por Antonio Turok.

“Este es Antonio Turok, él colaboraba con Imagen Latina y vivía en San Cristóbal de las Casas. La madrugada del 1º de enero, él se encontró con los zapatistas y la toma de un municipio de San Cristóbal de las Casas. Tomaron los principales municipios de la ciudad y de la selva, y la más importante de todos era San Cristóbal. Esta foto ya es un ícono. Es parte de la historia de este país, la entrada de los zapatistas”.


Por Antonio Turok.

“Esto es dentro del palacio municipal de San Cristóbal, ellos son zapatistas, en ese tiempo ellos no usaban pasamontañas ni se cubrían las caras. Y dice: ‘No hay guerrilla, dice Godínez Bravo’… Godínez Bravo era el encargado de la zona militar de Chiapas. Meses antes de la erupción del zapatismo, encontraron un campamento de guerrilleros en la selva, cerca de Ocosingo. Pero sólo encontraron el campamento, nunca a un guerrillero. Es por eso que Godínez Bravo dijo eso, y claro, sí había una guerrilla. Esta foto también es del 1º de enero.”


Por Marco Antonio Cruz.

“Después de la toma San Cristóbal, los zapatistas se fueron a combatir a la zona militar Rancho Nuevo, la base más cercana a San Cristóbal de las Casas. Yo estuve ahí, esta foto es mía. Son zapatistas muertos en enfrentamientos. Y también hubo emboscadas contra zapatistas. Cuando tomé esta foto, hubieron más o menos 20 muertos. Estaban uniformados, habían sido asesinados 20 minutos antes de que yo llegara. Escuché la balacera. Fue horrible.”


Por Marco Antonio Cruz.

“Misma escena. Esas fotos de verdad las tomé temblando. Me tuve que calmar para tomarlas. La muerte nunca ha sido un tema sencillo para nadie, sobre todo que recién acaba de suceder. Parte de la cabeza de este hombre ya no la tenía porque, lo remataron. Los cuerpos quedaron expuestos por 15 días. Fue una medida para darle miedo a la gente. Hacía tanto frío, entonces no hubo una descomposición rápida. El frío era impresionante.”


Por Marco Antonio Cruz.

“Esta es la carretera de San Cristóbal a Ocosingo, tomada por los zapatistas. Nos cerraron el paso, revisaron nuestras cosas, nos identificábamos y nos dejaban ir. Esto es en un retén.”

“Nadie nos protegía [como fotógrafos]. Yo creo ahora que la situación está peor, con la guerra contra el narco. Antes tenías una cierta protección como prensa. Ahora, si haces eso, puedes estar condenado a muerte.”


Por Marco Antonio Cruz.

«Estos son los combates de Rancho Nuevo. Este helicóptero bajó a auxiliar a soldados, y llevarse gente herida. Yo los vi disparando, pero a los zapatistas nunca los vi, estaban bien escondidos. Fueron momentos muy tensos. Era muy difícil que los zapatistas ganaran, el primer golpe que dio el zapatismo fue genial, militarmente fue un poema. El hecho de haber mantenido callada una guerrilla durante tanto tiempo, por años, y que diera el golpe justamente cuando entró México al Tratado de Libre Comercio, todo fue muy genial. Los primeros días, poca gente murió. Días después, muchos murieron, pero pudo haber muerto más gente. Su estrategia militar guerrillera fue muy audaz, muy impresionante.”


Por Benjamín Flores.

“Esta es del combate en Ocosingo. En Ocosingo, el ejercito acorraló a un grupo muy importante de zapatistas en el mercado, muchos murieron ahí. Esta foto es muy importante para mí porque estos cinco zapatistas fueron ejecutados. Están en la posición de ser ejecutados. Ellos los pararon y los mataron, y eso es una violación de los derechos humanos. Hay convenciones en las cuales el ejército mexicano está suscrito para prevenir esto, y aún así sucedió.”


Por Benjamín Flores.

“Esto sigue siendo el 4 de enero de 1994 en Ocosingo.”


Por Martín Salas.

“Lo que le siguió a esto fue una protesta muy popular que demandaba un fin al combate. La guerra duró quince días y en base a la protesta, la pelea terminó, y ambos ejércitos tomaron posiciones, inició el tratado de paz. Esta foto es en la catedral, durante los diálogos de paz, y el personaje principal es el Subcomandante Marcos. El resto son comandantes indígenas. Ellos eran los comandantes verdaderos. Este es el 24 de febrero.”


Por Araceli Herrera.

“El estado se militarizó de una manera impresionante. Esta es una escena de guerra, pudiera haber sido Vietnam, Laos… cualquier parte del mundo. Esta es por Araceli Herrera, para Proceso, el 10 de enero.”


Por Víctor Mendiola.

“Este es Víctor Mendiola, es una foto en un lugar llamado Guadalupe Tepeyac en territorio zapatista. Es una de las pocas fotos que existe de Marcos disparando.”


Por Víctor Mendiola.

“Guadalupe Tepeyac representa mucho para el zapatismo. Esto fue alrededor de junio, cuando invitaron organizaciones de todo el país para participar en la Convención Nacional Democrática. Es el bastión del zapatismo.”


Por Juan Popoca.

“Esta es por Juan Popoca y es la inauguración de [la comunidad de] Aguascalientes, donde tomó lugar la convención.”


Por Juan Popoca.

“Ellos son zapatistas, quién sabe quiénes sean, pero son el ejército, simpatizantes. Son indígenas, gente de la selva. El acceso era muy complicado. Esta foto también es de Juan Popoca, y es una foto muy fuerte, la presencia militar… Imagínate.”


Por Martín Salas.

“Esta es una foto muy importante. Es la liberación de Absolón Castellanos. Él fue un general en Chiapas, y en su momento, el gobernador de Chiapas. Los Zapatistas lo secuestraron por más de un mes. [Cardenal] Samuel Ruiz y [político] Camacho Solís intervienen por su libertad. Camacho Solís era el representante del gobierno en los diálogos, el representante de [ en ese entonces presidente] Salinas. Una foto histórica, 16 de febrero de 1994.”


Por Ángeles Torrejón.

“Estas son fotos de los campamentos de capacitación de zapatistas, hombres y mujeres, por Ángeles Torrejón. Ángeles, es mi esposa, y de las pocas mujeres que han entrado a la selva y aceptada por los zapatistas para documentar su entrenamiento, vida cotidiana, mujeres y sobre todo los niños.”


Por Ángeles Torrejón.

“Ella vivió en la selva por dos años, y logró tener una cercanía con ellos, fue increíble.”


Por Ángeles Torrejón.

“Y bueno, esta es otra clásica, también por Ángeles, una clásica de ella. Esto es el 15 de mayo, yo estuve con ella. Mira la parafernalia, su radio, su pipa, su R-15, sus cartuchos. Es una imagen muy clásica de Marcos. Así es como era él. Nunca hablé con él, se mantuvo con distancia. Ángeles sí tuvo cercanía con él.”


Por Ángeles Torrejón.

“Esta también es de Ángeles, la presencia zapatista, y los civiles, la gente de la selva. Es hermosa.”


Por Ulises Castellanos.

“Esta es la última foto, la llegada de la caravana zapatista en el Zócalo de la Ciudad de México, el 11 de marzo de 2001. Llegaron sin armas, rodeados por una cadena de civiles para protegerlos, desde que salieron de Chiapas. Esta foto simboliza demasiado. Después del levantamiento armado de 1994, el hecho que llega la guerrilla al corazón, al Zócalo, tiene un enorme significado. Representa el paso de grandes líderes, triunfadores, Zapata y Villa y ahí llegaron los zapatistas. Bueno fue la segunda vez que los zapatistas habían estado ahí. La primera vez fue cuando llegaron con Zapata.”

Después de ver la selección de fotos de Marco Antonio Cruz del EZLN, le pregunté lo que pensaba del zapatismo en la actualidad, y de Chiapas, desde su perspectiva como periodista.

Cruz respondió de inmediato: “El gobierno jamás tuvo la capacidad de resolver el problema, y lo ha dejado ahí. Chiapas es una bomba de tiempo. Y no solamente Chiapas. Hay varios estados de la República con situaciones que socialmente no están resueltas y que en cualquier momento van a estallar.”

Efectivamente, Chiapas permanece casi igual; no ha cambiado mucho desde el levantamiento de 1994. El EZLN controla territorio semiautónomo en Los Altos de Chiapas y algunos pueblos y comunidades se movilizan a través de “Juntas de Buen Gobierno”. Pero, como dijo Cruz: los zapatistas efectivamente viven dentro de un «cerco», vigilados o intimidados por el Ejército, mientras que la amenaza de grupos paramilitares ligados al PRI es constante.

Pero sobre todo, el estado permanece pobre, abandonado y tenso. El 75% de la población de Chiapas vive en la pobreza, según INEGI. Seguro dentro de ellos no se encuentra el gobernador actual, Manuel Velasco, un avatar televisoso del Partido Verde, quien en estas fechas ha gastado sus pesos para auto promoverse en el DF y Estado de México. Los héroes caen, también. El Subcomandante Marcos —a quien luego se identificó como el hermano de una diputada priista de Tamaulipas—ha desaparecido. En discursos atribuidos a él que se han extendido en internet en los últimos años, ya no se lee su lucidez, su retórica poderosa, sino parecen más y más como los llantos de un hombre acercándose a la demencia. ¿Es Marcos el mismo de siempre?

Marco Antonio Cruz afirmó que el EZLN definitivamente no empieza ni termina con Marcos. Nuevas generaciones de líderes, tal vez no tan adeptos a manejar los medios de comunicación como Marcos, están llevando el zapatismo hacia el siglo 21. Al menos, eso esperamos.

“En 20 años, ahora tenemos generaciones: niños que nacieron en 1994 o niños que nacieron con padres zapatistas”, dijo Cruz. “Estas son las nuevas generaciones de guerrillas.”

http://www.vice.com/es_mx/read/happy-20th-birthday-zapatistas

Conferencia sobre Modelo de Estado: «Izquierda Unida»

– Documento a debate

La Conferencia sobre Modelo de Estado tendrá lugar en Madrir el próximo 25 de enero de 2014.

Documentos:
– Documento Ponencia ‘Estado federal, republicano, plurinacional y solidario’
– Plantilla de enmiendas

Documento_Ponencia_Conferencia_Modelo_Estado

Imagen

Matoneo estatal

abeja88